ingenierosEl país tuvo una educación estatal de calidad. Hoy declinamos: no se prioriza la excelencia, la competencia ni la creatividad. Se evidencia la preferencia por carreras humanistas y la escasez de ingenieros.

Las estrategias de largo plazo, asociadas a políticas de Estado, son esenciales. Dentro de ellas el sistema educativo es clave, tanto en sí mismo como en su relación con el mundo laboral y el sistema nacional de innovación.

Si bien la Argentina ha incrementado el gasto en educación, no ha mejorado su calidad y eficiencia, y el rol que cumple en el desarrollo económico, social y personal es muy insuficiente. La Ley Federal de Educación sancionada en 2005 estableció metas progresivas para incrementar los recursos al 6% del PIB en 2010. Sin embargo, según las nuevas Cuentas Nacionales publicadas por el INDEC este año, el porcentaje del PIB destinado a educación, ciencia y tecnología fue del 4,9%, lo que muestra el incumplimiento de la mencionada ley.

Desde el punto de vista de la calidad, es oportuno ver qué dicen las pruebas internacionales. El Informe PISA (Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, OECD) analiza el rendimiento de estudiantes de 15 años a partir de exámenes realizados cada tres años en distintos países. PISA no se orienta a evaluar programas escolares nacionales; revisa conocimientos, aptitudes y competencias para medir la capacidad de los estudiantes en lectura, matemática y ciencias naturales.

En las pruebas PISA 2012 la Argentina se ubicó, entre 61 países, en el puesto 54 en habilidad lectora, en el 51 en matemática y en el 52 en ciencias naturales. Chile, Uruguay, Colombia, Brasil y México registraron mejores posiciones. Los estudiantes secundarios argentinos tuvieron notas superiores en ciencias naturales, con un promedio de 406 puntos, seguida por comprensión lectora (396) y finalmente matemática, con baja calificación (388). Singapur figuró primera (562) y Kirguistán última (331). En las PISA 2009, la Argentina estaba en el puesto 58, en general, y la ciudad de Buenos Aires, que participaba por primera vez, obtenía mejores resultados.

Los exámenes PISA suelen ser criticados: el Ministerio de Educación de la Nación lo ha hecho. Algunos sostienen que son exámenes de inteligencia, donde se evalúa menos el conocimiento, pues buena parte de las preguntas son deducibles y se pueden responder sin grandes recursos de la currícula escolar. Así, según estas críticas, parte de los resultados se deberían mayormente a factores genéticos, nutricionales o aspectos culturales, argumento que se apoya en que los países de menor desarrollo obtienen malos resultados.

Los exámenes denominados TIMMS de matemática y ciencias, que realiza IEA (International Association for the Evaluation of Educational Achievement), evalúan contenidos para alumnos de 4° y 8° grado; los rankings son algo diferentes pero no invalidan los resultados de PISA y otras pruebas.

Según la UNESCO, en su Global Education Digest, en 2011 el 70% de la población en Chile se graduaba en la escuela secundaria a la edad esperada, cifra que caía al 43% en la Argentina, ubicada en el puesto 11 entre los países de la región. Pruebas de educación primaria, para 3° y 6° grado (PERCE y SERCE), tomadas por la UNESCO, muestran resultados declinantes para nuestro país: desde mediados de los ‘90 y de la década del 2000, la Argentina cayó en el ranking al 7° puesto en lengua y al 6º en matemática, siempre entre países latinoamericanos. Habrá que esperar los resultados del TERCE, nuevo estudio en 15 naciones de la región, prometido para fines de 2014.

Demanda universitaria

Es interesante ver el perfil de nuestros egresados universitarios, teniendo como referencia los resultados logrados en los mencionados exámenes internacionales de educación básica. De esto se desprende el perfil productivo del país, dada una oferta de trabajo profesional determinada.

Una buena medida son los graduados de la universidad pública en la ciudad de Buenos Aires. Del total de egresados, a fines de la década del 2000, el 24% pertenecía a Derecho, el 20% a Ciencias Económicas y el 9% a Psicología; el total de estas profesiones sumaba 53%. Un 6% egresaba de Medicina, un 5% de carreras auxiliares de Medicina y un 6% de todas las Ingenierías. Del resto sobresalían Sociología, Arquitectura, Ciencias Políticas y Educación, ninguna con más del 4% de egresados. En definitiva, es muy manifiesta la preferencia por las carreras humanísticas y la escasez de ingenieros.

En muchos países, no en el nuestro, para ingresar a la Universidad se exigen exámenes finales de contenidos de educación secundaria. En Brasil, desde 1998, se rinde el ENEM (Exame Nacional do Ensino Medio) que evalúa matemática, lengua, ciencias humanas, historia y ciencias naturales. En Chile se debe aprobar el examen PSU, tanto para la universidad pública como para las privadas. En Ecuador, el presidente Rafael Correa introdujo el Sistema Nacional de Nivelación y Admisión (SNNA) para las universidades públicas y escuelas politécnicas. Todo esto mejora el nivel de la educación secundaria e introduce competencias en el sistema. Los resultados, tanto del ENEM como del PSU, se pueden divulgar públicamente, mientras que en la Argentina está prohibido hacerlo, según la Ley de Educación de 2006, bajo el supuesto implícito de “no discriminación”.

Así, nuestro sistema universitario y la demanda de alumnos no está orientada a las ciencias duras, a las profesiones productivas de bienes y servicios, generadoras de alto valor agregado. Las a veces discutidas reformas de la Generación del ’80 permitieron que la Argentina desarrollara un sistema educativo moderno y socialmente integrador, basado en la calidad de la enseñanza estatal. Hoy el sistema es presa de políticas que no priorizan la excelencia, la competencia, el esfuerzo personal, la creatividad, la equidad de resultados entre pobres y ricos, el capital humano. Por ello hay un claro retroceso en el desarrollo y la innovación.

4 Readers Commented

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  1. lucas varela on 10 noviembre, 2014

    Este artículo es una declaratoria de lo mal que estamos. Medición en más o en menos, todo conduce a la conclusión de que podríamos estar mejor. Lo que es, a mi entender, obvio.
    Pero cómo?. Y aquí, me permito hacer el siguiente comentario:
    El sistema actual de educación se caracteriza por: escolarización obligatoria, servicio estatal de educación pública, y regulación estatal del “mercado educativo”. Es evidente que puede y debe mejorarse.
    Aunque hay otra alternativa, que sospecho es de la preferencia del Sr. O´connor. El reclamo por más calidad educativa y eficiencia, sugiere un “ciclo educativo cualitativo” de características neoliberales:
    El servicio de educación pública, materialmente imposible de privatizar, se reduce a una actividad “empresarial”; que es una privatización indirecta. Y se desregula la escolaridad; desregulación que es descentralización (las escuelas se ven obligadas a asumir “autonomías” que no garantiza recursos presupuestarios).
    La participación en el sistema de “educación cualitativa” se establece de dos maneras: los ciudadanos son ahora clientes que como individuos compran un servicio (un producto cultural), en un mercado competitivo; las escuelas, son unidades de producción que ofrecen el valor de sus servicios sometidas al control de calidad. Las escuelas retienen una cierta autonomía para seleccionar los medios de producción, pero no para elegir ni los objetivos de la escolaridad ni los procedimientos de control/responsabilidad. La profesionalidad docente queda limitada por un lado a la creación de medios y, por el otro, a la venta de dichos medios a los clientes. En esta dinámica, al ser el mercado incierto, los clientes reclaman acuciados por un tipo de educación que les asegure, lo más posible, su acceso al mercado laboral. La calidad de la educación, por lo tanto, y cerrando el círculo, depende de las necesidades del mercado, de los requisitos cognitivo y aptitudes que demandan los empleadores.
    La implementación del sistema de “educación cualitativa neoliberal” requiere del “desmantelamiento” del existente.
    Es factible prever con precisión las consecuencias, los ‘retrocesos’ y los desmantelamientos. Porque este mismo sistema fue implementado en el gobierno neoliberal del presidente Menem. Las consecuencias fueron catastróficas.

  2. Juan Carlos Lafosse on 11 noviembre, 2014

    La raíz del problema educativo es que este Derecho Humano se transforma en mercancía en nuestro país. La educación no puede ser objeto de lucro. En Chile la presidente Bachelet busca revertir esta situación, con gran apoyo de los estudiantes.

    La elección de carrera depende en buena medida de las expectativas de carrera, hace 10 o 15 años comenzar ingeniería no tenía mucho sentido: no fabricabamos NADA. Esto también se refleja en las remuneraciones. En muchas empresas se paga menos a quienes ocupan cargos de producción que en las áreas financieras. Revertir este proceso y cambiar mentalidades requiere cambiar la estructura productiva del país. No es una tarea sencilla.

    Por otra parte, la educación es un factor central de la concentración de la riqueza, quienes pueden pagar mejores estudios tendrán ventajas importantes todo a lo largo de su vida. Se me ocurre que sería interesante ver las carreras que se siguen en función de la ocupación paterna y los ingresos familiares.

  3. lucas varela on 11 noviembre, 2014

    Estimado Juan Carlos y amigos,
    Lo que veo más esencial sobre la educación es que es un fín en sí mismo. La educación y el conocimiento sirven para la «buena vida», desarrollando las aptitudes (pocas o muchas) de cada uno.La educación sirve para desarrollar espíritus liberales, verdaderos, justos. Para no dejarse entontecer por miedos. Para tener ideales y defenderlos.
    El dinero es una circunstancia de tantas, y ciertamente, no es la más importante de la vida.
    !¿Que importa la demanda de ingenieros si el hijo quiere ser artesano?¡
    No debe ser «el mercado laboral» el que le indique el camino a los jóvenes. Un argentino bien educado no debe aceptar que ningún mercado, ni nadie, le señale el camino a seguir. Debe abrirse su camino a su modo. Será feliz siendo artesano, y sin un peso en el bolsillo.

    Ya se ha dicho hasta el hartazgo, que cuando nuestro amigo O´Connor habla del «gasto de Argentina en educación», debemos interpretarlo como la «inversión de Argentina en educación». Porque de una buena educación surgen los jóvenes argentinos con vocación para técnicos, ingenieros, artesanos, etc.
    Cuando los argentinos sean valorados por lo que son, y no por lo que tienen, seremos una sociedad mejor.

  4. Juan Carlos Lafosse on 2 diciembre, 2014

    Para pensar, una frase de Martín Rodriguez:

    En los 90 la televisión sustituye (podríamos decir: termina de sustituir) a la escuela pública como espacio social policlasista. Los ricos a las escuelas privadas, los peleadores del ascenso social a las privadas, los caídos del mapa a las públicas, los miserables también. Y así. Cada clase social distinguida en eso que los años 90 ganaron: el progreso medido en la capacidad de privatizar nuestra vida.

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