Una investigación publicada internacionalmente identificó trabajos científicos argentinos con potencial aplicación industrial que, por falta de protección, fueron tomados por empresas extranjeras. Sus autores lo explican en un artículo especial para Criterio.
El conocimiento constituye uno de los principales factores del crecimiento económico, junto al capital y el trabajo. Esto ha dado lugar a la “economía del conocimiento”, donde la innovación es una actividad dominante que permite la calidad y competitividad de la industria.
Como la innovación valoriza el conocimiento, la propiedad intelectual es un eje central en dicha economía y en las empresas innovadoras. También en las instituciones y universidades que aportan conocimientos, pues de esta forma aseguran su debida transferencia y reciben beneficios con los que alimentan su sistema científico.
Aunque algunos estudios sobre patentes muestran que generalmente son pocas las que obtienen valor comercial, el desarrollo de políticas de protección intelectual es cada vez más importante. Muchas universidades crearon oficinas de transferencia tecnológica y de comercialización y licenciamiento de patentes. Las mejores performances en cuanto a la valorización del conocimiento científico se logran en aquellas universidades que institucionalizaron la gestión de la propiedad intelectual.
Así, adquiere relevancia la relación entre la inversión en Investigación y Desarrollo (I+D), los resultados de las investigaciones, la innovación y la protección de la propiedad intelectual. Ello permite medir el proceso que va desde la investigación básica hasta la tecnología industrial, lo cual es importante para la definición de políticas en los centros públicos de I+D y para que se valoricen y capitalicen los conocimientos generados en cada institución.
Conocimiento local y patentes extranjeras
En un trabajo que publicamos en Journal of Technology Management & Innovation (2012, Vol.7, Issue 2, págs.184-94), abordamos esta problemática. Identificamos conocimientos científico-tecnológicos originados y financiados por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) que fueron a parar al exterior. Constatamos así que nuestras universidades públicas desarrollan conocimientos con potencial aplicación industrial, sin protección.
La investigación se basó en la identificación de artículos científicos publicados por investigadores de la UNQ que dieron origen a patentes de empresas o universidades de los Estados Unidos, Japón, Israel o España, y hasta de inventores individuales. Esto nos hizo ver la importancia de conocer los procesos que llamamos de “transferencia tecnológica ciega”, porque son invisibles a los ojos de la institución que alberga a los investigadores que generaron los conocimientos.
El tema adquiere importancia en los países latinoamericanos. Un estudio de Manuel Krauskopf (2007) analizó investigaciones científicas realizadas en Chile y su impacto sobre tecnologías patentadas en los Estados Unidos, entre 1984 y 2003. El trabajo observó que la investigación local no era utilizada por su industria, sino por empresas norteamericanas que se apropiaban de los resultados de la I+D chilena. Así, universidades latinoamericanas desarrollan conocimientos con potenciales aplicaciones y sin protección, aspecto aprovechado por agentes extranjeros en el proceso de “transferencia tecnológica ciega”.
En la Argentina, el rol de la propiedad intelectual y su relación con las políticas industriales y de innovación no se incorporó a las políticas públicas. Es por ello que, a pesar de nuestra capacidad científica, especialmente en biomedicina, no hemos logrado capacidad de aplicación industrial. Más aún, conocimientos generados por nuestros científicos en los últimos 70 años, algunos originados en trabajos de los Premios Nobel Houssay y Leloir, sirvieron de base para que empresas internacionales desarrollaran nuevos medicamentos.
Si bien en los últimos años, a partir de la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva en 2007, se realizaron acciones que incidieron en el campo de la biotecnología especialmente, desarrollándose nuevas empresas e incrementándose el número de solicitud de patentes, no hay evidencias importantes sobre la transferencia de conocimientos desde el sector público hacia la industria. Gran parte de la I+D local es apropiada en el exterior, lo que se puede constatar a través de la referencia a artículos científicos en las patentes extranjeras.
Como resultado de la investigación realizada, vimos que más de medio centenar de familias de patentes solicitadas entre 1999 y 2010 refieren a artículos de investigadores de la UNQ. Esta “transferencia tecnológica ciega” subsidia el desarrollo de tecnologías de empresas de otros países.
Estimular la relación ciencia-industria
El flujo y apropiación de conocimientos científicos y tecnológicos desarrollados en la UNQ hacia empresas e instituciones extranjeras se produjo sin que la Universidad lo pudiera controlar. Esta “liberación” del conocimiento o subsidio indirecto hacia dichas empresas es una “fuga” de capital bajo la forma de conocimiento.
Es necesario, entonces, desarrollar un Sistema Nacional de Innovación que pueda apropiarse de los resultados de la investigación, ya sea para su explotación en el país o para comercializar o licenciar en el exterior. Para ello habrá que estimular la relación de la industria con el sistema científico-tecnológico y controlar el “flujo invisible” de conocimientos que se generan.
Resulta también imperioso valorar el rol de las oficinas de transferencia tecnológica de las universidades para aumentar la apropiación de los resultados de la investigación. Publicar y patentar no son posibilidades opuestas, sino complementarias. Entre nosotros suele aparecer la contradicción entre una concepción tradicional de la ciencia, como campo de generación y difusión de conocimientos marcada por la propensión a publicar, y la concepción de propiedad ligada a la aplicación de los conocimientos. El investigador argentino vive aún una tensión que no tiene razón de ser.
“Salir de las paredes de los laboratorios”, transferir conocimientos, promover negocios en las industrias y participar de ellos obliga a discutir esta problemática. La estrategia debe orientarse a disminuir la oportunidad de subsidiar desarrollos industriales extranjeros, es decir, controlar el destino del conocimiento tecnológico y los recursos económicos que se invierten para lograrlo. Así la transferencia del conocimiento dejará de ser invisible y ayudará al crecimiento económico.
El trabajo que realizamos fue un primer intento por identificar el fenómeno de la “transferencia tecnológica ciega”, permitiéndonos reflexionar sobre la complejidad del problema para delinear políticas que permitan relacionar la ciencia y la tecnología con la industria y el desarrollo local.
Quiénes apropiaron el conocimiento y con qué fines
Alrededor del 53% de las patentes fue apropiado por Bayer Schering Pharma (Alemania), Isis Pharmaceuticals, Trubion Pharmaceuticals, Tracie Martyn International Ltd. y Dionex Corp. (Estados Unidos), Tranzyme Pharma Inc. (Canadá), IPSAT Therapies Oy (Finlandia), St. Jude Medical Systems AB (Suecia) y Aktiengesellschaft (Austria).
Aproximadamente el 30%, por instituciones como Waissman Institute de Israel, University of North Carolina, Georgia State University Research Foundation, Universidad Complutense de Madrid, Tokyo University of Science Educational Foundation, University of Bristol, Stanford J. University, Parker Hughes Institute, North Shore Long Island Jewish Research Institute, MUSC Foundation for Research Development, Emory University y Dalhousie University.
El 13% de las patentes fue solicitado por inventores individuales.
Las patentes protegieron avances en biomedicina, medicina que se vale de las ciencias biológicas. Las investigaciones apropiadas por las empresas les servirían para la posible producción de nuevos fármacos. Las apropiadas por instituciones y universidades son un aporte a investigaciones que ellas sostienen, que podrían ser transferidas a la industria. Las solicitadas por inventores individuales podrán ser aplicadas a emprendimientos de joint venture o a otros fines comerciales.
Los autores son profesores de la Universidad Nacional de Quilmes