La Argentina es testigo de un hecho político inédito: el Vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, está procesado por negociaciones incompatibles con la función pública y por cohecho.
Dos delitos que revisten gravedad. Se lo acusa, como es de público conocimiento, de haberse quedado con la otrora empresa Ciccone Calcográfica, una imprenta de elementos de seguridad que, entre otras cosas, se dedicaba a la impresión de papel moneda.
La supuesta compradora de esta firma, que estaba quebrada, es una sociedad cuyo nombre se ha tornado tristemente célebre: The Old Fund, cuyos dueños no aparecen y sobre la que se tejen enorme cantidad de conjeturas. Nombres cercanos al poder pululan a su alrededor y cuando el Congreso Nacional votó la expropiación de su paquete accionario, no se sabía quién era el dueño. Dicho en otros términos: cuando el Congreso votó la expropiación de las acciones de YPF, había una contraparte claramente identificable: la empresa española Repsol. La misma situación se dio con Aerolíneas Argentinas. No fue el caso de Ciccone. Por otra parte, la famosa The Old Fund “asesoró” al gobierno de Formosa en una reestructuración de su deuda con el Estado nacional (trabajo que en general las provincias realizan con sus funcionarios, sin contratar asesores), cobrando varios millones de pesos, sin contar con experiencia ni empleados. Un porcentaje de dicho pago parece haber retornado a algún personero de la provincia.
El juez Ariel Lijo, a cargo de la causa, en su extenso dictamen puso de manifiesto que existirían elementos suficientes para demostrar que el Vicepresidente, por interpósitas personas, pretendió quedarse con la imprenta, todo lo que motivó su procesamiento.
La actuación de Boudou presenta dos niveles de análisis. Existe un primer nivel que se refiere a la responsabilidad penal que es la que la Justicia está evaluando y en donde se presume su inocencia hasta que se demuestre lo contrario, restando aún el largo camino del juicio oral, las apelaciones y demás etapas procesales. En este caso, el acusado debe contar con la totalidad de las garantías que la Constitución le otorga. La misma lógica habrá de aplicarse en las demás causas en trámite en su contra.
El segundo nivel es el que nos interesa, y se refiere a la responsabilidad política del Vicepresidente, responsabilidad que no se mide con la misma vara que la criminal y tiene otra lógica. La mayoría oficialista en la Comisión de Juicio Político de la Cámara de Diputados se ocupó de remarcar que no correspondía impulsar la acusación, pues se presume la inocencia del acusado hasta que exista una sentencia firme de condena. Nada tenemos que objetar a este principio.
No obstante, de lo que se trata es de considerar otra cosa. Un absuelto en sede penal puede tener responsabilidad política suficiente como para que sea alejado de su puesto. Quizá convenga recordar que en los cargos electivos, la legitimidad para su ejercicio está dada por dos momentos: el primero, referido al triunfo electoral con las mayorías que las leyes requieren, lo que otorga al funcionario público la declamada legitimidad de origen. Luego, tal cargo debe ser ratificado mediante la legitimidad en su ejercicio, cumpliendo el rol que la Constitución le concede. Buenos y malos políticos hay y habrá siempre y la batalla electoral será la que finalmente determine si resulta ratificado o no en su cargo.
Ahora bien, ¿existe un piso de responsabilidad en el ejercicio del cargo, o es la gesta electoral la única que juzga la legitimidad, idoneidad y capacidad de un funcionario? La mayoría oficialista en la Cámara de Diputados nos ha dado una respuesta contundente: nada hay que hacer ni decir, pues se presume la inocencia del Vicepresidente de la Nación, hasta que se demuestre lo contrario. Quedará entonces en manos de los ciudadanos ratificar o no al actual Vicepresidente en un nuevo cargo al vencimiento de su mandato.
Queda soslayado entonces un importante concepto que establece la Constitución Nacional en su artículo 53, cuando fija varios supuestos para impulsar el juicio político de un funcionario, entre los que se encuentra el mal desempeño. Sin entrar en una detallada exégesis del citado artículo, creemos que merece la pena destacar el sentido de la alocución “mal desempeño”. Joaquín V. González, cuando comenta esta norma, dice: “pueden los actos de un funcionario no ajustarse al vocabulario de las leyes penales vigentes, no ser delitos, o crímenes calificados por la ley común, pero sí constituir ‘mal desempeño’, porque perjudican el servicio público, deshonran el país o [a] la investidura pública…”. En otras palabras, el mal desempeño estará signado por la falta de idoneidad del funcionario para ejercer su mandato.
De lo que se trata entonces, es de juzgar la responsabilidad política del Vicepresidente, a través del ejercicio de su cargo. La circunstancia de que en el proceso judicial se hayan ventilado hechos, reuniones, amenazas y contradicciones –muchas con posterioridad a la fecha en que fuera elegido Vicepresidente– en las que Boudou aparece estrechamente vinculado, otorgan materia suficiente para entender que el funcionario en cuestión se encontraba dedicado a tareas incompatibles con su cargo. Debemos sumarle a esta cuestión otras causas en trámite en su contra, que incluyen adulteración de documentos y enriquecimiento ilícito.
La Constitución Nacional, antes de la reforma de 1994, decía en su artículo 77 (hoy 90) que el Presidente y el Vicepresidente duran en sus empleos el término de seis años. Tal término fue reemplazado por funciones. En esta línea, el actual artículo 92 dispone que el Presidente y el Vicepresidente disfrutan de un sueldo pagado por el Tesoro de la Nación, y que durante su período no puedan ejercer otro empleo, ni recibir ningún emolumento de la Nación o de provincia alguna. El Vicepresidente es, entonces, un empleado del Estado, con obligaciones propias y específicamente delimitadas.
En este marco, del expediente instruido por el juez Lijo, con independencia de que tales actitudes constituyan un delito, surge que el Vicepresidente estuvo dedicado una buena parte de su día a temas ajenos a su función. La sola sospecha de que está vinculado con la sociedad The Old Fund resulta elemento suficiente para juzgar su responsabilidad política.
La mayoría oficialista en la Cámara de Diputados tuvo en sus manos una oportunidad sustancial para aplicar las reglas de la república y dar un salto de calidad hacia una democracia que delibere y eche luz sobre situaciones como la del Vicepresidente de la Nación. ¿No había elementos suficientes para iniciar una investigación sobre su responsabilidad política? Creemos que sí los había, pero se privilegió la democracia formal, en la que una mayoría circunstancial bloqueó la herramienta que hubiera significado un paso adelante hacia una república menos anómica.
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Join discussionSeñores del Consejo de Redacción,
¿Cuántos años han pasado desde que comenzó el tema Boudou, Ciccone?
El primer acusado en este proceso fue la justicia; se dice ahora que la justicia es independiente del poder de turno. No siendo suficiente para el Consejo de Redacción, ahora elucubra alternativa de hacer de “la sola sospecha” un instrumento de castigo político.
Boudou ya es una herejía que merece una condena de algún carácter, en sumisión a las autoridades “antik” del Consejo de Redacción de Criterio.
Por favor, un poco de seriedad.¡
Seriedad pide mi amigo ??? … pero si los señores de Criterio ni siquiera sonríen. Escriben las cosas mas carentes de sentido y sustento sin que se les mueva un músculo, hieráticos, con su mejor cara de hipócritas. No veo que haya que pedirles seriedad.
Francamente hablando, ninguno de los argentinos de a pie podemos tener la más mínima idea de si el vicepresidente Boudou es culpable o no de los cargos por los cuales es procesado por los jueces y condenado en este artículo. Habría que ser muy ingenuo para creer todas las “informaciones” que publican los distintos medios y las «opiniones» y obscenidades conque rodean este asunto.
De cualquier forma, sea culpable o inocente, habría que ser aún más cándido para no ver la magnitud de la operación política que fogonean los medios hegemónicos y a la que adhiere Criterio.
Según este medio «La sola sospecha … es elemento suficiente para juzgar su responsabilidad política.» Fantástico: siguiendo este principio, yo “sospecho” que en Criterio hay un sesgo ideológico que por lo tanto “es elemento suficiente” para que sea juzgado por su irresponsabilidad política. Pero la libertad de expresión existente en nuestro país protege a los medios, que así pueden acusar, condenar, decir o callar cualquier cosa, verdadera o falsa, trivial o fundamental.
En esta época, personajes como Lijo, Bonadio o Griesa son tanto o más sospechosos que aquellos a quienes acusan. Si cajonean expedientes, dictan cautelares o fallos favorables a alguno, son «independientes» y si hacen lo contrario son obsecuentes o corruptos. ¿Y la justicia? Bien, gracias…
El poder que juzga está en las pantallas y primeras planas, donde las condenas ocurren mucho antes que en el poder judicial y son inapelables. Luego la eventual información exculpatoria no se publica y listo, la condena queda firme…total 10 o 15 años después quién se acordará del asunto. ¿Y el derecho a la información? Bien, gracias…
Temas mucho más trascendentes para el país y que ameritan discusiones serias, como el fallo de Griesa a favor de los buitres y su convalidación por la corte suprema (con minúscula) de EEUU, no aparecen en este número, dedicado a atacar al Papa y de paso – como es habitual – también al gobierno. Rinde más agitar el tema Boudou que mencionar asuntos serios que este gobierno maneja bien y con acuerdo de los argentinos.
Todo un consejo de redacción (con minúscula) dedicado a temas tan “relevantes”, una lástima.
Estimado Juan Carlos Lafosse y Sres del Consejo de Redacción,
Es absolutamente cierto, e imposible de negar o cuestionar la total libertad de expresión que se vive en la Argentina.
Esto es un bien que se valora; aunque se valora mucho más cuando no se tiene. No obstante ello, el abuso de los medios es ciertamente escandaloso y ausente de todo límite; en la mentira, en la negación, en la magnificación, y ahora en la repetición de mentiras hasta el infinito dentro de los sitios de la red.
Vale mencionar, una vez más, que la Revista Criterio no está ausente de todo límite. Tiene un límite particular y característico, que es comunicar con respeto a la moral cristiana y a la Iglesia Católica.
Esta claro que la Revista Criterio, católica, no tiene derecho a la mentira; ni a la torpeza de arrancar indignación de sus lectores con estas prácticas. Ni aun cuando la Revista Criterio crea sinceramente que mintiendo se salva a “la patria”, porque es un error. Con estas prácticas se desdibuja la integridad moral de la revista, contaminando la moral del lector desprevenido que hay que educar.
La verdad objetiva, la realidad, la hacemos entre todos. La verdad es lucha, y es el premio concedido a ser sincero.
Repito lo que escribí el pasado 17 de agosto como carta de lectores en «La Nación»: El 16 de febrero de 2012, tras una investigación sobre posibles delitos cometidos mientras se desempeñaba como Premier de Baja Sajonia, la Oficina del Fiscal de Hanover pidió el levantamiento de la inmunidad legal que protegía al Sr. Christian Wulff, Presidente de Alemania. Más allá de que él sería mas tarde sobreseído de todos los cargos, vale la pena recordar que Wulff presentó su renuncia al cargo de Presidente de Alemania al día siguiente del requerimiento del fiscal. Tenía claro que la investidura por él representada estaba muy por encima de cualquier chicana legal a la que hubiera podido apelar para permanecer en el cargo, por encima incluso del consagrado principio de presunción de inocencia.
Martín Lagos, gracias por el ejemplo que usted ha traído.
Podremos alguna vez acercarnos en algo para ser una democracia como la de Alemania?, tendríamos que comenzar ya, darle importancia a la educación, con maestros muy bien pagos; darle importancia a la salud, con médicos muy bien pagos.
Se gasta mucho y mal.
Estimado Martín Lagos,
Su argumento es válido y sería deseable que se dieran las condiciones para que fuera una opción en este caso. Pero realmente no sabemos nada de lo que pasa, Ud. convendrá que las «noticias» no son ni siquiera mínimamente confiables.
Lo grave es que en este caso, y esto SIN NINGUNA DUDA, estamos ante una operación político mediática de proporciones, donde la inocencia o culpabilidad del vicepresidente y/o la de los jueces y/o fiscales no les importa nada a los que la realizan. No es requisito ni freno de nada, se informa/inventa/recorta/oculta/distorsiona/repite/repite/repite todo lo que creen que les conviene para lograr el objetivo político que les interesa: desgastar al gobierno actual. Hoy se ha transformado en una comedia plagada de absurdos donde acusar ante una justicia, como mínimo lentísima, es un recurso más de la corrupción, total no hay sanción por denunciar.
Frente a esto no es para nada evidente que una renuncia sea un camino conveniente para el país. En cambio Boudou sin ampararse en sus fueros ha respondido a todos los requerimientos del fiscal, que a su vez no le concedió hacer público su descargo, cosa que tal vez hubiera aclarado al menos parte de las dudas, a favor o en contra suyo.
Mi observación es además que en este momento hay muchos temas que son muchísimo más relevantes, graves, que sería muy deseable que se discutan. Pero no hacerlo es parte de la misma operación, no quieren que discutamos sobre los fondos buitres por ejemplo. Ni una sola mención en este número destinado a atacar al Papa: «no te metás con la ECONOMÍA».
Criterio tiene sentido cuando los problemas que discute son reales, no ficciones. Lamentablemente, hoy no llama la atención que ni se molesten en contestar comentarios. Total, el objetivo está logrado: repetir lo que dice la armada mediática desde un pedestal que fue ilustre.
Podemos acordar o disentir sobre los fundamentos del procesamiento. Tampoco yo admiro a los jueces federales en lo penal. Lo que argumento es un tema de «investidura». Por supuesto, me dirá Vd., es subjetivo. Sí, lo es, pero revela la diferencia de calidad moral entre una y otra persona. Y en cuanto a la «operación mediática», si Vd. descalifica así a cualquier denuncia que se haga en la prensa… Richard Nixon tampoco hubiera renunciado. Diga abiertamente que Vd. defiende a este gobierno hasta negar sus defectos y entonces nos vamos a entender!
Es interesante la metáfora de la Sra. Elena Beolchi. Lo que ocurre más bien es que se nos apunta a los ojos con miles de luces brillantes que nos encandilan y no podemos ver lo que hay detrás. A estas luces tampoco se las puede tapar con las manos.
Causan también efectos permanentes sobre la retina de quienes las miran fijamente, que terminan creyendo que solo las luces existen.
Me gustaría mucho saber a partir de que información verificada se concluye la culpabilidad o inocencia de Boudou, pero lo que aparece en los medios no es útil. Si esta información existiera, entonces correspondería que nos preguntemos porque no se condena o se declara la inocencia del acusado.
Ahora, si esto es un tema de fe no vale la pena ni discutirlo ni escribir un editorial, pasemos directamente a la hoguera.
Estimado Martín Lagos,
Bien lo de Nixon, pero recordemos que lo hizo a cambio de un indulto y cuando ya no había ninguna otra alternativa para él. Fue un caso mucho más transparente y posiblemente «garganta profunda» fuera un operador político, lo que no quita la responsabilidad en el delito. Mucho respeto por la investidura no tuvo realmente.
Yo no creo, absolutamente, que todas las denuncias sean operaciones, pero no confundo cubitos de hielo con témpanos. Un poco de sutileza por favor, sino cualquier bicho con un dedo mayor erguido, una cámara y ningún respeto por las instituciones pasaría por encima de cualquier autoridad elegida/designada/sorteada.
A mi no me interesa para nada «defender al gobierno», creo que nuestra responsabilidad es con el país y estos shows caricaturescos son una forma de corrupción muy dañina.
Y repito lo que dije a la Sra. Beolchi: Me gustaría mucho saber a partir de que información VERIFICADA se concluye la culpabilidad o inocencia de Boudou, pero lo que aparece en los medios no es útil. Si esta información existiera, entonces correspondería que nos preguntemos porque no se condena o se declara la inocencia del acusado.
Esto espero de todos, de Criterio incluso.
Cordialmente,
jc
Gracias CRITERIO por esta información, extensa y detallada.
Gracias a ella podemos estar seguros de que, lamentablemente, esa es la verdad.
Siento que haya personass tan enceguecidas que no puedan o quieran saber la verdad.
Y puedo decir, desde hace muchos años, que conozco y he leído y leo CRITERIO, con la certeza de que siempre sus artículos son positivos, además de enseñarnos lo que es la p`rensa libre y seria.
Y ahora sí estamos en tema. Invariablemente entramos en una discusión infantil; que a veces finaliza con alguna acción violenta y de inevitable dispersión social.
Lo subjetivo priva sobre lo institucional; se prejuzga primero, y si la justicia dictamina en contra de mi posición, es parcial y corrupta.
Esta intolerancia y falta de respeto a las instituciones establecidas es un factor determinante de nuestra mediocridad social.
Observe Ud. algunos ejemplos:
Boudou debe ser «castigado políticamente» por la revista Criterio, por sospechoso. Menem, culpable con pena de cárcel de 7,5 años, sigue siendo senador de la república. El pintoresco Dr. Cavallo, acribillado a huevazos en la UCA, sin juicio previo.
Y podemos seguir hasta el infinito, des-coloreando nuestra historia oficial, y cargando al «ser argentino» de una permanente negación a alguien.
Así, nadie queda convencido de nada y todo es tiempo perdido. Quizás este sea el objetivo de algunos, deshonestos, medios de comunicación.
Estimada Sra. Acuña,
Quisiera saber que «información extensa y detallada» sobre la inocencia o culpabilidad de Boudou vió Ud. en este artículo. Yo no veo ninguna, por favor aclárelo.
Afirmar que esta procesado en diversas causas no es ni novedad ni mucho menos prueba de nada. Menos aún en este caso.
Sugerir que la mera sospecha es culpa es un desvarío o una mentira directamente.
Repito: si hay «tantas pruebas», porque no reclamamos a la justicia que resuelva todos estos casos? Así dejamos tranquilo el opinódromo y nos concentramos en los problemas reales, que los hay, pero que no se tocan en Criterio.
Cordialmente,
jc
Estimado Martín Lagos,
Francamente no entiendo que significa «Diga abiertamente que Vd. defiende a este gobierno hasta negar sus defectos y entonces nos vamos a entender!»
Si Ud. cree que soy «K», le comento que es muy probable que mi lista de críticas a este gobierno y sus miembros sea bastante mayor que la suya y seguramente la de medidas que apruebo también es más larga. Yo tengo dos ojos, ambos bien abiertos y no veo en que nos ayude a entendernos su sugerencia.
No me interesa ni gano nada con defender a Boudou ni al gobierno, pero vivo en un país que necesita seriedad y respeto por las investiduras y las instituciones. Al vicepresidente lo eligieron los argentinos y nadie tiene derecho a torcer esta voluntad expresa con denuncias seriales que no se comprende porqué la justicia no resuelve expeditiva y públicamente.
Creo que se puede vivir sin etiquetar a todo el que no coincide con lo que uno piensa, basta contestar sus argumentos sin ofender. Me parece más interesante y constructivo.
Cordialmente,
jc
A cualquier fiscal o juez que cumpliera con su deber le llevaría unas pocas horas verificar si existe o no una «bóveda» en cualquier lugar del país. Basta con ir al lugar y en el camino redactar la orden de allanamiento para poder ingresar. Pongamos medio día para llegar a Rio Gallegos, nunca meses de «averiguaciones» para algo tan simple.
Hablar de respeto, de instituciones, de calidad moral, de investiduras, parece un chiste cuando uno lee en La Nación que la bóveda no existió, dicho por el mismo fiscal acusador y el juez de la causa que además opina que no se entiende cual era el objeto procesal de la misma.
Una política bien conocida como denunciadora serial provoca innumerables tapas de diario, kilómetros de columnas de los escribas de los diarios «¿serios?», ridículos simulacros televisivos del bicho del dedo tieso, horas de «noticieros» y adelantos de los anticipos de los avances de las próximas primicias e «informaciones recontrachequeadas»… que siempre condenan absolutamente a la presidenta y a todos cuantos la rodean. ¿Le darán el mismo espacio que antes a esta noticia?
¿Es a estos personajes que se pretende darles el poder de derrocar autoridades electas?
Estimados amigos,
Ayer, 3 de Septiembre, la cámara de senadores se activó para tratar el tema del cambio de jurisdicción para el pago de la deuda.
Levantando su voz, su índice, y con el pecho inflamado de indignación patriótica, algunos “honorables” senadores denuncian la presencia de “el sospechoso”. Y así, cumpliendo con un profundo deber cívico, cumplen con “el hegemónico”, y eluden su responsabilidad legislativa.
¿Qué relación tiene este hecho con el “Consejo de Redacción” de nuestra revista Criterio? Es fácil comprobar que la editorial usa la misma argumentación, y hasta las mismas palabras, de éstos senadores. Pero con tres semanas de anticipación.
Ciertamente, nuestro concejo de redacción es anónimo, silencioso, y ahora premonitorio.