Una guía de lecturas para abarcar la Primera Guerra Mundial desde distintas perspectivas.
In memoriam Gral. José Teófilo Goyret
“La invencibilidad está en uno mismo,
la vulnerabilidad en el adversario”.
Sun Tzu, El arte de la guerra (c.400 a.C.)
La primera guerra mundial se nos aparece hoy como un recuerdo escolar, velado por el incremento exponencial de la tecnología bélica y por la cruel desmesura de otros horrores que, sin embargo, entonces comenzaron. El propósito de esta guía consiste en espumar de la vertiginosa masa bibliográfica, algunos títulos que me han afectado personalmente.
Una aproximación crónica y literaria debe comenzar por el volumen de nuestro Roberto J. Pairó, Corresponsal de guerra, Buenos Aires, Biblos, 2009, edición a cargo de Martha Vanbiesem de Burbridge, que recopila todas sus contribuciones publicadas en el diario La Nación desde Bruselas antes, durante y tras la guerra. La destrucción de Lovaina, la valiente pastoral del Cardenal Mercier, arzobispo de Malinas, en plena ocupación alemana, son reflejadas vivamente por el notable escritor argentino.
El Diario de Guerra (1914-1918), de Ernst Jünger, editado por Helmuth Kiesel en 2010 y publicado entre nosotros por Tusquets en 2013, muestra al joven Jünger envuelto por la violencia sórdida y rutinaria de la guerra, en el frente del Somme, apenas entretenido por su extraña afición a los coleópteros.
Dos crónicas me han llamado siempre la atención: la Historia de un alemán, de Sebastian Haffner, memorias del período 1914-1923, publicadas en Barcelona por Destino, 2005, con los primeros cinco capítulos destinados a recordar la reacción de un niño frente a la guerra. Aunque acotado a la primera etapa posbélica, me parece imprescindible consultar las crónicas desde Alemania del catalán Eugenio Xammar, editadas bajo el título El huevo de la serpiente en Barcelona por Acantilado en 2005, con una poco conocida entrevista a Adolf Hitler realizada en 1923, poco antes del golpe de la cervecería muniquesa.
Es preciso citar dos lecturas novelísticas, Agosto 1914 de Alexander Solzhenitsin, editada en Barcelona por Barral en 1974, una vital reconstrucción de los primeros diez días de la movilización rusa; es menos citada la primera parte de Lázaro de André Malraux, Buenos Aires, Sur, 1975, con la inicial ofensiva de gases en el frente oriental, que remite al recuerdo de alguna intuición de Roberto Arlt.
Concluyo con las contribuciones de índole estrictamente académica. Puedo citar dos textos que he utilizado con provecho en mis cursos: La gran guerra (1914-1918), de Marc Ferro, Madrid, Alianza, 1969, una excelente historia social del conflicto, y La primera guerra mundial, de Michael Howard, Barcelona, Crítica, 2003, un ejemplo de síntesis conceptual y buen estilo.
El libro de Paul Kennedy, Strategy and Diplomacy (1870-1945), London, Fontana, 1989, muestra aspectos estratégicos esenciales, como la polémica Mahan versus Mackinder. Creo que aún es útil el trabajo de Jacques Droz, Les causes de la Première Guerre mondiale, París, Seuil, 1973, centrado sobre la obra de F. Fischer, Griff nach der Weltmacht (1961).
Pueden hallarse dos profundas interpretaciones de la obra de Carl Maria von Clausewitz en los libros de Raymond Aron, Pensar la guerra, Clausewitz, Buenos Aires, Instituto de Publicaciones Navales, 1987, 2 volúmenes, y de un pensador por quien siento una viva admiración, René Girard, Clausewitz en los extremos, Buenos Aires, Katz, 2010.
Los aportes historiográficos más recientes son los libros de Max Hastings, 1914 (El año de la catástrofe), Buenos Aires, Crítica, 2014, y el de Margaret MacMillan, 1914: de la paz a la guerra, Madrid, Turner, 2013, trabajo tan precioso como el anterior París, 1919, Barcelona, Tusquets, 2005, una impar radiografía de Versalles.
Todo lo citado parece remitir a un socorrido pero sabio colofón, expresado en la fórmula de Clawsevitz: “La guerra es la mera continuación de la política por otros medios”. ¿No es igual a lo que escribía Sun Tzu 23 siglos antes cuando afirmaba: “La norma general de las operaciones militares es que el mando militar recibe órdenes de la autoridad civil para formar un ejército… La regla general para la utilización de los medios militares consiste en que es mejor conservar un país intacto que destruirlo”?
2 Readers Commented
Join discussionHabría que agregar otro libro de Ernst Jünger «En las tormentas de acero»
Como nota marginal, si uno lee este libro y luego «Sin novedad en el frente», novela de Remarque sobre esta primera guerra, llega a tener la profunda sensación que Remarque plagió a Jünger
Recomiendo leer Señales del Dresden, de Uqbar Editores, que cuenta las batallas en el Pacífico, entre las cuales la Armada Británica fue derrotada por primera vez desde Trafagar.