El «fenómeno Francisco» ciertamente ha modificado la percepción de la Iglesia católica que tienen muchos de sus fieles y otros que no lo son. Y, después de un año de su elección, la fuerte relación de simpatía y de filiación de muchas personas con el Papa tiene a mantenerse; mientras que a veces se advierte en algunos sacerdotes y obispos cierto desconcierto. ¿Qué Iglesia propone Francisco con sus palabras, sus gestos y sus decisiones? ¿Cuáles son los cambios que se exigen? ¿Cuál el horizonte hacia donde se encamina?

Acaso la exhortación apostólica Evangelii gaudium –comentada en su momento en CRITERIO– sea la hoja de ruta más explícita, no obstante las incógnitas que sin embargo pueda albergar. Además, hay que señalar algunos hitos de esta primera etapa de su gobierno: el continuo diálogo con las multitudes que asisten a la plaza San Pedro los miércoles para las audiencias y los domingos para el rezo del angelus; el viaje a la isla de Lampedusa primero para solidarizarse con los inmigrantes que arriesgan su vida y luego a Río de Janeiro para la Jornada Mundial de la Juventud; la encíclica Lumen fidei que marcó un anhelo de continuidad con su predecesor, Benedicto XVI; el texto para la Jornada Mundial por la Paz (“La fraternidad, fundamento y camino para la paz”) y el mensaje a los jóvenes en preparación de la jornada a celebrarse en Cracovia en 2016 (atento a las bienaventuranzas evangélicas: los pobres de espíritu, los puros de corazón, los misericordiosos). A su ya proverbial austeridad, que tanto gusta en general y que le confiere gran credibilidad a sus palabras, no hay que olvidar las decisiones de gobierno dentro de la Iglesia, su pasión por el ecumenismo y el diálogo interreligioso y con los agnósticos, la presencia de la Iglesia en la política internacional (intervención por Siria).

Al momento de escribir estás líneas, se lleva a cabo la reunión con los ocho cardenales de la comisión que lo asesora para analizar los cambios en la curia romana y lo referido al banco vaticano, y se prepara el consistorio donde creará 19 nuevos cardenales, entre ellos el secretario de Estado, el italiano Pietro Parolin, el prefecto de la Congregación de la Doctrina, el alemán Gerhard Müller, y el arzobispo de Buenos Aires, Mario Aurelio Poli. Se trata de nombramientos que privilegian la acción pastoral en diferentes países del mundo y que dejan de lado las antiguas preferencias italianas y, de alguna manera, le restan peso a los prelados más conservadores. Por otra parte, pronto se concretará su peregrinaje a Tierra Santa.

Ciertamente, para entender las líneas directrices de esta papado hay que recurrir al documento de Aparecida de 2007 (y a su concepto de “discípulos misioneros”), del que Bergoglio fuera presidente de la comisión redactora. Al respecto, el rector de la UCA y actual arzobispo, Víctor M. Fernández, que fuera su mano derecha en la redacción, refiere: “En la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Jorge Bergoglio aportó a la Iglesia su lucidez y su espíritu eclesial. Viajó esperanzado y preocupado. Muchos le decían que esa Conferencia podía resucitar el entusiasmo y la esperanza, pero sobre todo el sueño de una Iglesia latinoamericana con una identidad propia y un proyecto histórico marcado por la belleza del Evangelio y el amor a los pobres. Algunos decían que en la anterior Conferencia (Santo Domingo) la injerencia de la Curia vaticana había sido excesiva, y que el “fervor latinoamericano” había quedado extinguido. El martes 15 de mayo los obispos eligieron a Bergoglio presidente de la Comisión de redacción del documento final. Estaba claro que él no había hecho ninguna campaña. Simplemente, muchos se sintieron cautivados por su lenguaje llano y sugerente, que transmitía esperanza, seguridad y ganas de trabajar hacia adelante. Al día siguiente, durante la misa que presidió, invitó a evitar una Iglesia autosuficiente y autorreferencial, y soñó con una Iglesia capaz de llegar a todas las periferias humanas. Desde el comienzo Bergoglio alentó una amplia y libre participación. No quería que se impusiera algún texto como base, sino que todos se expresaran espontáneamente, esperando que poco a poco comenzaran a surgir los consensos”.

Pero quizá haya que estar atentos más a lo que hace Francisco que a lo que dice, no porque lo que diga cuenta menos sino porque lo que hace (la toma de decisiones) conoce menos publicidad pero marca los cambios. Como buen hombre de mando, él no anuncia sus medidas, sino que las ejecuta. En efecto, muchos nombramientos o alejamientos de cargos han llegado a oídos de los interesados recién cuando él acababa de tomarlas. Con Francisco la Iglesia parece haber dejado de estar a la defensiva y salir al ruedo. Hay en su perfil un fusionarse de estilos: en algo recuerda a Juan Pablo II, en algo a Juan XXIII, en algo a la Madre Teresa de Calcuta; toma como referente a Pablo VI y no pierde ocasión de manifestar su respeto y agradecimiento a Benedicto XVI. Se muestra siempre muy cercano a la gente, dueño de un lenguaje claro y breve, con ejemplos que tienden a imitar los de las parábolas. Como bien observan muchos de los que lo han tratado, su mirada es intensa y concentrada; cuando saludo a una persona él está todo allí, casi fuera del tiempo y ajeno a otros intereses. Tiene la peculiaridad de comprender y medir a sus interlocutores. Transmite una energía y una seguridad que no dejan de sorprender.

Como todos, Francisco es también hijo de su tierra y de su tiempo, de sus experiencias y de su formación. Pero todo eso que es casi familiar para los argentinos (desde su lenguaje hasta sus actitudes) se presenta para personas de otros países y culturas de manera diferente: las impresiona su espontaneidad, su libertad, su manera de estar por encima del protocolo y las convenciones, y siempre cerca de los que sufren. Muchos advierten un trato de cordialidad y afecto poco común, que llega a emocionarlos.

Sin embargo, cabe una pregunta: ¿ganará protagonismo el Pueblo de Dios en este nuevo pontificado? La popularidad de Francisco pareciera tentada a restaurar la imagen de una Iglesia centrada en la figura pontificia. Hasta un concepto evangélico tan clave como el de la misericordia, si no se fuera hasta sus últimas consecuencias en lo pastoral y doctrinario podría desembocar en un nuevo paternalismo. Sólo una reforma estructural que devuelva autoridad a los obispos, autonomía a las Iglesias locales, libertad a los teólogos, espacio para las búsquedas pastorales y respeto por las experiencias de los fieles permitirá ingresar en una etapa en la que el estilo monárquico de gobierno quede definitivamente superado. Y Francisco se muestra dispuesto a impulsar este proceso.

12 Readers Commented

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  1. blanca on 12 marzo, 2014

    El santo padre Francisco es la piedra Angular de Cristo en el hay un crecimiento en Jesus Sacramentado su oracion me lleva a pensar en EL huerto Alli siento que el papa vive su vision del amor a DIOS

  2. Alberto José Arias on 13 marzo, 2014

    Jesús designó a Pedro como jefe de Su Iglesia; si el Papado se modificara, ya no sería la Iglesia de Cristo Jesús. Francisco tiene mucha tarea por delante, por ejemplo, la reforma del Código Canónico, declarando el dolo de derecho natural; también, estableciendo causas directas para las nulidades matrimoniales, por caso, casarse apresurado ante un embarazo inesperado; ser uno de los cónyuges infiel desde el primer momento; el abandono unilateral, la no prestación de alimentos, etc. Las causas dolosas deberían admitirse en forma rápida y directa por todos los Tribunales Eclesiásticos. Siempre.
    Que Dios los bendiga

  3. Graciela Moranchel on 13 marzo, 2014

    Muy buenas las preguntas que se hace José María Poirier al final del artículo. La relevancia y centralidad que ha tomado la figura de Francisco es totalmente inconveniente para motivar un mayor «protagonismo» del Pueblo de Dios. En el fondo surge la duda si esto último es lo que realmente se quiere, o si más bien se trata de prolongar el «paternalismo» eclesial, impidiendo la madurez de los fieles y creando más situaciones de dependencia del laicado con respecto a la jerarquía, hoy tan patentes en la actitud de muchos fieles, que siempre están esperando «el permiso» del cura de turno para actuar.
    Un cambio verdadero de rumbo implica abonar y estimular el crecimiento y la evolución de la conciencia creyente. Esto requiere también soltar las amarras al pensamiento teológico y dejar de marcarles la cancha, como se ha hecho, tristísimamente, hasta hoy. De otro modo, la teología como ciencia no termina de convertirse en una ciencia «seria», con la que se pueda discutir e intercambiar en el marco del diálogo interdisciplinar.
    Creo sinceramente que estamos muy pero muy lejos de cambios estructurales y relevantes que marquen realmente un nuevo rumbo de la institución eclesial. Gestos y palabras no alcanzan para lograrlo. ¿Está Francisco dispuesto a realizar actos revolucionarios? Creo que no.

    • Francisco Jorge DARDAN on 14 marzo, 2014

      Sra. Moranchel.-
      Leí atentamente su comentario.- Algunos de sus párrafos
      no llego a entenderlos totalmente, p.ej.: 1)-«soltar las
      amarras al pensamiento teológico»: quiere vd. decir: —
      otorgar total libertad para que cualquiera razone, pien
      se y opine sobre cualquier tema teológico, de cualquier
      manera, con cualquier persona y con cualquier método y/o
      sin método ?.-
      2)-..»la teología no termina de convertirse en una cien
      cia seria con la que se pueda discutir e intercambiar en
      el marco del diálogo interdisciplinar».- Ligado anterior ?

      • Graciela Moranchel on 14 marzo, 2014

        Estimado Francisco Jorge Dardan:
        «Soltar las amarras al pensamiento teológico» no significa que cualquiera pueda decir lo que le da la gana sobre Dios y su relación con la Creación. Significa que «los teólogos», que son quienes dedican su investigaciones y muchas veces su vida a estudiar la Palabra de Dios, puedan trabajar con la misma libertad que existe en todo el mundo de las ciencias, sin condicionamientos ni presiones de ninguna clase.
        La teología, como cada ciencia, tiene «su método» particular. No podemos aplicar «cualquier método», como parece inferirse de sus preguntas, para adentrarnos en la Realidad Última, la Realidad de Dios.
        Pero para que la teología pueda ser considerada en igualdad de condiciones y respetada en el mundo de las ciencias con las que debe practicar la interdisciplina, debe ser libre. No debe estar condicionada por ninguna instancia externa. Es decir: no se debe convertir la teología en un mero «comentario» de los textos del Magisterio de la Iglesia. Esa no es su función ni es lo que se espera de ella. Esa pretensión empobrecería enormemente a la teología, a la Iglesia y al mundo.
        La teología debe evolucionar, como todas las ciencias, desde los resultados de sus investigaciones actuales, unidas a la experiencia creyente del hombre de hoy.

        Saludos cordiales,
        Graciela Moranchel

  4. Juan Carlos Lafosse on 13 marzo, 2014

    Estimada Graciela Moranchel,

    Comprendo su preocupación por el paternalismo, pero en este artículo me parece que la clave del último párrafo es la palabra “popularidad”. Es decir que preocupa un Papa “popular”, un líder carismático que tenga fuerte predicamento en el Pueblo de Dios, capaz de llegar directamente a laicos y consagrados sin intermediaciones.

    Estos hombres suelen realizar reformas de fondo, la historia tiene muchos ejemplos y Jesús de Nazareth es uno de ellos.

    Es un poco pronto para ver cambios importantes en las estructuras de la Iglesia, pero los signos son favorables hasta ahora y yo espero grandes cosas de Francisco. No se elige este nombre en vano!

    Cordialmente,
    jc

  5. Graciela Moranchel on 14 marzo, 2014

    Estimado Juan Carlos Lafosse:

    Somos muchos los cristianos que esperamos reformas de fondo y realmente «revolucionarias» de la mano del Papa Francisco. Una de ellas será impulsar definitivamente la relevancia del laicado en las comunidades cristianas, y muy especialmente de las mujeres.
    Comparto con vos en que los signos y gestos de Francisco son muy favorables y esperanzadores. A un año de pontificado, falta que veamos, concretamente, si los mismos se compatibilizan con cambios importantes en «la letra» de los cánones y documentos eclesiales. Hasta ahora no se movió una sola coma de ninguna normativa. Es hora de poner manos a la obra.
    Saludos cordiales,
    Graciela Moranchel

  6. Rebeca on 14 marzo, 2014

    El Papa Francisco al igual que Jesus y Francisco de Asis,que movieron los cimientos de la religion y cultura de sus tiempos, y ademas muchos no los entendieron. Lo argentino en el Papa Francisco es su raiz como hombre igual que Jesus y los apostoles fueron identificados por su acento como galileos, y francisco muy italiano. La patria nos forma como sus hijos e hijas con caracteristicas y costumbres propias, pero el cristianismo trasciende todas las culturas. El papa Francisco es Pastor por excelencia y sigue los pasos de Jesus.

  7. ¡viva el Papa Francisco!!!! Que Dios lo bendiga mucho, mucho mucho y que todos los cambios que haga, sea para bién de su pueblo, y de su Sta Iglesia.

  8. Alessio Nicolás on 19 marzo, 2014

    Perdón por la auto referencia, pero para no contestar puntualmente a tan interesantes comentarios, les comparto mi reflexión en http://seminariocatequesisaromero.blogspot.com.ar/2013/10/un-papa-latinoamericano-en-la.html

  9. Juan Carlos Lafosse on 27 marzo, 2014

    Estimada Graciela Moranchel,

    Me quedé pensando en tu frase «Hasta ahora no se movió una sola coma de ninguna normativa.» y creo que es muy bueno que así sea.

    Si Francisco «decretara» cambios en las normas de la Iglesia estaríamos volviendo al modelo monárquico de gobierno vaticano y alejando al Pueblo de Dios del evangelio. No me parece que esta sea su idea e incluso hay quienes hablan de un Concilio, lo que sería una vía sólida para poner sobre la mesa los problemas de la Iglesia y el mundo.

    Hay dos cosas que yo valoro muy especialmente de Francisco. La primera es que nunca se dejó rodear de una corte que filtrara su contacto con el mundo. La segunda es que sabe escuchar, y escucha a todos sin prejuicios.

    Ojalá todos nosotros nos abriéramos como él!

    Cordialmente,
    jc

    • Graciela Moranchel on 4 abril, 2014

      Estimado Juan Carlos Lafosse:

      Comparto tu comentario. Cuando digo que aún no se movió una sola letra de las normas, no estoy dando por sentado que es el Papa quien debe cambiar las leyes y documentos. Un Concilio sería el mecanismo ideal, siempre y cuando se convocara a un gran número de laicos y de mujeres, sobre todo para tratar temas como el del próximo Sínodo. Porque por ejemplo, acerca de las familias y sus problemas deben hablar, antes que nada, las mismas familias, los mismos implicados. Y deben ser escuchados en toda la variopinta realidad de sus diversas problemáticas.

      Es impensable hoy día que los problemas del Pueblo de Dios, tan diversos, sean tratados por un grupo reducido de varones y sacerdotes, sin contar con la opinión del laicado.

      Un ejemplo clarísimo de la «indiferencia clerical» hacia la opinión del Pueblo de Dios, la tenés reflejada en la actitud de los obispos de nuestro país, con relación a la encuesta propuesta por el Vaticano para sondear la opinión de la gente sobre una gran diversidad de cuestiones. Dicha encuenta no llegó a la enorme mayoría de las Comunidades. Me pregunto en base a qué elementos los obispos argentinos van a elaborar la respuesta a dicha encuesta…

      En fin: mucho trecho falta aúin para que veamos que se realizan cambios sustanciales, más que gestos, en la institución. Mientras tanto, el Pueblo de Dios va haciendo su propio camino espiritual por otras sendas, fuera de lo institucional.

      Saludos cordiales,
      Graciela Moranchel

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