En tiempos de grandes cuestionamientos a la centralización de la Iglesia católica, el pastor de la Iglesia anglicana explica cómo son los mecanismos de gobierno en las Iglesias de la Reforma.
Cuando los líderes de la iglesia en Jerusalén tuvieron que enfrentar la grave crisis provocada por la incorporación de los gentiles, leemos en el capítulo 15 de Los Hechos de los Apóstoles que “los apóstoles y los presbíteros” enviaron una carta a los hermanos de Antioquía con su decisión acerca de las reglas que los cristianos no-judíos tendrían que obedecer. Escribieron: “Nos pareció bueno a nosotros y al Espíritu Santo no imponerles ninguna carga más que las indispensables”.
En este primitivo Concilio de Jerusalén la autoridad para tomar decisiones transcendentes se encontraba en aquellos que se suponía estaban más iluminados por el Espíritu. A través de los siglos los cristianos han buscado la mejor manera de asegurarse que la voz de los representantes de la Iglesia concuerde con la voluntad de Dios. Pero, ¿quiénes son “nosotros” ahora y por qué piensan que sus decisiones y enseñanzas coinciden con las del Espíritu Santo?
No puede negarse que los órganos que controlaban las enseñanzas de la Iglesia en general se identificaban con un poder jerárquico y masculino. Durante la Reforma surgieron nuevas maneras de gobernar la Iglesia, aunque en casi todos los casos la autoridad masculina no fue cuestionada. Ahora, con la llegada del papa Francisco, las estructuras del gobierno de la Iglesia católica romana también están siendo sometidas a un nuevo escrutinio y al cuestionamiento de las estructuras heredadas. Por eso tal vez sea útil reflexionar brevemente sobre la forma de organización de las Iglesias de la Reforma. Entre éstas, la anglicana podría tomarse como ejemplo de una Iglesia por cierto sujeta al poder del Estado pero conservando el ministerio tradicional de obispo, presbítero y diácono, las catedrales con sus jerarquías especiales e iglesias nacionales organizadas sobre la base de provincias y diócesis.
Al igual que la mayoría de las Iglesias protestantes, la anglicana permanecía muy dominada por la casta clerical hasta el siglo XX. A partir de la ruptura con Roma se reunían muy de vez en cuando las “convocaciones” de Canterbury y York, cuya membresía era exclusivamente del clero. Sin embargo, con el crecimiento de la democracia en el siglo XIX, las voces de los laicos empezaron a escucharse con más fuerza y –para simplificar la historia– la Iglesia anglicana llegó, a fines del siglo XX, a definir una organización sinodal.
Las iglesias de la comunión anglicana tienen una autonomía regional y aunque existen organismos para fomentar y mantener la unidad –como la reunión de todos los primados y la conferencia de Lambeth–, no pueden evitarse ciertas fisuras al no existir un poder y una autoridad centralizados. Por eso pueden darse diferencias en la organización de las Iglesias de la comunión anglicana, dependiendo de las circunstancias culturales e históricas de cada Iglesia y hasta de la geografía de la provincia o diócesis.
Mi experiencia ha sido solamente en Inglaterra y la Argentina, pero intentaré dar un panorama personal en torno a la organización en la comunión anglicana. La autoridad máxima es el sínodo provincial o el sínodo nacional, al cual todas las diócesis envían sus representantes de tres cámaras: la de obispos (normalmente el obispo diocesano), la de los clérigos y la de los laicos (elegidos por la diócesis). Cuando votan puede variar el porcentaje de la mayoría para aprobar una moción; en temas controvertidos suele ser de dos tercios.
El sínodo diocesano también tiene las tres cámaras: obispos, clérigos (si la diócesis es grande, con algunos representantes elegidos; si son pocos, suelen estar todos) y laicos (hombres y mujeres elegidos al nivel parroquial o del deanato). Los sínodos diocesanos deben aceptar las decisiones de los sínodos provinciales o nacionales, aunque no estén de acuerdo. Un ejemplo doloroso para la diócesis de la Argentina en los últimos años ha sido la negación en tres ocasiones por parte del sínodo provincial del Cono Sur de permitir la ordenación de la mujer al presbiterado.
¿Cuáles son en realidad las funciones de los sínodos? Que el gobierno del pueblo de Dios sea más democrático y más participativo, con una asamblea de personas genuinamente interesadas en el bienestar de la iglesia. En efecto, para permitir la máxima libertad y oportunidad a los oradores en los debates se utiliza una fórmula parlamentaria. Resta decir que ningún sistema democrático funciona perfectamente, pero no se percibe, al menos por el momento, el deseo de cambiar la estructura básica.
Una de las tareas más importantes de los sínodos es ser la fuente de autoridad a la que recurrir cuando surgen novedades que amenazan el buen orden o la unidad de la Iglesia. En sus manos estará el permitir nuevas prácticas, postergar la implementación de un cambio o directamente prohibir abusos o irregularidades dañinos. En los ejemplos del Concilio de Jerusalén o la ordenación de la mujer vemos claramente la necesidad de tal autoridad.
En la mayoría de las diócesis el sínodo tiene la responsabilidad de elegir su propio obispo, normalmente en un sínodo especialmente convocado para tal fin. En Inglaterra esto no ocurre debido a la relación peculiar entre la Iglesia y la corona, pero es casi universal en el resto de la comunión anglicana. El principio rector es que la iglesia local sabe mejor a quién quiere para liderar al pueblo de Dios. En un mundo ideal tal vez los obispos debieran elegirse con la vox populi, como Ambrosio de Milán, pero en un mundo imperfecto estas elecciones también conllevan el peligro de convertirse en competencias con tono político entre personas ambiciosas.
En la actualidad, la nueva relación entre el papa Francisco y Justin Welby de Canterbury promete una nueva era en la cual seremos alentados a aprender el uno del otro para el beneficio mutuo de nuestras Iglesias.
2 Readers Commented
Join discussionQue se pueda hacer realidad el deseo de jesús…»Padre que sean uno»….es pena, que estemos separados los que creemos en Cristo que es la Verdad el Camino y la Vida.. ´para el hombre.
la unidad de la Trinidad es ejemplo de familia cristiana…La esperanza y la fe mantendrán la Iglesia en pie.
Esperamos que se cumpla el deseo de Jesús y nosotros los que creemos en El, poner el empeño en la unidad de todos los cristianos…y ver más lo que nos une…
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