pensar-las-crisisPensar las crisis en la vida sacerdotal y consagrada, de Alicia Zanotti de Savanti (Buenos Aires, Ágape, 2013).

Alicia Zanotti es médica y psicóloga, con una amplia experiencia en el acompañamiento psicoterapéutico de consagrados, y colaboradora de la Comisión Episcopal de Ministerios. A pedido de monseñor Carlos Franzini, encaró la organización de un taller destinado a reflexionar sobre los aspectos afectivo-sexuales de la vocación sacerdotal. El curso se desarrolló entre 2008 y 2009 en San Isidro con la asistencia de más de 80 sacerdotes, entre formadores y rectores de seminarios de todo el país. Este libro es la elaboración sistemática de los resultados de dichos encuentros.

Como recuerda la autora, hasta hace pocos años el énfasis prioritario en la formación sacerdotal se ubicaba en la trasmisión de la doctrina, dando por supuesto que el ordenando contaba ya con las herramientas necesarias para integrar la dimensión intelectual y afectivo-sexual en su persona y su ministerio, remitiendo cualquier dificultad al auxilio de la gracia. Ello dio por resultado, con frecuencia, sacerdotes con una personalidad poco integrada. Pero, a pesar de los cambios culturales que sobrevinieron, “los seminarios siguieron formando a un sujeto en vías de extinción para evangelizar una sociedad que ya se extinguió en sus aspectos más íntimamente relacionados con la catequesis impartida” (p. 18).

Alicia Zanotti afronta este tema con un notable rigor epistemológico. Evita quedar atrapada en la teoría psicoanalítica clásica, basada en la introspección, en la explicación de las conductas a partir de las vicisitudes del mundo pulsional. Sin negar esta dimensión, procura incorporarla en una visión más amplia que privilegia la relacionalidad, pues lo psicológico se constituye a partir de los vínculos interpersonales y dentro del orden simbólico de la cultura y el lenguaje. En concreto, los problemas de la integración afectivo-sexual de los presbíteros y consagrados no pueden entenderse adecuadamente sin la referencia a los contextos eclesiales, grupales e institucionales en que se insertan, y sus respectivas dinámicas.

Problemas como la soledad y el aislamiento, las dificultades de comunicación con los pares y los obispos, las conductas disociadas frente al dinero y al poder, los desórdenes con el alcohol, la alimentación y el sexo, entre otros fenómenos, deben ser inscriptas en la interacción entre el sujeto y su contexto social e interpersonal. Cuando una institución entra en crisis y no tiene respuestas operativas para los nuevos desafíos, sus miembros suelen caer en la desesperanza y, con frecuencia, en alguna forma de agresividad proyectada hacia afuera (transgresiones) o hacia adentro (somatizaciones, adicciones). La superación de las crisis, y en este caso concreto de la crisis que atraviesa la Iglesia católica, requiere coraje y franqueza a la hora de discernir los factores de tensión y evaluar los cambios necesarios, evitando refugiarse en explicaciones reduccionistas. Hablar de “las crisis de los escándalos sexuales” o “las crisis de los abandonos” o “la crisis de vocaciones” es atribuir la totalidad a aspectos que son más bien síntomas parciales (p.46).

Sin duda, el “vínculo organizador” de la personalidad del presbítero es con Jesucristo, pero éste está presente sacramentalmente en su Iglesia, en los vínculos de comunión con el obispo, con los hermanos de presbiterio y con la comunidad a la que se sirve. La autora propone un “enfoque social sistémico” que permita abarcar la complejidad de la interacción entre el todo y los individuos. Entre los aspectos “sistémicos” podemos citar la reflexión sobre la organización (¿es adecuada para canalizar la energía de sus miembros hacia la meta?), los límites (¿es un sistema abierto o cerrado?), la jerarquía (¿cómo funciona la autoridad?), la diferenciación (¿se permite a los individuos desarrollar su propia personalidad?), etcétera.

El estudio del dinamismo del sistema eclesial permite focalizarse en el fenómeno más significativo de la crisis sacerdotal: la desvitalización. Ante todo, se da en el vínculo con Jesucristo, que es consistente con el reclamo generalizado de los presbíteros de “mayor espiritualidad”. Pero también influyen otros factores como las carencias afectivas, la falta de fraternidad sacerdotal, las dificultades en el diálogo con la cultura actual, en la relación con los obispos, con el laicado, etcétera.

Se plantea el problema de cómo fortalecer la cohesividad en la Iglesia, a fin de favorecer el bienestar de las personas, estimular el deseo de pertenencia y permitir el despliegue de la propia autonomía. Se lee: “Involuntariamente, a menudo la Iglesia institución coarta el deseo de autonomía y diferenciación de sus sacerdotes por temor a la desobediencia, al desacuerdo, o a que se embarquen en situaciones que no están estrictamente avaladas por el magisterio”, pero, muchas veces, “con el agua sucia tiran al chico” (p.102). Mejorar el clima eclesial requerirá renovar la comunicación: “la vitalidad de una comunidad es una comunicación clara, completa, honesta, formulada con humildad y sin distorsiones” (p.123). En particular, habrá que acabar con dos distorsiones propias de los “espacios clericales”: el secreto (que, a diferencia de la confidencialidad, persigue objetivos de poder o manipulación) y la escisión (los temas tabú, sobre todo, la sexualidad).

Sin negar, por lo tanto, el protagonismo del individuo, es preciso reconocer que el funcionamiento institucional es un factor generador de salud o patología, madurez o regresión emocional y sexual. Y, por lo tanto, sanear la organización eclesial a través de mecanismos correctores (entre ellos, la evaluación de los desempeños de sus ministros) es de inestimable valor para la salud de sus miembros (piénsese, por ejemplo, el daño que puede producir el “narcisismo maligno” de ciertos liderazgos, y de modo general, el fenómeno del “clericalismo”).

Finalmente, se aborda la cuestión del celibato sacerdotal, señalando que, para la mayoría de los asistentes al taller, éste no fue un factor para la elección de la consagración, sino un “requisito” cuyo alcance comprendieron escasamente, y sobre lo cual recibieron pobre e inadecuada formación. Se plantea entonces la pregunta sobre las condiciones para una auténtica opción por el celibato, considerando que la renuncia que comporta siempre tiene costos, “ya que la satisfacción específica de la pulsión genital no es sublimable y nunca dejará de buscar su objeto” (p.161), y que la experiencia del amor de pareja, paternidad y familia tampoco se dejan sustituir completamente. Por ello, la opción celibataria “es un don que no puede exigirse”, y en la disciplina actual “corre el grave peligro de constituirse como factor organizador de la estructura eclesiástica y reforzar los aspectos negativos de la cultura clerical” (p.169).

Con rigor y empatía a la vez, la autora hace una preciosa contribución a la reflexión sobre el difícil tema de la madurez afectiva del sacerdocio. No es un libro fácil de leer, porque pese a su lenguaje claro y sintético, sigue durante buena parte de la obra un camino de orden teórico y especulativo no recomendable para personalidades impacientes. Pero, sobre todo no es un libro fácil, para quienes pretendan dejar fuera del foco de atención a las instituciones eclesiales y a sus propias vidas.

6 Readers Commented

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  1. Carmen Fernández Mazaira on 10 noviembre, 2013

    Las crisis nos hacen bien si pensamos los por qués…El Llamado de Jesús a su seguimiento en los Apóstoles fue firme …»y decidido…dejándolo todo lo siguieron»…siempre está por medio la fragilidad humana…en las dificultades tenemos que pedir la fuerza del espíritu…también los apóstoles al principio lo dejaron todo…,pero después huyeron todos… tambien…pero el Espíritu de Jesús los volvió a reunir..y le fueron fieles hasta la muerte…..La misericordia del Señor es infinita…lo malo fue dejar al maestro. Lo bueno reconocer su bondad y volver a ser fuerte en el seguimiento a Dios….al Buen Pastor que siempre perdona…la carne es flaca pero el espíritu vivifica…velad y orad para no caer en la tentación….Hay que abrir los ojos del alma y del Corazón para dejarse amar por el Señor

  2. Francisco on 6 septiembre, 2018

    Excelente resúmen del libro! Estoy leyendo el libro y el resúmen da una idea exacta del libro. El libro da muchos concimientos para entender la realidad de la vida consagrada e instrumentos para trabajar en ella.

  3. Carlos Cortavarría on 29 julio, 2020

    Quisiera comprar el Libro para leerlo completo

  4. SOTERO DOMÍNGUEZ GÓMEZ on 28 octubre, 2020

    Cómo consigo el libro? Hay versión digital?

  5. Eduardo Gonsen Ortiz on 6 diciembre, 2020

    Soy especialista en psicología sacerdotal en México me interesa comunicación con la doctora Zanoti

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