El escritor y periodista Ceferino Reato seleccionó el siguiente extracto de su reciente libro ¡Viva la sangre! (Buenos Aires, 2013, Sudamericana) para su publicación en Criterio.

Viva la sangre OKDurante los setenta, Córdoba fue un laboratorio donde los sectores en pugna se presentaron en la esencia de sus proyectos, como paradigmas de todo lo que eran, lo que representaban y lo que querían lograr.

Por ejemplo, en los montoneros cordobeses aparecen nítidas las tres matrices que caracterizaron a la guerrilla peronista: la Iglesia Católica, el nacionalismo y el Ejército a través de la formación en el Liceo Militar General Paz.

Varios de los cordobeses que fundaron Montoneros a nivel nacional y que debutaron con la toma de la localidad de La Calera, el 1° de julio de 1970, habían egresado de ese Liceo Militar y pertenecían a familias del patriciado cordobés, que se dividió frente a la irrupción del desafío armado de las guerrillas.

Es el caso de los Vélez, los Vaca Narvaja, los Roqué, los De Breuil.

Todos eran católicos. Montoneros nació en las sacristías y en los colegios, las universidades, las residencias estudiantiles, los campamentos juveniles y las misiones de ayuda social organizadas por las Iglesia.

Los primeros montoneros cordobeses reflejan la trayectoria típica de tantos jóvenes de buena posición social que, a partir de un compromiso católico, se fueron convenciendo de que la lucha armada era la única salida para terminar con “la violencia de arriba” —de “la oligarquía”, “el imperialismo” y sus aliados— y liberar a “los explotados”, a los sectores populares, que seguían teniendo una fe casi religiosa en Perón. Además, se hicieron peronistas, aunque, en realidad, fueron más bien evitistas: amaban a Eva Perón, la veneraban como una verdadera y perfecta revolucionaria, pero muchos dudaban sobre la ideología, la coherencia y la valentía de Perón.

En el Grupo Córdoba, que luego sería uno de los fundadores de Montoneros, participaron al comienzo Emilio Maza, Héctor Araujo e Ignacio Vélez, y el padre Alberto Fulgencio Rojas. Todos ellos se conocieron en el Liceo General Paz: Maza, Vélez y Araujo se hicieron amigos cursando los últimos años del Liceo, donde Rojas era el capellán y, al igual que su antecesor, el padre Carlos Fugante, pertenecía a los sectores reformistas de la Iglesia.

El cura Rojas instruía a esos cadetes en filosofía e historia, animaba debates sobre la actualidad y organizaba tareas de asistencia social en los barrios pobres de la capital cordobesa.

Ese grupo siguió reuniéndose todas las tardes cuando terminaron el Liceo; el lugar de encuentros fue el Hogar Sacerdotal, en La Cañada y Rioja, un lugar emblemático de la ciudad de Córdoba; allí vivían Rojas y otros sacerdotes. Había nuevos miembros: otro “liceísta”, Fierro; la novia de Vélez, Cristina Liprandi; Losada y su novia, Mirtha Cucco, que fueron acercados por el padre Fugante; Carlos Capuano Martínez, y Susana Lesgart, entre otros.

Muchos sacerdotes estaban consustanciados con el Concilio Vaticano II, que entre 1962 y 1965 renovó y adaptó la Iglesia al mundo contemporáneo, aunque luego desató una puja interna entre las corrientes conservadoras y progresistas sobre cómo había que interpretar y aplicar todos esos cambios. Una de las figuras más carismáticas en la Córdoba de los sesenta fue monseñor Enrique Angelelli, que en 1968 fue nombrado obispo de La Rioja.

Angelelli también participaba de las discusiones en el patio del Hogar Sacerdotal. En eso estaban cuando el 28 de junio de 1966 el general Juan Carlos Onganía desplazó al presidente radical Arturo Illia con el aval de los sindicatos y el peronismo, que seguía proscripto.

Los colaboradores de Onganía provenían de los sectores más conservadores y nacionalistas del catolicismo, formados en los Cursillos de Cristiandad; uno de los primeros blancos de la dictadura fue la universidad pública en el marco de una cruzada contra la izquierda marxista y su influencia en el ámbito de la cultura. El decreto-ley 16.192 suprimió la autonomía universitaria, eliminó el gobierno tripartito (profesores, alumnos y graduados) y disolvió los centros de estudiantes. Los universitarios cordobeses, herederos directos de la Reforma del 18, no podían dejar de reaccionar contra esa afrenta.

La dictadura de Onganía logró exactamente lo contrario de lo que se había propuesto. Por un lado, unificó en las protestas a los universitarios de izquierda con los radicales y los católicos de una corriente llamada Integralismo. Por otro, favoreció la peronización de tantos estudiantes de los sectores medios y altos. En tercer lugar, convenció a muchos jóvenes de que la lucha armada era la única salida para solucionar los problemas de las mayorías populares.

La formación católica los ayudó mucho en esa determinación: “Se solidificó —cuenta Ignacio Vélez— en la conciencia de cada uno de nosotros que éramos los elegidos, que con el sacrificio de nuestras vidas estábamos construyendo el poder armado que derrotaría al brazo armado del imperialismo. Era el mesianismo en todo su esplendor. La convicción profunda de que estábamos elegidos, que nos tocaba cumplir la misión de Cristo: estoy dispuesto a dejar todo, padre, madre, amigos, por tu nombre”. Y eligió “Mateo” como nombre de guerra, en homenaje a uno de los apóstoles y evangelistas.

En esa decisión influyó la relación con Juan García Elorrio, un ex seminarista porteño que en septiembre de 1966 fundó con su esposa, Casiana Ahumada, la revista Cristianismo y Revolución, todo un símbolo de la época porque se propuso reconciliar la militancia cristiana con la lucha armada.

También los curas rebeldes se radicalizaron; fue en Córdoba donde nació el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, en los primeros días de marzo de 1968, con veintiún integrantes que representaban a trece diócesis. Los había inspirado un documento del año anterior firmado por dieciocho obispos del Tercer Mundo que expresaban su deseo de profundizar su compromiso con “los pueblos pobres y los pobres de los pueblos”; criticaba a sus opresores: “el feudalismo, el capitalismo y el imperialismo”, y se “regocijaba al ver aparecer en la humanidad otro sistema social menos alejado de la moral de los profetas y del Evangelio”, en alusión al socialismo. Ningún obispo argentino firmó ese manifiesto, pero sí el brasileño Helder Cámara, cuyo deseo: “Ser voz de los que no tienen voz”, resumió el ideario religioso y político de los “tercermundistas”.

6 Readers Commented

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  1. Luis Lascano on 9 octubre, 2013

    Yo estudiaba Medicina en esos tiempos,y conocì a algunos de los actuantes. Lo hechos fueron tal cual se los describe.

  2. Arnaud Iribarne on 18 octubre, 2013

    Recuerdo perfectamente esa època con el Integralismo en Córdoba, en Rosario, en Resistencia y la Liga de Estudiantes Humanistas en Buenos Aires. Formados con las enseñanzas de Emmanuel Mounier. Es bueno resaltar que el Movimiento para Sacerdotes del Tercer Mundo, posterior al de los obispos, fué firmado por 400 curas y monjas y por varios obispos argentinos como Mons. Devoto, Angelelli, De Nevares, Novak. Arnaud Iribarne

  3. Gustavo F.Grizzuti on 18 octubre, 2013

    El autor parece relatar que los muchachos fueron instrumentalizados, manipulados por sacerdotes etc.eso es una gran mentira, por que sino unos pocos del colegio y no todos, ni siquiera la mayoría? Por qué el lector Garrone no entró en esa?

    Otras razones deben existir que el autor no quiso detenerse a exponer.

    Cordialmente

  4. German on 18 octubre, 2013

    Y…yo también estuve en Córdoba en aquellos años del «mesianismo tercermundista»…Luego en BsAs y en la USAL…
    Que hubiera dicho el Padre Luzzi si supiera que hoy esta Universidad está unida a PERFIL…! Que asco!
    Ahora a los 80 años, queriendo ya refugiarme en algún geriátrico, descubro a mis sobrinos y sus compañeros en «La Cámpora»… Casi sin haber leido a EVA ni a Peron, ni nuestros famosos «documentos» del tercermundo, utilizan el mismo lenguaje. Será por eso que los ODIAN TANTO?

  5. Mario G. Padrón on 21 octubre, 2013

    DIGO YO; DEBIERON PASAR MAS DE TREINTA AÑOS PARA QUE ALGUIEN MUESTRE AUNQUE SEA EN UN LIBRO; Y NO POR LOS MEDIOS MASIVOS DE COMUNICACIÔN OTRA MIRADA SOBRE LO VIVIDO EN NUESTRO PAIS: TANTO MIEDO LE HAN TENIDO A ESTOS SECUACES DE LOS KIRCHNER Y TODO SU SËQUITO DE MALANDRAS:

  6. jorge on 25 octubre, 2013

    Una duda sobre el autor del libro y algunos comentarios ..no se si mas fachos que gorilas ‘ o gorilas y fachos al mismo tiempo!!!

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