emerEn el corto y mediano plazo, la Argentina tendrá que convivir con un déficit significativo de producción energética local luego de una década de mala política.

Las importaciones energéticas del 2012 (9.275 millones de dólares) fueron semejantes a las del 2011 (9.445 millones); alarmaron a la Presidente y que precipitaron una serie de medidas que tuvieron como hito la expropiación de YPF a Repsol de España. Este año las importaciones de energía han vuelto a crecer con fuerza (un 43% en el primer cuatrimestre) y ya se pronostica un déficit de balanza comercial energética cercano a los 7.000 millones de dólares (más del doble comparado con el del año 2012). La demanda de dólares de la importación de energía es traumática para las cuentas externas, y los costos de las crecientes compras inflan los subsidios presupuestarios que agravan el desajuste fiscal (crecieron un 76% en el primer cuatrimestre del año).

En el 2003 el país se autoabastecía de energía y exportaba saldos. En el 2013 el déficit energético se ha transformado en un problema económico central. La Argentina tiene condiciones geológicas potenciales para volver a autoabastecerse, pero la recapitalización de la industria energética a partir de un cambio de la política sectorial llevará tiempo e ingentes inversiones.

Cuando se expropió YPF, se apeló al sentimiento popular asociando la decisión al interés nacional de recuperar el autoabastecimiento energético. En aquella oportunidad advertimos que se ponía el carro delante del caballo. El país perdió el autoabastecimiento recuperado a fines de los ochenta como consecuencia de una política energética equivocada.

Para recuperarlo había primero que cambiar la política energética, para YPF y para el resto de los actores que representan el otro 65% de la producción de hidrocarburos argentina. Si se tomaba el control de YPF para someterla a la misma política energética, íbamos a un final con fracaso anunciado. El anticipo se cumplió. A más de un año de aquella decisión que el populismo disfrazó de gesta de “recuperación de la soberanía hidrocarburífera”, la producción de petróleo y gas del país sigue cayendo, y la YPF controlada por el Estado padece la falta de acceso al financiamiento internacional y la renuencia de potenciales socios estratégicos a compartir riesgos en sus propuestas productivas.

Cuando la política pública se vuelve cortoplacista y somete a esta industria intensiva en el uso de capital a una intervención discrecional, rompe las señales que dan previsibilidad a los mecanismos de apropiación y distribución de la renta petrolera del negocio (diferencia entre precios y costos). La participación en la renta y la previsibilidad en su reparto rigen los procesos decisorios que determinan los montos y la calidad de la inversión en exploración y explotación. Cuando la renta es incierta y su distribución imprevisible, las empresas (sean estatales o privadas) sobreexplotan lo que ya está en producción y hacen mínima inversión exploratoria para reponer reservas (ponen varias bombillas en el mismo mate). Por eso, para recuperar el autoabastecimiento energético, hay que cambiar la política energética y ofrecer a YPF y a los otros actores de la industria petrolera local reglas que aseguren certidumbre de largo plazo y previsibilidad institucional.

Una política energética alternativa, focalizada en reducir la dependencia de la energía importada, tendrá que plantear nuevos desafíos exploratorios y alentar los desarrollos productivos, asumiendo la experiencia comparada exitosa de la región (Colombia, Brasil, Perú).

Las inversiones comprometidas para revertir la declinación productiva y reponer reservas son cuantiosas, pero el potencial de recursos (convencionales y no convencionales) está a la espera. Vaca Muerta, el reservorio no convencional más importante (cuenca neuquina), estaría en condiciones de aportar unos 300 mil barriles día de petróleo y unos 50 millones de m3/día de gas en la próxima década (en 2012, la producción total promedio de la Argentina fue de 568 mil barriles/día de petróleo y 120 millones m3/día de gas).

El aporte de recursos no convencionales sumado al proveniente de la mayor recuperación de reservas en los campos en producción va a ir reduciendo la dependencia de la energía importada. Pero en el corto y mediano plazo, la Argentina tendrá que convivir con un déficit significativo de producción local. Para amortiguar el impacto de ese déficit en el desarrollo económico y en el presupuesto familiar se debe operar por el lado de la eficiencia energética (reducir la cantidad energía que requiere cada unidad de producto final), y por el lado eficiencia importadora (reducir los costos de la energía importada).

La eficiencia energética tiene buena prensa pero mala política. Estos años la demanda de energía (medida como consumo final) ha crecido un poco por encima del producto. Siguiendo la media mundial, debiera crecer por debajo del crecimiento del producto (la tasa de intensidad energética argentina es de 1.1 cuando la media mundial es de 0.70). Hay mucho por hacer en los hogares, en los edificios y en la industria  para reducir el consumo de energía. Pero convengamos que con precios y tarifas subsidiados, todos estos años hemos promovido el dispendio más que el ahorro. La recomposición gradual de precios con una tarifa social va a reacomodar beneficios y costos a favor de la adopción de las tecnologías de eficiencia.

Los cambios en la gestión de compra de la energía importada también pueden proporcionar ahorros significativos inmediatos. Los miles de millones de dólares de importación de combustibles se destinan por orden de importancia a comprar gas natural (en barco y por gasoducto de Bolivia), gasoil, fuel oil y naftas. Hay compras de combustibles (gas oil y naftas) que realizan las empresas (con cupos desgravados de impuestos) para el consumo automotriz; y compras de combustibles (fuel, gasoil) que realiza la administradora del mercado mayorista (Cammesa) para proveer a los generadores eléctricos (una parte de esto se compra vía Venezuela). En todas estas operaciones que comprometen recursos públicos la mayor transparencia y competencia reducen costos.

En las compras de gas a Bolivia intermedia ENARSA (otra creación de la década “K”). Pagamos entre uno y dos dólares más por unidad técnica (millón de BTU) que Brasil, cuando por proximidad geográfica de los mercados de destino deberíamos pagar menos.

Uno de los mayores ahorros puede lograrse en las compras de GNL (gas por barco), dando más transparencia y apertura al proceso licitatorio. En estas compras antes intermediaba ENARSA y ahora intermedia YPF, por cuenta y orden de ENARSA.

La recuperación del autoabastecimiento no está a la vuelta de la esquina. Durante diez años acumulamos corto plazo en un sector donde las nuevas inversiones tienen resultados diferidos en el tiempo.

La depredación del stock de reservas de gas y petróleo de la década impone una carga pesada a los próximos dos gobiernos, pero la Argentina tiene recursos potenciales para desarrollar. Mientras una nueva política energética nos permita recuperar el autoabastecimiento, el uso más eficiente de la energía escasa y la gestión competitiva y transparente de compras externas van a reducir el costo de las importaciones energéticas.

El autor es Doctor en Economía y doctor en Derecho. Fue Secretario de Energía (1999-2000) y Presidente de YPF (1987-1989).

4 Readers Commented

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  1. Juan Carlos Lafosse on 18 julio, 2013

    Asumir que la privatización de YPF, que se toma en año no electoral, es para ganar votos – y «populares» además – francamente no tiene ningún sustento en las ciencias políticas y/o el marketing.

    En temas clave para el futuro del país hay que salir del condicionante de la lógica de ganancias inmediatas de la empresa privada, razón por la cual son muchos los países con recursos naturales vitales a los que nunca se les ocurrió privatizarlos. El cobre en Chile y el petroleo en Brasil, por ejemplo.

    Completo la frase que quedó trunca por error mío:

    En temas clave para el futuro del país hay que salir del condicionante de la lógica de ganancias inmediatas de la empresa privada, razón por la cual son muchos los países con recursos naturales vitales a los que nunca se les ocurrió privatizarlos. El cobre en Chile y el petroleo en Brasil, por ejemplo.

    Luego de un periodo bastante corto de negociaciones, YPF comienza a superar «la falta de acceso al financiamiento internacional y la renuencia de potenciales socios estratégicos a compartir riesgos en sus propuestas productivas».

    La Argentina – no «el populismo» – consigue socios y abre un camino que nos permitirá evitar la salida de divisas que necesitamos para el desarrollo del país.

    • Americo on 20 julio, 2013

      Canada,Gran Bretaña,EEUU,Australia,no tiene petroleras estatales.Canada hizo lo mismo que nosotros en los años 90,vendio su petrolera estatal,y su produccion hidrocarburifera nunca decayo.Con Empresas privadas o estatatles ,hay algo que no cambia la responsabilidad por la gestion de las Politicas energeticas es siempre del ESTADO.Lo ocurrido aqui en el ultimo decenio tiene que ver con las malas politicas implementadas,a pesar que previo a la asuncion de las autoridades que llegaron al gobierno el 25 de mayo del 2003 habian hecho un correcto diagnostico,previendo que si no se tomaban medida acorde a las necesidades tendriamos el escenario que hoy tenemos.Fue una autoprofecia cumplida.

  2. Juan Carlos Lafosse on 21 julio, 2013

    Estimado Américo,

    El área energética es extremadamente compleja, tecnológica y económicamente. Además juegan intereses globales muy poderosos, basta observar las guerras que ha llevado adelante EEUU por cuenta y orden de compañías petroleras. No se pueden tomar medidas sin pesar cuidadosamente a quienes se debe enfrentar.

    Solo el impulso de criticar al gobierno puede explicar que en ekl artículo no se analice el impacto de las políticas de la década del 90, cuando se construyó un sistema que borró, literalmente, al sector público del control y planificación de la actividad, recién ahora recuperada.

    En el año 2008, “la pronunciada caída en las reservas comprobadas y en la producción de petróleo, y la disminución en las inversiones reflejada en la baja del número de pozos exploratorios llevaron al gobierno nacional a poner en marcha los programas Petróleo Plus y Refinación Plus, que deberían generar inversiones directas por 8570 millones de dólares con las que se espera lograr, entre otros resultados, un aumento del 13 por ciento de la producción de petróleo en cinco años y la expansión y crecimiento de actividades relacionadas con la explotación y producción de hidrocarburos y sus derivados” (revista Informe Industrial, año 2008).

    Menos de tres años más tarde, el Gobierno resolvió dar de baja estos programas, ante la evidencia de que los resultados no se alcanzaban pese a que las empresas cobraban los incentivos. Las estadísticas de la época son bastante elocuentes respecto de este mecanismo de “apurar la extracción” y pasar a cobrar. Los aumentos de producción resultaron transitorios. Los de reservas, inexistentes. Recién ahí se encaró la estatización de YPF.

    En el recién lanzado régimen de promoción de inversiones el compromiso de las empresas debe quedar expresado en una inversión concreta, mil millones de dólares como mínimo, y sobre un programa de exploración y explotación que requiere ser explícitamente aprobado. Recién a partir del quinto año empieza a correr el beneficio o premio, que es el de disponer del 20 por ciento de la producción que se obtenga para comercializarlo a precios internacionales, sin obligación de liquidar las divisas en el mercado local.

    O sea que primero hay que proponer un plan de trabajo y poner la plata, mostrar los resultados durante cinco años y recién después cobrar los beneficios.

    En relación al ahorro energético, este gobierno forzó el cambio de lámparas incandescentes por las de bajo consumo, logrando un ahorro de cerca de 800 MW de potencia, más de dos centrales eléctricas como Atucha I. Curiosamente tampoco se menciona este hecho.

    Disculpe que no use el espacio de «responder», pero si lo hago quedan truncos su comentario y el mío.

    Cordialmente,
    jc

  3. Juan Carlos Lafosse on 23 julio, 2013

    Para ver con claridad a que se enfrenta un «simple país» en el mundo de las petroleras, es interesante el artículo publicado en CNNMoney Fortune(http://finance.fortune.cnn.com/2013/07/19/chevron-argentina-ypf/).

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