rebokEn La actualidad de la experiencia de lo trágico y el paradigma de Antígona, la filósofa Gabriela Rebok considera que el mito sigue presente tanto en el campo literario y filosófico como en el de las ciencias sociales.

Gabriela Rebok plantea la experiencia de lo trágico como un camino de aprendizaje que atraviesa el sufrimiento haciéndolo fructífero. En su reciente libro, La actualidad de la experiencia de lo trágico y el paradigma de Antígona, publicado por Biblos, la autora propone el mito de Antígona como el paradigma oculto de nuestra época.

Aborda tal paradigma desde un pensar “para la relación”. Ya que solamente en y por la relación, cada uno alcanza –por medio del otro– lo propio. Esta trama de relaciones conforma lo que Rebok denomina “vincularidad”.

Partiendo de la propuesta de una “nueva mitología”, en la que confluyen los mitos trágicos y el arte como poesía –la cual, al decir de Heidegger, puja, incentivando el pensar–, considera que entre el cierre de la modernidad y el comienzo de nuestra época se da un abandono de la preferencia por el mito de Edipo y el consecuente traspaso hacia el mito de Antígona.

Antígona queda asociada al “giro hesperio”, “giro de tiempo” fundador de nuestra época ya anunciado por Friedrich Hölderlin. El mito señala una dirección: muestra el núcleo trágico de la existencia y nos hace pensar la experiencia del sufrimiento como propio de la finitud: “tanto la tragedia como el cristianismo testimonian acerca de lo trágico y de sus posibilidades de redención”, escribe.

¿Cómo se va a dar esta redención? No sin poesía ni sin mitología, y mucho menos sin sufrimiento. Y, a la vez, se va a ir reconociendo el anhelo de infinito en el fondo sin fondo del alma humana.

Rebok cita a Friedrich von Schelling, para quien el hombre es un desgarro entre el bien y el mal, entre el impulso egoísta de separación y la voluntad de unión con los otros hombres, con la naturaleza y con Dios. Así, “el dolor es algo universal y necesario en la vida, la inevitable travesía hacia la libertad”.

Si bien el joven Schelling concibe una redención artística del sufrimiento,

el verdadero pensador trágico-dionisíaco es Friedrich Nietzsche. Para él, toda vida supone sufrimiento y sufrientes. En La gaya ciencia dice que existen dos tipos de sufrientes: los que sufren por la sobreabundancia de la vida, que quieren un arte dionisíaco y una visión trágica; y los que sufren por un empobrecimiento de la vida, que buscan reposo, tranquilidad (Schopenhauer) o embriaguez, locura (Wagner).

“Para gozar lo trágico se requiere de tiempos y caracteres fuertes que sean lo suficientemente duros como para sentir el sufrimiento como placer”, se lee en el libro de Rebok.

Lo dionisíaco implica una afirmación del sufrimiento como un decir sí a la vida. “El ser es lo suficientemente bienaventurado como para justificar hasta un sufrimiento descomunal”, escribió Nietzsche.

El arte asume esta justificación, ya que es el que hace posible la vida. Entonces los horrores de la existencia se curan por la fuerza de una voluntad afirmadora y celebratoria de la vida. Y hasta lo malo y lo feo están al servicio de fuerzas creadoras.

La redención se va consumando en un sufrir por sobreabundancia y no por empobrecimiento, porque es aquella la que abre a la creación artística.

La posibilidad de redención, entonces, se da en el ir más a fondo. Y este ir más a fondo no se da sin el sufrimiento: a éste siempre hay que atravesarlo.

Para Hölderlin, lo trágico implica el sacrificio del singular, su  hacerse sagrado en el hundimiento y el despojo. El retorno de lo trágico puede considerarse una verdadera cura de la omnipotencia, un dejar de huir, un adentrarse en lo más profundo. Y es Antígona la que padeciendo reconcilia lo propio y lo extraño, el hombre y el dios, resguardando lo sagrado.

La autora va recorriendo lo trágico en las profundidades de la existencia y de la cultura de la mano de Georg Simmel, Max Scheler y Karl Jaspers. Profundiza las interpretaciones filosóficas de Hegel, con la identidad trágica; de Kierkegaard, con el pathos trágico; de Heidegger, con la experiencia poética; y de Zambrano, con la nueva comunidad de hermanos.

En síntesis, la autora intenta recuperar la experiencia de lo trágico y mostrarla en toda su actualidad. Dos términos transitan la obra: reconocimiento y reconciliación. Antígona es la figura femenina mediadora: entre la vida y la muerte, entre los hombres y los dioses; dispuesta al reconocimiento de lo otro. Ella es la que “instaura un habitar en vínculos”, configurando una identidad enriquecida por la diferencia.

3 Readers Commented

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  1. Jose Aguila on 15 junio, 2013

    Intereante, realmente. Aunque al leer el articulito, uno se queda con las ganas de que haya más contenido; este sería para mí el siguiente: cómo poner nombres a cada personaje y a cada situación actual, en este caso, cuáles son los dioses de la actualidad, cuáles los héroes y figuras que intervienen así como los sufridos humanos que somos los de siempre.

    Por ser mito no quiere decir falso, irreal. Mi posición al respecto es que la mitología antigua es el preámbulo de la psicología actual.

    Gracias por poder leer este artículo.

    José Aguila

  2. Tony D'Armagny on 16 enero, 2014

    Esta reseña al igual que muchas otras curiosamente atribuye a Gabriela Rebok la idea de la experiencia de lo trágico como un camino de aprendizaje usando Antigona como paradigma.
    Esto podría equivaler a «plagio,» ya que en realidad, Gabriela Rebok no hace sino desarrollar las ideas originales de una joven filosofa, Julia Peters, publicadas en «European Jouranl of Philosphy» en 2009 con el título «A theory of Tragic Experience according to Hegel.»

  3. Patricio Videla on 11 septiembre, 2017

    Lamento decepcionarte Tony D’Armagny. Fui alumno de Antropologìa Filosòfica de Gabriela Rebok en 1978, y conservo todavìa los apuntes de sus clases desde entonces. Puedo asegurarte que esta idea robada a Peters de su obra de 2009, Rebok la expuso dècadas atràs. Antes de ensuciar a alguien, deberìas estar màs informado. Y tus cuentas personales resolverlas en otros espacios.

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