poirier-arltEn Aguafuertes cariocas de Roberto Arlt, publicadas por Adriana Hidalgo, el autor anota sus impresiones de Río de Janeiro, donde fuera enviado para escribir sus populares crónicas.

Jorge Luis Borges (1899-1986) y Roberto Arlt (1900-1942) son los primeros “escritores modernos” de la Argentina, casi las dos caras de una misma medalla. Borges estuvo siempre magistralmente atento al pasado criollo, y supo traer el universo a nuestras letras y ganar al mismo tiempo un lugar de privilegio para lo argentino en la literatura mundial. Por su parte, Arlt representó la mirada del hijo del inmigrante, sin pasado y a la intemperie. Ambos comportan dos cosmovisiones diversas, dos estéticas y también construyen dos lenguajes muy diferentes… pero acaso complementarios para la mejor literatura rioplatense.

Por ello festejamos la publicación de las crónicas inéditas de Roberto Arlt sobre su viaje a Brasil a comienzos de 1930 para el diario El Mundo, cuando el escritor no había cumplido aún 30 años. Son bien conocidas las aguafuertes porteñas, y muchos hemos gustado también las españolas. Se trata de agudos apuntes que denotan una notable capacidad de observación y que se expresan con la gracia de una pintura impresionista.

El libro comienza con un saludo de Arlt: “Me rajo, queridos lectores. Me rajo del diario… mejor dicho, de Buenos Aires”. Y después de pedirle a sus lectores que no lloren ni se emocionen porque seguirá enviando sus artículos, confiesa antes de tomar el barco: “Hace una purretada de días que ando como azonzado. No doy pie con bola. Lo único que se aparece ante mis ojos es la pasarela de un piccolo navio. ¡Yo a bordo! ¡Me caigo y me levanto! ¡Uy, dió!”.

Relata luego que conoció tiempos duros, que durmió en comisarías, que fue aprendiz de hojalatero, vendedor de papel y de artículos de almacén; que tuvo un horno de ladrillos (“¿qué trabajo maldito no habré hecho yo?”). Porque el autor de El juguete rabioso forjó su literatura mientras soñaba con ser inventor y ganar fortunas. Borges, en cambio, se mostraba interesado en los libros, en el arte y en las ideas.

Arlt se asombra con la capital carioca: “Aquí, donde la naturaleza ha creado seres voluptuosos, mujeres de ojos que son noches turbias y perfiles con calidez de fiebre, sólo encuentro respeto; un dulce y profundo respeto, que hace que de pronto usted se detenga y se diga en conversación consigo mismo: -La vida, así, es muy linda”.

Siempre curioso, escucha las palabras en portugués, señala costumbres, nota la ausencia de flores en las casas y extraña a los gorriones: “El hombre que anda en paños menores, me contesta roncamente: ‘Aqui temos urubus, nao passaros’ (Aquí tenemos cuervos, no pájaros)”.

En “Dos obreros distintos” trata de pintar la condición cultural de la clase trabajadora en un país y en otro: “Conversando con periodistas de los diarios O Jornale y Jornale da Noite, les decía que en nuestra capital, en todas las barriadas, Parque Patricios, Mataderos, etc., había centros obreros de distintas actividades. Estos centros, algunos minúsculos, les decía, tienen una biblioteca insignificante, libros de Zola, de Spencer, de Reclus, la Biblioteca Roja, Semper, la de ‘La cultura argentina’, que fundó Ingenieros y, en fin, manuales de cultura popular hasta decir basta. Agregaba yo que el obrero argentino, porteño, lee, se instruye aunque sea superficialmente, se agremia y en cuanto ha salido de su trabajo se trajea, confundiéndose con el empleado”. Y remataba señalando que en Río “no ocurre nada de eso”.

Aflora su sensibilidad más profunda en las páginas de “¡Pobre brasilerita!”. Cuenta que la hija de la propietaria de la pensión donde se hospeda, una chica de 19 años, sufre tuberculosis pulmonar. Arlt pide permiso para entrar a la habitación de la enferma y saludarla. Anota: “Ella me miraba y sonreía. Le daba risa el idioma, como a nosotros nos hace reír el portugués. Por momentos, un golpe de tos la crispaba bajo las sábanas y las amigas solícitas la rodeaban. Cuando salí me dedicó una sonrisa que sólo tienen los labios de las enfermas incurables”.

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