adur-bonninSobre Génesis política del discurso religioso. Iglesia y comunidad nacional (1981) entre la dictadura y la democracia en Argentina (Juan Eduardo Bonnin, Eudeba, 2012)

Iglesia y comunidad nacional (ICN, 1981), por su contenido y por su significado histórico, fue uno de los documentos más importantes publicados por el Episcopado argentino. Génesis política del discurso religioso, tesis doctoral de Juan Eduardo Bonnin, constituye un exhaustivo estudio de su producción, circulación y recepción dentro y fuera del campo católico.

El libro reconstruye la génesis del documento que tuvo como “núcleo básico de productores textuales” (82), a los obispos Carmelo Giaquinta y Estanislao Karlic y los sacerdotes Lucio Gera y Nelson Dellaferrera.[1] Se trata de hombres identificados con la renovación posconciliar y que simpatizaban en mayor o menor medida con el peronismo. Esta confluencia encontraba su expresión teológica, especialmente en el caso de Gera, en la llamada Teología del Pueblo.[2] Este grupo, que representaba una posición particular dentro de la Iglesia, buscó plasmar en el documento sus demandas, fundamentalmente la de apertura democrática, de modo tal que pudieran ser aceptadas y asumidas por la totalidad del cuerpo episcopal. Naturalmente, había entre los obispos posiciones diversas y hasta opuestas a las del grupo productor. Esto dio lugar a una compleja negociación discursiva, que Bonnin reconstruye a partir del examen de los distintos borradores previos a la publicación de ICN.[3] Las supresiones, reformulaciones y agregados que pueden leerse en las distintas versiones son huellas textuales de las tensiones, acuerdos y conflictos implicados en el proceso de escritura y revisión colectiva. Con una perspectiva interdisciplinaria que combina la crítica genética con herramientas del análisis del discurso y la sociología, Bonnin indaga las variantes textuales, pero también los trayectos biográficos de los distintos redactores, las tradiciones intertextuales actualizadas en el documento y los modos en que ICN fue leído desde medios tan diversos como La Prensa, Somos, Criterio y Cabildo.

Sería imposible sintetizar en estas pocas líneas el minucioso trabajo analítico del autor y sus múltiples aportes, tanto en el ámbito lingüístico como con respecto al lugar de la Iglesia en la historia política reciente. Sin embargo, queremos destacar aquí dos puntos en los que esta obra puede resultar un aporte para pensar no sólo ICN sino, más ampliamente, el discurso de la Iglesia en la actualidad. En primer lugar, Bonnin nos sitúa, de un modo incontestablemente lúcido, ante la complejidad de ese discurso. Es frecuente leer expresiones como “La Iglesia dijo…”, “La Iglesia sostiene que…” o “Los obispos afirman…”. Génesis política del discurso religioso nos recuerda las tensiones, acuerdos y disensos que subyacen a lo que se nos presenta como un discurso homogéneo y armónico.[4] En este sentido, sigue siendo necesario reflexionar sobre la enorme pluralidad de actores y la diversidad cada vez mayor de posiciones (políticas, teológicas, pastorales, económicas, etc) que se reconocen  (y esperan ser reconocidas) como católicas y preguntarse en qué se funda y cómo se sostiene, la unidad en la diversidad a la que aspira la Iglesia.[5]

Vinculado a este tema, el libro que reseñamos también permite pensar en la cuestión de la recepción del discurso episcopal en el conjunto de la sociedad. Bonnin demuestra que, para comprender más cabalmente los sentidos que pone en juego ICN, no sólo es necesario detenerse en la instancia de producción del documento sino también en su “reconocimiento” por parte de distintos actores sociales. Al tratarse de un texto que por momentos resulta “estructuralmente ambiguo” (251) en su propósito de conjugar diversas posiciones, no es tan sencillo denunciar como ilegítimas ciertas interpretaciones que se hicieron de él. Cuando los obispos se pronuncian públicamente, su discurso, fruto de disputas entre distintas voces, es reactualizado a su vez, por otros actores desde diferentes posiciones. Estas apropiaciones no pueden impugnarse a la ligera por considerar que no responden a un (hipotético) sentido auténtico. El sentido (o los sentidos) de un discurso se juega también en su circulación, se construye socialmente. Quizás, entonces, podríamos pensar que los documentos que la Iglesia pone en circulación no son, al menos en la mayoría de los casos, una verdad que hay que aceptar acríticamente, sino una invitación al diálogo entre diferentes lecturas.

El autor es licenciado en Letras por la UBA.


[1] Estos fueron los productores de los primeros borradores del documento, trabajando sobre un esquema elaborado por Karlic. Luego de la discusión de texto en la Asamblea episcopal, Gera y Dellaferrera habrían sido además los responsables de la redacción definitiva. Bonnin menciona también, entre los que aportaron a la escritura de ICN a la benedictina María Cándida Cymbalista, abadesa del monasterio Gaudium Mariae (Córdoba), al laico Ignacio Palacios Videla, militante de la ACA y luego del PJ y a monseñor Justo Oscar Laguna quien “desempeñó funciones importantes simbólica y políticamente aunque no tuvo prácticamente incidencia material en la redacción” (82).

[2]“En nosotros el concepto de Pueblo deriva del Concilio y del Peronismo, un poco conjugamos la idea de Pueblo de Dios con la de Pueblo que, digamos, heredamos un poquito del peronismo” (L. Gera, cit. en Bonnin 2012:88).

[3] Este valioso material inédito le fue proporcionado al autor por el padre Lucio Gera.

[4] La fórmula acuñada por Bonnin es que ICN busca cristalizar “una posición en la que se minimiza el disenso y se proyecta el máximo de consenso” (18).

[5] Puede confrontarse al respecto la reflexión escrita por Monseñor Jorge Lozano luego del último Sínodo de Obispos titulada significativamente “Tan distintos en un mismo cuerpo” (Disponible en línea: http://www.aica.org/3838-reflexion-de-mons-lozano-al-concluir-el-sinodo-los-obispos.html)

1 Readers Commented

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  1. Carlos on 21 julio, 2013

    Un muy buen libro. Ahora que hay tanta mala literatura sobre el tema, hace un tratamiento excelente de las relaciones entre religión y política en la dictadura y la democracia. Vale la pena leerlo.

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