Se percibe la fuerte esperanza de que el nuevo papado dejará una huella marcada no sólo en la Iglesia sino también en el mundo. papa-francisco-4Colosal impacto la designación del Papa. Al día siguiente de la elección, el movimiento en las redes sociales había multiplicado casi por 10 al ocurrido en ocasión de la renuncia de Benedicto XVI; y radios, diarios y televisión le dedicaron sus espacios casi al cien por ciento, fenómeno que se mantiene estable.

De destacar sus mensajes gestuales y simbólicos y el impacto producido por la elección del nombre, que ya desde las primerísimas horas quedó asociado al perfil de Asís. Esa rápida asociación evocó despojo, sencillez, austeridad, humildad, amor a la creación, amabilidad. Todas virtudes que esperanzadamente podrían encarnarse en la misma institucionalidad eclesial. La de las formas, el boato y el esplendor, que aleja a la Iglesia del mundo de sencillos pescadores con que se inició el camino de la Redención. También simboliza una ruptura o al menos, una discontinuidad con nombres ya utilizados anteriormente. ¿Signo de nuevos tiempos para la Iglesia?

Hay una propuesta, avanzada hace unos meses en el nacimiento local de la revista Vida Nueva en el Monasterio de Santa Catalina y ampliada en su primera homilía en Santa María Mayor. Esa propuesta se aleja de “una Iglesia autorreferencial”; se acerca a la que camina, ora y confiesa. No parecen cambios menores, por cierto; sobre todo cuando se corona con la explícita mención de “una Iglesia pobre para los pobres”. La que desde su creación, en la cabeza de Pedro, sería edificada por el propio Cristo, aquél que pidió en Asís que fuera reconstruida. Recemos para que otra oleada de ese tiempo esté comenzando.

Costará modificar el esquema de verticalidad instaurado urbi et orbi. ¿Querrá Francisco hacerlo? ¿Podrá? O, poco deseable, ¿se valdrá del mismo esquema para hacer los cambios? Y previo a ello, ¿están las Iglesias locales preparadas? La vivencia eclesial comunitaria no es algo muy extendido, y parece esencial a ese propósito.

Una por demás explicable tentación a la que ya muchos argentinos sucumbieron es la “apropiación” (como amigo o como enemigo) de Francisco. Y ya ha tenido consecuencias en el orden político local. No quedan dudas de que es un tema de suma importancia para la Iglesia argentina y, por cierto, también para nuestro país, para el que no hay respuestas fáciles. Sin embargo, ¿no deberíamos los argentinos hacer el esfuerzo, con sencillez y pobreza, de “desapropiarnos” de Francisco? Es preferible una apropiación continental, latinoamericana; más amplia, más universal; más católica. Seguramente eso está en la línea de lo que este Papa desea.

Queda la fuerte esperanza para un papado que dejará, sin duda, una huella marcada no sólo en la Iglesia sino también en el mundo. Caben muchas ilusiones y pocas dudas de que al interior de la Iglesia, y entre ésta en su relación con el mundo, haya un antes y un después de Francisco. Rezaremos para que pueda iniciar y conducir al Pueblo de Dios en orden a reparar su Iglesia.

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  1. BUEN ARTICULO

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