Testimonio de una colaboradora de Criterio, testigo directa de los días previos y la asunción de Francisco.papa-francisco-1 Desde que llegué a Roma la primera semana de marzo para cubrir el precónclave, el cónclave y la sucesión en el ministerio petrino de Benedicto XVI, me sentí testigo privilegiada de un momento histórico para la Iglesia y el mundo.

Una renuncia inesperada –aunque algunos vaticanistas señalan indicios inocultables de que esta decisión llevaba varios meses en la agenda privadísima e íntima del papa Ratzinger– fue la que desnudó sin ambages, entre otras cosas, un estado de la curia romana que denota una desmedida concentración de poder de decisión en pocas manos que cristalizó un modelo de ejercicio de gobierno de la Iglesia que ya podemos calificar, sin temor a equivocarnos, de decadente.

Las fuerzas de la renuncia de un Papa mayor tuvieron un vigor extraordinario durante 31 días. Ese último aliento contundente fue el ariete que posibilitó que hoy en todo el globo se mire a la Iglesia de una manera distinta. Dimisión, despedida, congregaciones, cónclave y habemus papam, todo comprimido en 31 jornadas en las que la información fluía preparando el escenario al futuro Papa.

Electo el cardenal Jorge Mario Bergoglio, un aire fresco se asomó a la loggia del santuario de San Pedro la noche del 13 de marzo, suscitando una verdadera conmoción entre los católicos del mundo y, casi extraordinariamente, una reacción primaveral en el patio de los gentiles. Un Papa sudamericano, un argentino, un jesuita.

Esperanzas cajoneadas y proyectos dormidos comenzaron a revivir en los corazones de muchos de los hacedores del día a día de la Iglesia que ven en Francisco la persona que logrará llevar el barco de los católicos a un puerto que definitivamente anclará en el siglo XXI.

Aunque el flamante Papa ha confirmado provisionalmente a los “Jefes y Miembros de los Dicasterios de la Curia Romana, así como también los Secretarios y el Presidente de la Pontificia Comisión del Estado de la Ciudad del Vaticano, el Santo Padre desea reservarse un cierto tiempo para la reflexión, la oración y el diálogo, antes de cualquier nombramiento o confirmación definitiva”. Esto ya indica un modo de obrar. Y hará falta información, expertos y testigos.

Los casi 6.000 acreditados en la Oficina de Prensa de la Santa Sede para cubrir este tiempo rico en noticias nacidas del corazón mismo del Vaticano somos testigos también de esta oferta variadísima de acontecimientos, reflexiones, indicadores dogmáticos, maneras de actuar. Mucho de lo que circula en los medios de comunicación ha sido producido luego de la digestión de los diarios briefings del padre Federico Lombardi junto a los voceros Thomas Rossica y José María Gil Tamayo, apodados por los periodistas como “la trinidad informativa”. Nuestras miradas y matices darán la diferencia cuando entreguemos nuestras producciones en los formatos más variados y con tecnología de punta.

Ante la reacción adversa de algunos sectores de la prensa argentina frente a la designación de Bergoglio-Papa, un comunicado de la Santa Sede definió no solamente un estilo institucional para informar ante la controversia, sino también una estrategia: “La campaña contra Jorge Mario Bergoglio es bien conocida y se remonta ya a diversos años. La lleva a cabo una publicación que lanza, a veces, noticias calumniosas y difamatorias. El cariz anticlerical de esta campaña y de otras acusaciones en contra de Bergoglio es notorio y evidente. La acusación se refiere a la época en que Bergoglio no era todavía obispo, sino Superior de los Jesuitas en Argentina, y a dos sacerdotes que fueron secuestrados y que él no habría protegido. No ha habido nunca una acusación ni concreta, ni creíble, contra su persona. La Justicia argentina lo interrogó una vez en calidad de persona informada de los hechos, pero no le imputó nunca de nada. Bergoglio ha negado siempre, de forma documentada, las acusaciones. Hay numerosas declaraciones que demuestran todo lo que hizo Bergoglio para proteger a muchas personas en la época de la dictadura militar. También es conocido el papel desempeñado por Bergoglio –una vez obispo– para promover la petición de perdón por parte de la Iglesia en Argentina, por no haber hecho bastante en la época de la dictadura. Las acusaciones, que proceden de una lectura histórico-sociológica del período dictatorial llevada a cabo desde hace años por ambientes anticlericales para atacar a la Iglesia, deben rechazarse con firmeza”. El presbítero Miguel La Civita, colaborador del obispo Enrique Angelelli, y el premio Nobel de la Paz en el año 1980 Adolfo Pérez Esquivel se pronunciaron al respecto. Y también fueron testigos.

Diluir en un análisis político la dimensión religiosa de la Iglesia denota una economía reduccionista. En el colegio cardenalicio hay hombres de fe. Y ellos se han visto atravesados por la oración, el discernimiento y una apertura grande al Espíritu Santo. También aquí hay testigos.

El papa Francisco llama “hermanos” a sus cardenales, se escapa de la custodia para visitar al cardenal Jorge Mejía, internado después de sufrir un infarto, rechaza privilegios y almuerza y cena en cualquier mesa, le dice al pueblo romano que es su obispo y le pide una oración…todos son mensajes que se van transmitiendo a través de los testigos.

Que se acostumbre el mundo a estas nuevas maneras. El Papa tiene amigos nombró a los cardenales Walter Kasper y Carlos Hummes como tales, no acepta reverencias, usa sus mismos zapatos y el mate que esta humilde periodista le regaló en la audiencia con los comunicadores sociales que trabajaron desde Roma la información del cónclave, tiene un lugar en su habitación de la Casa Santa Marta.

Una hoja nueva se abre en el libro de la historia de la Iglesia.

1 Readers Commented

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  1. MARIEL on 12 abril, 2013

    Maria Basta · UCA

    Asumo que no es fácil ser objetiva, aprecio y admiro a Virginia; pero este artículo articula dos afectos -él ya mencionado y a S. S. Fco.- pero en pocas lineas hay pincelazos de genialidad y humildad. FELICITACIONES

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