Semejanzas entre el Papa polaco y el Papa argentino: sencillez, entusiasmo, disposición al diálogo y el acento en la dignidad humana. Recuerdo la convicción de Juan Pablo II de que tenía que salir de la comodidad del Vaticano y acercarse a la gente, peregrinando incansablemente por todo el mundo. Iba también allí donde muchos no querían viajar para no contraer enfermedades, para no ser mal vistos, o para no exponerse a atentados. Los argentinos recibimos su visita en pleno conflicto con Inglaterra. Frecuentemente rompía el protocolo, besaba a los enfermos, llegaba a los márgenes. Jorge Bergoglio, como Obispo, tuvo siempre la misma convicción de que la Iglesia no debe ser “auto referencial”, y las mismas actitudes de hermano cercano y accesible. A los curas les insistía en la necesidad de ir a las periferias. Nunca marcó distancias, e iba en colectivo a visitar barrios olvidados, reflejando así las actitudes de Jesús, que caminaba sin cesar por los polvorientos caminos de su tierra, hasta los confines más lejanos.
Otra semejanza es el fervor, el entusiasmo, las ganas de evangelizar, de ofrecer la luz de Jesucristo al mundo, de cambiar las cosas. Los dos han mostrado con sus vidas que hay que darlo todo, hasta el fin, hasta el límite de la resistencia física. Bergoglio siempre se dejó absorber de tal manera que a algunos nos ha parecido casi milagroso que pudiera atender tantas personas, responder tantas cartas, devolver tantos llamados todos los días. Algunas veces ha reprochado a los curas cierta falta de fuego y de entrega generosa, y siempre los ha alentado a poner más ganas, más pilas, más empuje, más dinamismo, a darlo todo sin reservas.
En tercer lugar destacaría la permanente disposición al diálogo ecuménico e interreligioso y a profundizar las relaciones con el Judaísmo. Ambos lo han hecho con generosidad, dedicación constante, cariño, pero al mismo tiempo sin desdibujar la propia identidad, sin restar ni una pizca de valor y de belleza a la opción por ser católicos hasta los tuétanos. “Máxima identidad con máximo diálogo”, decía Juan Pablo II.
Remarcaría también un fuerte acento en la dignidad humana, que a ambos les viene del Evangelio, pero también del Concilio Vaticano II. Juan Pablo II dijo que el ser humano es el camino de la Iglesia, y su defensa de la dignidad humana fue inclaudicable, ante la guerra, las injusticias y cualquier mal que afecte a las personas. Bergoglio lo ha expresado constantemente, no sólo en sus homilías sino en sus miles de gestos de amor a los pobres, a los enfermos, a los ancianos, a aquellos que muchas veces definía como los “descartables” del mundo actual.
Finalmente, nadie puede presentar contra ellos alguna acusación de avidez por el dinero o los bienes. Juan Pablo II era austero al máximo, aún dentro de la asombrosa riqueza artística del Vaticano. Bergoglio no eligió el nombre de Francisco porque sí, sino porque toda su vida imitó la existencia despojada del pobre de Asís. Se suman ahora los gestos de «simplificación» en la ropa, las costumbres principescas y en tantos detalles, que están cautivando a la gente por devolver frescura evangélica a la figura papal.
Por todas estas razones creo que el papa Francisco puede ofrecer un liderazgo espiritual que el mundo necesita y reclama, y que se parecerá al que aportó Juan Pablo II.
Un rasgo distintivo del papa Francisco está en el lenguaje. Allí se parece más a Juan Pablo I, quien en su corto papado ofreció catequesis sencillas que cualquiera podía comprender. El nuevo Pontífice ama el lenguaje llano, que diga mucho en pocas palabras, que evite abstracciones incomprensibles para el hombre de la calle. Puede sorprender gratamente al mundo con sus ingeniosas ocurrencias y con sus exhortaciones sin vueltas. Posiblemente por eso, cuando hace unos días Bergoglio pidió la palabra ante el Colegio de Cardenales, terminó de cautivar a muchos indecisos.
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Join discussionMUY SEMEJANTES EN SU MANERA DE ACTUAR Y EN ESPECIAL EL AMOR POR LOS POBRES,LO IMPORTANTE ES QUE LOS TOMEMOS COMO NUESTROS MODELOS ESPIRITUALES. OJALÁ TODOS LOS SACERDOTES DEL MUNDO HICIERAN LO MISMO Y NUESTRA IGLESIA IRÍA POR CAMINOS DE AMOR, ENTREGA,DIGNIDAD,ACOGIENDO AL SER HUMANO CONFUSO EN ESTE MUNDO DE CONFLICTO.