oconnor-1La reducción de la inequidad y la pobreza van de la mano de la libertad y la justicia, siendo esencial la dignidad del trabajo.La cuestión social es uno de los elementos centrales en toda nación. La reducción de la pobreza y el logro de una sociedad equitativa son siempre objetivos de política. Hacen, por su naturaleza, al largo plazo, pues una modificación estructural de niveles no deseados de pobreza e inequidad sólo es verificable en, por lo menos, una generación.

En la Argentina, el pensamiento social y político –y por ende el de las personas– es esencialmente cortoplacista. Más allá de causas que escapan a las reflexiones de este artículo –inestabilidad macroeconómica, profundas crisis recurrentes, institucionalidad débil, entre otras–, esta primacía del corto plazo suele operar sobre las políticas públicas sociales, con efectos indisimulados sobre los resultados en materia intertemporal. Las siguientes reflexiones se centran en la actualidad de la cuestión social en la Argentina, una breve revisión sobre algunas aproximaciones conceptuales acerca del problema, y algunas consideraciones finales relacionadas con aspectos valorativos que permiten, en nuestra visión, tener una lectura diferente del desafío social.

oconnor-2

¿Mejor calidad de vida para los pobres en la Argentina de 2012?

La crisis de 2001 provocó un incremento de la pobreza, que había alcanzado un máximo de 28% de la población post efecto Tequila 1995 –medida por la línea de pobreza, para personas, en función de una canasta básica total de alimentos y servicios–, llegando a un pico de 54% en 2003. Los antecedentes históricos no eran alentadores: a fines de los ’80 la pobreza alcanzaba al 32% de la población, y durante la hiperinflación, al 47%. Se trata de una medición de pobreza de ingresos, donde las crisis macroeconómicas, o los booms, tienen efectos importantes en el ajuste del valor, dado que las personas recuperan ingresos a la par de las salidas de las crisis.

El alto crecimiento económico desde 2003 permitió una sostenida reducción de la pobreza que el INDEC medía en 23.4% en 2007. En adelante, la pérdida de credibilidad de estas estadísticas fue contrastada por la evidencia empírica, y sobre todo por los efectos de la recesión de 2009 y el estancamiento económico de 2012. Así, frente al 6.5% de pobres del primer semestre de 2012 (INDEC), el Observatorio de la Deuda Social Argentina (UCA) ha estimado un guarismo de 21.9% (con Canasta Básica Total no oficial). Es decir, entre 2007 y 2012 la pobreza no se habría reducido en el país, pese a registrarse tres años de crecimiento económico (2008, 2010 y 2011).

¿Cuál es la percepción social acerca de la pobreza en la Argentina? Si bien puede parecer atrevido señalarlo, en principio la población careciente en la Argentina se encuentra con mejor calidad de vida que a fines de los ’90. En aquel entonces, con una economía estancada frente a la dinámica que preveía la crisis de la deuda, con tasa de desempleo de 17%  y pobreza de 33% (comienzos de 2001), el acceso de  los pobres tanto a fuentes de empleo como a bienes públicos era menor que hoy. En cambio, en 2012,  los pobres acceden a más de un plan social –proveniente del mismo nivel de gobierno o de gobiernos subnacionales – y a nuevos bienes públicos, como la TV satelital codificada o el Fútbol para Todos.  Es decir, las transferencias públicas han asegurado ingresos, y los nuevos bienes públicos han inclinado la decisión ocio-trabajo hacia el primero.

¿Ha implicado esto una salida de la pobreza estructural? Las transferencias públicas – de fuerte sesgo clientelista–  vienen realizando una sustitución parcial sobre el trabajo, y la dádiva sustituye la dignidad de la realización personal a partir de propio trabajo. El esquema consolida la transmisión intergeneracional de la pobreza, pues los hijos casi siempre toman el ejemplo de los padres, siendo la familia la primera escuela.

A propósito, la educación y la salud pública deberían garantizar la movilidad social y el progreso intergeneracional. La evidencia es que la educación básica sigue sufriendo embates que la alejan de su objetivo. El predominio casi exclusivo del conductismo como método de enseñanza, el retroceso de la matemática como uno de los ejes del aprendizaje (relacionado directa o indirectamente con la primacía del conductismo), la política educacional nacional de deserción cero y relajamiento permanente de las exigencias de aprobación de los ciclos de estudio, las diferencias de criterios evaluativos entre las distintas jurisdicciones provinciales, y, últimamente, la intromisión de la política nacional en el ámbito escolar y la vida de los adolescentes, son algunas manifestaciones de la decadencia del principal – o quizás el único, junto con la nutrición–  instrumento de generación de capital humano, que permite en una generación romper con la transmisión intergeneracional de la pobreza.

En suma, la percepción del grupo social más careciente puede ser de mayor bienestar, pero para ellos cabe la misma consideración que para cualquier agente económico: las preferencias sobre el corto plazo suelen superar a las del largo plazo, y todos valoran mucho más los beneficios del presente que los sueños – y las amenazas–  del futuro.

Pobreza e inequidad: dos flagelos y distintos enfoques

La respuesta de política pública desde 2002 ha considerado un mayor intervencionismo en la reducción de la pobreza y de la inequidad, donde el rol de Estado –en los tres niveles de gobierno– ha sido decisivo. Asimismo, el relato ha puesto mayor énfasis en el logro de una mayor equidad, que en señalar la mejora en la pobreza.

Esta visión se contrapone a otra que considera que el objetivo social de la política económica es la reducción de la pobreza, y esto se logra con el crecimiento económico, a partir de un efecto derrame de los beneficios del crecimiento vía creación de empleo privado de mayor productividad que el anterior y paulatino aumento de salarios por el mismo motivo. En este enfoque no se da una importancia explícita a la cuestión de la inequidad.

En enfoque actual ha señalado que la política de los ’90 se basó en la visión anterior. Esto es cierto sólo en parte, pues entre 1989 y 2001 hubo una clara política social basada en la estabilidad de precios –evitando el impuesto inflacionario que afecta mayormente a los más pobres–  y con avances relevantes en materia de política pública de salud y educación, si bien la transferencia de servicios educativos secundarios a las provincias no ha tenido una implementación progresista por parte de la mayoría de los gobiernos provinciales hasta la fecha.

El riesgo del énfasis en la lucha contra la inequidad pasa cuando la redistribución de ingresos otorga al Estado un avance sobre áreas propias del sector privado (empresas, responsabilidad social empresaria, rol de las ONGs) y puede transformarse en una política hegemónica. Además, una redistribución agresiva que afecte la tasa de inversión privada y las expectativas termina reduciendo las oportunidades de trabajo en el sector privado. El esquema sigue con un tamaño de Estado desproporcionado en relación a los bienes públicos que ofrece y a su posibilidad de financiamiento (48% del PBI), con creación de puestos de trabajo de dudosa productividad, y un retroceso del sector privado en la economía. La desigualdad se reduce así con transferencias públicas, limitando enormemente la posibilidad de que los más pobres sean protagonistas de su destino, buscando su propio progreso a partir de la dignidad del trabajo.

¿Existen caminos alternativos en materia de política social?  Enfoques superadores son los de, por ejemplo, Amartya Sen y Stefano Zamagni, o la propuesta de Muhamad Yunnus. Sen identifica la pobreza como carencia de activos, para lo cual propone acciones y políticas que permitan fortalecer los activos de las personas más pobres, es decir, sus capacidades en materia de capital humano, capital social, acceso al crédito y a nuevos conocimientos y habilidades laborales. Esto se logra en un contexto de libertad política, social y económica, donde el Estado trabaje en conjunto con el sector privado productivo y las ONGs. Zamagni, por su parte, establece, con algunas raíces del pensamiento franciscano, que las personas deben tener en la economía valores y principios como la fraternidad y la relacionalidad entre ellas, de modo de generar vínculos sociales que permitan ir consolidando una “economía de comunión”, en línea con lo señalado por el papa Benedicto XVI en la encíclica social Caritas in Veritate. Las acciones de Yunnus relacionadas con el desarrollo de los activos y el capital social de la población pobre en Bangladesh y en otros países del mundo son un ejemplo elocuente de las capacidades de los más pobres cuando se permite liberar sus energías como dueños y protagonistas de su destino en la economía a partir de la dignidad del trabajo. En todos los casos se parte de una visión antropológica que si bien no es idéntica, valora la libertad, la iniciativa personal y la solidaridad como formas claves de la organización social que permite un progreso intertemporal sólido.

La lucha contra la inequidad es un mandato bíblico. La historia de la salvación  así lo demuestra, desde los profetas, que denunciaron reiteradamente las injusticias sociales de la época, hasta la consolidación de la Doctrina Social de la Iglesia. Con todo, la reducción de la inequidad y la pobreza van de la mano de la libertad  y la justicia, siendo la dignidad del trabajo humano esencial. Por eso, requiere una visión estratégica nacional de largo plazo que además aliente la creación de puestos sustentables de trabajo en el sector privado de la economía (“que haya peces en el lago luego de haber enseñado a pescar”), pues los resultados no suelen verse hasta la próxima generación. El quiebre de la transmisión intergeneracional de la pobreza en la Argentina es uno de los desafíos mayores para los próximos años. Nunca hay que perder las esperanzas.

7 Readers Commented

Join discussion
  1. Alberto José Arias on 16 enero, 2013

    Correctísimo este comentario de Ernesto O’Connor. Lo que nos sucede fue puesto a la consideración del público esta mañana, por Radio Mitre (no sé quién era el periodista que exponía), pero afirmó que desde el 2003 el gasto público aumentó en más de trescientos mil millones de pesos. No pudo creer que todo ése dinero extra se fue en sueldos o en subsidios. Pongo un ejemplo: En Concordia usualmente hace obras la CAFESG (Comisión Administradora para el Fondo Especial de Salto Grande), lo que nos beneficia, sí, pero las obras resultan carísimas. Hace unos meses vi un cartel en la peatonal municipal en el que se anunciaba el remplazo de unas baldosas y unos canteros en una cuadra; la obra estaba presupuestada en cuatro millones, cuatrocientos mil pesos y pico ¡Por unas baldosas y unos poquísimos canteros! Yo siempre me pregunto: A este cartel ¿no lo habrán visto los fiscales de mi ciudad? ¿Los señores jueces tampoco? ¿Nadie se los comentó?
    Por esta razón es que la pobreza no se reduce; el gasto público es enorme, pero no resulta útil para el hombre de a pie, como bien decía mi padre, Carlos Ramón Arias.
    Que Dios, Nuestro Señor, nos bendiga a todos y que el Espíritu Santo ilumine a nuestros gobernantes para que acuerden un mejor destino al gasto público en procura de nuevos puestos de trabajo estable y menos subsidios y ocio

  2. Gabriel on 16 enero, 2013

    El quid no es como reducir la pobreza, sino como generar riqueza.

    Los pobres no dejan de serlo porque consuman más sino porque producen más en el contexto de la mejor escuela «escuela de generación de riqueza»: el mercado.

    Es en el libre mercado donde se aprende por un entrenamiento diario a cumplir un horario, entender una consigna, satisfacer un cliente, cuidar una imagen (largo plazo), respetar normas y procedimientos, cumplir con lo pactado o prometido…

    Demonizamos permanentemente (por acción u omisión) al mercado, lo distorsionamos con políticas públicas clientelísticas y demagogicas que ofrecen un perverso sistema de premios y castigos…. No pretendamos milagros. La Gracia no se opone a la naturaleza… la supone y la perfecciona.

    Si seguimos enviando pésimas señales a los «aprendices de clase media modesta» no podemos pretender que no se desorienten.

    • Juan Carlos Lafosse on 22 enero, 2013

      Estimado Gabriel,

      La primera pregunta que me gustaría hacerle es ¿qué significa “generar riqueza”? Porque no es lo mismo producir bienes y servicios con nuestro trabajo personal, que inventar papelitos para aspirar las riquezas que la sociedad produce a través del esfuerzo de sus miembros. Esto último no agrega nada a la sociedad, no “genera riqueza”, solo cambia a manos ociosas el producto del trabajo ajeno. No es el caso de un banquero, cuyo trabajo es equilibrar la disponibilidad del recurso dinero dentro de la sociedad.

      Desde la moral cristiana, apropiarse de riquezas sin trabajar es inmoral, aunque la ley lo permita.

      También es inmoral apropiarse de un recurso limitado y abusar del poder que otorga, manejándolo exclusivamente para maximizar nuestra ganancia. La teoría del mercado dice que en estos casos aparecerán competidores, pero a la vista están los monopolios que crecen y ocupan espacios cada vez mayores. Hay que incorporar un ingrediente importante: el poder que da el tamaño, sobre todo con las nuevas tecnologías.

      La segunda pregunta es ¿en qué sentido todos somos “iguales”? Porque las diferencias extremas existen en todas las sociedades a lo largo de toda la historia, no son producto de una forma particular de intervención del estado ni mucho menos se resuelven con “mercado”. Pero afectan a nuestro prójimo y eso nos exige como cristianos hacernos cargo de esos sufrimientos.

      Creo sinceramente que en la sociedad que nos venden diariamente, la de “lo inevitable” y “lo natural” de la pobreza y el sufrimiento, lo que hay es un profundísimo desconocimiento de la vida de “los otros”, a quienes se discrimina en nombre de una ideología neoliberal disfrazada de ciencia.

      La Gracia supone en nosotros la capacidad de ser solidarios, de «ver» a nuestros hermanos, de compadecernos de sus sufrimientos y ser capaces de comunicarnos con ellos. El “mercado” supone que somos individuos codiciosos que perseguimos solamente nuestro beneficio y el equilibrio se obtendría de ese enfrentamiento entre las respectivas maldades, una ley de la selva donde prevalece el más fuerte. No puedo concebir nada más alejado de los valores por los que Cristo murió en la cruz.

      Cordialmente,
      jc

  3. Carlos Angel Baratti on 17 enero, 2013

    Sin ningún interés propagandídtico, que no lo necesita Pablo Rossi, sino con el simpleafán de ampliar este tema tan importante, permítaseme sugerir en torno a lo que nos dice tan criteriosamente E.O’Conno, la lectura de algunos contenidos que en el libro de Rossi («Libertad o Barbarie»,El Emporio Ediciones, 2012), están desde la página 123 a 133 con los subttulos «Advertencia profética»,» Los nuevos desaparecidos y «¿Quién es pobre?» .

  4. Juan Carlos Lafosse on 17 enero, 2013

    En el artículo, la desigualdad es naturalizada, se presenta como “innata”, “consustancial o inherente al género humano”, algo que “no tiene por qué generar escándalo”, cosa que en cambio debería causar la pobreza que “mide la calidad de la democracia”.

    Acá está presente la idea de “mérito”, una ficción muy confortable, porque permite conciliar el principio filosófico de la igualdad con la realidad social de desigualdad y pobreza. Simplemente se “culpa” a los “perdedores” por su situación, que en realidad depende mucho más frecuentemente del azar que de méritos personales.

    Pobreza y desigualdad se “ven” solamente en el plano económico. Se es pobre si no se alcanza un valor determinado de ingresos y acceso a bienes, y se es desigual solo cuando estos difieren de los de otras personas. Una visión economicista que reduce a números a las personas.

    La pobreza y la desigualdad no son solamente un problema de dinero, van mucho más allá. No se puede ignorar la carga de violencia encerrada en la incapacidad de proyectarse en el tiempo, de estar “asignado” y encerrado en un sitio desde la cuna. De caer y no tener siquiera esperanza de levantarse.

    Lo intolerable es que existan grupos humanos que son excluidos de los beneficios de la civilización, que no son solamente los definidos por la “línea de pobreza”.

    En nuestra sociedad estamos cada día más encerrados en círculos limitados, de individuos “iguales”, que viven, trabajan, piensan, se entretienen, leen y consumen como nosotros. Vivimos sumergidos en una cultura hedonista, donde cada día la distancia con el “otro” es mayor, al punto de que demasiadas veces apenas si se los considera humanos. La falta de relación y contacto personal, llegan a extremos que hieren los sentimientos más básicos de humanidad. No se sabe nada de los otros y no se comprende la indignación de tantos frente a la desigualdad creciente en el mundo entero.

    El artículo critica también la forma de aplicación de las políticas de ayuda directa existentes. La más importante es la Asignación Universal por Hijo y su extensión a mujeres embarazadas que se otorga en forma automática, se cobra con tarjeta y está ligada directamente a la salud y la educación de los beneficiarios. O sea todo lo que en el mismo artículo se sostiene que debe hacerse. Pero sugiere que “facilita adicciones destructivas” o atenta contra la “cultura del trabajo”, lo que es francamente inaceptable.

    También caen todas las instituciones estatales, sin analizar las razones del deterioro de muchos de los sistemas, la complejidad de las problemáticas y los innegables avances en muchos de ellos, salud y educación por ejemplo.

    En realidad se sostiene la teoría del goteo – devenida “derrame” por injustificado optimismo y sólidas razones de marketing – como única forma de mejorar la pobreza y la desigualdad, dejando de lado las políticas de ayuda directa. Por eso, se reclama un ajuste que limite el gasto público “para evitar la inflación y la volatilidad de la macroeconomía” y de yapa se pronostica un apocalipsis por “cortoplacismo” sugiriendo que estamos cerca de un “colapso”.

    En el artículo también se insiste con la inflación que se adjudica en exclusiva a las medidas de gobierno, en particular a los subsidios y se reitera la expresión “impuesto inflacionario” como si esto fuera algo que se recaudara y no fuera tan negativo para las finanzas estatales como para las particulares.

    Como ejemplo, veamos un caso real. Yo compré en Febrero 2012 un producto de origen brasilero que me costó USD 213 más IVA, cambio oficial. En Noviembre 2012 el mismo producto, misma marca, mismo proveedor, me la quisieron cobrar USD 315 más IVA, también al cambio oficial. No acepté esta exacción y conseguimos uno equivalente, también brasilero, a USD 237.

    ¿Esta “diferencia” del 50% se debe a que se emitió demasiada moneda? ¿Dónde? ¿En Argentina, en Brasil o en EEUU?

    La realidad es compleja, no se puede simplificar demasiado si se quiere que una explicación sea real. La inflación tiene muchas causas y efectos y no siempre se distingue bien que es cada cosa, si causa o efecto.

    El impacto de cada decisión personal en la inflación – de compra o venta, de pedir aumento y/o negociarlo, etc. – es difícil de medir, pero existe. A veces los agregados de decisiones pueden verse, caso paritarias, pero no es evidente en cuanto inciden y cuanto son causa y efecto.

    Lo concreto es que la inflación tiene, sobre todo en Argentina, un componente de “memoria histórica” importante y hace saltar tapones en muchas cabezas. Y los argentinos ya sabemos quiénes la fomentan y porqué.

    Para complicarnos, precios internacionales, crisis ajenas y/o emisión, tienen efectos que no son instantáneos, que se producen en el tiempo y cada uno a su manera.

    Yo creo que el importador de la batería es un caradura que se monta en una ola para sacar su tajada, un abusador nada más. No puede justificar de ninguna manera ese aumento. Pero hay quienes hacen cosas parecidas en otra escala.

    Entre miles de millones de compradores y millones de productores aparecen unos pocos cuellos de botella por donde pasan los mercados. Estos oligopolios globales le dicen a los productores que les tienen que vender y a cuanto y a los consumidores que les tienen que comprar y a cuanto. El fenómeno de concentración de la riqueza pasa esencialmente por estos grupos que pueden hacer virtualmente lo que quieren. Se mueven por el mundo sin trabas legales ni éticas, solo la lógica de la ganancia tiene sentido para ellos, no crean riqueza sino que la usurpan.

    El problema es que hoy en día ningún Estado tiene herramientas que le permitan controlar los apetitos de estos gigantes. Acá, las negociaciones de Moreno son poco eficaces simplemente por el poder que tienen los oligopolios.

    En Argentina ya sabemos qué pasaría si el estado estuviera en las mismas manos que de 1976 a 2002, podría incluso ocurrir que el PBI aumentara, pero se destruiría la industria incipiente y se primarizaría, crecería la desocupación y nuestra Argentina sería rápidamente un país pobre con unos pocos ultraricos conocidos.

  5. Juan Carlos Lafosse on 21 enero, 2013

    En Argentina, la calidad de vida de la población de menores recursos no cabe ninguna duda que ha mejorado hasta el día de hoy. Francamente no entiendo que tiene de “atrevido” afirmar algo que puede verificarse fácilmente.

    El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA muestra de hecho estos avances en su publicación “Asimetrías en el desarrollo humano y social (2007-2010/11)” donde dice textualmente en la página 32: “Después de una significativa disminución de la pobreza entre los años 2003 y 2007, la dinámica positiva se atenuó como consecuencia del aumento de la tasa de inflación, así como del debilitamiento en la generación de empleo y de la desaceleración en el ritmo de crecimiento de los ingresos. Posteriormente, durante el último año (2010-2011), se recuperó la tendencia a la baja del porcentaje de hogares y personas en situación de privación para cubrir la canasta básica alimentaria y la canasta básica total. En 2011 el 3,3% de los hogares se encontraba bajo la línea de indigencia y el 13,6% bajo la línea de pobreza. En términos de población, estas tasas representan un 5,4% y 21,9% de personas sometidas respectivamente a estas privaciones absolutas.” Y en la misma página “Por otra parte, la disminución de las tasas de indigencia y pobreza registrada entre los años 2010 y 2011 tuvo como contexto no sólo las mejoras en el monto y la cobertura de las AUH y otros programas sociales, sino también la recuperación de la demanda de empleo y los incrementos salariales”. El último informe disponible está en http://www.uca.edu.ar/uca/common/grupo68/files/ODSA_BDSA_2012.pdf

    Las cifras que cita el artículo parecen corresponder al último trimestre del año 2011 y no al primer semestre del 2012. Pueden verse estos datos resumidos y graficados en http://www.uca.edu.ar/uca/common/grupo68/files/Indigencia_y_Pobreza_2011.pdf

    El trabajo se valora, se cuida y se busca. Ninguna familia vive con planes ni centra su vida alrededor de esos pocos pesos. Esta realidad es fácil de comprobar: la desocupación ha disminuido consistentemente desde el año 2003 de modo que cada vez hay menos “ociosos” que prefieren trabajar. A quienes creen que se vive de la AUH les pediría que hagan la prueba de subsistir una semana con tres hijos chicos con lo que cobran de la Asignación. Comentarios de algunos políticos sobre “nenas que se embarazan para cobrarla” son bajezas imperdonables de quienes no tienen límites éticos y si una enorme capacidad de discriminar.

    Lo dice también el Observatorio: “Si bien la pobreza se halla asociada a factores de tipo coyuntural, de los datos surge la importancia que comprenden aquellos otros de carácter estructural, como el capital educativo y social del hogar -medidos por la inserción laboral y la educación del jefe-. Asimismo, la probabilidad de caer en la pobreza se incrementa conforme aumenta el número de integrantes de la unidad doméstica, cuando disminuye la cantidad de aportantes al total del ingreso y en determinados barrios dentro de la traza urbana formal y en las villas y asentamientos precarios”, también en la pag. 32. Pocos se acuerdan de los “nuevos pobres” de los años 2000, de la clase media “tirando a un cuarto”.

    Esto no significa que la situación sea la ideal, por supuesto, pero como como dice el artículo “una modificación estructural de niveles no deseados de pobreza e inequidad sólo es verificable en, por lo menos, una generación”. Una buena parte del problema pasa precisamente por aquí: ningún gobierno dura una generación. Por eso, las políticas de generación de empleo y mercado interno tienen sentido y son las únicas que pueden generar cambios en las variables estructurales de la pobreza y perdurar en el tiempo.

  6. Francisco Jorge Dardan on 24 enero, 2013

    No se puede sino estar de acuerdo con el Sr. Ernesto O´Connor.-
    Cierto que la Argentina es CORTOPLACISTA.-
    Cierto que las políticas apropiadas para transformar «ésto que tenemos» en un gran y moderno país son A LARGO PLAZO.-
    Cierto lo de INESTABILIDAD MACRO y MICRO ECONÓMICA, CRISIS CADA VEZ MAS PROFUNDAS y RECURRENTES e INSTITUCIONALIDAD DÉBIL.-
    Pero lo consignado en el última párrafo es todo, en 1° instancia, consecuencia del CORTOPLACISMO.-
    Pero hay mucho mas:
    la prolongación en el tiempo de políticas económicas y sociales patológicas como: LA INFLACION, el EMPLEO PÚBLICO y los SUBSIDIOS, sirvieron para enrarecer y dificultar la aplicación e interpretación de los índices destinados a mensuras.- P.ej.: pocos detectan que: en la sociedad argentina la pobreza e inequidad económica atraviesa casi todas las clases sociales; hay sectores de clase media y media alta, con instrucción y desempeños universitarios, afectados por el flagelo (pero claro no son objeto de investigación).-
    ES DECIR, NO SON TODOS LOS QUE ESTÁN, NI ESTÁN TODOS LOS QUE SON.-
    Ahora bien, QUE NOS PASA?.-
    Como observador de la realidad argentina, creo haber descubierto que HAY UN NÚCLEO DURO DE NUESTRA REALIDAD, DEL CUAL EN ESTE PAÍS NI SE HABLA Y ES POSIBLE QUE TAMPOCO SE PIENSE.-
    Porque, si de POLÍTICAS A LARGO PLAZO SE TRATA, habría que considerar esos items de los cuales nadie nunca habló.-
    SI TIENEN LOS ARGENTINOS LIBERTAD para discutir y considerar políticas a corto plazo que son en su totalidad coyunturales, a saber:
    TIPO DE CAMBIO: alto, bajo, fijo, libre o con flotación sucia, mercado paralelo si o no;
    EMPLEO PÚBLICO COMO SUCEDÁNEO DEL TRABAJO DIGNO Y REAL: dentro del escalafón o fuera, como contratados, casi siempre expansivo y nunca restrictivo;
    INSTRUCCIÓN PRIMARIA, SECUNDARIA Y TERCIARIA: cada vez menos exigente y cada vez mas supernumeraria y volcada a diciplinas tradicionales (lo que se discute es: si mas médicos o contadores o abogados o sociólogos o historiadores).-
    INFLACIÓN: tasas altas o tasas moderadas (nunca bajas).-
    EXPANSIÓN DEL M 1: esto en general no se discute (es siempre fuértemente expansivo).-
    SUBSIDIOS: localizados o generalizados y a quien o quienes.-
    EXPORTACIONES: sí o nó y volúmen.-
    MERCADO INTERNO: sí o nó.-
    DERECHO DE PROPIEDAD: sí o nó, relativo o absoluto (en general fuertemente relativo).-
    ENDEUDAMIENTO EXTERNO O INTERNO: esto, en realidad, tampoco se discute (ocurre como con la inflación, todos en campaña electoral abominan de ello pero en el gobierno no vacilan en acudir a la herramienta).-
    Y podría seguir hasta el cansancio.-
    La clase dirigente sea pública o privada, política, económica y social accede a los puestos de mando para solo tratar de esquivar la crisis que dejó el anterior y se conforman tan solo con el consabido EFECTO REBOTE.-
    Mi opinión es que NO SABEN QUE HACER CON EL PAÍS.-
    Esto impide que haya POLÍTICAS DE ESTADO (no hace falta que un gobierno dure mas de 4 años, son las fuerzas vivas del país las que se tienen que poner de acuerdo).-
    En los países del primer mundo pueden gobernar alternativamente: demócratas, conservadores, repúblicanos, monárquicos, socialistas, comunistas o libertarios pero las líneas políticas básicas SON SIEMPRE LAS MISMAS.-
    Pero claro, para eso hay que tener una idea del país que se quiere y esa idea la tienen que tener aunque mas no sea 200 familias (como las que fundaron EE.UU).-
    El general URQUIZA, luego de movilizar el mayor ejército que contemplara jamás el sur de américa latina (el ejército grande) y de destituir a ROSAS, termina convocando al ACUERDO DE SAN NICOLAS para pactar con los gobernadores rosista y convocando al mismo Rosas (entonces en Inglatera) prometiéndole devolución de grado, propiedades y estipendios, a cambio de su regreso al país.-
    Desde entonces, nuestros líderes, tampoco sabían que hacer con el país.-
    NUNCA HAY BUENOS VIENTOS PARA QUIEN NO SABE A DONDE VA !!!.-
    Que nos sucede ?

¿ QUIERE DEJAR UN COMENTARIO ?