La historia económica de nuestro país refleja un derrotero entre la ilusión y el desencanto. Movimientos pendulares entre distintas visiones no han podido consolidar un crecimiento sostenido, que haga posible un desarrollo integral de la persona. La situación actual, con problemas de inflación, déficit fiscal e inconvenientes crecientes en materia de competitividad de la economía, hacen pensar que a la ilusión de la década pasada podría suceder una etapa de desencanto.

La Argentina parece oscilar entre modelos antagónicos. A la ola privatizadora de los años ‘90, concertada con un modelo de tipo de cambio fijo y acceso al mercado de deuda, se le contrapone otro caracterizado por el activismo gubernamental, con una fuerte intervención del Estado en vastos sectores de la producción y los servicios.

En esta coyuntura, la economía no es ajena a la historia de desencuentros que acontece en materia política. Por otra parte, los discursos tienden a polarizarse y resulta sumamente difícil acordar presupuestos mínimos para intentar corregir, o al menos morigerar, los efectos que puede tener un plan económico sobre la vida de las personas.

Si tomamos el ejemplo de la inflación, desde sectores afines al oficialismo se declama que los culpables de la suba del costo de vida son los formadores de precios que tienen posiciones dominantes en el mercado. Desde otros lugares se sostiene que es el gobierno, mediante la emisión monetaria sin control, el que provoca inflación. Además, el propio Estado tampoco aclara de manera veraz las estadísticas necesarias para diagnosticar con certeza los síntomas y tomar las decisiones más adecuadas.

Esta oscilación entre las distintas “recetas” económicas que la Argentina fue aplicando da como resultado un crecimiento y desarrollo escaso e irrelevante si se compara con otros países de similares características.

Esta situación nos interpela. Como ciudadanos y como cristianos. Y muestra una notable incapacidad por parte de la sociedad y sus dirigentes para llegar a un acuerdo acerca de las condiciones y exigencias básicas del desarrollo. ¿Es la fórmula una economía más volcada hacia el sector privado, con un rol más pasivo y regulador por parte del Estado? ¿O, por el contrario, es el Estado quien debe dirigir la economía, a través de su participación como agente económico directo, por medio de empresas estatales, subsidios, etc.? ¿Cuál de las dos es la forma más adecuada para afrontar las enormes desigualdades que existen hoy en día en nuestra sociedad?

Los interrogantes pueden continuar hasta el infinito, ya que –como dice con sencillez Paul Samuelson– todos podemos opinar sobre economía, o –mejor dicho– intentar teorizar sobre qué, cómo y para quién se deben producir bienes y servicios.

Lo que nuestra historia parece demostrar es que los interrogantes no fueron debidamente respondidos, y que las variantes económicas aplicadas no han tenido los resultados esperados.

¿Qué decir sobre esta situación? ¿Es realmente ineludible inclinarse y tomar partido excluyente por un modelo económico frente a otros? La historia económica de la Argentina parece mostrar que no es así, que la raíz del fracaso de nuestro país en este ámbito no se encuentra tanto en una elección equivocada entre modelos económicos puros, cuanto en la falta de flexibilidad a la hora de evaluar, corregir y enmendar los planes originalmente implementados, lo que desembocó en cambios abruptos de dirección, con sucesivas marchas y contramarchas y una enorme dilapidación de tiempo, recursos y energías humanas. Es al menos en parte debido a dicha rigidez que no hemos logrado aún echar las bases de un desarrollo sostenible, mientras aumenta paulatina e inexorablemente la brecha de desigualdad social. La dignidad de las personas, en este contexto, y especialmente de las que menos tienen, es la más dañada, al verse privada de las oportunidades mínimas imprescindibles para una vida digna y decorosa.

En el presente número de la revista nos ocupamos de temas económicos. Distintas reseñas y artículos intentan –desde diferentes miradas– aportar algunos elementos para el análisis de los desafíos actuales. En este texto editorial querríamos destacar tres principios que consideramos imprescindibles para el desarrollo y la inclusión: la subsidiariedad, la participación y la solidaridad, tres elementos de la enseñanza social católica que humanizan la economía y –en su correcta aplicación– permitirían moderar el péndulo para encauzarlo hacia un desarrollo más enraizado en la persona.

El principio de subsidiariedad alienta a las personas hacia la libre iniciativa, o –en palabras del jesuita británico Rodger Charles– a que el individuo tenga la plena capacidad para llevar adelante su propia vida. Por supuesto que esta capacidad de iniciativa no significa aislamiento ni encierro en el propio interés, sino la posibilidad de utilizar la libertad para el despliegue de los propios talentos en beneficio propio y de la sociedad. De esta manera, las personas pueden formar una familia, asociarse con fines útiles y desarrollar sus capacidades, sin que terceros –o el Estado– interfiera en las áreas de su competencia. Asimismo, la sociedad civil, que es el producto del principio de subsidiariedad, debe ser asistida y coordinada por otras estructuras sociales, como puede ser el Estado, aunque –remarcamos– siempre desde la subsidiariedad, evitando la interferencia.

La sociedad civil, así entendida, requiere de una participación ciudadana activa que le dé vida y operatividad. Caso contrario, es altamente probable que resulte obstaculizada por otras estructuras, como pueden ser las corporaciones o el propio Estado.

Finalmente, la subsidiariedad como capacidad de las personas y la sociedad civil de llevar adelante sus propios asuntos, necesita de la complementación inescindible de la solidaridad, para evitar que la iniciativa se transforme en un predominio indebido del interés particular, a expensas del bien común. De este modo, la iniciativa personal vinculada a la solidaridad hará que aquello que es bueno para unos, lo sea también para los demás. La solidaridad, en definitiva, no significa sino reconocer en el otro a una persona con igual dignidad y derechos, es decir, a un hermano, y sentirnos responsable por su bien.

La Argentina y sus dirigentes, atendiendo a su historia, no han podido consolidar una senda común de desarrollo sostenido. Las variaciones pendulares han sido y son el eje de nuestro recorrido. Como primera conclusión, pareciera imprescindible intentar entender cuáles son aquellos puntos de contacto, entre los barquinazos conocidos, para construir instituciones sólidas que sostengan cursos de acción coherentes y de largo aliento.

La sociedad civil, como protagonista en esta película, desde la participación, la subsidiariedad y la solidaridad, tiene mucho que aportar.

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  1. Juan Carlos Lafosse on 14 enero, 2013

    Estuvimos desde 1976 hasta el 2003 atados en el extremo neoliberal de la “ola privatizadora” con un “modelo de tipo de cambio fijo y acceso al mercado de deuda”, donde el supuesto péndulo estuvo parado 27 años y todos sabemos cómo terminó el país, mejor dicho la inmensa mayoría de los argentinos.

    Recordemos que cuando el “péndulo” estaba en la época de las “operaciones sin anestesia” (para los trabajadores y los pobres, obviamente) el mensaje omnipresente era que “no se puede hacer otra cosa”, “es imposible”. Gracias a la penetración cultural de estas ideas, lo que ocurría es que era “impensable” estar contra el dogma neoliberal. En cambio hoy, varios premios Nobel y el mismísimo FMI opinan que esta concepción económica es la culpable de la creciente brecha de inequidad del mundo y reclaman que las políticas que llevaron a Europa a tasas de desocupación inéditas sean revertidas, un “péndulo” al revés de lo que propone el establishment argentino.

    Lo que ha ocurrido a partir del 2003 es un cambio de rumbo que los argentinos necesitábamos y aprobamos, no queremos volver a la década del 70, ni a la del 80 y menos aún a la del 90. Lógicamente crear poder a partir de mayorías populares genera temores en algunas minorías, y preocupación en los grupos de poder económico que hasta ese momento dictaban las reglas de la política y la economía, en la práctica manejando el Estado.

    El problema es la definición de que es “un crecimiento sostenido, que haga posible un desarrollo integral de la persona” y como esto se relaciona con los valores declarados del cristianismo, la justicia, la equidad y la solidaridad por ejemplo. Comencemos por establecer que el objeto de la economía no es el PBI sino la gente y – para un cristiano especialmente – todos aquellos que tienen menos oportunidades de tener una vida digna, con sueños sin esperanza de alcanzarlos ni “capacidad para llevar adelante su propia vida”. Nuestros prójimos, los preferidos de Cristo.

    Decidir quién gana y quién pierde no es una decisión económica sino esencialmente política y en consecuencia ética, no hay fórmulas matemáticas para esto. Dentro del paradigma neoliberal, la economía es una ciencia independiente de la política y quizás por eso muchos opinan sobre cuestiones que creen son económicas cuando son claramente del campo de la política.

    Consciente o inconscientemente, en demasiadas cabezas la línea de totales de una planilla de cálculo es más importante que las personas que esos números afectan. Vivimos en una sociedad que genera grupos aislados, homogéneos, de individuos y no de familias o amigos, de barrios cercados, de “contactos” en el celular y Facebook, donde hay una gran incapacidad de ponerse en los zapatos de los demás para percibir realidades con las cuales cada vez existe menos contacto personal.

    La subsidiariedad es un valor, sin duda. Pero debería analizarse la libertad de los ciudadanos no solo en relación al Estado sino también a los demás poderes fácticos que interfieren y avasallan cotidianamente derechos y recursos de todos los argentinos. La economía de mercado y las grandes corporaciones desconocen la equidad, la justicia y la solidaridad. Prueba incontrastable de esto es la cada vez mayor concentración de la riqueza en todos los países.

    Las democracias no son solamente un mecanismo para elegir gobernantes. De muy distintas formas, la participación de los ciudadanos en la política es activa y permanente. Fundamentalmente porque cuando en una elección la sociedad delega la solución de sus problemas, la complejidad del universo científico y social hace que no comprenda fácilmente las decisiones tomadas. Entonces se generan nuevos mecanismos de control y supervisión, muchos informales y desordenados, que son expresión de la despolitización de los Estados.

    La desconfianza social, no solo política, es el factor común de muchas situaciones. Solo el 2,8% de los brasileros declaran que, en un sentido general, “se puede confiar en la mayoría de la gente”, cifra que alcanza el 66,5% entre los dinamarqueses. Esta falta de confianza en el prójimo se correlaciona con la desconfianza hacia los dirigentes y – nada sorprendente – con la tolerancia a la corrupción. De ahí nacen también todas las formas de discriminación.

    Lo inmoral es que esta desconfianza es deliberadamente fomentada y utilizada como herramienta política. Si se analiza hoy en Argentina el mensaje de los medios, los ataques personales ocupan la inmensa mayoría del espacio, muy por encima de las críticas a hechos y decisiones, que también son utilizados como excusas para nuevas agresiones. Esto no es nuevo ni original de Argentina, se hace en todos lados simplemente porque es eficaz. La tasa de recordación y penetración es más alta, tal como ocurre con los chismes, no se recuerdan tanto las virtudes como los pecados ajenos.

    Para aportar hay que dialogar, lo cual exige al menos respeto por el otro. Pero forma parte de la operación de desgaste de la reputación del adversario político la permanente exigencia de “diálogo”, de que “se escuche a la oposición», que se busquen “consensos”, de “flexibilizar” medidas, cuando en realidad lo que se busca, muy explícitamente, es llevar nuevamente el péndulo a la década del 90, sin intención real de participar de una construcción diferente.

    Lamentablemente, involucrarse en políticas de estado de largo plazo es algo que no le interesa a la oposición, es más negocio criticar desde afuera, aunque para los argentinos sea mucho menos conveniente. Y esto no pasa solo en Argentina por supuesto, hay ejemplos terribles en países que algunos llaman “serios”.

  2. Gabriel Venica on 22 enero, 2013

    Creo que la teoría del péndulo aplicada a los últimos años descansa sobre dos supuestos indemostrados a saber:
    I) «que el fracaso de los 90 se debió a haberse inclinado la balanza hacia un extremo privatizador, liberal (o neoliberal como sugieren algunos).
    II) Que los 90 fueron un fracaso.

    ¿Fue realmente así?

    I) Respecto al primer punto, las causas de las crisis de los 90 ¿fueron las privatizaciones y las desregulaciones o fueron en cambio la incapacidad para disminuir el gasto pùblico (que se duplicó en la década pasando de USD 50.000 a exactamente el doble), el endeudamiento concomitante, la profundización de un sistema clientelar, feudal, unitario al que un típico caudillo peronista no sólo no quiso renunciar sino que privilegió en su segundo mandato en búsqueda de un tercero que nunca llegó?

    II) Respecto al segundo punto ¿Fue fracaso los 90 o fue el inicio de una transformación exitosa, pero inconclusa que terminó en una crisis? ¿Se puede considerar Fracaso a un sistema que brindó estabilidad y moneda durante la única década en los últimos 70 años? ¿Que merced a la ola privatizadora y a gigantescas inversiones nos devolvió puertos eficientes (antes los mas caros del mundo), comunicaciones avanzandas (antes ENTEL), autoabastecimiento petrolero (que hoy perdimos), una red de producción y distribución electrica eficiente despues de años de corte? De estas transformaciones, pasada la crisis del 2001/2002 todavía nos aprovechamos hoy despues de años sin inversion y con las tarifas congeladas? ¿Puede considerarse fracaso el fenomenal desarrollo que en los 90 merced a la apertura tuvo el complejo agroindustrial (siembra directa, desarrollo tecnológico, polo aceitero mediantes) y el complejo automotriz cuyos principales beneficios se vieron en esta merced a los precios internacionales?

    Tengo la sospecha que desde hace 70 años que Argentina no oscila entre dos extremos sino que vive sujeta al extremo de un estatismo de fuerte sesgo demagógico, dirigista, y clientelista de raigambre 30/ peronista del que no han querido ni podido salir ni militares, ni radicales, menos MENEM.

    • Juan Carlos Lafosse on 22 enero, 2013

      Estimado Gabriel Venica,

      Veamos la “década del 90” y para facilitarlo, cambiemos el orden de sus preguntas. También incluyamos los gobiernos de la Alianza y sucesores diversos dentro del periodo, ya que compartieron hasta ministros de economía. Y como esta fue la continuación casi sin interrupciones de las políticas económicas que comenzaron en 1976, la “década” duró realmente 27 años.

      ¿Fue un fracaso esta década del 90 “larga”? Obviamente todo depende de que se llame “fracaso”. Si se privilegian exclusivamente los criterios economicistas y financieros, quizás hasta se podría discutir su punto, algunos ganaron inmensas fortunas.

      Ocurre que para mí – y creo que para todos los que compartimos valores cristianos – el objeto de la economía es la gente, no el PBI ni el “1%”, y por eso se deben privilegiar los valores del bien común, muy especialmente el de aquellos que más lo necesitan. Y no se puede negar que el “costo social” fue inmenso.

      Llegar a los valores de desocupación, de destrucción de la industria, de la salud, de la educación y de endeudamiento que se alcanzaron fueron “daños colaterales” moralmente inaceptables. Todas las instituciones del país fueron alcanzadas por la desintegración moral y económica en que se vivió.

      Ahora vale la pregunta de si esto fue causado por un gasto público excesivo y las políticas clientelares y feudales que Ud. adjudica al peronismo. Claro que acá se plantea un problema: los dictadores del proceso no eran peronistas y fueron quienes comenzaron este proceso de privatizaciones y desregulación financiera. Y fueron 27 años, tiempo suficiente para que no se lo pueda considerar una “etapa inconclusa”.

      El problema básico es que a través de la extranjerización de la economía y de las desregulaciones financieras los beneficios generados por los recursos y el trabajo de los argentinos salían al exterior. Ahora algunos que aplaudían a Cavallo critican el valor del dólar, que nos quita “competitividad”… y encima se rajan las vestiduras exigiendo “honrar nuestros compromisos” con los fondos buitres, crease o no. Eso sí, la deuda en dólares sujeta a intereses usurarios y condiciones durísimas la avalamos nosotros y sus servicios consumían los ingresos del estado en un círculo perverso: el “gasto público” se realizaba en el exterior.

      En nombre de la “eficientización” de la industria comprábamos lo que venía de China en los “todo por dos pesos” mientras cerraban fábricas y a los despedidos les explicaban que “no había alternativa”, que “eran las leyes del mercado”. Vergonzoso y trágico, realmente llegamos a ser un país quebrado y sin esperanza. Revertir este proceso ha sido un logro inmenso para el país.

      Yo viví cada una de estas situaciones y reconozco que me cuesta aceptar que se la pueda considerar como positiva.

      Cordialmente,
      jc

      • Jose Buceta on 24 enero, 2013

        Sr Lafosse, el Sr Venica describe lo positivo de un período y me parece indiscutible tiene razón, Ud cree que esos logros no son útiles ya que produjeron mucho dolor y pérdidas a mucha gente, lo que me parece exagerado es relacionar esto con valores cristianos, pues muchos cristianos siempre trataron de minimizar los daños. Lo invito analice no sólo el período del 90 en adelante sino un período más largo, es lo que digo mas arriba han pasado por el gobierno todos los tintes políticos y el resultado está a la vista, si se conforma solo con que el actual gobierno corrigió algo puede hacerlo, pero la decadencia argentina es mucho mas que cualquier logro parcial.
        Bien dice el Sr Dardan que hay algo en comun a todos los gobiernos y digo todos incluso los militares han tenido en su momento respaldo mayoritario en la sociedad y si hay algo en comun a todos ellos es la corrupción que explota en la actualidad
        Dice Ud en su comentario inicial que este gobierno se ve abandonado por la oposición que no tiene los altos parametros de la política a largo plazo que sí tiene el gobierno y por ende responsabiliza a la oposición por los péndulos de la economía. Sr Lafosse no ve correcto que la oposición se oponga a un gobierno que usa la mentira como arma política (INDEC por ejemplo)un gobierno manejado por un par de millonarios que hicieron su fortuna desde la función pública (no diga que la justicia se expidió, por favor) a esa misma Justicia la atormentan los funcionarios comenzando por la Presidente y otros voceros que amenzan tomar el Palacio de Tribunales (Hebe dixit)un gobierno que no asume ningun error en su gestion, todo es responsabilidad ajena, un gobierno que ha destruído el autoabstecimiento enérgetico en aras de una subvención indiscriminada de la que hoy les cuesta salir, un gobierno que se ha convertido en el mayor deudor de la historia, hoy ya no con el FMI sino con el BCRA y el ANSES, un gobierno que ignora problemas básicos de la sociedad como la inflación, un gobierno que ha hecho muy poco o nada para combatir la inseguridad que atormenta a toda la sociedad y quedarían mas pero no creo que Criterio permita tan largo escrito, es decir es lógico que la oposición no acompañe este modelo y se oponga a él.
        Hay una línea común en casi todos los gobiernos de los últimos 100 años, practicamente todos fueron peronistas incluso antes de Peron.
        Cuando los argentinos podamos hacer una autocrítica en serio veamos las líneas directrices que hemos seguido hasta ahora y cambiemos iniciando por la corrupción estaremos dando el primer paso para evitar péndulos y mantener un camino de bienestar persistente. Un cordial saludo

        • Juan Carlos Lafosse on 31 enero, 2013

          Estimado amigo Buceta,
          Gracias por responder mi comentario, aprecio su opinión y disposición al diálogo.

          No se trata de discutir la utilidad de lo hecho en los 90, bienvenido todo lo que sirve al país, sino el sentido que se le dio a la economía, enfocada primariamente en generar utilidades en circuitos empresarios y financieros y sin tomar en cuenta – “sin anestesia” decían – los terribles costos humanos y la enorme destrucción que esto causó en la estructura social y económica de Argentina.

          Me honra conocer a muchas personas que buscaron distintas formas de paliar los sufrimientos que estas políticas causaron en la gente y especialmente en los de menos recursos, pero lamentablemente no puedo decir que haya sido una característica que nos identificara a los cristianos.

          No comparto su idea de la decadencia argentina básicamente porque en el periodo que Ud. plantea pasaron demasiadas cosas en el mundo y en Argentina. Hay que comprender como se llega a donde estamos para poder elegir y corregir rumbos, pero simplificar en “decadencia argentina” el estado actual del país no es útil ni tampoco me parece realista. La ideología neoliberal ha causado inequidad y pobreza crecientes en el mundo entero, no solo en Argentina. Minimizar el Estado deja sin defensas a la población, que es pauperizada por la “codicia desenfrenada”, como la llamó Obama y los “excesos” como los calificó Benedicto XVI, del capitalismo salvaje y sin control.

          Hablar de “explosión” de corrupción simplemente no tiene asidero en los hechos y mucho menos si la comparamos con los gobiernos militar y menemista. Por supuesto que hay hechos de corrupción que no debieran ocurrir, tal como pasa en el 100% de las instituciones del planeta, oficialistas y opositoras, públicas y privadas, peronistas o antiperonistas . Claro que sí, desde ya y los repudio con toda mi alma. También hay errores y problemas causados deliberadamente, algo inmoral también, venga de donde venga.

          Por favor, relea lo que dije en mi primer comentario sobre la desconfianza social: “Lo inmoral es que esta desconfianza es deliberadamente fomentada y utilizada como herramienta política. Si se analiza hoy en Argentina el mensaje de los medios, los ataques personales ocupan la inmensa mayoría del espacio, muy por encima de las críticas a hechos y decisiones, que también son utilizados como excusas para nuevas agresiones.”. Tome las notas de cualquier diario y vea en cuantas de ellas hay un agravio o descalificación PERSONAL a la presidenta. Cuente las veces en que le dicen “soberbia”, “autoritaria”, “cerrada” cuando no “loca” directamente. Y no podría reproducir acá lo que dijo en estos días una “estrella política” del PRO, esto sí que da vergüenza.

          También es corrupción desenfrenada esta fábrica de “explosiones” de lo que le convenga, corrupción, inseguridad, inflación, etc. etc. a partir de casi cualquier materia prima, real, deformada o inventada directamente.

          La función de la oposición no es solo oponerse sino proponer alternativas y modos diferentes de encarar los problemas del país y debatirlos públicamente. Ojalá tuviéramos realmente oposición política! E insisto, todas sus llamadas al “diálogo”, al “debate” y la “negociación” son nada más que formas de atacar al gobierno, no tienen ningún interés en discutir ideas.

          Creo que muchos sabemos que harían algunos seudo opositores si llegaran al poder, pero no lo dicen porque es mucho más rentable apostar al desgaste de las personas. Y en este camino los lidera un ejército mediático, que los alinea a su conveniencia.

          No es creíble que el gobierno “ignore problemas básicos de la sociedad”. Si es capaz de ganar elecciones rotundamente como lo ha hecho, no puede ser ignorante de la realidad. Fíjese que las críticas son porque “ahora” las medidas que se toman “van a” producir apocalipsis diversos. De golpe Néstor resulta que fue un genio, “peeero” Cristina nos lleva a la ruina (en el futuro!).

          No es deprimiéndose como se hace crecer un país, no es rindiéndose y declarando que somos incapaces sino aportando cada día un esfuerzo para que las cosas sean mejores y dialogando como Ud. y yo estamos haciendo.

          Estimado Buceta, lo llamo al optimismo, guste o no, como país estamos mucho mejor que hace 10 años. Dejemos a Perón en paz, miremos el mundo actual y cómo podemos ayudar a quienes más lo necesitan, concretamente y desde nuestro lugar.

          Cordialmente,
          jc

    • Jose Buceta on 23 enero, 2013

      Sr Venica comparto plenamente su análisis y con mas énfasis el remate, Ud dice 70 pero podemos tomar los últimos 100 años,en tan largo período entran todos los gobiernos y modelos, el resultado es una decadencia hoy ya indisimulable, cada avance en el buen sentido fue anulado por el siguiente gobierno, debemos asumir que así como los alemanes hicieron Alemania, los japoneses Japon, los brasileños Brasil y los chilenos Chile, los argentinos hicimos Argentina y por lo que se ve hay muchos felices y orgullosos de tal logro Un cordial saludo

      • Francisco Jorge Dardan on 23 enero, 2013

        Sr. BUCETA.-
        Adelanto mi acuerdo con su conclusión de que a la Argentina la hicimos los argentinos.-
        Nací y me crié en un hogar en el que había una gran actividad política.- Llegado a los 25 años comenzé a interrogarme por la causa debido la cual, todas las experiencias políticas y económicas en la R.A. terminaban en fracaso total.-
        Dediqué, y dedico actualmente, una parte importante de mi tiempo a la investigación.-
        En aquel entonces no existía la internet, así que acumulé archivos nacionales y extranjeros de casi todos los temas sociales, político y económicos.-
        En la década de los años 1980 arribé, lamentablementge, a la certeza de que nuestro problema era social.-
        Lamentablemente, nuestra sociedad fué corrompida y se dejó corromper en lo intelectual, moral y espiritual.-
        Don RODOLFO IRAZUSTA, político de mi tiempo, sostenía ya en 1960 que: «LA PERVERSIÓN MAYOR DEL RÉGIMEN CONSISTE EN HABER IMPLICADO AL PUEBLO EN SU PROPIA CORRUPCIÓN».-
        Todos los gobiernos civiles, militares, peronistas, radicales, conservadores o nó, liberales o nó, etc., contaron y cuentan aún con nutridos grupos de civiles que por ignorancia, error intelectual, o interés bastardo (ligados económicamente con el gobierno de turno), los apoyaron entonces y los apoyan aún, a pesar de que con el tiempo, pudieron comprobar en lo que terminó cada una de las experiencias.-
        Y es lo que aún me sorprende de los seres humanos, esa dramática necesidad de creer a ultranza y contra toda evidencia.-
        CHESTERTON decía: «LO MALO DE NO CREER EN D´S, NO ES EN SÍ NO CREER EN ÉL, SINO EN QUE SE TERMINA CREYENDO EN CUALQUIER COSA».-
        Y, según mi experiencia y la de estudiosos del tema, el pueblo argentino, por encima las apariencias, es rigurosamente pagano.-
        Muchas Gracias

  3. Francisco Jorge Dardan on 22 enero, 2013

    La argentina el ÚNICO MODELO que tuvo desde siempre ha sido el sempiterno y antiguo AGROEXPORTADOR.-
    Para sostener una estructura socio-económica ineficiente e inícua, que transformó al país en una AUTÉNTICA FÁBRICA DE POBRES, la practicamente totalidad, de la dirigencia política, social y económica (incluida la actual), acudió a la aplicación sistemática e inflexible, de las siguientes POLÍTICAS DE ESTADO, a saber:
    ENDEUDAMIENTO PERMANENTE (desde B.Rivadavia y hasta la fecha).-
    PÉSIMA ATRIBUCIÓN DE LOS RECURSOS PROVENIENTES DEL ENDEUDAMIENTO.-
    RENUNCIA A OPONER LA DEFENSA DE INMUNIDAD SOBERANA (también los KIRCHNER).-
    INFLACIÓN (principiando controlada y al final descontrolada).-
    SUBSIDIOS (al principio controlados y al final descontrolados, como al día de hoy).-
    CONTRATOS, EMPLEOS, CARGOS y PUESTOS PÚBLICOS (supernumerarios y ñoquis).-
    EXPROPIANDO y/o CONFISCANDO LA PROPIEDAD PRIVADA LOCAL y/o EXTRANJERA (leyes de congelamiento de locaciones urbanas, rurales, incautación de palacios, empresas etcétera).-
    Como nada alcanza se acudió siempre a CONTROLES DE PRECIOS, COMISIONES DE AGIO Y ESPECULACIÓN, APRIETES, PESIFICACIONES FORZADAS, CORRALITOS, CORRALONES y CEPOS de toda clase.-
    Como tampoco alcanza y desde su creación, el Estado delincuente procedió, a través de sus personeros, a la CONFISCACION Y MALVERSACIÓN DE LOS DINEROS DE LAS CAJAS PREVISIONALES Y HOY DE LA ANSES.-
    Como nada alcanza, PROLETARIZARON LAS ACTIVIDADES CIENTÍFICAS Y UNIVERSITARIAS (transformando la educación terciaria, de centros de investigación y excelencia en CASAS DE CONTENCIÓN DE DETERMINADOS SEGMENTOS POBLACIONALES (así lo reconocieron funcionarios del ramo).-
    En la República Argentina, desde hace ya mas de 100 años, no hay estructura socio económica sana, por lo que deviene supérfluo tratar de establecer si la política económica del caso es liberal, neoliberal, estatista, privatista, socialista, capitalista, central o periférica.-
    El delito lo constituye el hecho de que la TOTALIDAD DE LOS DIRIGENTES PÚBLICOS y/o PRIVADOS, IGNORA o SIMULA IGNORAR los hechos precedentemente descriptos.- Es mas, TODOS, INCLUIDOS LOS KIRCHNER PARTICIPARON A SU TURNO de todas esas patologías.-

  4. Francisco Jorge Dardan on 23 enero, 2013

    Puntualizando textos de comentaristas.-
    El actual plexo de medidas políticas y económicas, idénticas a las tomadas con anterioridad durante la década de 1980, FRACASÓ ESTREPITOSAMENTE CON EPICENTRO EN LOS AÑOS 1989/1990, provocando la salida anticipada del presidente ALFONSÍN.-
    Esa crisis, en la desesperación de la respuesta, provocó el plexo de medidas políticas y económicas instauradas en la década de los años 1990.-
    ES FALSO que la Argentina haya salido de alguna o algunas de sus crisis jamás.-
    Ni siquiera llegó a salir de la crisis de 1930 y menos aún de la de 1950.-
    DE LAS CRISIS SE SALE, ACÁ Y EN TODO EL MUNDO, CON CAMBIOS DE ESTRUCTURA SOCIO ECONÓMICA
    Y NO CON MEDIDAS COYUNTURALES.-
    No sirve, ni acá ni en ningún lugar del mundo:
    DISFRAZAR EL DESEMPLEO CON EMPLEOS PÚBLICOS ÑOQUIS.-
    DISFRAZAR LA FALTA DE TRABAJO CON SUBSIDIOS O CARIDADES.-
    DISFRAZAR LA ESCASES DE RECURSOS CON INUNDACIÓN DE BILLETES DE FALSO VALOR.-
    DISFRAZAR LA ACTIVIDAD ECONÓMICA o EL CONSUMO CON CIERRE DE FRONTERAS.-
    DISFRAZAR LA ESTABILIDAD DE LOS PRECIOS CON PATOTEADAS, JUNTAS REGULADORAS, PRECIOS TESTIGOS o PRECIOS OBLIGATORIOS.-
    Cualquier deportista sabe que NO ES LO MISMO un entrenamiento esforzado y riguroso a la utilización de asteroides y anabólicos.-
    Y HAY PARA MUCHO MAS PERO EL LUGAR NO ES EL IDÓNEO.-
    Muchas Gracias.-

    • Juan Carlos Lafosse on 27 enero, 2013

      Frente a lo que vemos alrededor nuestro, “la realidad”, tendemos a confirmar el relato que tenemos armado en nuestra cabeza. Esto es así para todos nosotros, es inevitable filtrar todo lo que nos llega a través de nuestra visión y nuestras acciones también están determinadas por este relato personal. Esto también ocurre a nivel social, todas las sociedades tienen relatos que les sirven para explicar de dónde vienen e incluso a proponer a donde quieren ir.

      Algunos relatos son paralizantes e incluso destructivos. Por ejemplo el recurrente tema de la supuesta tara de los argentinos.
      Nuestra sociedad no es ni mejor ni mejor ni peor que otras, pero tiene una historia diferente. Por ejemplo, en EEUU ganó Lincoln, en Canadá Macdonald y acá Mitre, allá triunfó el industrialismo y acá el modelo agroganadero. También tuvimos a Avellaneda, que hubiera entregado la Fragata Libertad, tripulación incluida. En EEUU tuvieron a Reagan y los Bush, en UK a Thatcher y nosotros a Videla, Martínez de Hoz y Cavallo.

      Interpretar lo que ocurre ahora en Argentina desde un punto de vista anclado hace 70 o 100 años, sin incorporar todo lo ocurrido en el mundo en ese periodo, no ayuda ni a entender el pasado ni mucho menos a construir un futuro mejor.

      Para esto hay que discutir ideas, puntualmente, no mirar hacia atrás y declarar que todo está perdido porque “los argentinos” somos así. No se construye un país mejor de esta forma.

      Los «cambios estructurales» son solo una frase si no se proponen vías política, social y económicamente posibles, realistas, en el contexto global en el que vivimos.

  5. Alberto José Arias on 4 febrero, 2013

    Estimados todos: El problema de Argentina, afirmaba Carlos Ramón Arias, no es económico sino moral. En verdad, pienso que en Estados Unidos de Norteamérica, en Alemania, en Japón, en Brasil o en cualquier otro país en el que sus gobernantes administren los bienes de todos con la mayor eficiencia, también hay corrupción, porque todos somos seres humanos imperfectos. Pero en ninguno de ellos debe ser en la medida descomunal de Argentina, porque ya es obsceno el grado de corrupción al que hemos llegado en Argentina porque se exhibe a los ojos de todos con toda naturalidad.
    Si el problema no es económico sino moral como aseveraba Carlos Ramón Arias, debemos demostrarlo. Expongo pues, dos ejemplos que nos ahorrarán palabras.
    El primero: A la hora 0:10 de la madrugada del día 27 de octubre de 2003 se produjo un terrible accidente de tránsito en el cruce de la Ruta Nacional 127 y la Ruta 2 de la Provincia de Entre Ríos, muy cerca de la localidad de Conquistadores de la última, entre un ómnibus con turistas que se dirigían a las Cataratas del Iguazú y un camión Fiat 150 de la empresa de Transporte Lucas, cargado con más de 200 garrafas de gas. Las garrafas explotaron y murieron carbonizadas 14 personas y otras 44 resultaron con heridas de distinta consideración. A la vera del camino, todavía hoy se exhiben los restos calcinados de los vehículos siniestrados.
    Esta noticia puede leerse en Internet en las páginas del diario Clarín y también en Página 12. Pero la crónica que publican, ambos periódicos, está cercenada porque no es toda la verdad.
    La noticia verdadera que debió publicarse es que el Gobierno sabía positivamente que ese encuentro de rutas era fatídico. En Entre Ríos se supo siempre que los pobladores de Conquistadores pedían a gritos que se construyera una rotonda en ese cruce y tanto y tanto lo solicitaron que el gobierno ordenó la construcción del bendito cruce, y esto fue mucho antes de producirse aquél brutal choque. Pero hete aquí que la rotonda no se construyó, pero la obra se pagó por el Gobierno.(1) Como no se construyó, el Gobierno encargó la instalación de esta rotonda a otra empresa y otra vez el Gobierno la pagó puntualmente… pero la obra no se hizo tampoco esta segunda vez.
    Al poco tiempo de producirse este segundo pago, tan incausado como el primero, se produjo el luctuoso accidente. Entonces sí, después de estas muertes injustas, se ocuparon de hacer construir la bendita rotonda que ahora impide e impedirá en adelante, que ocurra cualquier accidente en la intersección de estas dos rutas.
    Se sabe por todos que para que el Gobierno pague una obra, debe verificar que fue efectivamente construida. Se estableció entonces los “certificados de obra” que es un instrumento público que emite un funcionario público luego de visitar la obra en cuestión y verificar su construcción.
    Pregunto entonces: ¿Cómo se certificó dos veces esta obra sin que haya sido construida? ¿Por qué la construcción de la rotonda de Conquistadores tuvo que ser pagada tres veces? ¿Quién se quedó con este dinero público? ¿Hay alguien procesado y condenado por este hecho de corrupción más que evidente? Hice la pregunta última y la respondo: No.
    El segundo: El diario “La Nación” del 13 de diciembre de 1996, que puede leerse en Internet, anuncia que la Dirección Nacional de Vialidad tomó en sus manos la reparación de los obenques deteriorados del Puente Zárate Brazo Largo. Pero resulta que las reparaciones insumieron muchos millones de dólares que los pagó el pueblo argentino y no la empresa que administra la Ruta Nacional 14, inclusive el referido Puente, desde 1991 y cobra rigurosamente peajes a quienes los transitan. Pero como el costo de estos obenques era enorme la empresa “Caminos del Río Uruguay” alegó que la concesión no incluía los puentes y tuvo que asumir aquél costo el Estado Nacional.
    Yo pegunto: ¿De buena fe los funcionarios públicos se olvidaron de incluir a los puentes en el contrato de concesión de la Ruta 14? Lo pregunto y lo contesto: No pudo ser de buena fe porque en la Provincia de Entre Ríos son numerosos los ríos y de ellos proviene su propio nombre.
    Éste es el problema argentino, como bien decía Carlos Ramón Arias: la corrupción. No es que no alcanza el dinero púbico, sino que se lo malgasta o se lo roba. Y no se crea que esto sucede sólo en nuestros tiempos. Cabe citar aquí al Ingeniero Ramón Benigno Castro que, entre muchos otros aportes suyos a la República, trazó el límite entre las provincias de Buenos Aires y La Pampa esa larga línea recta que vemos en sus mapas- y tasó el Congreso Nacional, en 1905, demostrando la corrupción en el contrato, lo que originó que a este edificio se lo llamara popularmente “El Palacio de oro”. O rememoremos los negociados por la carne denunciados por el ilustre senador Lisandro de la Torre; o los escándalos de la CHADE que obtuvo jugosos beneficios en la concesión del servicio eléctrico de la Ciudad de Buenos Aires; o la compra de 23 hectáreas contiguas al Colegio Militar de la Nación que el Presidente Ortiz autorizó, demostrándose luego la ilicitud de la compraventa, provocando el suicidio del diputado Guillot, implicado en el negociado.
    Hace unos días, el 16 de enero de 2013, comenté en Criterio la obra injustificada de reemplazo de algunas baldosas y unos canteros en una cuadra de nuestra peatonal por la enorme suma de cuatro millones, cuatrocientos mil pesos y pico. Y nadie dice nada. Allí expresé con respecto al cartel que anunciaba la obra y su costo a cargo de CAFESG (Comisión Administradora para el Fondo Especial de Salto Grande): A este cartel ¿no lo habrán visto los fiscales de mi ciudad? ¿Los señores jueces tampoco? ¿Nadie se los comentó? Y aquí lo contesto: Todos lo saben… pero nadie dice nada. Éste es el drama argentino; no nos inmiscuimos en problemas que creemos ajenos, como el dinero público que se malgasta por los funcionarios o simplemente se lo roba.
    Por esto Carlos Ramón Arias afirmaba que el problema esencial es moral y que al momento de inmiscuirnos los ciudadanos en los problemas de nuestra Patria y no permitamos los abusos de los funcionarios, denunciándolos públicamente, ése día, nuestra Patria será verdaderamente soberana y el dinero público alcanzará para todas las obras públicas útiles y necesarias y también para otorgar a los jubilados lo que es suyo: el haber móvil que le promete el artículo nuevo o 14 bis de nuestra Constitución Nacional y que ningún gobierno cumplió desde 1957… Aunque sí cumplió, y otorgó abusivamente más todavía, para los haberes previsionales de los privilegiados gobernantes, llamándolos eufemísticamente como “regímenes especiales” pero que el pueblo, sabiamente, llama “jubilaciones de privilegio”.
    En punto a esta última cuestión la verdad es que, si reconocemos que la Paz “Es el Orden en la Justicia”, conforme al sentido humanista y recto que San Agustín acordó al término,(2) y a la vez, con Aristóteles, Ulpiano y Santo Tomás de Aquino, concebimos la justicia como la perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo, (3) debemos concluir que debemos esforzarnos en dar a todos, lo que se destinó para unos pocos.
    Alberto José Arias

    (1) No sé si se trató del Gobierno Nacional o del Provincial; pero entiendo que era la Nación la responsable de esta construcción.
    (2) Citado por el Dr. Werner Goldschmidt, en su obra: “Introducción Filosófica al Derecho”, parágrafo 105, página 107, sexta edición, editorial Depalma, Ciudad de Buenos Aires, año 1978.
    (3) Ídem nota precedente, parágrafos Nº 400 y 405, páginas 382/389.

    • Francisco Jorge Dardan on 5 febrero, 2013

      Sr. Arias
      Vd. consignó 2 casos puntuales.-
      En 2009, terminé un curso sobre CORRUPCIÓN Y ETICA
      PÚBLICA que dictaba la OFICINA ANTICORRUPCIÓN en la
      Facultad de Derecho de la UBA.-
      Con escalofríos nos enteramos de como el GOBIERNO –
      NACIONAL tiene maniatada y confinada, una repartición
      compuesta de especialistas en la materia, que también
      sostienen que nuestro problema es básicamente SOCIAL
      y de suyo MORAL y ESPIRITUAL.-
      Y pudimos enterarnos de muchos y muchos mas casos, to
      dos sin condignas sanciones.-
      UN SACERDOTE, tuvo a bien explicarme,que atento su de-
      sempeño en la orden a la que pertenece, había recorrido
      buena parte del mundo hasta recalar en nuestro país.-
      Aquí, había llegado a la conclusión, que pasan cosas –
      que no pasan en ningún lugar del mundo, POR QUE LA SO-
      CIEDAD LAS PERMITE, POR QUE LA SOCIEDAD ES ASÍ.-
      Y que las medidas que en este país se toman, en los —
      paises y regiones en las que estuvo, a sus clases diri
      gentes, NI SIQUIERA SE ATREVERÍAN A PENSARLAS COMO POSI
      BLES.-
      Y por lo tanto, estoy de acuerdo con Vd..-
      Y por lo que pudiera opinar cualquier opínólogo, QUE POR
      LO VISTO NO ME CONOCE, no llegué a la edad que tengo y a
      expresarme como me expreso, para no tener soluciones – –
      prácticas y adecuadas a todos los problemas sobre los cua
      les emito mis opiniones, de no ser así no los trataría, –
      aunque mas no sea por honestidad intelectual.-
      Estudié la historia de países que superaron, con menos re
      cursos, situaciones mas comprometidas que la nuestra, por
      lo que las soluciones se encuentran a la vista,
      pero claro,
      HAY QUE ESTUDIAR
      y luego,
      PONERSE A TRABAJAR,
      y ahora,
      EN SERIO !!.-
      Muchas gracias

      • Juan Carlos Lafosse on 18 febrero, 2013

        Estimado Sr. Dardan,

        A diferencia de lo que le ocurre a Ud. yo no tengo soluciones para casi ninguno de los problemas sobre los cuales emito opiniones. Mi modesta experiencia me ha demostrado que las cosas parecen fáciles solamente cuando se las ve desde afuera o con el diario de mañana.

        Cuando yo hablo de “cambios estructurales … política, social y económicamente posibles, realistas, en el contexto global en el que vivimos” quiero decir, por ejemplo, que se deben tomar en cuenta los recursos humanos y materiales reales, con toda su carga de escasez, imperfecciones y conflictos. Nunca hay recursos infinitos para resolver todos los problemas ni ángeles para poner al frente de tal empresa.

        De modo que creo que sería más interesante debatir ideas concretas, sobre las cuales podamos alcanzar consensos mínimos que mejoren la vida de todos los que vivimos en nuestro país o al menos las de los que nos rodean.

        Las listas de problemas deprimen, lo invito al optimismo, a no ver a quienes comparten nuestra tierra como “el problema” sino a que busquemos soluciones junto con ellos.

        Cordialmente,
        jc

    • Juan Carlos Lafosse on 6 febrero, 2013

      Estimado Sr. Arias,

      Se lo lee cerrado en ese asunto tan global y humano que es “la corrupción”, así entre comillas porque es algo mas viejo y mas conocido que la lluvia, hablar de la corrupción es a mi parecer impráctico y trillado.

      Todos los seres humanos, de Adán para acá, somos corruptibles o incluso hemos actuado en forma más o menos corrupta alguna vez, pero no quiero generalizar porque tal vez ande el arcángel San Gabriel reencarnado en mortal leyendo estas paginas.

      La corrupción es algo con lo que hay que aceptar vivir, como la muerte, como la decadencia de la materia, como la lluvia… Esto no es resignación ni mucho menos aprobación, es la comprobación de una realidad que hay que combatir todos los días.

      No creo que el actual Gobierno sea el mas corrupto de la historia. Tendrá pifiadas fuertes, eso si, pero no tiene a mi parecer una matriz maléfica, no pretende establecer un «sistema» corrupto, algo que hemos visto en gobiernos anteriores que actuaron con impunidad total, mediante la violencia o el armado de una corte suprema mafiosa al mando del comisario Nazareno.

      Ahora hay funcionarios sometidos a la justicia y no cabe NINGUNA duda que cualquiera puede acusarlos y que son juzgados, lo hacen todos los días. Si Ud. vió y tiene una sospecha fundada sobre lo que relata, no se quede con su comentario en Criterio, ayude a mejorar nuestra Argentina, denúncielo Ud. en sede nacional y provincial.

      Creo que debería matizar el tema de la corrupción, ya que sino se terminan debatiendo hechos puntuales, inherentes a nuestra humanidad caída, comprable, negociable, débil frente al dinero.

      Pero con ese argumento se cierra la opción de discutir ideas, planes, propuestas, que son las que hacen interesante el debate y grande al país.

      Todo tiempo pasado NO fue mejor, este que nos toca ahora requiere que nos pongamos a trabajar en lugar de rendirnos y proclamar que no hay solución porque «los argentinos somos los más corruptos», un error grueso realmente (*). Piénselo como ir a la cancha, podrá comportarse mal algún vecino de su tribuna, pero lo que importa es el partido.

      Cordialmente,
      jc

      (*) Solo como ejemplo, recuerde la invasión de 2003, para «desarmar a Irak de armas de destrucción masiva» jamás encontradas. Algo que todos sabían y que no mucho después el ex vicepresidente Dick Cheney confesó que fue realizada «para controlar el petroleo», o sea para hacer negocios en especial con compañías ligadas al mismo Cheney.

      Se utilizó sistemáticamente la tortura, que fue aprobada por George W. Bush y oficialmente, según el Departamento de Defensa de EEUU, costó 109.032 muertos en Irak 2/3 de ellos clasificados como civiles y 3.771 fueron muertos «amigos». «Ganaron» por 29 a 1 o sea que fue una masacre indiscriminada de civiles.

      Mandar a otros a torturar y matar para ganar dinero, ¿no fue corrupción?
      ¿A Ud. realmente le parece que ahora, acá, somos más corruptos?
      ¿Cree que allá los ciudadanos son diferentes a sus gobernantes?
      ¿Recuerda el «relato» de esta masacre transmitida por CNN, sin ningún muerto?

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