bonard-1El sacerdote español Maximiliano Herráiz, radicado en Costa de Marfil, denuncia los abusos políticos y sociales que se comenten en África. bonard-2Maximiliano Herráiz (76) nació en la tierra del Quijote: “Estudié lo que se puede estudiar en un pueblo. Y de ahí pasé a Castellón, al seminario de los carmelitas”. Así comenzó su vida religiosa este sacerdote que estuvo en Buenos Aires invitado para predicar en dos Jornadas de Espiritualidad organizadas por la Pastoral Urbana de la región Buenos Aires durante agosto. Hoy vive en Costa de Marfil, lugar del que habla con musicalidad siempre castiza y con fuertes denuncias por las reiteradas violaciones a los derechos humanos a las que están expuestas las niñas marfileñas y la sociedad en su conjunto.

¿Cómo es convivir con la pareja mística santa Teresa y san Juan?

–Los comparto tan íntimamente como dos buenos amigos. A mí me liberaron rapidísimo de toda la teología inmediatamente antes del Concilio Vaticano II. No tenía ninguna duda de mi vocación religiosa pero no podía hablar a la gente con la teología que me enseñaron. Encerrarme en la habitación fue un combate boxístico en el que yo jugaba a perdedor para sacudirme esa teología, que era como una camisa de fuerza, y yo no podía seguir ejerciendo mi ministerio con ella. Santa Teresa y san Juan, de hecho, me cambiaron metafísicamente con su manera de vivir y de expresar el cristianismo. No hablaban de misa, de religiones ni del rosario sino de María, de la fe, de la esperanza y la caridad; una relación interpersonal con Dios y entre nosotros. Vivían el cristianismo realmente y trasmitían el corazón del evangelio sin las estructuras y ropajes con los que lo hemos ido falsificando o alejando de su primitivo sentido.

–¿Cómo ha sido su vinculación con la jerarquía eclesiástica a partir de esta perspectiva?

–Soy una persona racional, por lo tanto, nunca un aceptador posible o pasivo de lo que le llega. No he tenido ningún problema explícitamente directo, pero yo ya sé que muchos me miran con espíritu de revolucionario, del cual no tengo nada, excepto si se trata de la revolución que Cristo armó y en la que sí me apunto.

Este año se cumplen 50 años del Concilio Vaticano II. ¿Cómo lo percibe hoy en Latinoamérica?

–Lo veo olvidado, olvidado también por la gente que tenía que ser motora del Concilio. Se trata de una palabra larga, honda y profunda, que ha causado mucho desconcierto en quienes estaban anclados en una religión dura, y son los que la han frenado. Se ha dado un movimiento auténticamente anticonciliar, de pasar del concilio, “porque muerto está y bien muerto está”, según alguna expresión. Sin embargo es una palabra de referencia absoluta en nuestro hoy, al menos para señalar hacia dónde va la flecha. He leído mucha psicología, sociología; es un deber para comprender un poco mejor a la sociedad en la que estamos y por qué tantos se van de la Iglesia y otros que a lo mejor deberían irse, no se van. Ni dejan pasar a los que entrarían. Hay que hacer del Concilio un punto de referencia. Tenemos que ver que el mundo está bañado por el Espíritu y que el Espíritu obra en el mundo. Los signos de los tiempos, las huellas que Dios deja fuera de la Iglesia aunque es ella la destinataria, para que las interprete y trabaje.

¿A qué se dedican en su comunidad marfileña?

–Hace ya diez años que vivo allí. Hemos dado más importancia a los proyectos sociales que a lo que es propiamente la misión de anunciar, ya que en ese contexto se trata de establecer un compromiso con los más necesitados. Hemos batido récords por la ayuda que hemos recibido especialmente de España. Tenemos un centro de salud, un orfanato con 47 niñas –para ayudar a redimir a la mujer y ponerla a la altura que debe estar–, una escuela primaria con 650 alumnos,  un centro de la mujer para recibir a las enfermas de sida, porque muchas de las etnias las expulsan, las estigmatizan. En ese centro edificamos una tienda para que vendan aceite, arroz, frutas, productos de consumo cotidiano, y que se vayan ganando la vida. Tenemos un criadero de pollos y, en construcción, está el liceo, para cerrar el proyecto de educación de la juventud. Todas estas obras surgieron gracias a los aportes de muchos que han colaborado.

¿Cómo es hoy la vida en África?

–Percibo un empobrecimiento acelerado y progresivo que sigue produciendo el bárbaro despojo de los bienes que tiene el continente. África no es pobre sino que está empobrecida por las rapiñas de los países que llamamos del primer mundo. Eso es un atentado gravísimo contra la dignidad de la persona y de los pueblos: les roban y les imponen gobiernos que son más permeables a su despojo. En África algunos se enriquecen con un buen porcentaje de todo el robo. Y algo de ese robo queda para los gobiernos pero no para los pueblos, especialmente en algunos países. Naciones Unidas no está exenta, es la servidora de los ricos y no duda en matar para llevar adelante los proyectos sanguinarios sobre los pueblos más humildes y más necesitados. Eso es la ONU: la servidora de los ricos. Nosotros hemos denunciado tantísimos abusos sexuales a niñas por parte de sus soldados, y ninguna de las denuncias ha trascendido. Estas violaciones ocurrieron en Costa de Marfil, y se dieron a conocer, con nombres y apellidos, y nada ha tomado estado público. Hace un año tenemos más calma pero no sabemos qué es lo que va a suceder.

¿A qué atribuye el silencio de las Naciones Unidas?

–Hacia fines de 2010 la ONU estaba en Costa de Marfil para derribar, con ayuda de los franceses, a uno de los candidatos a Presidente: Laurent Gbagbo. Hubo un empate. Se proclamó la victoria de Alassane Ouattara, que es el que promovía Francia, la ONU y el fantasma de la comunidad internacional. Gbagbo –encarcelado ahora y en La Haya para juzgarlo– pidió que una comisión internacional  recontara los votos. La ONU se opuso, dijo que era una injusticia. ¿Por qué es una injusticia pedir que se recuenten los votos? En ese tiempo se produjeron las peores matanzas. Hoy el presidente es Ouattara. La nación está dividida. Los que estaban exiliados antes ahora están adentro y se han desexiliado los otros. Yo propuse a un jerarca bueno que formaran un gobierno de concertación nacional para pacificar la nación durante cinco años, que es lo que dura el mandato. No aceptaron. Sin un gobierno de concertación nadie puede gobernar tranquilamente. Mientras tanto, la ONU interviene descargando las bombas que se imaginen a favor de Alassane Ouattara y en contra del derrocado Gbagbo.

¿Qué se lleva de los encuentros de espiritualidad con una perspectiva urbana organizados en Buenos Aires?

–Una inmensa certeza personal de que ha habido un trasvase sumamente bueno y profundo, una receptividad impresionante, que es lo que más he encontrado siempre en los pueblos a los que voy, menos en los del primer mundo. He aprendido a leer a los místicos en América, escuchando a la gente que me ha preguntado y me salió al encuentro. Y me han acosado a preguntas y he aprendido justamente a desentrañar el lenguaje de los místicos y las diferencias.

Para ampliar información: www.carmelitasdescalzos.com /  www.pastoralurbana.com.ar

1 Readers Commented

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  1. Alberto José Arias, abogado on 12 noviembre, 2012

    Estas noticias no se dan a conocer por los medios habituales y es una barbaridad, y apunto que aquí, los bárbaros, son los más ilustrados. Esto debería difundirse de algún modo, pese al silencio impuesto desde arriba, pero ¿Cómo? Utilizando internet, por quién sepa, o enviando docenas o cientos de mails que se multipliquen en el ciberespacio, por ejemplo. Hay que hacerlo conocer…
    Que Dios, Nuestro Señor, bendiga a estas niñas africanas y las proteja

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