Lo escribe Benedicto XVI a los obispos alemanes. Y quiere que en toda la Iglesia se respeten las palabras de Jesús en la última cena, sin inventar otras, como en los misales postconciliares.CIUDAD DEL VATICANO, 3 de mayo de 2012 – Las Iglesias de varias naciones en el mundo restablecen en la misa, una detrás de otra, las palabras de consagración del cáliz retomadas textualmente de los Evangelios y en uso durante siglos, pero sustituidas en los últimos decenios, en casi todas partes, por una traducción distinta.
Mientras el texto tradicional en su versión base en latín dice todavía: «Hic est enim calix sanguinis mei […] qui pro vobis et pro multis effundetur», las nuevas versiones postconciliares han leído en el «pro multis» un imaginario «pro omnibus». Y en lugar de «por muchos» han traducido «por todos».
Ya en la última fase del pontificado de Juan Pablo II se había intentado, por parte de algunos, pocos, dirigentes vaticanos, entre los cuales Joseph Ratzinger, hacer revivir en las traducciones la fidelidad a «por muchos». Pero sin ningún éxito.
Benedicto XVI ha tomado personalmente en mano la cuestión. Prueba de ello es la carta que ha escrito el pasado 14 de abril a los obispos de Alemania.
La traducción íntegra de la carta está reproducida más abajo. En ella, Benedicto XVI resume los pasajes principales de la controversia, para motivar mejor su decisión de retomar una correcta traducción del «pro multis».
Pero para entender más a fondo el contexto, es útil recordar aquí algunos elementos.
En primer lugar, dirigiendo su carta a los obispos de Alemania, Benedicto XVI quiere dirigirse, por medio de ellos, también a los obispos de las otras regiones de lengua alemana: Austria, los cantones alemanes de Suiza, Tirol del Sur en Italia.
Si en Alemania, en efecto, la conferencia episcopal ha optado por traducir recientemente, aunque con fuerte resistencia, el «pro multis» no como «für alle», por todos, sino como «für viele», por muchos, en Austria no es así.
Y en Italia tampoco. En noviembre de 2010, en una votación, de 187 obispos votantes, sólo 11 se inclinaron por el «por muchos». A favor del «por todos» votó una mayoría aplastante, indiferente a las indicaciones vaticanas. Poco antes, también las conferencias episcopales de las dieciséis regiones eclesiásticas, con la única excepción de Liguria, se habían pronunciado para el mantenimiento de la formula «por todos».
En otras partes del mundo se está volviendo al uso del «por muchos»: en América Latina, en España, en Hungría, en los Estados Unidos. A menudo con contestaciones y desobediencias.
Pero es evidente que sobre esto Benedicto XVI quiere ir hasta el fondo, sin imposiciones, pero exhortando a los obispos a preparar al clero y a los fieles, con una catequesis apropiada, a un cambio que, de todas formas, tendrá que llegar.
Después de esta carta es, por lo tanto, más fácil que también en las misas celebradas en Italia sea retomado el «por muchos», no obstante el voto contrario de los obispos en 2010.
La nueva versión del misal, aprobada por la conferencia episcopal italiana, está siendo actualmente examinada por la congregación vaticana para el culto divino. Y sobre este punto será seguramente corregida según las indicaciones del papa.
Una segunda anotación se refiere a los continuos obstáculos que el restablecimiento de una correcta traducción del «pro multis» ha encontrado en su camino.
Hasta el 2001, los fautores de traducciones más “libres” de los textos litúrgicos apelaban a un documento redactado en 1969 por el «Consilium ad exsequendam Constitutionem de Sacra Liturgia», del cual era secretario monseñor Annibale Bugnini, un documento no firmado e insólitamente redactado en francés, usualmente citado con sus primeras palabras: «Comme le prévoit».
En 2001, la congregación para el culto divino publicó una instrucción, «Liturgiam authenticam», para la recta aplicación de la reforma litúrgica conciliar. El texto, fechado 28 de marzo, estaba firmado por el cardenal prefecto, Jorge Arturo Medina Estévez, y por el arzobispo secretario, Francesco Pio Tamburrino, y había sido aprobado por Juan Pablo II en una audiencia concedida ocho días antes al cardenal secretario de Estado, Angelo Sodano.
Recordando que el rito romano «tiene un estilo y una estructura propias que hay que respetar en lo posible también en las traducciones», la instrucción recomendaba una traducción de los textos litúrgicos que fuese expresión «no tanto de ejercicio de una creatividad, como de cuidado por la fidelidad y la exactitud en la transmisión de los textos latinos en lengua vernácula». Las buenas traducciones – determinaba el documento – «deben estar desvinculadas de cualquier dependencia exagerada de modos expresivos modernos y, en general, de una lengua de tono «psicologizante.»
La instrucción «Liturgiam authenticam» ni siguiera citaba el «Comme le prévoit». Y era una omisión deseada para quitar definitivamente a ese texto una autoridad y una oficialidad que no había tenido jamás.
Pero no obstante esto, la instrucción encontró una fuerte resistencia, también en el interior de la curia romana, tanto que fue incluso ignorada y contradicha por dos sucesivos documentos pontificios.
El primero es la encíclica de Juan Pablo II “Ecclesia de Eucharistia”, de 2003. En el parágrafo 2, allí donde se recuerdan las palabras de Jesús para la consagración del vino, se lee: «Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados (cf. Mc 14, 24; Lc 22, 20; 1 Co 11, 25)». El «por todos» es ahí una variación que no tiene ninguna correspondencia en los textos bíblicos citados, evidentemente introducida oyendo las traducciones presentes en los misales postconciliares.
El segundo documento es la última de las cartas que Juan Pablo II solía dirigir a los sacerdotes cada jueves santo. Estaba fechada en el Policlínico Gemelli, el 13 de marzo de 2005, y en el cuarto parágrafo dice:
««Hoc est enim corpus meum quod pro vobis tradetur». El cuerpo y la sangre de Cristo se han entregado para la salvación del hombre, de todo el hombre y de todos los hombres. Es una salvación integral y al mismo tiempo universal, porque nadie, a menos que lo rechace libremente, es excluido del poder salvador de la sangre de Cristo: «qui pro vobis et pro multis effundetur». Se trata de un sacrificio ofrecido por « muchos », como dice el texto bíblico (Mc 14, 24; Mt 26, 28; cf. Is 53, 11-12), con una expresión típicamente semítica, que indica la multitud a la que llega la salvación lograda por el único Cristo y, al mismo tiempo, la totalidad de los seres humanos a los que ha sido ofrecida: es sangre «derramada por vosotros y por todos», como explicitan acertadamente algunas traducciones. En efecto, la carne de Cristo se da « para la vida del mundo » (Jn 6, 51; cf. 1 Jn 2, 2).»
Juan Pablo II tenía la vida pendiente de un hilo, moriría unos veinte días más tarde. Y es a un papa en estas condiciones, sin ya ni siquiera la fuerza para leer, al que se le hizo firmar un documento en favor de la fórmula «por todos».
Este hecho contrarió a la congregación para la doctrina de la fe, a la cual ese texto no había sido previamente sometido. Tanto es así que pocos días después, el 21 de marzo, lunes santo, en una borrascosa reunión de los jefes de algunos dicasterios de la curia, el cardenal Ratzinger presentó sus protestas.
Menos de un mes después el mismo Ratzinger fue elegido papa, y anunciado al mundo con visible satisfacción por el cardenal Medina, el mismo que había firmado la instrucción «Liturgiam authenticam».
Con Benedicto XVI papa, el restablecimiento de una correcta traducción del «pro multis» se convirtió enseguida en un objetivo de su «reforma de la reforma» en campo litúrgico.
Él sabía que habría encontrado oposiciones tenaces. Pero en este campo nunca ha temido tomar decisiones firmes, como prueba el motu proprio «Summorum pontificum», de 2007, para la liberalización de la misa en rito antiguo.
Un dato de gran interés es la modalidad con la cual Benedicto XVI quiere actuar sus decisiones: no exclusivamente con órdenes perentorias, sino mediante convencimiento.
Tres meses después de su elección como papa hizo que la congregación para el culto, entonces presidida por el cardenal Francis Arinze, llevara a cabo un sondeo entre las conferencias episcopales para conocer su parecer sobre la traducción del «pro multis» con «por muchos».
Obtenidos estos pareceres, el 17 de octubre de 2006, por indicación del papa, el cardenal Arinze envió una carta circular a todas las conferencias episcopales enumerando seis razones a favor del «por muchos» y exhortándolas – allí donde la fórmula «por todos» estuviese en uso – a «iniciar la necesaria catequesis de los fieles» en vista del cambio.
Es la catequesis que Benedicto XVI sugiere llevar a cabo en particular en Alemania, en la carta por él enviada a los obispos alemanes el pasado 14 de abril, en la cual hacer notar que no le parece que esta iniciativa pastoral sugerida con autoridad hace seis años se haya iniciado jamás.
Dos notas al margen del texto papal: 1) El «Gotteslob» es el libro común de himnos y oraciones en uso en las diócesis católicas de lengua alemana. 2) La cita «Demos gracias al Señor que, por su gracia, me ha llamado a su Iglesia…» es el último verso de la primera estrofa de un canto recurrente en las iglesias alemanas: «Fest soll mein Taufbund immer stehen».
5 Readers Commented
Join discussionDiré mi parecer. El lenguaje no es algo estático. Importa lo que expresa, por quien y para quienes.
No necesariamente «todos» dice la totalidad de los hombres. De algún modo, «todos» lleva la carga de relativamente todos, en algún aspecto, u orden.
«Muchos» para mí se opone a algunos. O a unos pocos. Dice operativamente que no está limitado a algunos. Refiere a multitud, a la que incorpora, y a quienes quieren ser incorporados por la voluntad salvífica de Dios.
El lenguaje no es un automatismo. Está dirigido a Dios en la celebración. Pero también «presencializa» la salvación ante los hombres. Y entre ellos.
Personalmente me resulta más expresivo. Más dinámico. Al «todos» lo percibo más teórico. Y menos vivencial.
No me detengo, en mi comentario, en las distintas posturas expresadas, las que he leído. Sino que quiero decirlo desde mi condición de bautizada, miembro de esta humanidad salvada, que quiere y necesita de la salvación. No me detengo en lo teórico. Sino en lo que, vivencialmente, motiva en mí el vocablo «muchos», que me dice más que «todos.»
Y de hecho están las razones expuestas por el Papa, con fundamentación bíblica, lo cual no es sólo el carácter significante que la expresión tiene para mí. Sino cómo fue pronunciado por el Señor Jesús.
Desde el Concilio Vaticano II se ha dado en la Iglesia la tendencia a hacer valer la individualidad. Y se deprecia la unidad, para la cual en este caso está el fundamento que puede cohesionar las celebraciones en torno a la fidelidad a las palabras del Señor.
Gracias.
Prof. María Teresa Rearte
Las traducciones de las palabras de la consagración sobre el cáliz deben ser tomadas de los textos originales «griegos», y del sentido semítico que se esconde detrás de estas palabras, pero jamás del «latín», como bien explica el padre Rivas a los obispos argentinos.
Y sobre todo, hay que tomar en cuenta el sentido «teológico» de los conceptos, teniendo clara la existencia de una voluntad salvífica «universal» de Cristo innegable, expresada en infinidad de pasajes del Nuevo Testamento, que hacen totalmente «absurda» la utilización de una palabra, al menos en castellano, que sea «restrictiva».
Por todo lo cual se comprenden perfectamente las oposiciones a estos cambios que pretenden echar por tierra no sólo todas las clarificaciones que el Concilio Vaticano II ha posibilitado en materia litúrgica, sino también el sentido mismo de la Palabra de Dios, que para su hermenéutica no puede prescindir jamás del sentido literal de los textos.
Saludos cordiales,
Graciela Moranchel
Profesora y Licenciada en Teología Dogmática
Celebro que Benedicto XVI insista en la fidelidad al texto de Marcos 14:24, cuya dos palabras griegas finales son, efectivamente, «jupér pollön», o sea ‘por muchos’. Que estas palabras deban ser interpretadas como «todos que son muchos» según la propuesta de Max Zerwick, al interpretar que se trata de un semitismo, es otro asunto. Interpretaciones puede haber muchas, alguna mejor fundamentada que otra, pero es fundamental que las traducciones sean fieles al original y se deje para una segunda instancia la interpretación de qué quiere decir el texto sagrado con base en las herramientas que nos provee la hermenéutica.
Raúl Ernesto Rocha Gutiérrez
Doctor en Teología (SITB)
Magíster en Ciencias Sociales (UNLaM)
Licenciado y Profesor en Letras (UBA).
Discrepo respetuosamente con usted, en el sentido de que con respecto al texto griego, debe buscarse el sustrato arameo o hebreo de las palabras utilizadas por los autores de los Evangelios, y sobre todo, la «consonancia» de los conceptos traducidos con el mensaje total de Jesús, que indiscutiblemente nos transmite una voluntad salvífica «universal» y una entrega en la Cruz para la vida de «todo el mundo».
Además, pudiendo disponer actualmente de las opiniones de importantes biblistas que se inclinan por traducir «por todos» como la más adecuada por las razones invocadas precedentemente, no se comprende la insistencia en la otra forma, restringida a la consideración de un supuesto «rechazo» del hombre a esta entrega.
Lo que celebramos los cristianos en la Eucaristía es el amor de Dios que se nos ofreció en la muerte y resurrección de Cristo, pero «no» nuestras disposiciones personales.
Por ello es que creo que la traducción «por todos los hombres» debe continuar vigente, como se ha hecho después del Concilio, y no innovar con expresiones que, si se pretenden fundamentar en alguna catequesis que ignore la usanza realizada hasta ahora, es porque se estará contraponiendo directamente a la Palabra de Dios y al sentir, tanto de la inmensa mayoría de los creyentes, como también del clero que ha mostrado enormes resistencias por la pretensión de estos cambios a los que se los quiere obligar.
Disculpen mi ignorancia. Uds dicen o el Papa que Cristo vino u ofreció su sacrificio por muchos y no por todos? El Dr. Rocha asiente en qué lo correcto es la traducción literal:por muchos y se obvie la interpretación.? Bueno, es novedoso esto para mí.Yo pensaba, es decir, pienso que EL CRISTO vino para tda la humanidad.No me gusta discutir en estos temas.Sólo pregunto y expreso aquello que yo entendí.Gracias