El sociólogo Enrique Correa Ríos, ex ministro del vecino país, traza algunas pinceladas que arrojan luz sobre presente y pasado de Chile.Enrique Correa Ríos fue ministro de Estado durante el gobierno de Patricio Aylwin, el primero luego de la larga dictadura. Es docente de la Universidad Andrés Bello y de la sede chilena de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), de la que fue director. En su trayectoria, fue consultor del Banco Interamericano de Desarrollo y del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD). Con él hablamos de Chile, país que quizás los argentinos todavía no hemos descubierto lo suficiente y del que cabe reconocer que ha adquirido un gran prestigio internacional, por su transición democrática y sus logros económicos. “El nuestro –explica Correa– es un Estado unitario y no federal, fundado en el presidencialismo y en la muy fuerte administración de las finanzas públicas, con instituciones fiables y procedimientos rigurosos, que internamente son respetados”.
–¿Cómo lee el actual momento político?
–Como el epílogo de una etapa que duró 20 años en la que se construyeron grandes certezas: la democracia, las instituciones, la prosperidad. En ese tiempo, el país conoció el crecimiento y la reducción de la pobreza como tema de fondo. La Concertación (la coalición de centro izquierda que gobernó entre 1990 y 2010) tuvo dos fuentes de legitimidad: una transición exitosa, incluso respecto de Europa del Este y del resto de América latina; y un desempeño económico muy bueno. El éxito económico se dio porque no siguió todo el modelo de Pinochet sino que fue un modelo liberal reformado, con inversión en el gasto social. En ese contexto hubo dos grandes acuerdos políticos sobre democracia y equidad respetados tanto por la centroizquierda como por la derecha, los empresarios y sindicalistas a lo largo de estos 20 años. Eso ayudó a construir la democracia en la que hubo alternancia sin problemas, dentro de la misma Concertación y con la oposición de derecha. Y ayudó a reducir la pobreza elevando la prosperidad de manera generalizada, pese a los niveles profundos de desigualdad que existían.
–¿Cuáles son las asignaturas pendientes?
–Uno de los problemas es el agotamiento generacional: no ha habido muchos cambios de figuras políticas. Sigue estando la generación que fue decisiva en el gobierno de Salvador Allende, que hizo la transición y gobernó durante dos décadas. Otro punto es el rechazo creciente al uso del Estado como botín de los vencedores. Y un elemento irritante tiene que ver con que la Concertación no perdió las elecciones por sus políticas, sino por sus prácticas de uso del Estado para los amigos del poder. Rechazo al Estado y búsqueda de líderes son dos temas del momento.
–Mientras tanto el país cambió.
–Casi sin darse cuenta, Chile se transformó de país de pobres en país de personas de clase media (los pobres, en 1987, representaban el 45% y en 2010 sólo el 15%). La clase media hoy representa el 70% de la población (en 1987 esa cifra era de sólo el 45%). Dos fueron los pilares de estabilidad: el acceso al crédito, es decir, a bienes que nunca antes podrían haber alcanzado, gracias a la facilidad con la que se accede a tarjetas de crédito y por lo tanto al endeudamiento. El segundo es poder solventar los estudios universitarios de los hijos, dos cosas que dejaron de ser un sueño imposible. Hoy las demandas de la sociedad no son las de los pobres sino las de la clase media.
–La conflictividad social ha crecido, pese a que según las encuestas los ciudadanos perciben una mejora de su calidad de vida a varios niveles: de 1500 conflictos en 2009 se pasó a más de 6.000 en 2011, caracterizados, el año pasado, por la protesta estudiantil. ¿Cuáles son las demandas?
–Hubo una suerte de pacto social sui generis que el alza del costo de los estudios universitarios, que aumentan todos los años, hizo estallar. Además, en Chile rige una cultura de pago de las deudas y no de morosidad; la gente vive en la angustia de no poder cumplir. Conviven el pánico y el optimismo: se teme por la desprotección, el temor es a perderlo todo y volver a caer en la pobreza. Por lo tanto insatisfacción y optimismo juegan juntos. Este temor explica las protestas estudiantiles que son el rostro visible de una clase media que muestra su inquietud. El apoyo a esas demandas va del 75 al 80 por ciento de la población. Otra demanda es la lucha contra el abuso y la desigualdad en los servicios, como la salud, el crédito, etc. Sectores en los cuales a menudo el servicio no se brinda como se podría o, directamente, como en el caso del crédito, la gente percibe un abuso a través de la letra chica de los contratos. Es importante comprender esto como un reclamo de la clase media que ya no tolera la desigualdad. La demanda es por una mejor calidad de vida, que permita salud para los ricos y para los que no son ricos. En esto el Estado ha avanzado más lentamente que la sociedad, no se ha modernizado con la misma rapidez y quizás esto explica la desconfianza que recibe, junto al resto de las instituciones, por parte de la ciudadanía.
–¿Cuáles son las perspectivas políticas?
–Lo que queda por hacer es más difícil de los que se hizo: educación, energía, etc., son temas claves. Y si no se llega podemos vivir nuevas frustraciones, como en el pasado. Además aparecen algunas tensiones acerca de la gobernabilidad porque la oposición no ha aprendido a gobernar y la Concertación no ha aprendido a ser oposición. El actual es un gobierno fuerte, al que le va muy bien económicamente y que cuenta con alta aceptación y, sin embargo, con un Presidente débil al que el 72 por ciento no quiere y el 69 por ciento no le cree.
–¿Eso le da oportunidades a la Concertación?
–Hoy la Concertación recibiría el 20 por ciento de los votos. Las próximas elecciones se avizoran como muy empatadas. Sin embargo, Michelle Bachelet cuenta personalmente con entre el 70 y el 80 por ciento de apoyo, y si vuelve a presentarse será la próxima presidenta.
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Join discussion¿Chile con más clase media argentina y menos pobres que Argentina?,me parece que NO es así,hay que ver las estadísiticas internacionalesque eArgentina está mejor a pesar,de que entre 1975 y 2002 se empobreció la población cada vez más en ese transcurso de26 años.No puedo entender entonces el apoyo de algunos sectores de la población al MASACRADOR EMPOBRECEDOR Pinochet