espeche-webA más de medio siglo de ocurrido el bombardeo sobre la Plaza de Mayo, todavía resuenan los estruendos de las bombas y los disparos de las baterías antiaéreas.Las pasiones y los odios deberían –ya es hora– desaparecer para que la ciudadanía pudiera contar con un informe oficial de los bombardeos sobre la Plaza de Mayo en 1955, algo que no hizo el Gobierno poco después derrocado, que habría optado por no “tirar más leña al fuego”: aplicó en general levísimas sanciones a los implicados y renunció a las condenas a la pena de muerte, según el Código de Justicia Militar. Y el nuevo gobierno de la llamada Revolución Libertadora tampoco desarrolló ninguna investigación.

Desde los aviones fueron lanzadas más de cien bombas con el fin de matar al Presidente y a sus ministros. Ante la ausencia de Juan Domingo Perón, constituyeron desde sus inicios un escarmiento destinado a castigar y quebrar la adhesión popular al gobierno. Sólo doce de las más de 300 víctimas mortales y miles de heridos se encontraban dentro de la Casa de Gobierno. La primera incursión fue a las 12.30. El propósito de la conjura era instaurar un triunvirato civil integrado por Miguel Ángel Zavala Ortiz (UCR), Américo Ghioldi (Partido Socialista) y Adolfo Vicchi (Partido Conservador). La CGT no recibió ataques directos porque un suboficial de la Armada se negó a transmitir la orden. 

Antecedentes

El bombardeo de 1955 tuvo como antecedente los estallidos de tres artefactos explosivos terroristas en 1953 durante una concentración organizada por la CGT en un andén del subte de Plaza de Mayo: murieron cinco personas y más de un centenar resultaron heridas. Además, otra bomba que no llegó a explotar fue hallada en la terraza del Nuevo Banco Italiano. El juez a cargo de la causa era el doctor Rivas Argüello, quien fuera raptado por un comando en su exilio en Montevideo a la caída del gobierno de Perón.

Esas primeras bombas en la Plaza de Mayo implicaron una grave advertencia: quienes buscaban derrocar a Perón estaban dispuestos a verter toda la sangre que fuese necesaria. El ensayo macabro del 16 de junio y del golpe de Estado triunfante hicieron escribir al primer canciller de la Revolución Libertadora, Mario Amadeo: “No  olvidemos el hecho de que la Revolución de septiembre de 1955  no fue solamente un movimiento en que un partido derrotó a su rival o en que una fracción de las Fuerzas Armadas  venció a la contraria, sino que fue una revolución en que una clase social impuso su criterio sobre otra”.

También hubo un intento anterior de golpe de Estado en septiembre de 1951, del que participó Orlando Ramón Agosti, futuro miembro de la Junta Militar de 1976.

Existen varios ejemplos del continuismo golpista: los tres ayudantes del contralmirante Oliveri eran los capitanes de fragata Emilio Eduardo Massera, Horacio Mayorga y Oscar Montes. Todos ellos, a pedido de Olivieri, fueron eximidos de ser juzgados por el benevolente Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. Massera fue miembro de la Junta Militar en 1976, Mayorga estuvo involucrado en la llamada masacre de Trelew y Oscar Montes fue canciller del Proceso. Suárez Mason participó en el golpe de 1951, y sería el poderoso comandante del Primer Cuerpo de Ejército durante la última dictadura; luego vaciaría YPF.

Entre los pilotos y tripulantes de aviones que huyeron, Máximo Rivero Nelly sería acusado de delitos de lesa humanidad cometidos como jefe de la base Almirante Zar; Horacio Estrada fue jefe del grupo de tareas de la ESMA; y Eduardo Invierno fue Jefe del Servicio de Inteligencia Naval (SIN), involucrado en el asesinato del empresario Fernando Branca; y Carlos Fraguio tuvo clara responsabilidad sobre los centros clandestinos de detención de la ESMA. El capitán Jorge Mones Ruiz fue delegado de la SIDE en La Rioja, periodo coincidente con el asesinado del obispo Enrique Angelelli, y Osvaldo Cacciatore fue intendente de la Ciudad de Buenos Aires.

En tren de justificar su acción de arrojar 800 litros de combustible de un tanque auxiliar, al admitir que nadie había dado la orden, el piloto Guillermo Palacio dijo: “Fue una demostración del odio, de la reacción desatada por las medidas que agobian al país”.

Cuando Perón y sus acompañantes bajaban hacia el sótano del Ministerio de Ejército vieron pasar camiones cargados de gente que gritaba y hacía toda clase de desmanes. El Presidente, nervioso y molesto, preguntó: “¿Quién trajo esta gente aquí? ¡Por favor, que se vayan todos a sus casas!”.

Es posible que los pilotos no supieran que Perón se había ido, pero los que participaron de los ataques posteriores eran conscientes de que las bombas harían blanco sobre la población civil. La CGT había convocado a sus afiliados a acudir a la Plaza de Mayo pero Perón encargó a su edecán y sobrino político, el mayor Ignacio Cialceta, que concurriera a la Central Obrera a disuadir a los trabajadores. “Ni un solo obrero debe ir a la Plaza”, le dijo. Y refiriéndose a los aviadores, agregó: “Estos asesinos no vacilarán en tirar contra ellos. Esta es una cosa de soldados. Yo no quiero sobrevivir sobre una montaña de cadáveres de trabajadores”. La fuente es Pedro Santos Martínez, un historiador insospechado de simpatías peronistas.

Rolando Hnatiuk recordó contradictoriamente: “Pasada la media tarde se hizo presente el mayor e informó que los bombardeos habían cesado y que podíamos ir a Plaza de Mayo”. Dijo que unas 200 personas se encolumnaron, vivando a Perón. La plaza estaba llena, colmada. Y fue entonces que un avión solitario, en su “última pasada dejó caer unas bombas y ametralló a la gente reunida”.

Acudieron civiles en gran cantidad al área de los bombardeos y combates terrestres, armados de palos y unos pocos con armas de puño y alguna escopeta. Varias armerías fueron saqueadas, pero no había suficiente munición. La inmensa mayoría no estaba armada. Después de la rendición del Ministerio de Marina y mientras Perón estaba hablando por radio a la población, pidiéndole calma y que no sucumbiera a la tentación de venganza, alrededor de las 17.40 se produjo el último ataque.

Manuel V. Ordoñez, jefe del ala más antiperonista de la Democracia Cristiana, vio cómo caían bombas, una de ellas en un balcón donde estaban cinco personas. «Nunca más se supo de ellas –dijo–. Estábamos en el balcón de la Sudamericana. ¡Alabado sea Dios! Cuando nos levantamos caía otra bomba sobre la Curia. ¡Fue terrible!”.

Se produjeron ataques a las iglesias céntricas a poco de caer la noche, y pareció que los bomberos dejaron a las llamas actuar libremente. Eduardo Lonardi, mientras veía salir el humo del vecino templo de San Nicolás, entendió que el incendio de las iglesias era lo único que haría que los indecisos se plegaran a la revolución, y se alegró. Perón hablaba por cadena nacional instando a poner la otra mejilla: “No podemos tomar medidas que sean aconsejadas por la pasión. No quiero que muera un hombre más del pueblo. Les pido que refrenen su ira. Que se muerdan como me muerdo yo… No cometan ningún desmán”.

Los confinados en Montevideo recibieron con sumo beneplácito que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas hubiera decidido concederles la baja, a modo de sanción administrativa por su simple condición de prófugos. El Gobierno uruguayo les proporcionó status de “internados”, asilo político encubierto. También les dio una suma semanal de dinero, un traje confeccionado en una elegante sastrería de 18 de Julio, un Perramus y hasta un cepillo de dientes. El capitán Noriega agradeció la hospitalidad del Gobierno anfitrión y el primer mandatario retribuyó su gesto con las siguientes palabras: “Vea, no se imagina cómo he rezado para que salga bien el plan de ustedes y pudieran matar al atorrante ese (por Perón)”. La Voz de la Libertad decía: ”El tirano, desde su guarida, ordenó la concentración del pueblo indefenso a la Plaza de Mayo, sabiendo que iba a bombardearse si no se rendía”. La propaganda del nuevo gobierno proclamaba “¡Ciudadano! ¡Sepa quién es el verdadero culpable de la masacre del 16 de junio! La Marina de Guerra nunca ha matado a nadie. ¡El asesino es el propio Presidente!”.

El teniente Menotti Spinelli distinguió a un grupo de hombres con una bandera y algunas armas gritando: “¡La vida por Perón!”. Decidió darles el gusto e inició el fuego con una ráfaga de su ametralladora contra esa columna.

Escribió el historiador Isidoro Ruiz Moreno, un acérrimo antiperonista: “Varias iglesias del centro habían sido incendiadas en una o varias acciones coordinadas que nunca fueron suficientemente investigadas ni por el gobierno de Perón ni por la Revolución Libertadora”. Para los católicos opositores del gobierno de Perón esas quemas fueron, y siguen siendo, mucho más relevantes que la matanza precedente de la que poco se habla y estudia entre nosotros los católicos. Aquí cabe un revisionismo.

 

 

Las citas y las fuentes que dan crédito a lo expuesto corresponden al libro Bombardeo del 16 de junio de 1995, editado en 2010 por Investigación Histórica del Archivo de la Memoria.

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  1. Juan Carlos Lafosse on 3 junio, 2012

    Yo estuve con mis padres (¡y hasta un tío que era el ateo declarado de la familia!) en la procesión de Corpus Christi del 11 de Junio de 1955. Una manifestación política realmente, con una oposición cuyo eje era la Iglesia.

    A la semana fuimos a Plaza de Mayo para ver los daños que había causado el trágico ataque de los aviones de la marina. Más tarde estuvimos en las iglesias quemadas esa noche, juntando “reliquias” o sea casi cualquier cosa que estuviera un poco chamuscada. En Septiembre festejamos el triunfo del golpe con banderitas en el Chevrolet descapotado que teníamos. Pero en mi casa nunca se habló de los muertos en el bombardeo.

    Desde 1955 la historia argentina fue una sucesión de intentos de borrar, de hacer desaparecer totalmente el peronismo. Algunos fueron simplemente ridículos, la mayoría vergonzosos y crueles. Por eso no sorprende la continuidad de los personajes, basta con ver la persistencia de las ideas de quienes bombardearon en el 55 con quienes asesinaron y torturaron en el 76.

    “Fue una demostración del odio…” que lamentablemente no es difícil encontrar aún en nuestros días. De esto tampoco se habla lo suficiente.

    Gracias al relato oficial que se nos impuso durante tanto tiempo, son muchos los que no conocen la verdad histórica. Ciertamente se necesita revisar la historia para superar estos odios rancios que vienen desde tan lejos.

    Gracias al Sr. Espeche Gil y a Criterio por publicar este artículo, que espero nos ayude a analizar cual fue la actuación de la Iglesia en la historia argentina, en 1955, con la dictadura del Proceso (revelada tan flagrantemente hace poco) y también ahora. Ver si cumple su misión de ser un instrumento de paz y unidad en nuestro país.

  2. norberto Padilla on 8 junio, 2012

    Como el Sr. Lafosse, recuerdo ese 16 de junio, escuchè el estruendo de las bombas, supe del avance de los incendiarios y días más tarde visité San Nicolás de Bari, recogiendo alguna página de libro y de ornamentos quemados, que guardé en una caja de sombreros de mi madre. Tenía 11 años entonces y a los 68 no me olvido de esos días. Queda ahi lo autobiográfico.
    Recientemente la Sra. Presidenta de la Nación inauguró un monumento a los civiles caídos en esa trágica jornada, entre quienes habia peronistas y otros que simplemente estaban en el centro de la ciudad. No sé si además Juan Carlos Espeche Gil propone se conforme una comisión investigadora, porque no sé que material tiene el Archivo de la Memoria pero que ese perìodo ha sido estudiado con seriedad.
    Un par de observaciones: para estigmatizar a los sublevados (el ministro de Marina Olivieri, el Alte, Toranzo Calderón, el Capitán Gargiulo, que puso esa tarde fin a su vida) se hace hincapié en la traectoria de alguno entonces oficiales jóvenes décadas después. Por ejemplo, Emilio Massera, de 30 años de edad entonces, cuya actuación en 1955 no que evidentemente un obstáculo para que el General Perón lo designara Jefe de la Armada en diciembre de 1973.
    Ninguna bomba cayó sobre la Curia (me sorprende la cita de Manuel V. Ordoñez). La Curia fue incendiada esa noche, hecho que además de lo religioso, significò la pérdida de un invalorable patrimonio histórico, los archivos y documentación desde los tiempos de la Colonia. Y en cuanto a las iglesias, no solo «pareció» que los bomberos dejaron correr las llamas, sino que lisa y llanamente, las dejaron hacer sus estragos, y la policìa dejò que se profanaran y saquearan sin intervenir. Por otra parte, así fue en 1953 cuando ardieron la Casa Radical, la Casa del Pueblo y el Jockey Club.
    El Dr, Ruiz Moreno, citado por el autor, escribió un exhaustivo trabajo sobre la Revolución de 1955, que recomiendo. Aunque él sea antiperonista (incluso «acérrimo», se encarga de hacernos saber el Sr. Espeche) su estudio valora la preparación militar y la valentía de los defensores de la Casa de Gobierno y trata muy detalladamente los sucesos de ese día, tanto los bombardeos como la quema de las iglesias. Que el general Lonardi se haya «alegrado» de ver arder las iglesias, me llama la atencion, por decir lo menos. Lo que es posible es que se haya dado cuenta que muchos católicos, que hasta entonces apoyaron a Perón (no nos olvidemos de la enseñanza religiosa obligatoria, que le valió un porcentaje no desdeñable de voto católico en 1946), vieran como irreversible su caída a partir de la persecuciòn desencadenada contra la Iglesia Católica.

  3. Juan Carlos Lafosse on 9 junio, 2012

    Estimado Sr. Norberto Padilla,

    Creo que su comentario ayuda a precisar cual fue el relato oficial que perdura incluso hasta nuestros días en algún grupo social. Veamos sus componentes principales:

    1) Ud. no menciona la participación activa de la jerarquía de la Iglesia como eje de la oposición. La Iglesia no era una víctima inocente de Perón. Por ejemplo, la procesión del 11 de Septiembre fue, sin ninguna duda, un acto político, donde concurrieron menos fieles con motivación religiosa que personas con intenciones políticas. Recuerde que el himno de batalla opositor era “Cristus vincit” y los símbolos de la V con una cruz en los aviones de la marina.

    2) Tampoco aparecen en su comentario los muertos en el ataque, pero sí el avance de los incendiarios y la inacción de bomberos y policía. Recuerde Ud. si alguna vez se mencionaron en su círculo social, a lo sumo se culpaba a Perón, minimizando el hecho.

    3) Ud. supone que “para estigmatizar a los sublevados” se los vincula con lo que hicieron décadas después. Decidir secuestrar, torturar y arrojar al mar sus prisioneros es absolutamente coherente con haber vaciado un tanque de combustible sobre civiles “por odio”, como confiesa quién lo hizo.

    El problema no es “estudiar con seriedad” un momento histórico sino la forma en que un relato se impone sobre un país. Los grupos dominantes en Argentina efectivamente construyeron un relato que coincide con lo que Ud. escribe. Contestar esa historia oficial en los años siguientes era virtualmente imposible, podía costarle la vida al que lo hiciera. ¿Ud. cree que Massera hubiera dudado en hacerlo “desaparecer”?

    Así llegamos al día de hoy en que todavía muchos interpretan el país en esa clave simplista de peronismo / antiperonismo y se basan en relatos que no se construyeron colectivamente sino a partir de núcleos de poder interesados en mantener esta visión. Así tienen más poder, dividiendo a los argentinos.

    Algo así pasa ahora cuando se oponen frontalmente los relatos que fabrica el grupo de medios cuasi monopólico chocando con el del gobierno. «El desastre total» vs. «Todo va bien». Ninguno tiene “la verdad” obviamente, pero las hondas raíces del odio permanecen en lugar de disolverse para dar lugar a mecanismos más civilizados de resolución de los conflictos sociales.

    También ahora la Iglesia jerárquica interviene en política y negocia fracciones de poder. Nada nuevo bajo el sol, pero tan lamentable como hace 50 años.

    Gracias por su participación, vale la pena conversar sobre estos temas.

    Cordialmente,
    jc

  4. Martín Lagos on 11 junio, 2012

    Quisiera participar de este debate señalando que los oficiales militares que participaron de los alzamientos de 1955 – entre ellos mi padre, Julio Alberto Lagos – no pretendían hacer una revolución contra las instituciones de la república y de la Constitución, sino poner fin a un gobierno que desde el primer día de su inauguración, el 4 de junio de 1946, mostró un total desprecio por los principios y valores que constituyen una república y los mandatos de esa Constitución. El primero de los cuales es que más allá de contar con el respaldo de una amplia mayoría de la población, no pueden avasallarse los derechos civiles de ninguna minoría. No se discute que el alzarse en armas haya sido un acto ilegal, pero cabe preguntarse si no fue el avasallamiento al que Perón sometió a sus opositores desde el comienzo de su gobierno lo que llevó a tantos militares y civiles a los extremos que tuvieron lugar en ese año.

  5. María Teresa Rearte on 11 junio, 2012

    Las personas que comentan esta nota parecen hacerlo desde Bs.As. o sus cercanías. Por lo cual no parto de la misma base para hacerlo yo.

    Pregunto: ¿Nadie recuerda la expulsión de los monseñores Tato y Novoa? ¿Qué pasó con la excomunión a Perón? ¿Fue excomunión o algo así como una advertencia?

    Quienes vivimos en el interior, no sabemos por haber visto u oido lo relativo al bombardeo sobre la Plaza de Mayo, en junio de 1955. Sabemos lo informado por los medios.

    Pero sí sabemos del cercenamiento de las libertades individuales. De la persecusión a quienes no adherían al peronismo. La negación del derecho al trabajo a quienes no se afiliaban al partido peronista, impulsada por los mismos compañeros de trabajo de quienes no adherían. La persecusión incluso a las familias de los trabajadores que no se afiliaban, era muy niña y sé de la persecusión sufrida por mi padre y otros familiares. E incluso de la persecusión instrumentada contra los niños, escolares, en las escuelas, por la obligación de portar el luto por la muerte de la Sra. María Eva Duarte de Perón. Siendo muy niña, repito, la padecí. E incluso se imponía una especie de culto frente a una cierta forma de altar levantado en el interior de la escuela.

    Sé de la persecusión contra el único sacerdote había donde vivía. Y que no significaba ningún peligro para el régimen gobernante. Él y mi padre sufrieron público escarnio.

    Decidimos dejar la casa familiar. Y trasladarnos a otro lugar, incluso porque nuestra vivienda no era respetada. Y era peor cuando hablaba Eva Perón, que tenía un evidente carisma para enardecer a las multitudes. Los sucesos del 55 me encontraron en otra provincia. Y por propia decisión, no por imposición paterna, llevaba sobre mi pecho la insigna de la cruz con la v de la victoria. Cristo vence.
    Y estaba inscripta en un colegio católico.

    Con relación a la persecusión a los trabajadores, y lo que sostiene el peronismo de que la «clase trabajadora» es la columna vertebral del peronismo, discrepo totalmente. No tiene por qué confundirse lo gremial con lo politico.
    Esa idea se ha conservado incluso en el gobierno kirchnerista, hasta nuestros días en los que vemos una especie de escisión entre el gobierno y la CGT.

    Ese es mi punto de vista, aunque habría mucho más por decir. Sólo que pienso que los ánimos se han serenado.

    Gracias.

    Prof. María Teresa Rearte

    Nunca comulgué con el peronismo. Por eso concuerdo con el Sr. Lagos, que me precede en la opinión, en que hubo un total desprecio por los valores repúblicanos y la Constitución.

  6. Juan Carlos Lafosse on 11 junio, 2012

    Estimado Martín Lagos,

    Seguramente participaron personas con buenas intenciones, pero vamos a lo básico: el fin no justifica los medios, hay límites que no se debieron pasar.

    Tras el golpe del 55 se sucedieron fusilamientos, crímenes aberrantes, proscripciones, golpes, asonadas, apretadas e imposiciones diversas hasta la década del 90, donde quizás también algunos participaron sin pretender «estar contra las instituciones de la República y de la Constitución».

    Pero siempre fueron apoyados por un mismo grupo social (incluida la Iglesia jerárquica) que invariablemente se benefició con las medidas que tomaron, a veces en forma escandalosa. Una pregunta para hacerse es cuanto fueron usados por este grupo, que ahora mira para otro lado y carga todas las culpas sobre ellos.

    La democracia en Argentina ha sido muy lastimada por las fuerzas armadas. Declarar que lo hicieron para «salvar a la patria» no alcanza para justificar la historia.

    Lo terrible es que en ese momento arranca una ola de odio visceral, que aún hoy nos castiga y divide, alimentada básicamente con los mismos objetivos políticos y económicos de entonces. Busquemos leer la historia más racionalmente.

    Cordialmente,
    jc

  7. Norberto Padilla on 13 junio, 2012

    Concuerdo tanto con Martín Lagos como con Ma. Teresa Rearte. De todos modos, y prescindiendo del sesgo clasista que insinúa el Sr. Lafosse con lo del «grupo social», voy a hacer una última intervención ya que mi comentario anterior suscitó su reacción. No es cierto que me haya desentendido de los muertos del 16 de junio. Si caían bombas, ya sé que no eran de estruendo, y he dicho que murió gente, peronista o no, que ha sido recordada en el monumento inaugurado por la Presidenta. En los sucesos de 1955 fue mucho más decisiva la participación de los laicos que de la jerarquía (un pasivo cardenal Copello, otro cardenal – Caggiano- al que se le adjudicaban simpatías hacia el gobierno, etc., sin olvidar que tras la caída del peronismo el primer obispo en avanzar hacia un entendimiento con Perón fue el de La Plata, Antonio J. Plaza). Curiosamente ellos no fueron señalados con nombre y apellido por Perón como perturbadores, aunque sí un futuro obispo, el Pbro. Enrique Angelleli, de Córdoba.
    Si el gobierno hubiera autorizado la procesión de Corpus seguramente la manifestación de junio – no septiembre- la repercusión y la participación en la marcha por la Avda. de Mayo (no procesión) hubiera sido menor. O si no se pudiese computar el ataque a la Catedral unos días antes, o la expulsión del país de los ciudadanos argentinos Manuel Tato, obispo auxiliar, y Ramón Novoa, prelado. Claro que en ese tiempo la oposición no tenía oportunidad de expresarse, también me acuerdo del impacto que fue, después de la pacificación a la que Perón llamó tras el 16 de junio, escuchar a Arturo Frondizi por una radio, lo que hace años no sucedía.
    Está mal derrocar gobiernos constitucionales, nos ha dicho el Sr. Lafosse. Pero el oficial del Ejército Juan Perón estuvo entre quienes lo hicieron en 1930 (inclusive dejó relatos de ese hecho) y 1943, más aún asumió la presidencia constitucional en el aniversario de ese golpe, del que fue el principal beneficiario. Y los que promedian los 60 o 70 de edad se acordarán de haber cantado en el colegio el himno al 4 de junio de 1943.
    Con el inolvidable Félix Luna digamos «todo es historia». El hizo mucho para que podamos conocer y dialogar sobre nuestro pasado serenamente. Ojalá que su ejemplo perdure. Y pensemos el país que necesitamos construir entre todos.

  8. María Teresa Rearte on 14 junio, 2012

    Con relación a la expresión grupo social al que pertenecerían quienes no comulgaban con el gobierno peronista, no se afiliaban al partido peronista, y fueron perseguidos, ellos y sus familias, negándoseles el derecho al trabajo, pienso que, efectivamente, no debemos caer en enfoques simplistas de teorizar sobre «peronismo-antiperonismo». Resulta absurdo que, a algunos, se los tildara antes y hoy se nos tilde a quienes ya adultos asumimos nuestras ideas, de gorilas, vendepatrias, oligarcas, etc., vocablos que forman parte del léxico peronista. ¿Acaso la Sra. Eva Perón no hablaba de «vendepatrias» en sus discursos? Si me equivoco corríjanme, porque era muy niña, pero recuerdo.

    Lo que eran algunos como mi padre era trabajadores honestos, instruidos, cultos. En mi casa se hablaba de literatura, filosofía, música, etc.

    ¿A quién pertenecen aquellos dichos: «haga patria, mate un estudiante»; «alpargatas sí, libros no», etc.? ¿Quién nos exigía leer «La razón de mi vida», de Eva Perón? Yo iba a un colegio católico, llevaba sobre mi pecho la cruz y la v, de Cristo vence, ya lo dije, y lo hacían mis compañeras también. Era nuestra «mística».

    Sobre mi orientación ético-religiosa, es la de mi hogar, a la que he permanecido fiel a través de los años. Y es la del cristianismo He comulgado con la línea de Zazpe, que fue mi obispo. ¿Que ganancias obtuvo Zazpe de los gobiernos? Por supuesto que en la Iglesia hay distintas

    líneas. Eso es innegable también.

    Fui a la universidad y me pagaba mis estudios, con un trabajo obtenido por concurso, luego de rendir examen de ingreso una y otra vez. ¿Cuál es mi grupo social, mi «clase».?

    Guardo poemas, la herencia que me dejó mi padre, un trabajador, perseguido, humillado, por el gobierno peronista. Y por los peronistas.

    De ellos, sólo cito una estrofa:

    A LOS MÍOS: Recto sea el andar de sus vidas/ por las sendas benditas de Dios,/ y en la tierra que surque su arado/ sólo pongan simiente de amor.» ¿Son palabras de un hombre que piense en el odio? ¿Y que así lo inculcara a su familia?

    Cito otra estrofa, pero de su poema ADIÓS AL TRABAJO: Camaradas, amigos, hermanos/ de la fragua que al rojo calienta;/ de la forja que al mundo sustenta/ con su esfuerzo y profícua labor:/ el martillo dejo hoy en el yunque/ y al trabajo dirijo mi adiós/ con el alma angustiada y en pos/ de un destino sin luz ni fulgor…» ¿Son los versos de un hombre lleno de odio? ¿O de alguien que se ganó el sustento con el trabajo, perseguido por el gobierno peronista de entonces?

    Un hombre que no nos dejó odio; pero sí convicciones. Amor. Honradez. Y mucho más, por lo cual tampoco puedo adherir al gobierno k.

    Pienso sí que no debemos caer en análisis simplistas. Que debemos mirar integralmente la historia. No sólo desde Bs. As; sino conocer también el interior, que es igualmente Patria.

    Creo firmemente que los tiempos no dan para una única lectura de nuestro pasado. Tampoco para una única interpretación de nuestro presente.

    Finalmente, definirse políticamente es un exigencia ética. No todo da lo mismo. La política encierra una elevada tensión ética, porque el hombre, y el político por consiguiente, nunca está definitivamente anclado en el bien. Pero una cosa es luchar por el bien. Y otra dejarse invadir por la negación del bien. A cada uno le queda la opción de encontrar el punto de equilibrio.

    Gracias.

    Prof. María Teresa Rearte

  9. Juan Carlos Lafosse on 15 junio, 2012

    Estimado Norberto Padilla,

    Muy buena su observación sobre la participación de Perón en el golpe de 1943. Perón comienza su carrera política en 1943 dentro del golpe conservador de Ramírez y su movimiento se concibe inicialmente como un freno a los movimientos sindicales de izquierda. David Viñas dijo que el peronismo “es un vericueto de la historia para que los negros no se vuelvan rojos”.

    Pero el 17 de Octubre de 1945 ocurre un hecho inesperado, incluso para el mismísimo Perón. En esencia lo que ocurrió es que aquellos que hasta ese momento no participaban de la vida política argentina, los eternos ignorados del sistema social y político, los “cabecitas negras”, se encontraron de pronto en un lugar y con un poder que nunca imaginaban alcanzar. En ese momento vieron en Perón y Evita los símbolos de ese inédito reconocimiento social. No fue fácil esa relación, de modo que interpretar esos años no es sencillo y, como casi todo, es totalmente imposible sin ubicarlo en el contexto histórico mundial.

    Hacer una lista de “buenos motivos” para el golpe de 1955 (y de cualquier otro, especialmente si triunfó) no es ni siquiera difícil. En tren de motivarse, la historia siempre tiene algo para recordar y si no hay un agravio evidente, siempre se puede encontrar un avasallamiento conveniente.

    El problema es considerar los costos de estas decisiones, los “daños colaterales” como se llaman ahora. Saber si se evaluó todo el dolor, las muertes y el envilecimiento de personas e instituciones que se impuso sobre Argentina. Tengo derecho a saber si se analizaron otras alternativas menos cruentas, más de acuerdo con los valores que se decían proteger. Cuanto pesaron los intereses de los que promovieron los golpes. El precio pagado en estos 57 años es astronómico, yo me pregunto muy seriamente que fue lo que recibimos a cambio.

    Ud. dice que mi observación es de “sesgo clasista”. Lo que ocurría es que, más que los económicos o institucionales, los valores simbólicos del peronismo chocaban frontalmente con la visión sarmientina: la civilización debía erradicar la barbarie. La “gente bien” no podía tolerar que ni una mínima parte del poder estuviera en manos de hombres de tez oscura, de plebeyos insolentes que «no sabían cual era su lugar».

    En la Iglesia había curas peronistas, pero seguramente muy pocos obispos. Después de todo, esto es explicable, la mayoría de ellos provenía (y provienen ahora) de clases medias y altas, que eran “antiperonistas”. No se trataba de ser buena o mala persona, era algo dado, algo que ni siquiera se le ocurría discutir a nadie de ese grupo social.

    Continuar este odio obviamente no tiene sentido racional, pero sin embargo aparece con fuerza en muchos relatos, personales y colectivos. Disculpe que use la palabra odio, pero excede en mucho la pasión.

    Y guste o no, los beneficiados de todos los golpes fueron siempre los mismos, de un grupo social bastante estable, de modo que echarle toda la culpa a “los militares” no es algo evidente.

    Cordialmente,
    jc

  10. María Teresa Rearte on 16 junio, 2012

    Se puede o no hacer una lectura sociológica de la vocación sacerdotal. No comparto las generalizaciones en cuanto a la extracción social de los sacerdotes. Depende dónde estaban, qué hacían, al momento de haber sido llamados. Lo cual es una lectura desde la fe.

    La mía es una interpretación de la vocaciòn como un llamado. En cuanto al origen social de los que son llamados, hablo por lo que conozco, un seminario diocesano, es diverso. No necesariamente pertenecen a una clase alta, o media alta. Diría que es simplemente media. Y a veces de origen humilde.

    No he encontrado una predominancia de seminaristas provenientes de colegios católicos. Sí conocí quienes venían de cursar el secundario es escuelas tecnicas. O del mundo del trabajo. E incluso algún profesional universitario. Todo depende de dónde estaban cuando fueron llamados. Esto si aceptamos que la vocación es un llamado de Dios, semejante al que hizo Jesús con los primeros que le siguieron.

    Sí pienso que la formación sacerdotal les brinda mucho. Me doy cuenta que luego influyen el destino pastoral que tienen, los estudios posteriores si tienen condiciones sobresalientes y se los envía a estudiar a Roma. Incluso influye la ambición personal y las relaciones que establecen. Dije influyen pero no determinan. Todo depende de cada uno.

    Personalmente no me inquieta si son o no peronistas. Si lo son es porque están comprometidos con el pueblo y sus necesidades. Lo que me inquieta es que perduren ciertas ideas afines con el autoritarismo propio de los gobiernos militares. Y que guardan relación con la propia personalidad de esos sujetos. Pienso que son los menos, porque las nuevas generaciones se van extendiendo. Pero quedan algunos de mentalidad cerrada.

    Paralelamente queda algún laico con afinidad con la mentalidad militar, que registra antecedenes de desempeñó civil en funciones públicas durante el gobierno militar. Y prestando funciones en alguna institución eclesial, no obstante el tiempo transcurrido.

    Lo dicho en cuanto a la vida diocesana. Diferente podría ser el enfoque en cuanto a los seminarios de las órdenes religiosas.

    Gracias.

    Prof. María Teresa Rearte

  11. Juan Carlos Lafosse on 16 junio, 2012

    Estimado Norberto Padilla,

    Warren Buffett, el segundo multimillonario del mundo detrás de Carlos Slim, dijo en Noviembre de 2006 que “Hay una lucha de clases, por supuesto, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que dirige la lucha. Y nosotros ganamos”. Sin duda Warren sabe de lo que habla y no se ha inspirado en Karl Marx.

    Se puede leer el artículo completo en el New York Times: http://www.nytimes.com/2006/11/26/business/yourmoney/26every.html

    Cordialmente,
    jc

  12. Fui soldado conscripto de I.M. Presté servicios en el Comando General de Infantería de Marina. Estuve de guardia la noche del 15 al 16 de junio de 1955 en el cuatro piso, que era la sede del Cdo Gral de IM.El edificio estaba esa noche bajo las órdenes del Teniente de Navío Julio César Scala, que estaba de guardia. Un excelente oficial respetuoso de los reglamentos internos y de estoica conducta. Transcurrieron 57 años. He leído luego varios libros acerca de los hechos, y el que ha respetado más su fidelidad ha sido el relatado por el historiador Isidoro Ruiz Moreno. No obstante aun falta el relato de lo que ocurrió dentro del Cdo.Gral. de I.M. De como llegó a las manos la pistola 45 para que se sucidara el Contralmirante Gargiulo, que papel hizo su asistente el marinero Suez. Los días de prisión en la Penitenciería Nacional de la avenida Las Heras. La intervención de la masonería en el peronismo después de la muerte de Eva Perón. El papel del Ministro de Educación, Mendez San Martín, del Ministro del Interior,Borlenghi, del Vice presidente Amirante Tessair, que Eva Perón en vida odiaba y no acercaban a Perón mientras ella vivía. Perón, fallecida su esposa, cayó en manos de la masonería como cayó después en manos de López Rega. Sin la ingerencia de la masonería en el peronismo, no hubiera habido persecución a la Iglesia.Todo esto lo supe conversando con los protagonistas del otro lado, con los cuales tuve la oportunidad de hacer luego retiros espirituales y me hice muy amigo de ellos, la mayoría ya fallecidos.Fueron muchos los peronistas que aquel régimen encarceló por haber defendido a la Iglesia Católica, entre ellos el diputado Pedro Pablo Rivas, amigo de mi padre. Cuando triunfó la Revolución Libertadora puso en libertad a cientos de católicos peronistas que habían sido encarcelados por esta campaña contra la Iglesia Católica. La masonería dentro del peronismo y de las instituciones incluso de la Iglesia Católica es nuestro único y principal enemigo.Son los mejores servidores del demonio ya que por rara coincidencia «no creen definitivamente en la verdad» y mienten para relatar los hechos de acuerdo a sus ideologías, que pueden ser marxistas como liberales, aunque se vistan con clerigman.

  13. Luis Alejandro Rizzi on 21 junio, 2012

    Recuerdo el 16 de junio de 1955. Salía del colegio Nacional de Buenos aires y ese día en vez de ir a tomar el metro a la estación Perú, se me ocurrió ir a PLAZA DE MAYO. Justo cuando bajaba las escaleras por la entrada de la calle Defensa. Sentí el motor de los aviones y ya en el andén nos pareció escuchar algunos estallidos.
    Cuando llegué a mi casa unos 20 minutos después era lógico imaginar la angustia de mis padres por mi suerte.
    Se sabía que había “revoluciones” en marcha, se distribuían panfletos ya que la prensa estaba totalmente cooptada por el gobierno y se escuchaban las radios del URUGUAY para “poder saber de que se trataba” y mi padre leía LA VANGAURDIA que la conseguía de modo clandestino.
    Vivía la época bajo el síntoma del odio al “peronismo” y recuerdo los chistes sobre Aloe, Espejo, que creo era el líder de la CGT y sobre los jerarcas peronistas en general.
    Fui educado en el “odio antiperonista”, no podía tener amigos cuyos padres fueran peronistas, eran mala gente y el bombardeo en PLAZA DE MAYO fue objeto de celebración y lamento de por qué Perón no murió.
    El antiperonismo era dogmático del mismo modo que hoy lo es el kirchnerismo, que se niega sistemáticamente a sustentar o argumentar, sólo sabe descalificar y generar diferencias. Hoy creo que el odio está repartido, porque es difícil sentirse odiado y no odiar.
    Del mismo modo que el 16 de septiembre inicio de la llamada Revolución Libertadora que finalmente derrocó a Perón una semana más tarde, fue acompañado por miles de personas y celebrado durante algunos años, el 16 de junio era recordado como un día frustrante, no por los que murieron ese día, sino porque no murió Perón.
    Todo indica que la ecuación “peronismo-antiperonismo” estuvo escondida durante algunos años, pero hoy como antaño, esos odios perduran y en muchos casos las organizaciones de derechos humanos son las que parecerían irritan esos sentimientos al desconocer y esconder las realidades vividas desde el 70 en adelante y hacer de la justicia una parcialidad.
    Con esto quiero decir que hay una cuestión cultural de por medio que es el utilitarismo como regla moral. Lo que es útil para algunos, debe ser útil para los otros.
    El 16 de junio fue el día de las dos violencias porque luego sucedió la quema de Iglesias, saqueo de armerías, recuerdo una que estaba en Esmeralda y Sarmiento o Cangallo, hoy Perón que fue devastada.
    Luego el 31 de agosto con su famoso cinco a uno, Perón demostró que para él “poder y violencia” eran sinónimos, por lo menos en esa época.
    No son fechas lo que debemos desentrañar, sino épocas, culturas y actitudes y especialmente porque somos una sociedad desconfiada.

  14. Juan Carlos Lafosse on 25 junio, 2012

    En Paraguay la Iglesia es uno de los ejes del golpe de estado que depuso al presidente Lugo.

    No sólo fue el Nuncio el primer embajador que lo visitó, sino que el arzobispo adjunto de Asunción, Edmundo Valenzuela, quien había pedido la renuncia de Lugo antes de que el Congreso concluyera un veloz juicio político, expresó un macizo apoyo a Franco en una misa en Asunción a la que asistió el golpista Federico Franco.

    Y nuevamente, los que atacan el sistema democrático son el mismo grupo que impulsó el golpe de 1955, prácticamente por las mismas razones de fondo.

    ¿Cuál es la misión que le encomendó Jesús a la Iglesia? ¿Es ésta su Iglesia?

  15. JULIO N. BELLO on 25 junio, 2012

    Señor Director
    Lamento mucho el tono y el contenido de la nota sobre “El Bombardeo de junio de 1955 y sus protagonistas” de mi muy querido amigo Juan Carlos Espeche. Su contenido desdibuja el eje principal del hecho recordado, desde el punto de vista ètico,polìtico y social, como fue el bombardeo a una ciudad abierta y a una población indefensa.
    Sus referencias a conductas personales en esos momentos son, muchas de ellas, aleatorias y de difícil aceptación como realidad histórica, en especial la referida al Gral. Lonardi. Lo hace aparecer como alegre ante la quema de las iglesias, coincidiendo así en una postura denigratoria de su persona propia de los grupos gorilas y liberales que lo derrocaron.
    Juan Carlos E. tiene muy buenos libros sobre nuestra historia rioplatense, lamento que su falta de rigor histórico para este artículo permita centrar la reflexión sobre sus afirmaciones y no sobre esa herida a la concordia de los argentinos. Julio N. Bello,

  16. María Teresa Rearte on 26 junio, 2012

    En Paraguay no hubo bombas. Pero se destituyó a un presidente, violándose los principios y garantías constitucionales del debido proceso y la defensa en juicio.

    Detrás del golpe político parlamentario estuvieron, según se empieza a conocer, fuertes intereses políticos, latifundistas y grupos económicos de poder. El objetivo, entre otros, impedir la distribución de la tierra concentrada en muy pocas manos.

    Llama la atención el rol -sin disimulos- que ha desempeñado la jerarquía de la Iglesia católica, antes y después del golpe. Porque se sabe que, incluso antes de la destitución del mandatario, obispos católicos lo visitaron para pedirle que renunciara. A posteriori, en esta misma página ya se comenta el cometido del nuncio y demás representantes eclesiásticos.

    El Concilio Vaticano II ha marcado claramente la necesaria distinción entre el orden religioso y el orden temporal o secular. ¿Es la Iglesia paraguaya una Iglesia pre-conciliar? ¿Responde el nuncio apostólico a igual orientación? ¿No debe la Iglesia estar comprometida con el derecho y la justicia para con toda persona, independientemente de que se trate, como en este caso, de un ex-obispo?

    La conducta de la jerarquía católica en Paraguay nos recuerda el agustinismo político, como versión deformada del pensamiento de san Agustín. Recordemos el caso del papado medieval. ..Téngase presente la deposición de emperadores y reyes, por ejemplo. Pero pensemos, a la vez, que estamos en el siglo XXI, a posteriori de un concilio como el Vaticano II que, se supone, ha
    marcado un cambio en el desenvolvimiento de la vida eclesial.

    ¿Está tan arraigada la matriz conservadora de la política tanto como de la jerarquía católica, que sin siquiera ruborizarse ha llevado a cabo la destitución del Presidente del Paraguay, con un procedimiento «express», que pretende darle un marco de legalidad?

    ¿Hasta qué punto la jerarquía católica sigue las orientaciones del Magisterio eclesial, que confunde sus atribuciones religiosas con las del orden político? Francamente, la jerarquía de la Iglesia paraguaya ha dado muestras de una mentalidad pre-conciliar de la autoridad, en la que se muestra el juego de fuerzas y apetencias de poder, y mezquinos intereses, reñidos todos con el mensaje y el espíritu del evangelio. Pero también con las enseñanzas del Magisterio jerárquico, nada menos que en un concilio ecuménico.

    Lo ocurrido con la destitución del Presidente Fernando Lugo en Paraguay no es sólo un hecho político que avanza sobre los procesos democráticos en América Latina, cuando faltaba menos de un año para que su mandato concluyera, sino que pone de relieve el acompañamiento de tales metodologías por parte de la Iglesia paraguaya, cuyo ministerio no goza de potestad para estos menesteres.

    La fe, nuestra fe, la mía al menos, requiere liberarse de ingenuidad tanto como de la mitificación religiosa, por ejemplo ante acontecimientos de la envergadura del que comento.

    Gracias.

    Prof. María Teresa Rearte

  17. Juan Carlos Lafosse on 26 junio, 2012

    Estimado Sr. Luis Alejandro Rizzi,

    Coincido con Ud. en la existencia del odio antiperonista y su virulencia, yo también lo he vivido. Sin embargo me parece que este lamentable sentimiento se parece mucho más al «antiK» actual y francamente no veo que sea recíproco. En lo personal lamento toda la violencia que ha caído (y cae) sobre nuestro país, de todos lados.

    A mi me llama la atención que Ud. diga que «el 16 de junio era recordado como un día frustrante, no por los que murieron ese día, sino porque no murió Perón» y que luego opine que quienes irritan el odio son quienes fueron bombardeados, secuestrados, torturados y asesinados sin poder acudir a la justicia en su defensa, que era absolutamente parcial a favor de los verdugos, sin duda alguna.

    Cordialmente,

    jc

  18. horacio bottino on 29 junio, 2012

    El peronismo,por supuesto que tuvo muchísimos errores,pero no bombardeó ningún lugar donde había cientos de civiles,no fusiló a nadie,como Aramburu Rojas,nunca quiso volver al modelo agroexportador,creador de miseria,no anuló ninguna elección,como en 1962,no prohibió nunca la cgt y los partidos políticos,no proscribió a ningún partido como en 1963,cuando asumió Illia,que junto a Zavala Ortíz,impidieron la vuelta de Perón,no privatizó empresas para los especuladores como hizo frondizi Frigerio que también anuló las elecciones de 1962.no tuvo ministros de Economía bogados de empresas extranjeras:Alsogaray m. de hoz 1963 y 1976,R. Alemann 1963 y 1982,k Vasena,Eugenio Blanco de Illia,Dagnino Pastore,Onganía y Bignone,luego Menem traicionó al peronismo.

  19. María Teresa Rearte on 29 junio, 2012

    Luego de leer el comentario precedente, pregunto:
    1º ¿En qué lugar, o posición, según su interpretación ubicaría el Sr. Horacio Bottino a los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, respectivamente?
    2º ¿Cómo explicaría lo que está pasando actualmente en el país, con esta situación que se ha planteado entre la Sra. Presidenta de la Nación y el líder sindical y secretario de la CGT, Hugo Moyano?
    3º ¿No son ambos de extracción peronista? ¿El uno excluye al otro?

    Pregunto, porque observo que su análisis se interrumpe en el gobierno de Carlos Menem.

    Gracias.

    Prof. María Teresa Rearte

  20. María Teresa Rearte on 29 junio, 2012

    Amplío mi planteo anterior, con la siguiente aclaración.

    Las demandas de Hugo Moyano, sobre el impuesto a las ganancias sobre los sueldos de los trabajadores, al igual que la discriminación en el pago de las asignaciones familiares por los hijos de los trabajadores, me parecen totalmente razonables.

    Pero además, pienso que su reclamo se inscribe en la lógica del pensamiento peronista. O si se quiere del movimiento justicialista. Y de las ideas promovidas por su fundador.

    ¿Cómo explicar, entonces, la conducta de la Sra. Presidenta de la Nación?

    Por último, no soy peronista; pero considero de estricta justicia los dos reclamos presentados por el dirigente sindical. Y negados por el gobierno de la Presidenta de la Nación.

    Gracias.

    Prof. María Teresa Rearte

    • German on 20 julio, 2012

      Maria Teresa, no VOMITES aqui tu ODIO contra la presidenta…AHORA RESULTA QUE EL NEGRO MOYANO que era UN DEMONIO PARA CLARIN LA NACION PERFIL y SU PROPIA CLASE GORILA, ahora es UN LIDER CARISMATICO?
      …Solo queda una explicacion: dicen que nos estamos alienando al centro de la galaxia y que ciertas ENERGIAS perturban y perturbaran violentamente la mente de mucha gente…. y asi es como llegará el FIN DEL MUNDO!

  21. María Teresa Rearte on 20 julio, 2012

    El Sr.Germán debería identificarse, con nombre y apellido, así uno sabe con quien está tratando.

    El dirigente sindical Hugo Moyano no fue nunca, ni es tampoco ahora mi líder.

    Con relación a la Sra. Presidenta de la Nación, no la voté. No adhiero a su gestión. Pero la respeto como persona y como presidenta.

    No voy a responder al resto de su comentario porque no comparto el nivel conque se expresa. Un profesor hace docencia en la cátedra; pero también con el testimonio de la vida. Y es mi caso. Más aún, cuando por vocación he elegido la Ética y la Teología Moral. Y además estoy comprometida con la actividad cultural de la comunidad donde vivo.

    Gracias.

    Prof. María Teresa Rearte

  22. Héctor M.Raggio on 18 noviembre, 2014

    Yo fuí soldado de la 3a.Cia. del Regimiento Motorizado Bs.As.Después de los diezmados granaderos, fuimos los primeros que estuvimos luchando contra los subversivos. Lo hicimos desde el Ministerio de Guerra y desde allí pude ver como se masacró al pueblo indefenso que salió a def ender a Perón. Actualmente, Noviembre de 2014, estoy escribiendo un libro sobre mi vida como colimba en el que relato mis vivencias durante ese año, incluyendo todo lo acontecido, desde mi optica, en los dos golpes de estado de ese año l955. Espero terminarlo antes de junio de 2015, a sesenta años de la barbarie asesina y por ese medio poder reivindicar a esos soldaditos a los que sin querer el odio asesino transformaron en protagonistas de esa tragicomedia que enlutó al país, y que ha sido olvidada.

    • Juan Carlos Lafosse on 18 noviembre, 2014

      Estimado Sr. Raggio,

      Realmente me gustaría leer su libro y le agradezco su testimonio.
      Cordialmente,

      Juan Carlos Lafosse

      • Elsa Lamin on 18 junio, 2018

        Hector Raggio publicó su libro en el 2015 como esperaba.
        “1955, el año de los colimbas olvidados” asi se llama el libro de Raggio

  23. mario ramon russino on 6 noviembre, 2019

    PERON TRAJO EL ODIO VISCERAL EN NUESTRO PAIS. ERA UN MILITAR DE IDEAS PRUSIANAS. ANTES DE EL NO EXISTÍA NINGUNA BRECHA IDEOLÓGICA.

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