Una Teologia per la Vita es el último libro del obispo-teólogo italiano Bruno Forte, donde quedan reflejadas muchas de las consideraciones de este perspicaz intérprete de nuestro tiempo. Publica editorial La Scuola, en Brescia. El nombre de monseñor Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto y reconocido teólogo de prestigio internacional, es familiar a los lectores de Criterio, revista de la que es consultor. Su último libro, Una Teologia per la Vita, de reciente aparición en Italia, es el resultado (y conserva su forma coloquial) de varias jornadas con Marco Roncalli, sobrino y biógrafo del beato Juan XXIII.
El autor va respondiendo a las preguntas y comentarios de su interlocutor sobre las cuestiones que han sido objeto de la reflexión teológica a lo largo de su vida. Estas son, al mismo tiempo, las que interesan y afectan la existencia de nuestros contemporáneos desde una perspectiva cristiana de memoria, compañía y profecía.
El coloquio comienza con una clara impostación biográfica que acompaña el itinerario seguido por la fe de Bruno Forte y las personas e instituciones que contribuyeron a su sólida formación teológica y filosófica. La riqueza de la producción intelectual de nuestro autor se manifiesta desde muy temprano, lo que hace que se lo considere un enfantprodigede la Teología.
A lo largo del diálogo con Roncalli, se percibe una lectura y una intelección profunda de la época actual, de su pensamiento, sus posibilidades y limitaciones. Se trata de una lectura con los ojos de lafe y la responsabilidad de un pastor de almas quees, al mismo tiempo, un hombre que vibra con laproblemática de toda la Iglesia.
En el libro son abordadas las grandes cuestiones que la teología debe considerar y la Iglesia evangelizar. Por ejemplo, se hace un discernimiento sobre pluralismo y relativismo religioso, teología y psicología, modernidad y postmodernidad, el diálogo con las distintas religiones, el valor de la vida y el dominio de la naturaleza, la impronta del mal y, finalmente, el futuro del cristianismo.
Forte ha viajado por el mundo. Es sensible a las aspiraciones y desafíos de la persona humana en la coyuntura de hoy, resultado de una historia política e intelectual a la vez globalizada y local.
Al referirse al “sur del mundo”, alude a la “teología del desarrollo” como origen de la teología de la liberación. Esta última, señala, pasó de fórmulas “ciertamente muy caracterizadas en sentido ideológico, particularmente en los años ‘60 y ‘70, a fórmulas más abiertas al propriumde la experiencia espiritual y mística por las cuales el teólogo de la liberación es tal, no simplemente por una exigencia de justicia humana y de sabor marxista, sino por una exigencia espiritual de adoración a Dios y de testimonio de su nombre en las situaciones de caridad y de necesidad, que continuamente nos desafían”.
Al citar al teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, considera que “la teología de la liberación representa un fuerte estímulo para que la teología europea hable con un lenguaje comprensible, cercano a la gente, y que además sepa individualizar las prioridades, los gestos y los momentos adecuados en los que pueda manifestarse la identidad cristiana de quien se hace gestor de liberación en el seguimiento de Cristo y su Evangelio”.
A lo largo del libro, el tema de la belleza, a cuyas manifestaciones artísticas Forte es particularmente sensible, aparece de forma recurrente. Belleza no tanto como categoría abstracta, sino como necesidad vital, asociada al mensaje evangélico, a la persona del Cristo resucitado y la esperanza. En la conversación final con Roncalli, Forte habla de la necesidad de “despertar la conciencia por la responsabilidad respecto del medio ambiente y la profundizaciónde una espiritualidad que sea al mismo tiempo compromiso por la justicia, la paz y la protección de la creación. Los pobres tienen derecho a la belleza, comenzando por la de la gran casa que es el mundo dado por Dios a todos”.
A lo largo de su obra, Bruno Forte se muestra no sólo como testigo, sino como intérprete y constructor de su tiempo. Este pequeño libro es, tal vez sin proponérselo, una excelente introducción al siglo XXI, desde la teología paulina del “nada de lo que es humano me es ajeno”.