En la edición de diciembre el autor se refirió a “la implosión radical” para explicar la caída electoral de la UCR. La otra caída, más estrepitosa aún, fue la de la Coalición Cívica de Elisa Carrió.Elisa Carrió escoltó a Cristina Kirchner en la elección presidencial de 2007, con 4,4 millones de votos. En 2011 la diferencia entre ellas fue de 11,4 millones, con Carrió en el último lugar y apenas 400 mil votos. ¿Por qué?
Tras la buena elección de 2007, Carrió reunió a varios partidos con vistas a las legislativas de 2009. Con su Coalición armó el Acuerdo Cívico y Social junto a la UCR (presidida por Gerardo Morales), el Partido Socialista (Rubén Giustiniani) y elGEN (Margarita Stolbizer). Quería lograr desde el Parlamento una oposición con propuestas alternativas. Integró la llamada “pata peronista”, sobre la que dijo: “Tenemos que construir un salto histórico como el de 1945; los peronistas me tienen que ayudar, sin ellos no hay salto ni cambio”. Hasta pensó involucrar a Mauricio Macri, a quien alguna vez calificó de “contrabandista”: “Es necesario un frente opositor muy amplio, por lo que no podría decir ‘no absolutamente’ a un acuerdo electoral con el Pro a nivel nacional”. También habló de llamar a Julio Cobos, siempre que no estuviera en el Gobierno.
En rueda de prensa sorprendía su apertura. “Se puede ser principista y flexible –declaraba–; hace unos meses celebramos el fin de la resistencia y la intransigencia; la Argentina se hace entre todos”. Con esta óptica anticipaba que en 2011 sería candidata a presidenta “si el 50% de los argentinos lo quiere, medido en encuestas”.
En 2009 el Acuerdo Cívico y Social hizo una buena elección y Carrió se reincorporó al Parlamento como diputada. Pero en 2010 anunció su alejamiento del Acuerdo, con críticas al socialismo y al GEN aunque sin descartar volver con la UCR y algunos peronistas. En febrero de 2011 proclamaba: “Nosotros vamos solos. Somos una fuerza ordenada que no se mete en la vida interna de otrospartidos”. Ante los llamados de Ricardo Alfonsín,respondía: “No hay condiciones; la Coalición Cívica juega sola”. En marzo decía que Cristina Kirchner no se postularía a la reelección pues no lograría el 40% de los votos.
En abril ponía en duda la capacidad de Alfonsín para gobernar y sus expresiones eran intransigentes: “Está claro que queda una sola fuerza, que es la nuestra. Hay mucha mugre junta, casi no hay candidatos y va a haber una sola candidata que soy yo”. En mayo criticaba a sus ex aliados y decía ser “feliz de ir sola a los comicios de octubre”. La implosión del Acuerdo Cívico y Social culminó cuando la UCR y el Partido Socialista tampoco coincidieron en ir juntos. En junio Carrió denunció “que la Presidenta está tramando ser candidata testimonial” para después no seguir. En agosto pronosticaba: “Es difícil que Cristina gane en primera o en segunda vuelta”. Finalmente en octubre, cuando también perdió 11 de 18 diputados, asumía su derrota con una frase esclarecedora: “La intransigencia no suma votos”.
Carrió es honesta, con coraje y experiencia legislativa, aunque con poco realismo político. Convive en ella mucho de lo que critica al kirchnerismo: personalismo, autocracia, falta de debate interno, dificultad para dirimir las diferencias, intransigencia con sus socios políticos. En síntesis, falta de ejercicio democrático en su vida partidaria. Su ex aliada Patricia Bullrich lo dijo claramente: “Los partidos políticos individuales no van más”.
Una lectora de La Nación escribía: era chiquita, mi abuela nos contaba el cuento de los palitos; cinco unidos costaba romperlos, pero al separarlos uno por uno, perdían todos. Elisa Carrió a lo mejor no conoce este cuentito”.
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Join discussionEl fenómeno Carrió es difícil de explicar y a esta altura del partido no vale la pena. Y si la moraleja del artículo se reduce a repetir que los opositores tienen que “ir unidos» también se queda en un cuento de la abuelita.
El problema de la oposición no es «unirse» sino generar proyectos políticos alternativos que sean económica, social y políticamente sustentables, generadores creíbles de equidad y desarrollo. Esto es difícil porque las circunstancias son novedosas para ellos, más acostumbrados a moverse en el modelo único e impuesto de las ideas neoliberales, que nada tiene para ofrecer en este momento e insiste con sus repetidas e incumplidas profecías de desastres surtidos.
Producto de circunstancias internas y externas más las muchas decisiones tomadas y políticas adoptadas, hoy vemos que el kirchnerismo y la presidenta en particular han logrado que tengamos un país gobernable. Ni social ni económicamente los niveles de conflicto son de magnitud comparable a los que se vivieron en las décadas anteriores. También es verdad que todo esto ha ocurrido en democracia, con libertad de expresión absoluta para todos y sin represión.
Y no solo es Argentina. En América Latina hay mayoría de gobiernos de izquierda, cada uno con sus particularidades, que no solo alcanzaron el poder sino que lo mantienen en el tiempo y se unen compartiendo objetivos y estrategias. Además, se ha sumado el fracaso ostensible del neoliberalismo, cuyas recetas infalibles generaron las crisis sociales y económicas que hoy pueden verse en Europa.
Esto es nuevo. En los últimos 40 años no habíamos tenido un ciclo de estas características. Por eso a la oposición aún le falta un núcleo de ideas, una nueva utopía, que se pueda plantear como alternativa creíble al proyecto del gobierno. Tampoco están a la vista los líderes capaces de encarnar ideales nuevos. Sin esto, “unirse” se reduce a componendas electorales tan evidentes que no resisten las propias elecciones.
Una oposición útil, más que pensar en voltear un gobierno, tiene que pensar en generar propuestas económica, social y políticamente sustentables, que son las que sirven al país. Y eventualmente pueden llevarlos al gobierno, mucho más honestamente que los asesores de marketing.
Me pareció muy interesante tanto el artículo como su título.
Ojalá logren acercarse miembros de diferentes partidos y convocar juntos a partir – no de una ideología sino de un pequeño número de principios básicos.
En la actualidad, el sllencio de la Dra. Carrió resulta, a veces, ensordecedor frente a ciertos hechos puntuales de la vida nacional.
La cuestión argentina es cultural, entendiendo como cultura ese sistema de ideas que nos ayuda a comprender cada momento, como lo explicaba Ortega.
Somos una sociedad quizás, profesional, pero muy inculta.
Eso explica que nuestras instituciones sean débiles, empezando por los partidos políticos.
Nuestra incultura nos aísla y nos hace creer que somos providenciales, el mismo pecado afecta tanto a una Lilita como a Cristina como lo afectó a Alfonsín y a Menem y los nombres podrían seguir al infinito.
La argentina es una sociedad sin elites, en todos los órdenes nos gobiernan «bandas» y la «banda» responde a sus propios intereses.
Ignoramos lo que es el liderazgo o lo confundimos con la prepotencia, lo que es peor.
Obvio toda sociedad tiene una cultura en el fondo nos impacta de lleno el nihilismo.
Quizas eso explique por qué la Argentina es uno de los pocos países que vive en retroceso permanente.
Estimado Sr. Rizzi,
Francamente no entiendo por qué dice Ud. que vivimos en retroceso permanente. Hay opiniones de economistas muy serios que opinan diferente y lo apoyan con datos y argumentos sólidos. Quisiera conocer los suyos.
Una visión que solo ve cosas malas (o buenas) no es real, algún dato le falta, o le sobra prejuicio.
Las simplificaciones son falsificaciones, las cosas no son sencillas. Si todo fuera fácil, ya se hubieran resuelto todos los problemas hace mucho tiempo.
Las generalizaciones siempre ocultan los datos más importantes. Hablar de la incultura de los argentinos no dice nada.
Los argentinos no somos tan especiales, tenemos una historia que explica nuestras circunstancias y francamente si hablamos de «bandas», providenciales, autoritarias, prepotentes y pretendidamente impunes, le propongo que considere todos los gobiernos militares que nos desgobernaron en el pasado reciente. Analice Ud. su impacto en nuestra sociedad, en el plano que quiera, social, educativo (recuerde quién le pasó el fardo de la educación primaria a las provincias sin aportes), económico, ético y moral…
Cordialmente,
jc
Juan Carlos
La Argentina inició en 1973 un periodo de declinación que continúa, con algunos lapsos de recuperación más que de crecimiento, como ocurre desde 2002 en adelante.
Te recomiendo un libro de Cortes Conde «Progreso y declinación de la economía argentina», de Fondo de Cultura Económica.
Ratifico hoy que los argentinos somos incultos, carecemos de un sistema de ideas vivas, como explicaba Ortega, a quien transcribo parcialmente, que conforman nuestro sistema de convicciones sobre lo que es el mundo y el prójimo, sobre la jerarquía de valores que tienen las cosas y las acciones.
Te doy un ejemplo. ¿Puede ser que el 65 % de los jubilados cobren menos que el salario mínimo? Esto es un ejemplo de incultura.
¿Puede ser que se desvíe dinero para transmitir futbol y ahora carreras de autos, cuando el sistema de transportes está en un estado calamitoso? Esto es incultura.
Es incultura de los gobernantes, y de la gente que vota. Esta incultura generalizada hace que carezcamos de dirigencias, porque hoy no tenemos dirigencia política, gremial, empresaria e intelectual.
Los maestros ahora son “trabajadores de la educación”
Ratifico, todo esto es una muestra de nuestra incultura con el alcance que le daba Ortega en “Misión de la Universidad”
Saludos
¿No será que para Carrió la corrupción sea solo el robo y no la soberbia,el odio,el egoísmo,la intolerancia,la idolatría mesiánica política?
Estimado Luis,
Coincido plenamente en que en 1973 la Argentina entra en un período de declinación, con el lopezregismo hasta 1976, cuando se instala, abierta y violentamente, el neoliberalismo que continúa hasta 1983. Ahí toma un breve respiro, para continuar con su objetivo de arrasar la estructura industrial, científica y tecnológica del país hasta el año 2003, con sus terribles consecuencias sociales de desocupación, pobreza e indigencia.
El libro que mencionas se publicó a fines de los 90, de modo que para abarcar desde allí hasta ahora hay que recurrir a otras fuentes. Creo que el mejor es la completa y documentada «Historia económica, política y social de la Argentina», de Mario Rapoport, que tiene una edición (Emecé 2008) que llega hasta el año 2003. Luego hay muchos escritos del mismo Rapoport que analizan hechos y brindan perspectivas actualizadas.
Pero yendo a las realidades tangibles, comparar en casi cualquier plano la situación en que el país estaba en el 2003 con la actual muestra que no solo no hemos declinado sino que crecimos y mucho. No solamente nos recuperamos, hay cambios profundos en la sociedad toda, cambios que van más allá de una bonanza temporaria.
Economistas muy serios e insospechados de oficialismo, premios Nobel incluso como Krugman y Stiglitz, sostienen en el mundo que Argentina le encontró la vuelta a la economía y supo usar sus ventajas comparativas para superar la crisis extrema en que estaba, con beneficios para el país todo. Exceptuemos a los pronosticadores permanentes de desastres estilo Cachanosky, Melconian o Broda, que nunca – asombra, pero realmente NUNCA – pegaron un pronóstico, a pesar de lo cual sus apocalipsis al estilo Carrió tienen una gran exposición mediática.
Y por sobre todo, repito, tenemos un país gobernable, sin los niveles de conflicto que tuvimos en el comienzo del siglo. Con menos pobreza y mucho más trabajo. Con libertad de prensa, democracia e institucionalidad. Quienes hoy dicen que el congreso es la “escribanía” del ejecutivo, deberían recordar la Banelco del inútil, la corte (no merece mayúscula) y los diputados truchos del turco infame y la terrible corrupción y atrocidades impuestas por decretos ley de los militares. Respetar las reglas del juego es democracia, reclamar que “exista una oposición”, una expresión de frustración.
Claro que se puede pensar que podríamos estar aún mejor, o que otro gobierno hubiera logrado mejores resultados, pero los contrafácticos no sirven: esto es lo que hay, estamos mejor y la gente lo reconoce así. Por algo los resultados de las elecciones fueron los que fueron, hasta Criterio lo reconoció.
Respecto de la cultura, diferimos. Hasta 1973 el país no era más culto en el sentido de poseer un mejor «conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico» (Diccionario de la Real Academia Española). Alrededor de este tema, sugiero un libro interesante, la «Historia de la clase media», de Ezequiel Adamovsky, muy agradable de leer. Si bien la educación tuvo períodos de auge, tambien actuó como consolidador de un modelo de ciudadano estructurado y sumiso, poco afecto al disenso y a la crítica.
La cosa empeora desde 1976 hasta el 2003 no se pueden negar las presiones de todo tipo, desde la tortura y el asesinato hasta la acción coordinada de los medios de difusión y culturales para imponer un modelo de sociedad donde la gente no debía participar ni mucho menos cuestionar. Solo debíamos aceptar, por ejemplo, que “no había otra salida” que no aumentar los ingresos de los jubilados ni el salario mínimo durante más de 10 años seguidos. Mirá las tapas de los diarios de esas épocas, están en Internet. Eso si que era “pensamiento único”.
Ahora discutimos y analizamos mucho más, participamos como nunca antes. Eso es bueno, tenemos más chances de desarrollar un pensamiento crítico, de ser más cultos. Quizás esta participación en política, sobre todo de la juventud, es una de las causas de la irritación de algunos.
También tenemos presupuestos inéditos de educación que, sin ninguna duda, contribuyen a la cultura. Los maestros efectivamente ahora son trabajadores de la educación y no quienes, mucho peor pagados, solo atendían los comedores que resultaron imprescindibles para evitar el hambre y la agudización explosiva de los conflictos sociales. Los subsidios a los “vagos”, tan criticados, se ve que no funcionan, ya que la desocupación disminuye y cada vez trabajan más personas. La industria ha renacido y crece, las fábricas, los productos y los trabajadores están a la vista y el país no se endeuda.
Nosotros vivimos en un país maravilloso, que ha tenido una historia difícil, como tantos otros, que estamos enfrentando y con bastante éxito usando nuestra propia capacidad, sin seguir recetas de terceros interesados. Aprendiendo, con nuestros errores y aciertos.
Sin duda se puede no estar de acuerdo con las medidas del gobierno y con los propios gobernantes. Pero es bastante evidente que, con todos sus muchos errores y falencias, esta vez tenemos una dirigencia que no sigue automáticamente las órdenes de los poderes económicos. No estamos hablando de nada revolucionario, solamente de no actuar como la “escribanía” del FMI y de los bancos y financieras que realmente nos gobernaron durante décadas, sin causar escozores presuntamente republicanos por la inseguridad jurídica.
Te agradezco tu comentario, discutir es una buena forma de participar del crecimiento de nuestro país.
Cordialmente,
Juan Carlos
Se puede entender que a los electores no les atrajera el estilo de la Dra. Elisa Carrió. Su personalismo, autocracia, etc. , como dice la nota. Pero es irrefutable su honestidad, su valor y capacidad legislativa., como también dice la nota.
Una sociedad que, al votar para elegir autoridades, ha dejado de lado los principios, y se deja «encantar» por el «relato» oficial, es obvio que no va a votar a la Dra. Carrió. Y va a sintonizar con la Dra. Cristina Fernández de Kirchner, que -además, tuvo todo el aparato oficial para hacer campaña electoral. Y que ciertos sectores del pueblo, a veces incluso por necesidad, ceden a la dádiva, dispensada sin disimulos por todo el país, lo cual -a mi criterio- además de ser indigno, es humillante para quien lo recibe. Porque no se trata de ser dadivoso con los dineros publicos; sino de gobernar para el bien de todos.
A veces la cuestión política no pasa por ganar elecciones y ocupar cargos; sino por ser una voz que tenga algo para decir, con inteligencia, coherencia y honestidad. ¿Es la dra. Carrió esa voz? Cada uno se lo puede responder. Yo también me doy mi propia respuesta.
Es una realidad que a otros argentinos les encanta el «relato·» oficial. Sobre todo cuando viene difundido por cadena nacional, y acompañado por obsecuentes e interesados que aplauden.
Cada uno hizo su elección. Y está en su derecho. A lo que me parece que no hay derecho es a subestimar a la Dra. Carrió. Tampoco lo hay para aludir con tan poco respeto, como algunas personas lo hacen, a quien tiene talento, honestidad, trayectoria. O se ha hecho digno de reconocimiento, incluso más allá de nuestras fronteras, como es el caso del ilustre escritor Jorge Luis Borges, como he leído que se hace en esta página. Lo cual concuerda con el estilo que a veces se cultiva desde el poder para descalificar a quien no piensa como ellos.
Si no apreciamos el talento, la honestidad, la trayectoria, la ética, no estaremos en condiciones de opinar sobre educación, porque es el caso que ésta, la educación, en todos sus niveles, tiene que ver con lo que acabo de enunciar.
Aclaración: Cuando digo esta página, no me refiero necesariamente a los comentarios sobre esta nota, sino a la página que la revista Criterio propone para que los lectores opinen sobre los distintos temas que se tratan. Gracias. Prof. María Teresa Rearte
Un ejemplo de lo que comento sobre esta nota, lo tenemos en la interpretación que hace la Dra. Elisa Carrió, sobre la nacionalización de la petrolera hispano-argentina Repsol-YPF.
No significa que ella tenga toda la verdad sobre los acontecimientos; sino que convoca a pensar y no alinearse con el discurso del centralismo gubernamental.
Es fácil dejarse llevar por el sentimiento nacional; pero no hay tal desprendimiento en ninguna de las partes. Ni las foráneas ni de quien nos gobierna. Aún los partidos de la oposición que han adherido a la medida gubernamental, se plantean interrogantes y reservas con relación a la misma. También yo.
Gracias.
Prof. María Teresa Rearte
Los bloques, aunque minoritarios, de Elisa Carrió y Mauricio Macri son los únicos que se pronuncian contra la expropiación de Repsol.YPF. Y se definen como oposición.
La Dra. Carrió dijo: No votaré por el delito, la corrupción o el encubrimiento. Votaré mi propio dictamen.
El mundo entero, incluidos los países latinoamericanos, se ha pronunciado contra la medida.
Quizás nos sirva para comprender si se trata de ganar elecciones, hacer actos multitudinarios, y conducir al país por caminos peligrosos, e ideologizados pero sin asegurarse de cómo se llevara adelante la medida, una tentación a la que han cedido entre otros los socialistas, radicales, etc. O de ser una voz todavía con inteligencia y conciencia, como es el caso de la Dra. Carrió.
Con relación al ingeniero Macri, esta nota no trata sobre él.
Gracias.
Prof. María Teresa Rearte
A propósito de la votación de la expropiación de YPF, y la actuación de la Dra. Elisa Carrió, leía lo siguiente: «Elisa Carrió mostró lo que ya se sabe de ella: estando sola es cuando mejor luce su oratoria y su coraje.» La cita pertenece al periodista Joaquín Morales Solá, en el diario «La Nación», al que el gobierno y quienes a él adhieren consideran uno de sus enemigos.
¿De qué sirve que el gobierno nacional haya ganado las elecciones, y la votación de proyectos como el mencionado, montando actos de un supuesto nacionalismo, en lugar de proceder blanqueando a fondo la situación?
Hay que aprender a asumir, cualquiera sea el lugar en el que estemos, el peso de la conciencia y el de la elección moral y libre, en lugar de sumarnos al coro de los que aplauden. O se expresan con rodeos para justificar lo que no admite justificación.
Si queremos crecer en ciudadanía, no podemos abdicar de la verdad ni de la libertad, a cambio de supuestas reivindicaciones, seguridades y logros que el gobierno estaría llevando adelante, como ocurre también con el tema Malvinas. Todos las sentimos y consideramos argentinas; pero no nos parece que éstos, los del gobierno, sean los métodos que corresponden para llevar a cabo nuestro reclamo.
Gracias.
Prof. María Teresa Rearte
Estaba leyendo que la Dra. Elisa Carrió pedirá a la Justicia que investigue a la Presidenta de la Nación, por el caso de la ex-imprenta Ciccone. Y también a los firmantes del DNU por el que se intervino a la ex-Ciccone.
Si bien esta nota corresponde a Marzo 2012, la dinámica de la actividad política pone otra vez el nombre de la Dra. Carrió en el escenario público. Y me mueve a mí a preguntarme si la derrota política que aquí se plantea fue una derrota personal de la Dra. Carrió. ¿De un modo de hacer política? ¿O si fue la derrota de la ética pública y ciudadana, porque muchos estaban entusiasmados con cierta bonanza económica, y no pensaban en nada más?
¿La dra. Carrió perdió, no sólo las elecciones, sino en la actividad política? ¿O se trata de una política que resiste sin claudicaciones?
Como profesora quiero recordar que, de las dos vertientes de la fortaleza moral, el emprender y el resistir, la que más acabadamente expresa la razón de ser de esta virtud, es el resistir, que se empeña en persistir en el bien no obstante la facticidad terrible del mal.
Reitero: ¿perdió Elisa Carrió? ¿O con su derrota tan estrepitosa perdió la República, perdimos los argentinos?
El mesianismo protagonizado por la presidenta de la Nación en las elecciones, sostenido por un 54% del que no estoy convencida, promovido aún ahora por quienes pretenden una «Cristina eterna» como la diputada Diana Conti, y otros, es políticamente patológico. Reñido con la salud republicana de las instituciones.
Se la ha culpado de «apocalíptica». Yo quiero aportar mi reflexión. La vida en la verdad es parte de la fortaleza. Ya sea para no callar cuando el silencio se torne complicidad. O cuando haya que hablar para denunciar o pedir que se investigue, y no quedarnos conque todos son hechos consumados, o procesos ya cerrados. O hablar, aunque se pierda, para no entrar en el juego de la mentira, cuando hay situaciones que generan tantas sospechas.
La filosofia moral, el filósofo moralista, tiene mucho que decir sobre la vida social y política del país, que no se resume ni se reduce a estadísticas en las que propios y extraños no creemos. Y cuando está claro que no podemos ni debemos ceder, resignadamente, a la marcha de los acontecimientos tal como estos están planteados.
Gracias.
Prof. María Teresa Rearte