La Pastoral Nacional de Drogadependencia presentó a los obispos un programa general de prevención de consumo de drogas para establecimientos educativos.En una cultura que promueve la muerte, el no esfuerzo ni el sacrificio, del “todo bien” sin mayor discernimiento, y ante la creciente promoción que también se hace de un supuesto derecho de libertad para el consumo, es muy necesario contar con orientaciones básicas —pero precisas y ponderadas— como las que contiene el Programa general de prevención de consumo de drogas para establecimientos educativos para que padres, educadores, agentes pastorales y quienes estén cerca de esta problemática sepan orientar oportuna y adecuadamente a nuestros jóvenes. Esto implica defender la dignidad de toda persona, tal como lo dice el Magisterio. El fenómeno del uso de drogas no se reduce a un comportamiento individual de consumo de sustancias tóxicas.
Representa uno de los desafíos más serios que ha de plantearse la sociedad en su conjunto, porque afecta la salud, la ley, la moralidad, la libertad individual y colectiva, y la economía. Está vinculado a sistemas que son mantenidos socialmente.
En efecto, se han desarrollado en forma notable, con total impunidad, una economía subterránea y una criminalidad internacional que tienen como finalidad producir y comercializar estupefacientes a gran escala. Cientos de miles de personas “viven” de este comercio. Por ello el propósito de la Pastoral de Drogodependencia es aunar los esfuerzos de toda la sociedad para afrontar un tema que tiene profundas implicancias personales y sociales, y que constituye uno de los grandes males de este siglo. Definirlo así puede sonar exagerado pero es necesario decirlo: el uso indebido y el consumo de drogas ha alcanzado a todo el tejido social, configurándose en un auténtico flagelo.
Debemos reinterpretar el “para qué”, el “qué” y el “cómo” enseñar y aprender. Este desafío que se nos presenta supone educar en temas transversales, con una mirada proyectiva de la persona en el contexto social como elemento transformador, teniendo especial cuidado en fortalecer las variadas capacidades como el autoconocimiento, la autonomía, la autorregulación y el diálogo, la determinación para transformar el entorno, el sentido crítico, la empatía, las habilidades sociales.
El principal objetivo de la educación preventiva es ofrecer principios firmes a los niños, adolescentes y jóvenes, para que estén convencidos de poder rechazar la posibilidad de consumir drogas. Aquí es donde se manifiesta la responsabilidad del educador como agente natural de prevención, ya que dispone de actitudes humanas y herramientas didácticas que le permiten ofrecer una respuesta coherente ante la problemática del consumo de drogas. Para poder asegurar su eficacia, la prevención debe estar presente en las materias que se dicten regularmente, atravesando los lineamientos curriculares. No como una asignatura aparte sino como posibilidad de abordar el tema de manera global e interdisciplinaria, siendo una tarea que compete a toda la institución.
Debe trabajarse desde la transversalidad y estar presente en las decisiones del proyecto educativo, el proyecto curricular y las programaciones de aula. Urge implementar un programa de educación y prevención que actúe a lo largo y a lo ancho de nuestro país con el objetivo de dar a todos sus ciudadanos las herramientas indispensables para vivir en plenitud y trabajar para un futuro promisorio.
Sabemos que algunas jurisdicciones ya lo hacen en forma organizada siguiendo estos objetivos; sabemos también que muchas escuelas, en forma aislada, brindan a su comunidad educativa importantes herramientas en esta materia. Sin embargo, estamos seguros de que todos estos esfuerzos no serán suficientes si no los emprendemos conjuntamente desde el Estado nacional y la sociedad. Impulsar una sociedad libre de drogas necesita de políticas públicas, de decisiones del Estado.
La autora es técnica en Salud, Alimentación y Actividad física; miembro del Área Jóvenes en situación de riesgo de la Pastoral Nacional de Juventud; secretaria de la Pastoral Nacional de Drogadependencia de Conferencia Episcopal Argentina.
Agradecemos a Virginia Bonard la producción periodística de las notas sobre drogadicción.