Mientras aún se desarrollaban en nuestro país los dramáticos acontecimientos de violencia en Villa Soldati, tuvimos oportunidad de entrevistar en su despacho de la Universidade Federal de Juiz de Fora, en Minas Gerais (Brasil) al filósofo Ricardo Vélez-Rodríguez. Invitado por la UCA, acaba de disertar en Buenos Aires sobre su experiencia en el movimiento ¿Cómo vamos?*

¿Por qué le preocupa la problemática de la violencia en Colombia?

-Porque nací allí, pero tuve que irme por las amenazas cruzadas de las FARC y los narcos. Entre los años 1979 y 2005 murieron 475.000 colombianos.

-¿En el ambiente universitario?

– Sí; la muerte de personas cercanas empujó la emigración. Mis hermanos fueron a Canadá, yo a Brasil.

-¿Y las raíces?

-Las de la familia ampliada, las de la cultura, quedaron en Colombia. De ella me quedan saudades, como se dice en portugués.

-Y preocupaciones por la polis.

-Sí, aunque lo digamos en griego, el programa de pacificación de lo que ustedes llaman ‘villas’ empezó en una comunidad aborigen…

-¿En Colombia?

-Sí, en la zona del Cauca: usted recordará que las FARC tomaban los pueblos y obligaban a que el municipio les pagara un porcentaje de sus ingresos. Cuando el prefecto se resistía lo mataban. Pues bien, cuando las FARC llegaron a este pueblito se encontraron con 500 aborígenes sentados en la plaza, en silencio.

-Y no podían matar a 500.

-Así es, y tuvieron que irse. Pero quedó la experiencia de la resistencia de la comunidad aborigen.

-¿De allí surgió el programa “¿Cómo vamos, Bogotá?”

-Primero empezó en comunidades más reducidas, luego se fue replicando: “Medellín cómo vamos” y “Cartagena cómo vamos”.

-¿Y en qué consiste?

-En primer lugar, en fortalecer la autoestima de los miembros de la comunidad.

-¿De los miembros individuales?

-No, se trata de valorar la fortaleza que tienen juntos. Luego, en afirmar sus capacidades. Después,

en establecer una serie de metas a realizar; finalmente, en una evaluación.

-¿Cuáles suelen ser las metas?

-Cada comunidad las establece; suelen ser de orden municipal.

-¿Cada cuánto se evalúan?

-Una vez por mes. Y a la gente le importan tanto las metas que los políticos las terminan adoptando como propuestas de campaña.

-¿Cuáles son los indicadores?

– Son cómo vamos en educación, salud, saneamiento, habitación, medio ambiente, áreas públicas, transporte, responsabilidad ciudadana, seguridad ciudadana, gestión pública y finanzas públicas.

-¿Y los narcos?

-Los narcos controlaban medio país. Apoyaban a quienes los sostenían, mataban a quienes se oponían.

-¿Qué hacía el Estado?

-El Estado estaba quebrado, es decir, estaba ausente.

-¿Ausente de la región central?

-Sí, pero antes estaba ausente políticamente como garante del bien común. Había perdido lo que se llama monopolio de la violencia y le costó mucho recuperarlo.

-¿Se ha logrado?

-Se ha logrado en una medida que da esperanzas, aunque no tenga mucha divulgación.

-¿Cómo hicieron?

Primero hubo un acuerdo político de resistir la violencia. El trabajo político y cultural fue elaborar un consenso por el que la sociedad renunciara a que cada bando usara la violencia.

-¿Y los que no aceptaron?

-Se resistieron con armas. Fueron desalojados por la fuerza militar; en algunos barrios, casa por casa.

-¿Cuál fue el paso siguiente?

-Después actúa la Policía de Pacificación para impedir la vuelta de los violentos, pero lo importante es crear las condiciones culturales para el arraigo. Por ejemplo, los municipios diseñan emprendimientos culturales para consolidar la pacificación. Consisten, antes que en represión, en participación ciudadana no asistencialista.

-¿Y para los que necesitaban asistencia?

-Se adaptó el programa de Lula “Bolsa Familia”, que aquí se llamó “Bolsa Escuela”, y alcanzó a los 10 millones de colombianos más pobres. Cada monitor tiene en su “palm” 100 familias, y una vez por mes se revisan 54 ítems. Luego del chequeo objetivo (va desde la escolaridad hasta la vacunación, pasando por la capacitación), se deposita el dinero en la cuenta de la mujer responsable de cada familia.

-¿Las universidades participaron del proyecto?

– Hoy las cuestiones de la paz y la construcción de la sociedad civil se discuten en las universidades:

Nacional de Colombia (Bogotá y Medellín), Javeriana (Bogotá, Medellín y Cali), Externado (Bogotá), de Los Andes (Bogotá), de Antioquia (Medellín), Bolivariana (Medellín), EAFIT (Medellín y Pereira) y El Rosario (Bogotá). La Universidad Católica del Norte, en Santa Rosa de Osos (Antioquia), tiene uno de los mejores centros mundiales de educación a distancia.

-¿Cómo hacen para no enredarse en diferencias ideológicas?

-Como usted y yo; respetando a las personas, argumentando sobre las diferencias, pero sin pretender un ejercicio de poder sobre el otro.

-¿Cómo se realiza una política cultural?

-Concretando cosas.

-¿Por ejemplo?

-Una biblioteca, el cablecarril, los préstamos blandos del Megabanco. Pero sobre todo, cultivando el gusto de vivir en un lugar propio que se va integrando a la ciudad.

-¿Y esto cómo se hizo?

-Recuperando la belleza.

– Finalmente, ¿qué hizo la Iglesia?

-Voy a citar una carta de uno de los movimientos guerrilleros más antiguos, el ELN, enviada a la Conferencia Episcopal, en 2004: “Nos hacemos presentes en este importante evento para manifestar nuestro reconocimiento a la Iglesia por la labor desempeñada y su disposición a construir salidas a la crisis humanitaria que padecen los pobladores de la Sierra Nevada de Santa Marta, así como por su preocupación en obtener la liberación de los extranjeros retenidos. Resaltamos también la contribución de la iglesia en la búsqueda de la paz a través de la participación en organismos de conciliación y facilitación, de carácter permanente y/o temporales para la solución del conflicto, como son la Comisión de Conciliación Nacional, la Comisión Episcopal de seguimiento del proceso con el ELN, la participación en la Comisión de Facilitación Civil, la Comisión para la búsqueda de un acuerdo humanitario con las FARC, entre otras. El ELN valora altamente la postura en contra de las guerras que ha asumido la Iglesia Católica en el mundo, como mandato del Papa y su valioso aporte en la consecución de la paz. En la construcción de la paz la Iglesia enseña cuando reconoce sus errores pasados y se propone rectificar sus comportamientos futuros”.

 

*Lo desarrolla en su libro Da Guerra à Pacificaçâo, Universidade Federal de Juiz de Fora, Brasil, 2010.

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