conspiraciones1por Pablo Capanna, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 2009, 222 páginas.

Ensayista y filósofo Pablo Capanna, ex vicedirector de Criterio y colaborador de las míticas revistas El Péndulo y Minotauro, reúne en este libro varios textos publicados en el suplemento “Futuro” del diario Página/12Allí reflexiona sobre “los desatinos de la pseudociencia, los errores consagrados por ignorancia o mala fe, los malentendidos perdurables”, según reza la contratapa. Con el estilo ameno y preciso que lo caracteriza, no exento de humor y fina ironía, este emblemático especialista en ciencia ficción recorre personajes y situaciones para mostrar ciertos delirios que se presentan vestidos de ciencia.

Ya desde la presentación (que en realidad se titula “advertencia”) Capanna se sincera con el lector: “Este libro parece ser más caótico que mis trabajos anteriores. Si uno fuera un poco más pedante, estaría diciendo que creció de manera no lineal, como un fractal o un hipertexto. Pero lo cierto es que no tuvo un plan. Creció sin premeditación ni alevosía, pero no por eso deja de tener su coherencia”.

Bajo el subtítulo “Ellos nos vigilan” reúne artículos que se ocupan de ovnis, de clones y otros mitos: “Como los huracanes, las crisis económicas y las mudanzas de la opinión pública, los mitos son estructuras que se auto-organizan a partir de un núcleo circunstancial y crecen asimilando las fuerzas del mundo que las rodea, casi como si fueran seres vivos”.

En el primer artículo del capítulo “Los magos del laboratorio” confiesa: “Cuando yo iba a la escuela –por si es necesario, diré que los dinosaurios ya estaban en vías de extinción– en las casas todavía no había muchos televisores. Los chicos despiertos se veían obligados a leer: empezaban por las historietas, se familiarizaban con las novelas de aventuras y hasta se animaban con algún libro de divulgación”. Allí cuenta que la señora del jefe de la fábrica donde trabajaba su padre le prestaba libros técnicos para inducirlo a estudiar ingeniería. Pablo Capanna remata, tratando de justificar su vocación en humanidades: “No le hice caso a los consejos de la generosa señora, quien murió sin tener el disgusto de verme estudiar filosofía”.

Pasando por consideraciones que van desde la hiperinflación de Raúl Alfonsín a la imaginación de Ronald Reagan, o de la masonería de Mozart a los negacionistas de la Shoá, el autor cita a escritores de culto que conoce muy bien, como Philip K. Dick, o a grandes científicos que tampoco escaparon al error y sentenciaron principios aceptados como dogmas: “Una autoridad científica como Lavoisier afirmó que los meteoritos no caían del cielo porque en el cielo no hay piedras, y durante mucho tiempo se tendió a ignorar hasta los cráteres meteóricos”.

Con una capacidad de observación que puede recordar (indirectamente, como diría Harold Bloom) a los ensayos de Montaigne y una ironía que podría ser la versión benévola de Voltaire, Capanna hace gala de sentido común. Verdadero desacralizador de las religiones laicas o pseudocientíficas, este iconoclasta de los lugares comunes y de los dogmas menores transmite siempre un moderado optimismo, hijo a la vez de la razón y de la intuición del espíritu. La erudición del autor nunca abruma, más bien sorprende su capacidad para abordar temas complejos con la liviandad de prosa que predicaba Italo Calvino. Se trata de un nuevo libro del autor para aprender temas variados con una sonrisa. En una reciente entrevista en  a revista Ñ de Clarín, a propósito de la aparición de su obra Inspiraciones (Historias secretas de la ciencia), que acaba de publicar Paidós, Capanna dice que ya la ciencia ficción lo aburrió, no lo sorprende demasiado, como ocurre con cualquier género”. Una muestra más de la distancia que sabe poner para evitar cualquier forma de fanatismo.

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