El viernes 9 de julio en la catedral de Quilmes, se bendijeron ocho relieves nuevos que representan a las bienaventuranzas. Las obras han quedado instaladas en las caras de las columnas que miran hacia la nave central, cuatro de cada lado. Son tallas en madera, pintadas con acrílico y esmalte al agua. Que yo sepa, no hay iglesias entre nosotros con una presencia de las bienaventuranzas tal como se han dispuesto ahora en la catedral de Quilmes.1 De modo que es un trabajo que merece ser destacado. El estilo de las imágenes es figurativo, directo, simple, de fácil comprensión, pero que permite desarrollar otras miradas o lecturas más profundas que abren caminos a la reflexión y a la meditación.
Es evidente que se ha tenido en cuenta que no contrastaran excesivamente con las imágenes tradicionales ya existentes en el templo, sobre todo con los importantes relieves del Via Crucis. Pero hay, a la vez, en estas representaciones de las bienaventuranzas, un lenguaje expresivo moderno.
Tradición e innovación están bien emparentadas. Y todo ha sido muy cuidado en su equilibrio: el colorido, mucho más intenso que el de las imágenes del Via Crucis, hace un buen nexo entre los excelentes vitrales superiores colocados en el aventanamiento lateral de la nave central. Los relieves de las bienaventuranzas son de tamaño considerable y han sido instalados en nichos a unos seis metros de altura, cuidadosamente iluminados con discretas tiras de leds que resaltan los volúmenes escultóricos sin afectar los colores. No cabe duda de que ha sido un esmerado y largo trabajo, muy pensado.
La introducción del catálogo que se entregó ese día, en el que pueden verse todas las imágenes, las explica así: Las ocho bienaventuranzas son, al igual que los ocho pilares que soportan la nave central de la catedral de Quilmes, el sustento de la doctrina del Nuevo Testamento. Estas imágenes nos proponen acercarnos a ellas a través de una iconografía simple, clara, y desde una mirada actual.
Esta declaración de simplicidad no debe engañar. Es la simplicidad de las muy buenas obras de arte: la articulación experta de muchos elementos, meditados y formulados en una sola figura. Se trata de un verdadero desafío: ¿Cómo expresar o diseñar, plásticamente, a las bienaventuranzas? ¿Cómo “dibujar” a los pobres de espíritu o a los mansos? La opción, en este caso, ha sido atinada: representar cada bienaventuranza con una escena evangélica. En las figuras que ilustran esta nota se puede ver el procedimiento: todas, en el arco que las corona, llevan la palabra Bienaventurados, y, al pie, tres indicaciones: la bienaventuranza de que trata la imagen, la escena evangélica escogida, y, por fin, la cita bíblica correspondiente a esa escena (por ejemplo: los que lloran; el leproso de Galilea; Mt. 8, 1-4). Además, varias de las imágenes incorporan armónicamente algún elemento de la realidad actual. Por ejemplo, en los constructores de la paz, a los pies de Cristo, hay varias personas en diversas actitudes pacíficas; destacan, en primer plano, la Madre Teresa de Calcuta y una maestra con unos niños. Así, las imágenes dan pie a la contemplación visual, a la meditación de la palabra de Dios y a la consideración de la vida cristiana en la actualidad, entre otras cosas. El mérito es, pues, múltiple: estético, religioso, ético, espiritual.
Otro detalle de interés es que el artista que ha realizado el trabajo es de Quilmes, es decir que forma parte de la comunidad.2 Esto habla bien, al menos en este caso, del vínculo de la iglesia de Quilmes con el arte y los artistas, cosa que no siempre se aprecia por todas partes en la Iglesia, y que se ve, precisamente, en algunas obras malas tanto desde lo estético como de lo religioso, sin excluir la pésima arquitectura de algunos templos. Pablo VI, el gran Pablo VI, ya lo había advertido con palabras conmovedoras al hablarles una vez a los artistas en la capilla Sixtina: Hemos recurrido a los sustitutos, a la obra de arte de poco precio y de pocos gastos; hemos andado por callejas estrechas, donde el arte y la belleza y -lo que es peor para nosotros- el culto de Dios, han quedado mal servidos. Y, entendiendo que había una cierta separación y disgusto entre los artistas y la Iglesia, agregó: ¿Hacemos las paces? ¿Hoy? ¿Aquí? ¿Quieren volver a ser amigos? ¿Es todavía el Papa amigo de los artistas? Y les pidió perdón y les expresó: Tenemos necesidad de ustedes. Nuestro ministerio tiene necesidad de su colaboración. Pues, como saben, nuestro ministerio es el de predicar y hacer accesible y comprensible, más aún, emotivo, el mundo del espíritu, de lo invisible, de lo inefable, de Dios. Y en esta operación que traspasa el mundo invisible en formas accesibles, inteligibles, ustedes son maestros.3
Al día siguiente de instaladas y bendecidas las imágenes de las bienaventuranzas, un sacerdote las recorrió con un grupo de jóvenes de catequesis de Confirmación para ayudarlos a profundizar en la comprensión del Evangelio. Es el fruto inmediato de algo muy antiguo en la vida de la Iglesia y que debe hacerse siempre nuevo: la percepción y expresión de la belleza de Dios.
Notas
1. Por supuesto que, en el mundo, hay famosísimas evocaciones de las bienaventuranzas en templos u objetos, desde la iglesia de las Bienaventuranzas, en Galilea, cerca de Tiberíades, hasta la Arqueta de las Bienaventuranzas que guarda el Museo Arqueológico Nacional de España. Pero, y hablando especialmente de templos, ya en vitrales, pinturas o trabajos escultóricos, casi siempre se trata de textos o de imágenes alegóricas y no de escenas representativas.
2. Se llama Guillermo Rocca y nació en Quilmes en 1940. Es arquitecto, escultor y pintor. Como artista plástico, es sumamente versátil: desde diseñar vitrales de iglesias hasta dedicarse a la ilustración, pasando por la confección de títeres, su actividad ha sido siempre intensa. Por ejemplo, fue curador y director de arte en la muestra Los alimentos que América dio al mundo organizada por el Museo de Ciencias Naturales de La Plata en Expo Sevilla ’92. Ha sido también docente universitario en la Universidad Nacional de Quilmes. Ha realizado muestras de escultura y de pintura en el país y en el extranjero y ha recibido diversos premios en esas ocasiones.
3. Pablo VI. Volvamos, Iglesia y artistas, a la gran amistad. Discurso a los artistas italianos, pronunciado el 7 de mayo de 1964 en la capilla Sixtina.
3 Readers Commented
Join discussionPrimero, me presento, soy un pintor desconocido, de formación religiosa.
Me parece excelente lo que cuenta la nota, me gustaría que hubiesen incluido más imágenes de estas Bienaventuranzas pues no tengo la oportunidad de conocerlas personalmente.
Y lo más importante que veo en ellas es el cambio de actitud de la Iglesia frente al arte. Muy bien lo citado de Pablo VI y «el vínculo de la iglesia de Quilmes con el arte y los artistas, cosa que no siempre se aprecia por todas partes en la Iglesia» (sic)
El Arte, como la iconografía y el simbolismo -hoy logotipo-, siempre fue precursor y Documento de la Historia. El Arte fue sinónimo de cultura y adelanto arquitectónico (románico/gótico etc), también es cierto que hoy se lo usa (al arte, no tan artístico) para ofender y denigrar creencias particulares/ privadas, que no se participan. Daniel Basualdo.
el vínculo de la iglesia de Quilmes con el arte y los artistas, cosa que no siempre se aprecia por todas partes en la Iglesia,
Estas Bienaventuranzas son emocionantes. Más allá de lo que se ve; por lo que transmiten. Es hora de hacer comulgar lo Bello, lo Popular, lo Evangélico, lo que pertenece a la fe e importa que se transmita. Estas joyas son la demostración que es posible. Gracias Dr. Rocca!
The voice of rationtaliy! Good to hear from you.