Sólo 8 de 198 países del mundo, tienen legislado el matrimonio civil entre personas de igual sexo: los Países Bajos, Bélgica, España, Canadá, Sudáfrica, Noruega, Suecia y Portugal. La Argentina se encamina a ello. El primer paso se dio en la Cámara de Diputados, al aprobarse el proyecto de ley que modifica el Código Civil en la materia.
El tema provocó un amplio debate entre políticos, especialistas, representantes de Iglesias y ciudadanos, y hasta manifestaciones callejeras. En éste y próximos números de CRITERIO, publicaremos las posturas más relevantes y el eco habitual de nuestros lectores, con la reflexión en cada caso de un teólogo moral. En Diputados el dictamen de mayoría de la diputada Vilma Ibarra fue aprobado por 125 votos. Publicamos
su intervención y las de los diputados Federico Pinedo, Alicia Terada y Mario Raúl Merlo, autores de tres dictámenes en minoría, en orden decreciente del número de firmas, que obtuvieron 109 votos.
Hubo 6 abstenciones, entre ellas la de Elisa Carrió quien explicó la tensión e indecisión que el tema le provocaba. La versión completa de estos textos se puede leer en: www.revistacriterio.com.ar/categoría/documentos/ El debate parlamentario del 4 y 5 de mayo pasado se caracterizó por la ausencia de posiciones de bloque, respetándose los puntos de vista personales. Los diputados resaltaron el tono elevado de la discusión, algo no muy frecuente, sin descalificaciones ni ofensas, con espíritu de diálogo; todos los bloques dieron quorum y ninguno faltó a la sesión.
Arturo Prins
VILMA IBARRA / Diputada, Nuevo Encuentro Popular y Solidario:
En primer lugar deseo dejar en claro el reconocimiento a los militantes de las organizaciones de lesbianas, gays, bisexuales y trans, cuyos integrantes vieron cercenados sus derechos y se sintieron discriminados durante años. (…) el dictamen de comisión que vamos a tratar es la síntesis de dos iniciativas: el proyecto de autoría de la diputada mandato cumplido Silvia Ausgburger y un proyecto de mi autoría, ambos acompañados por diputados de otros bloques. (…) queremos plantear el debate de hoy con el mayor respeto y la mayor dignidad. (…) en este debate se ponen en juego convicciones; en algunos casos, convicciones religiosas, y en otros, fuertes ideologías vinculadas con la igualdad, con cuestiones de discriminación (…)
El dictamen propone habilitar el matrimonio para personas del mismo sexo con iguales requisitos, efectos, derechos y responsabilidades, sean los contrayentes de distinto sexo o del mismo. La centralidad del dictamen es una discusión vinculada con la igualdad. Estamos eliminando el requisito que tiene nuestro Código Civil de que presten consentimiento el hombre y la mujer y pasamos a hablar del requisito de que presten consentimiento “ambos contrayentes”. Además, estamos diciendo que no se constituyen en marido y mujer, sino en cónyuges.
(…) Para dar un abordaje desde el punto de vista del Estado, primero queremos plantear que lo que estamos tratando hoy es la modificación de leyes civiles en un Estado laico. No estamos abordando, ni podríamos hacerlo, el matrimonio de las distintas religiones. No abordamos el matrimonio católico, no abordamos el matrimonio de la religión judía, no abordamos el matrimonio de los musulmanes. (…) la modificación que hoy proponemos no agravia derechos de terceros, la moral ni el orden público. Simplemente da derechos a aquellos que los tenían restringidos. (…)
Lo que no parece razonable –es más, está prohibido– es otorgar derechos a unos y quitárselos a otros en base a la orientación sexual. Digo esto porque existe una interdicción, una prohibición de nuestra Constitución y de los tratados internacionales, en el sentido de que no se puede discriminar, diferenciar o distinguir en base a la orientación sexual.
(…) nuestro dictamen en tratamiento no da derecho a los homosexuales a adoptar niños; el derecho ya lo tienen. La ley en vigencia no permite ni impide que gays y lesbianas adopten, en las mismas condiciones con los mismos requisitos que rigen para los heterosexuales. Hoy esto ya lo hacen. Hay cientos de niños que fueron adoptados por parejas homosexuales que crían a sus hijos en su familia. (…)
Hoy las parejas homosexuales adoptan a sus hijos y los crían, pero sólo uno de ellos queda registrado como adoptante. (…) Lo que sí decimos en esta iniciativa es que los chicos criados por padres homosexuales, donde sólo uno de los integrantes de la pareja figura como adoptante, están en inferioridad de derechos frente a aquellos que fueron adoptados por parejas heterosexuales. Esos chicos tienen desamparo frente a la ley. En caso de fallecimiento del que no figura como adoptante no puede heredarlo y sólo puede requerir alimentos al que figura como adoptante. Si el adoptante muere el chico queda huérfano y al otro, que a veces lo crió durante años y lo ha protegido y cuidado dándole salud y educación, no se le reconoce el vínculo legal con el niño. En caso de que el padre que figura como adoptante quede sin trabajo, ese chico no puede tener la obra social del otro que lo ha criado.
La diferencia que establece el proyecto que estoy informando es que a aquellas parejas homosexuales en las que sólo uno figura como adoptante, les daremos el estatus legal de ser co-adoptantes. De ese modo el chico tendrá la protección de heredar a los dos, tener una obra social garantizada, alimentos, y en caso de separación tener la posibilidad de pedir alimentos y heredar a ambos integrantes de la pareja.(…)
Quiero referirme brevemente a la alternativa unión civil o matrimonio. Si se habla de unión civil para homosexuales y matrimonio para heterosexuales estamos ante un problema constitucional. Seguimos con la misma discusión vinculada a la igualdad. Sería como establecer un régimen para personas de color y otro para las blancas o un régimen para los judíos y otro para los católicos. Tenemos un Estado laico que reconoce la igualdad de las personas. Si lo que se está diciendo es que se pretende crear una unión civil para homosexuales y heterosexuales, para todos, pero dejar el matrimonio sólo privativo para heterosexuales, seguiremos estando en un problema de desigualdad y teniendo sentencias de jueces que sostienen que es inconstitucional, en razón de que otorga derechos a unos y los niega a otros por su orientación sexual.
(…) en un tiempo el matrimonio estuvo vedado a los esclavos porque no eran libres. En otro momento a los negros porque no eran blancos. En otro momento estaban prohibidos los matrimonios interraciales. Asimismo estuvo prohibido para los homosexuales. (…)
Estamos tratando una cuestión de igualdad. No se trata de un tema religioso, ni de una cuestión sólo de una comunidad; estamos tratando un tema que hace a toda la sociedad argentina porque estamos discutiendo si le damos lugar a la igualdad, a la dignidad, al respeto, y si ponemos la Constitución y los tratados de derechos humanos en plena vigencia para que no se pueda discriminar por orientación sexual.
FEDERICO PINEDO / Diputado, PRO: Celebro el tono elevado de la exposición de la señora diputada, miembro informante del dictamen de mayoría. (…) los distintos bloques de esta Cámara tuvieron la inteligencia y el sentido común de dar libertad de acción a sus miembros (…) En el caso de nuestro bloque –aclaro que no estoy hablando en su nombre– también procederemos de la misma manera (…) Un grupo de diputados y diputadas ha elaborado un dictamen de minoría, que tiene dos características. La primera es que a las personas adultas que quieran tener una relación conyugal les otorga más libertades que las que tienen actualmente los contrayentes de un matrimonio civil. La segunda está vinculada con el complejo tema de la adopción de menores.
(…) algunos evaluamos la hipótesis de establecer una institución que permitiera igualdad de derechos aun para las uniones homosexuales. En otro momento, a otros –a mí en particular– nos pareció que esto era discriminatorio en relación con la comunidad homosexual y pensé que podía ser más útil establecer una institución que contemplara la situación de las parejas que no tuvieran hijos porque, en ese caso, no tenía sentido limitar sus libertades, tal como lo hace la ley de matrimonio, cuando la limitación de libertades está orientada a proteger a esos hijos. (…)
En materia de adopción tuvimos largas cavilaciones y mucho estudio. (…) Cuando hablamos de adopción no nos referimos al derecho de las personas adultas a adoptar como cuestión principal sino del derecho de los niños a ser adoptados, a tener padres. Desde este punto de vista nos parece absolutamente valioso que, en un caso concreto, los jueces consideren que Fulano de Tal, o Fulana de Tal, independientemente de su orientación sexual se hagan cargo de la crianza y de la educación de un chico. (…)
Hay algunos que nos dicen que es importante para la formación de los chicos que tengan clara una diferenciación de roles, de padre y de madre, y que la diferenciación de roles forma parte de la personalidad de los chicos. Los roles en la educación –nos dicen algunos, no soy un especialista– conforman la personalidad de las personas. En consecuencia, es importante que estos roles existan no solamente en cuanto al padre y a la madre sino a los abuelos, que tienen características distintas. No puedo decir lo que dicen otros, o lo que dicen los que piensan lo contrario, pero la verdad es que no sé si es lo mismo para un chico tener dos papás en lugar de tener un papá y una mamá. (…)
No estamos haciendo previsiones en este proyecto vinculado con la adopción de homosexuales, sino que estamos absolutamente convencidos de que esta situación merece un tratamiento más profundo, con especialistas que nos ilustren y con un conocimiento mayor del que todos los diputados, o la mayoría, creo que tenemos. Lo que estamos haciendo es simplemente dejar este debate para cuando se discuta una modificación de la ley de adopción.
ALICIA TERADA / Diputada, Coalición Cívica: (…) Desde nuestro bloque –Coalición Cívica-ARI– estamos a favor del reconocimiento de los derechos civiles, previsionales, de vivienda y de obra social de todas las personas, no solamente de las del mismo sexo sino de aquellas que quieran constituir un instituto ampliado que denominamos unión familiar. ¿Por qué? Porque estamos en contra de cualquier tipo de discriminación y a favor de los derechos humanos (…) Hablo desde mis propias convicciones religiosas, como practicante budista.
(…) Existen personas del mismo sexo que quieren constituir una unión; pero también hay personas que, sin tener lazos sanguíneos, constituyen una familia, y eso pasa frecuentemente en el interior: los denominamos hermanos o hijos de crianza que, sin llegar a ser adoptivos, forman parte de la familia y también tienen derechos. ¿Qué pasa con aquellos amigos y amigas que sin tener ningún tipo de interés intersexual, tienen vocación de estar juntos y de constituir lo que denominamos unión familiar? (…)
Por ejemplo, en Inglaterra se habla de la asociación civil, una suerte de contrato que permite que personas del mismo sexo o de diferentes sexos puedan constituir un tipo de unión. Lo mismo pasa en Francia, con el famoso PACS, que es el pacto de convivencia solidaria, en virtud del cual personas del mismo sexo o de diferentes sexos pueden reglar sus relaciones. Y por qué no mencionar en este marco a Alemania, que también tiene un contrato de convivencia (…)
Cuando hablamos de parejas del mismo sexo en realidad nos estamos refiriendo a relaciones intersexuales, o por lo menos presumiéndolas. Pero ¿qué sucede con este otro tipo de situaciones en donde el vínculo se da por la familiaridad de la que hablaba recién?
Lamento que las comisiones respectivas no nos hayan permitido un mayor y más democrático debate a quienes ingresamos recién el 10 de diciembre a los efectos de que esta reforma del Código Civil que se pretende hacer ahora, pueda tener un alcance amplio con una mirada total (…) Creo que la familia es un instituto social que tiene numerosas connotaciones y quizás el instituto del matrimonio no serviría para contener todas estas situaciones. (…)
Es por eso que en este dictamen de minoría nosotros abogamos por una unión familiar (…) que contemple los mismos reconocimientos de los derechos civiles, hereditarios y previsionales, e incluso el derecho real de habitación (…) al hacer una reforma del Código Civil deberíamos contemplar todas las miradas (…)
De esto deviene el apoyo que pedimos a los pares legisladores respecto de este dictamen de minoría y del instituto de la unión familiar (…) la discriminación se daría en las situaciones que he narrado (…)
MARIO RAÚL MERLO / Diputado, Peronismo Federal: (…) El matrimonio establece no sólo roles de género de hombre y mujer, sino también de parentesco, dado por la descendencia. Constatar una diferencia no es discriminar. La naturaleza no discrimina cuando nos hace hombre o mujer. Las convenciones internacionales no discriminan cuando exigen el requisito de hombre y mujer. El Código
Civil tampoco (…) lo que están haciendo es reconocer una realidad natural.
No es verdadero que el matrimonio de heterosexuales discrimine. Para que haya discriminación tiene que existir arbitrariedad (…) Es justo tratar igual lo igual; es justo tratar lo desigual como desigual, pero no es justo tratar lo desigual como igual y lo igual como desigual. Con esto quiero decir que la equiparación en nombre y derechos de los ciudadanos que asumen el compromiso de las funciones sociales estratégicas, como es la procreación, no pueden ser considerados en las mismas condiciones; caso contrario se trataría de una discriminación injusta. (…)
Nuestra Constitución, los tratados internacionales y el Código Civil reconocen al matrimonio como base de la familia y de la sociedad. (…) A partir de la reforma constitucional (1994) se incluyeron los tratados internacionales con jerarquía constitucional. Dichos tratados son muy claros al momento de hablar del matrimonio como unión de un hombre y una mujer.
La Convención Americana sobre los Derechos Humanos (art.17, inc.2) reconoce el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio y a fundar una familia. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art.23, inc.2) también reconoce el derecho del hombre y la mujer a fundar una familia. Lo mismo la Declaración Universal de Derechos Humanos, que dice que los hombres y las mujeres tienen derecho a casarse y a fundar una familia (art.16).
Las convenciones sólo destacan la calidad sexual del hombre y la mujer en los artículos referentes únicamente al matrimonio. A la hora de considerar la posibilidad de adopción por parte de las parejas del mismo sexo, no hay que atender tanto al deseo de los presuntos adoptantes, sino al interés superior de los niños. (…)
El matrimonio no es el instituto adecuado para reconocer la igualdad de las personas de condición homosexual. Estos reconocimientos pueden ser suficientemente tutelados por el derecho común; incluso la situación de daño patrimonial que se deriva de dichas relaciones particulares tiene vigente las vías de prevención y reparación en nuestro régimen legal. (…)
Podríamos modificar el Código Civil, pero no está dentro de nuestras facultades alterar las normas de jerarquía superior a la ley, sin incurrir en inconstitucionalidad. Aprobar este proyecto significaría violar la jerarquía normativa dispuesta por los arts.31 y 75, inc.22, de la Constitución Nacional.
ELISA CARRIÓ / Diputada, Coalición Cívica: Durante 40 años –o, por lo menos, 20 de mi vida– no tuve ninguna tensión sobre la igualdad de los derechos. Durante esos 20 años yo no creía en Dios, sino en que cada uno construía su vida; había leído profundamente a Sartre; yo era existencialista, enseñaba filosofía y no tenía ninguna de las tensiones que tuve hasta después de mi conversión.
En verdad hoy estaría votando absolutamente y en su totalidad esta ley. (…) mi bloque mayoritariamente va a votar este matrimonio, y el miembro informante es una persona que tiene una identidad sexual diferente y habló por la mayoría. Yo sólo hablo a título personal. (…)
Comparto el proyecto de Alicia Terada sobre la unión familiar y mantengo enormes diferencias con otras personas que se han expresado desde las convicciones religiosas, las que también quiero expresar. Dios no es de los heterosexuales; Dios es de todos y nos ama a todos.
En segundo lugar, ¿qué es ser natural? ¿qué quiere decir? ¿qué quiere decir ser no natural? ¿es no natural o no normal tener una condición sexual diferente? ¿qué me quieren decir? ¿no es natural alguien que nació hermafrodita? ¿no es natural alguien que tiene un deseo y un rasgo erótico y ama a otra persona de su mismo sexo? (…)
Yo voto como cristiana. Es mentira que uno se puede dividir. Estoy exponiendo a título personal y no puedo separarme, porque no puedo ir al Santísimo a la mañana y venir a la noche acá y decir otra cosa, con lo cual lo que puedo expresar es mi tensión. (…)
La tensión que tengo no es por los derechos. Si faltara mi voto para que esos derechos existan, con un enorme dolor votaría afirmativamente. Pero quiero expresar mi tensión. No estoy en contra de la unión familiar, pero la palabra matrimonio es un sacramento; remite a un sacramento, como la eucaristía. Y no quiero dejar de respetar a mi Iglesia. Creo absolutamente en la separación de la Iglesia y el Estado, y creo que la palabra matrimonio no tiene que estar en el Código Civil, porque es una palabra que, nos guste o no, está en la religión.
Es un dilema; no puedo decidir. Daría mi vida –di mi vida intelectual, pero también daría el resto– al reconocimiento e inclusión de esto. Al mismo tiempo, lo que más quiero y en lo que más creo en el mundo es en lo que creo que no está en el mundo. Por eso voy a pedir permiso para abstenerme, con el absoluto convencimiento de que esto no elude. Hubiera podido votar en contra y quedar bien con la Iglesia; hubiera podido votar a favor y quedar bien con la comunidad. Pero no quiero quedar bien con nadie. Sólo quiero explicar la tensión y solicitar permiso para mi abstención, que favorece absolutamente que la norma sea sancionada.
Otras opiniones
El matrimonio es una institución natural entre un hombre y una mujer, base de la familia y la continuidad de la especie. No tiene pertenencia religiosa, es anterior al cristianismo, al islamismo y fue legislada por los romanos antes de la era cristiana. Matrimonio es matrix -madre- y el sufijo significa protección, o sea matrimonio: protección de la madre. No es una institución cultural. Otras formas de relación entre personas del mismo sexo sí lo son y merecen el respeto y protección de leyes que le garanticen derechos positivos.
Los homosexuales insisten en terminar con la discriminación y aceptar al diferente. De eso se trata aceptar al diferente y crear la institución correspondiente mediante una ley específica. Así lo exige el respeto a los derechos humanos y la no discriminación.
Pero no hay que asimilar ser “progre” y defender los derechos humanos con promover el matrimonio gay. Existe una confusión. Hay que legislar sobre las parejas diferentes. Francia, país laico si los hay, hace 12 años que discute el tema y no ha aceptado la figura del matrimonio.
La sociedad está dividida y el tema se plantea como una cuestión de conciencia. La consulta ciudadana podría ser la forma más democrática de tomar las decisiones. La Constitución prevé cómo hacerlo.
Elva Roulet / Ex vice gobernadora Pcia.Bs.As.
La esencia central de la adopción es la responsabilidad y el amor. Todo lo demás, no importa.
Felipe Solá / Diputado, Peronismo Federal
Coincido en la necesidad de separar la postura religiosa de la necesidad de legislar. El tema de la adopción no cuenta con la madurez suficiente desde la dimensión cultural de la sociedad, como para aceptarlo en un debate en el cual hablamos de los derechos de las parejas homosexuales y en el que no se dio una discusión más profunda y extensa, fundamentalmente en lo relativo a los derechos del niño, a mi entender prioritarios.
Gabriela Michetti / Diputada, PRO
Matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer. Si decimos que personas del mismo sexo pueden contraer matrimonio –no me refiero exclusivamente a sus derechos– mañana podremos permitir el matrimonio entre tres o cuatro personas, entre hermanos o entre un mayor y un menor, si se aman y hay consentimiento.
Cynthia L.Hotton / Diputada, Valores para mi País
Reflexión final
¿Discriminar o no discriminar?
Gustavo Irrazábal
(Teólogo moral)
El término “discriminar” puede tener dos significados: simplemente diferenciar, o diferenciar injustamente.
En el primer sentido, es posible afirmar que todo acto legislativo implica una discriminación entre personas y situaciones, pero sólo es injusta cuando contradice las exigencias del bien común. Muchas veces, sin embargo, se confunden ambas acepciones por inadvertencia o por maña.
La legislación actual sobre matrimonio efectivamente discrimina entre tipos de unión sexual, reconociendo un estatuto y una protección especiales sólo a la unión entre un varón y una mujer, bajo ciertas condiciones. Pero esa discriminación no puede calificarse a priori de injusta, ya que se funda en la convicción de la importancia que tiene la unión heterosexual para la continuidad de la sociedad, por ser de suyo capaz de fecundidad y especialmente apropiada para la educación de los hijos. En cambio, las uniones en las que la “diferencia sexual” está ausente, precisamente por ese motivo, no pueden ser en sí mismas fecundas (sólo pueden serlo las partes individualmente con intervención de terceros), ni presentar en principio la misma aptitud para el rol educador.
Por ello, el Estado puede, por razón del bien común, tutelar de modo preferente las uniones heterosexuales y valorar de modo especial la correspondiente orientación sexual, garantizando a la vez el respeto del ámbito de la intimidad para las restantes, e incluso atribuyéndoles eventualmente algunos efectos legales. Basta con que el criterio aplicado sea el mismo para todos, como lo hace el régimen actual: todos pueden acceder al matrimonio con personas del otro sexo, nadie puede hacerlo con personas del mismo sexo. La exclusión de personas de determinada raza o religión, característica que en nada altera la naturaleza de la unión sexual, pondría en evidencia prejuicios contrarios a la igual dignidad de las personas. Pero estas situaciones no se pueden equiparar, como hace la diputada Ibarra, a la exclusión de personas del mismo sexo, porque esta circunstancia supondría un tipo distinto de unión, con una referencia distinta al bien común. ¿Por qué beneficiar con el mismo régimen a quienes pueden tener garantizados sus legítimos derechos a través de otras figuras legales?
Los promotores del matrimonio del mismo sexo creen poder responder a esta pregunta a partir de la premisa de que el Estado debe reconocer en absoluto pie de igualdad todas las uniones sexuales, sin otra referencia que las opciones individuales. Si esto fuera correcto, ¿no debería legalizar también la poligamia y la poliandria a favor de las personas bisexuales, o de aquellas en cuya cultura estas prácticas son admitidas? ¿Y por qué no autorizar el matrimonio entre parientes cercanos? Éstas y otras posibilidades, que nadie hoy estaría dispuesto a considerar seriamente, no hacen más que mostrar las consecuencias de sacrificar el bien común en el altar de las pretensiones subjetivas.
Más ecos del debate anterior
Selección de opiniones recibidas en la web
Sobre la comunión a los divorciados vueltos a casar CRITERIO Nº 2357 / 58
Desacuerdos
No soy teólogo ni canonista; como decía Ignazio Silone soy “un povero cristiano”, casado hace 24 años con una mujer de origen judío, no bautizada. Creo que los teólogos y canonistas no se han puesto de acuerdo en si un matrimonio mixto es un sacramento. O sea que si me separara, que no está en mis planes, no quedaría excluido de la comunión. Pero si estuviera separado de una mujer con la que hubiere contraído matrimonio sacramental, no tendría escrúpulos de comulgar las veces que lo necesitara y deseara responsablemente.
Soy historiador y sé que la Iglesia, a la que pertenezco y obedezco en lo que mi conciencia permite, ha variado sus valoraciones y afirmaciones del día a la noche en temas de suma importancia. Ha generado enorme dolor en muchos cristianos a los que luego, a menudo post mortem, reivindicó como hijos dilectos y ejemplos a seguir. Ocurrió con temas como el de la libertad de conciencia, definida como error en el siglo XIX y aclamada como valor en el XX.
Los pastores deberían pensar antes de imponer cargas a los fieles, que pueden sumirlos en el dolor y la soledad. Tengo amigos que sufren por no poder comulgar, sólo porque, como buena parte de los hombres y mujeres de este tiempo, han formado una segunda pareja. Dios no puede querer eso, porque nos puso aquí para que lo adoremos en espíritu y verdad, permaneciendo lo más posible unidos a Él. No es cierto que la separación “es antinatural”, porque está contemplada en casi todas las culturas y religiones.
En la experiencia del matrimonio y la familia hay poco de “natural” y mucho de cultural, de históricamente determinado. No es lo mismo formar familia en el siglo XXI que en el XIII, en el XVII o el XIX. No es lo mismo para un noruego/a profesional que para un/a campesino/a de Zambia. La Iglesia, se dice, tiene el derecho de administrar el acceso a los sacramentos. Pero nuestros pastores corren el riesgo de caer en aquella censura que Jesús dirigió a los fariseos, cuando los acusó de interponerse entre Dios y sus hijos. Como pastores que un día han de responder por lo que hicieron con sus ovejas, deberían temer ante esto.
Roberto Di Stefano
Resolver por sí mismo
Más allá de casuísticas y argumentaciones supuestamente teológicas, todo católico serio, si tiene más de 18 años, debe resolver por sí mismo, si accede o no a la mesa eucarística. Y lo que decida es válido y tendrá la bendición de Nuestro Señor.
Ángel Núñez
Presencias infinitas
Transcribo estas palabras en la esperanza de que sirvan de consuelo y sean una invitación a vivir “alimentados” de la Palabra de Dios:
Yo creo que el Evangelio es el Cuerpo de Cristo…las Escrituras son verdaderamente el Cuerpo y la Sangre de Cristo (San Jerónimo).
No es menor la Palabra que el Cuerpo de Cristo (San Agustín).
En la lectio divina enseñada por la tradición cristiana y monástica, buscamos a Cristo y lo hallamos Vivo y Presente, tal como lo encontramos en el Pan de Vida. Dios no se agota en un pedazo de Pan, sus presencias son infinitas…
Andrea M.de Beccar Varela
Indisolubilidad matrimonial
El problema planteado con la indisolubilidad matrimonial, parte de la afirmación del Prof.Gustavo Irrazábal: “El divorcio no es admisible porque el matrimonio es, ya por naturaleza, indisoluble.”
¿Ésta afirmación es un axioma o una deducción lógica? Pienso que allí radica el fondo de la cuestión. Pareciera que este razonamiento se deduce de las palabras de Cristo cuando los judíos le preguntaron si era lícito el divorcio, a lo que Él contestó: “… el que deja a su mujer y se casa con otra comete adulterio…” Pero esto puede querer decir, en sentido amplio, que lo naturalmente bueno es la unidad matrimonial durante toda una vida. Puede significar una meta de perfección a la que hay que tender y no un imperativo absoluto (algunos teólogos lo perciben así).
Isidoro Cárdenas
Si como dice el Prof. Irrazábal, el matrimonio es indisoluble por naturaleza ¿cómo se entiende que la Iglesia acepte un nuevo casamiento de personas que lo contrajeron inicialmente bajo la ley civil o de otras religiones?
Guillermo Battro
Dios nos hizo libres y mortales; todo lo que hay en el hombre es finito; no existen amor y fidelidad eternos. La vida es una tensión entre virtud y error. Si el hombre es libre no puede estar condenado a la “indisolubilidad matrimonial”. La conyugal es una relación compleja, que las personas van construyendo o destruyendo. En la convivencia se conocen y allí surgen las desavenencias o diferencias que pueden ser justa causa de separación o divorcio. Hablo de personas de bien, que importan en esta cuestión. La separación suele requerir valentía personal. Aquí comienza una nueva vida y tenemos derecho a vivirla. Recomiendo leer El poder y la gloria, de Graham Greene. Me parece una suerte de oxímoron comulgar espiritualmente y no sacramentalmente. Obviamente soy divorciado vuelto a casar. ¿Por eso soy pecador? Lo seré por otras cosas.
A modo de postdata: cómo perjudica a los hijos la mala relación matrimonial y cómo se reponen cuando ven que sus padres encuentran una mejor calidad de vida, solos o con un nuevo casamiento, aunque sea sólo civil…
Luis Alejandro Rizzi
He visto llorar
Lo que debe imperar en la Iglesia es el amor, la acogida, la difusión de la Palabra compartida del Pan eucarístico, no en términos de “a éste sí” y “a éste no porque no se comporta como nosotros decimos que Dios dice que hay que hacerlo”.
¡Por favor! He visto llorar a personas casadas con algún divorciado o vueltas a casar, por no poder recibir la comunión. Los he abrazado en la certeza de que su comunión espiritual es más válida que la de quien, por acostumbramiento, no ha tomado conciencia de lo que está recibiendo. ¿Quiénes somos nosotros, o los sacerdotes, los obispos y hasta el Papa (esto no es dogma de fe) para negar el Cuerpo de Cristo a quien lo suplica de esa manera?
Silvia Sieburger
Discriminación
Soy divorciada. Cuando mi primera hija tomó la comunión, todos los padres pasaron a tomarla, menos yo. Fue una sensación de discriminación, de estar apartada del resto por haber hecho algo malo que desconozco. Dejé de ir a la Iglesia. Más tarde retomé, porque pensé que si Jesús tenía a su lado a María Magdalena y no le importaba su situación, por qué haría a un lado a una divorciada… Por suerte mi fe sigue intacta, a pesar de la Iglesia. Disfruto de las misas, de mi comunión con Dios, Él es misericordioso, todo amor, no discrimina y está siempre al lado de quien lo necesita.
Gabriela Oleszezuk
Para los católicos el único casamiento legítimo y válido es el que tiene carácter sacramental. Es un compromiso de ambos contrayentes ante Dios donde la Iglesia no es más que un testigo de la promesa hecha por la pareja. El matrimonio civil o el realizado con ritos no católicos no es sacramental y canónicamente válido. Un Concordato hizo que me tuviera que casar por civil y luego por la Iglesia. Siempre me consideré discriminado, obligándome a realizar un trámite cuyo valor considero discutible. Creo que en los Estados Unidos es diferente. Si se es ateo, agnóstico o se adopta un camino espiritual
distinto, la doctrina católica no obliga. El juez que dirimirá la cuestión es el mismísimo Dios.
Enrique O’Flaherty
Dignidad humana
¿Qué pasa cuando un matrimonio “bendecido por Dios” no funciona correctamente? O sea, cuando una de las partes se presentó ante el altar en forma hipócrita y en su vida diaria actúa contrariando las leyes de Dios. Todos sabemos que declarar la nulidad de un matrimonio no es cosa fácil; estoy de acuerdo en que se debe intentar la armonía y la permanencia de una familia, pero ¿no importa la dignidad humana?
María Elia Brizuela
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Join discussionLeo la mayoría de los comentarios y cuánto me alegro de haber dejado de ser suscriptor. Le preguntaría al Dr. Di Stefano: si todo es construcción cultural ¿el próximo matrimonio puede ser entre varios (o varias) porque la evolución así lo llevaría? ¿A la Dra. Carrió que parece ser tiene problemas de conciencia y sin embargo puede variar su voto aun cuando la Palabra nos habla de hombre y mujer en el matrimonio? En definitiva no me extraña que en esta revista escriban autores como Mallimacci, entre otros, que todo lo que provenga de la Jerarquía Católica es interpretado como algo oscuro y siniestro. Seguramente esto no lo resolveremos en ésta vida, es harto factible que cuando estemos en presencia del Señor recién sabremos quién estuvo equivocado o no. Por mi parte prefiero seguir las orientaciones de la Iglesia de la cual me siento parte. Esa misma Iglesia que a pesar de lo que opinan las personas citadas jamás me enseñó otra cosa más que amor hacia mi prójimo, la misma Iglesia que me exige amar a los otros como a mí mismo. Jamás ha sido fácil seguir el Evangelio, ni siquiera para aquellos Santos y Mártires que jalonan la historia de la Iglesia. De seguir las posturas de ésta revista, ¿que queda del Dogma? ¿Caerémos en el relativismo donde todo es igual? No creo que esa haya sido la enseñanza de Jesús.- Oscar Raúl Lotero. Abogado
Sr. Gustavo Irrazábal, quien esta tratando de confundir y entiendo que lo hace con saña es Ud. pues el significado de discriminar segun la real Academia de la Lengua es:
discriminar.
(Del lat. discrimināre).
1. tr. Seleccionar excluyendo.
2. tr. Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados
Al hacer la acotación de diferenciar injustamente esta Ud. actuando con saña, por lo que todo lo que dice luego de eso pierde validez
Atentamente, Joaquín Alvarez
Quien juzgue será juzgado.
Como indica la diputada Vilma Ibarra, no es discusión del parlamento una idea teológica, sino una civil. La necesidad constitucional de reconocer el derecho de las personas a la institución familiar del matrimonio no puede ser llevado al campo de la cultura o de la religión. Extenderla a la biología reproductiva como indica D. Gustavo Irrazabal es peligrosa y excluyente.
¿No es matrimonio la pareja en la que un miembro es esteril? Será pues preciso una prueba de fecundidad previa a la formalización civil de un matrimonio…..
¿O tal vez sea un compromiso de amor, contrucción, proyecto el que conlleva a la creación de un nucleo familiar? y en ese caso ¿existen límites? ¿hay alguien que disponga de un peso que establezca cuando dos personas maduras pueden decidir su unión y como realizarla?
Ricardo de Rojas
Es la primera vez que ingreso, pero evitaré opinar sobre el tema. sólo quiero hacer una observación:
La Palabra «Discriminar» tuvo como primera acepción, por lo menos hasta 2003/ 2004 (aproximadamente) el significado de «Separar, distinguir, diferenciar una cosa de la otra».
La segunda acepción: «Dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.» no existió hasta 1960, momento en que se producen los movimientos culturales que llega hasta nuestros días (hippies, revolución sexual, etc.)
Ambas cosas se pueden comprobar si se cuenta con diccionarios de la Real Acedemia de esos años. Diccionarios de otros idiomas (Merriam-Webster Online -inglés-, diccionarios italianos y franceses) revelan una concepción similar.
En efecto, los mentores de los movimientos revolucionarios de entonces modificaron los significados (manipulación del lenguaje) para que las palabras signifiquen otra cosa, afín a sus intenciones. Para esa segunda acepción habían muchas otras palabras más adecuadas (marginar, segregar, postergar, relegar, apartar, minusvalorar, etc), pero eligieron «discriminar» que sólo significaba «distinguir»¿porqué?. Explicar esto nos aclararía muchas cosas.
Tengo 63 años, soy ingeniero en electrónica, y uno de los circuitos típicos para recuperar el sonido en los receptores de radio FM se llamaba «discriminador de frecuencias» ¿cual de las acepciones actuales le cuadraría?
En suma, si las palabras no se adecuan a nuestros intereses, les cambiamos el significado y listo.
Ahora el proyecto se ha convertido en ley. Comentémosla, pues. El matrimonio entre personas homosexuales, no se puede discutir, ha significado un logro enorme para las personas que han optado por asumir su sexualidad de esa manera y creo que eso debe ser respetado.No comparto la postura divisionista que sostiene que han habido vencedores y vencidos. Lástima que el encuadre jurídico incorporado no haya sido el más adecuado. En efecto, la figura de la unión civil era la más apropiada por cuanto, con los mismos efectos, se hubiera resguardado la institución del matrimonio tan apreciada en la sociedad, sobre todo para la gran mayoría de los creyentes, más allá, claro está, de la crisis que atraviesa y que con la nueva ley precisamente no creo que vaya a ser amparada. ¿Qué va a pasar cuando vengan estos nuevos conflictos «matrimoniales»?¿Qué bien jurídico se va a proteger? ¿Una especie de familia en sentido amplio? ¿Y los chicos que se adopten (QUE TEMA).? A pesar de estos reparos, soy de la idea que como sociedad debemos aceptar la ley, como lo que es, hasta tanto sea modificada o revocada conforme a la experiencia que deje su ejercicio.
Coincido con la posición explicitada valientemente por la senadora ALICIA DE NEGRE y las enseñanzas del Episcopado Argentino en cuanto a la defensa de la familia y del matrimonio heterosexual. Asimismo comparto todas las expresiones del Obispo de San Juan, Mñor ALFONSO DELGADO.
La ley sancionada por el Congreso carece de legitimidad y deben arbitarrse las medidas urgentes para derogarla cuanto antes. Debe respetarse la objeción de conciencia de todas las personas que están en desacuerdo con la ley, especialmente funcionarios del Registro Civil.
Lamento que el tratamiento del matrimonio o lo que sea entre personas del mismo sexo, se haya tratado desde el principio de la igualdad, ese es para mi forma de ver el error, y se puso el acento en el hecho de que este tipo de matrimonio se llame igualitario, esa falacia permite pensar que el matrimonio de los homosexuales debe ser igual al del los heterosexuales, deben tener los mismos derechos, es lamentablemente una visión unívoca, dirían los filósofos tomistas, de la verdad, o sea que si para algunos hay estos derechos, también tienen que tener los mismos derechos a los otros grupos. Eso se puede aplicar a realidades que esencialmente son iguales, como ser varón o mujer, donde esencialmente son iguales por cuanto son personas humanas, pero son funcionalmente distintos.
No así en el caso del matrimonio homosexual y el heterosexual, no son esencialmente iguales, no es lo mismo que el varón ame a una mujer, o que ame a otro varón; luego no pueden tener un mismo tratamiento, pero esto lo da el sentido común, que como dicen por ahí es el menos común. Quiero agregar que el matrimonio como dijo un diputado, es anterior a cualquier creencia, fe, religión, filosofía, ideología, el dato que nos da la Revelación de Dios en la Biblia, confirma lo que se da naturalmente. Y cuando se dice que el matrimonio entre personas de distinto sexo es lo natural, lo que se quiere decir que corresponde a la naturaleza humana, en cambio la relación homosexual, va contra la naturaleza o sea que no corresponde a la naturaleza humana, es un acto deliberado contra lo que es natural.
Propongo tener en cuenta los siguientes pensamientos que son aplicables a la cuestión en debate:
“«La política es quizá la única profesión para la cual no se requiere ninguna preparación.» (Stevenson R. L.).
El honor prohíbe acciones que la ley tolera.
Séneca
Donde no hay justicia es peligroso tener razón.
Quevedo
Estamos ante un fenómeno no estudiado y es el modo en que las minorías imponen sus pretensiones a las mayorías.
Las minorías merecen respeto y tolerancia pero me pregunto.¿respetan a las mayorías?
En la cuestión del matrimonio entre personas del mismo sexo las minorías se han apropiado de una institución para desvirtuarla cuando lo razonable y justo para todos, mayorías y minorías, hubiera sido la de crear otra institución siempre y cuando no se vulneren los valores de la sociedad.
Esa hubiera sido la correcta solución liberal para que las minorías de homesexuales pudieran alcanzar su interés o bienestar crítico.
El sr. Joaquín Alvarez escribe de mala fe. El primer significado de «discriminar» en el diccionario de la Real Academia coincide totalmente con la primera acepción que explica el Sr. Irrazábal, pero Álvarez le hace decir que está tratando de confundir con saña. El que trata de hacer eso es Álvarez, que por supuesto, todos los días de su vida hace alguna discriminación: un ejemplo obvio, compra una docena de manzanas y si hay algunas con parte descompuesta las separa para no ingerirlas. Otro: elige para almorzar un plato que le gusta y no otro que no le place o le cae mal. Eso es discriminar. Otra: si es docente, a un alumno que demostró saber la asignatura lo aprueba, a otro que demostró no saberla, lo reprueba. Todos esos son casos de discriminar. La igualdad, ha dicho nuestra Corte Suprema, es tratar de forma igual a los iguales en iguales circunstancias. Así, en una relación de derecho del trabajo no se puede tratar igual al patrón que al obrero.
Personalmente me conmueve que de a poco se destierre la hipocresía y se reconozcan los derechos igualitarios de todas las personas. Como bien dice Vilma Ibarra, se trata de la ley de un estado laico. Hasta ahora, aunque dos personas del mismo sexo convivieran como pareja, uno de ellas podía adoptar -de hecho lo hacían- y la otra, que en realidad participaba de la crianza, quedaba al margen de la ley.
Es un avance importante de nuestra sociedad; un antes y un después. Se abandona, poco a poco, el miedo, ese miedo al que estábamos tan acostumbrados: al castigo, a la represión, a la condena social, a la diferencia, a la discriminación y a la burla.
Las personas pueden ser diferentes, pero no es el género lo que las condiciona, sino sus cualidades espirituales y morales.
¿Hay acaso algo que garantice el buen comportamiento de una pareja heterosexual con sus propios hijos, naturales o adoptivos?
¿No son demasiados, ya, los casos de abandono, violencia doméstica, abuso y maltrato familiar entre parejas heterosexuales como para trasladar esos temores a parejas igualitarias?
La familia ideal no pasa, hoy, por parejas constituidas entre hombre y mujer, sino por aquella capaz de quererse, respetarse e inculcar valores morales a sus hijos, dentro y fuera de alguna confesión religiosa. Me alegra la promulgación de la ley.
Preguntado Jesús sobre la posibilidad del divorcio, se remontó al ideal con el que Dios creó al ser humano: en dos versiones, la masculina y la femenina, con el propósito de que se complementaran entre sí. Según el evangelista Mateo sus palabras fueron: «¿No han leído ustedes en la Escritura (se refiere a Génesis, el primer libro de la Biblia) que el que los creó en el principio, ‘hombre y mujer los creó’?. . . ‘Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona.’ Así que ya no son dos, sino uno solo.» (19:4-6ª, Versión Popular). Seguramente, el hecho de que los que nos consideramos seguidores de Cristo no siempre hemos vivido de acuerdo con este ideal, haciendo ver que, como todo lo que forma parte de la voluntad de Dios es bueno, agradable y perfecto (Romanos 12:2), ha determinado que cada vez sean más las personas que se divorcian o que practican las relaciones homosexuales. Pero esto no invalida que los propósitos de Dios, revelados en su Palabra, sigan teniendo vigencia. De allí que los cristianos no sólo debemos mantenernos firmes en nuestras convicciones, sino también compartirlas con una actitud equilibrada que combine la humildad con la firmeza. Y que sigamos luchando a favor de aquéllos que todavía no tienen voz: los niños, cuyo mejor crecimiento se dará – de acuerdo con el pasaje bíblico citado – observando tanto un modelo masculino como femenino.
Creo que la fruición con la cual los organismos del Estado tratan términos (palabras-concepto)originalmente creados en el seno de las iglesias, y que deberían serle absolutamente ajenos, es el precio que hay que pagar por la tentación de éstas de utilizar -muchas veces- al estado como herramienta de aplicación de lo que dictan sus convicciones.
Por todo lo expuesto en la Cámara de Diputados, la bibliografía consultada, mis convicciones religiosas, la experiencia por los casos de parejas homosexsuales existentes, la falta de casuística en la adopción de éstos y el no muy convincente resultado en chicos con 2 padres o 2 madres -por testimonios leídos- considero que sí se tiene que contemplar derechos para estas parejas, que yo no estoy de acuerdo que la palabra utilizada sea matrimonio, aunque sí unión civil o algún otro más apropiado. Que si alguna de las partes ya tuviese hijo(s) por matrimonio o unión anterior, debería trasmitirle toda su verdad, cuidando en forma especialísima su salud mental.
Tendría que haber también un MAYOR CONTROL DE LOS ADOPTANTES, CASADOS O SOLTEROS, ya que se ha demostrado en los hechos, fuertes falencias además de una lentitud espeluznante y PRIVILEGIANDO A LOS PRIMEROS (ya que los hay tantos y es mejor que exista la imagen del hombre y la mujer. Desde el punto de vista psicológico siempre se destacó el «no tiene imagen paterna» o «la imagen materna es debil», es decir que para que un niño tenga la mente equilibrada es necesario la figura de ambos padres bien diferenciados y sólidos).
CREO QUE HA SIDO UN MUY SERIO ERROR HABER TRATADO ESTOS TEMAS TAN PROFUNDOS E IMPORTANTES, TAN A LA LIGERA. EN MUCHÍSIMOS PAISES DEL PRIMER MUNDO LLEVAN DECENAS DE AÑOS DE ESTUDIO, AUN SIN RESOLUCIÓN.
Quienes me conocen bien,. dicen que yo atraigo, a todos los que llegan a confiarme sus problemas, sufrimientos, pérdidas y opciones, por ser homosexuales.
Siempre sentí compasión por quienes no podían establecer una pareja varón –mujer. Compasión , no les he sentido jamás inferiores como personas, como tampoco he permitido “que se le ridiculizara en imitaciones” ante mi presencia….
Escribí a Hermes Villordo, en momentos de estar ya en su lecho de muerte. Un católico y homosexual confeso, con una dignidad muy difícil de igualar. Sufrió mucho por la discriminación de la que fue objeto por los llamados “bienpensantes». Poco antes de morir a causa del SIDA, declaró públicamente que había contraído la enfermedad desde las páginas del matutino fundado por Bartolomé Mitre, admitió su condición y preferencia sexual y reflexionó sobre el dolor provocado por la discriminación y el prejuicio de una sociedad filistea como estúpida.
Pero el día que fue aprobada la ley, sentí que retrocedíamos como sociedad….
Yo esperaba que para todas las parejas de personas del mismo sexo, se pudiera establecer una unión, que le pudiera adjudicar los derechos de los que no gozaban. Que se les devolviera el respeto del que no gozan, sobre todo en los argumentos de los “programas televisivos y teatrales” como en la ridiculización que hacen los personajes de estos programas, donde abundan los que con desfachatez hoy salen a señalar a ¡”quienes discriminan”! Según ellos, los otros….
Tengo amigos en esa situación, algunos muy allegados a familiares; y si por algo me he caracterizado, es por ser muchas veces su confidente, su interlocutora.
Sé bien, que ninguno de ellos desea para los niños de la familia, a los que apadrinan y quieren, la suerte de elegir un sexo igual para ejercer su sexualidad (lo han demostrado y hablado en muchas circunstancias que no conviene aquí comentar dada la brevedad que deseo asumir en este espacio)
Y no por que la sociedad no le da los mismo derechos, si no por que encuentran que no han escogido «ni pueden hacerlo» (de ahí el no juzgar) la complementariedad humana que les lleva al conocimiento del HOMBRE TOTAL CREADO VARÓN -MUJER, y por ende al conocimiento de la vida humana plena.
Pero las discusiones, se han fundado todas en debatir, refutar y desdecir a la iglesia católica…por la que la mayoría de nuestros representantes decía ser bautizado, creyente, educado en colegios católicos…
Lo cierto es que en una madrugada, nos encontramos igualados los matrimonios que hemos dado vida a todos los ciudadanos de nuestra Nación, con los que han hecho otra opción de pareja. Y aceptando hipócritamente (mientras se hablaba en los discursos, frecuentemente de otras hipocresías) que todos somos iguales….
Faltaron muchas voces. Faltó mucho tiempo. Y si bien las discusiones, fueron cuidadosas, faltó una profundidad antropológica, y una voz desde otras ciencias, que nuestros representantes, no lograron, no supieron aportar. Es lo que tenemos!
¿Quien nos había dicho en campaña cuál sería su voz en estos temas?
Los inconvenientes del apuro y de la falta de profundidad en los debates, de las abstenciones cobardes, de la falta de representación de un pueblo sorprendido en muchos casos, los apreciaremos de ahora en más , con esta ley salida “entre gallos y madrugadas!…”.
El problema no es, ni nos concierne a los vivientes de este momento histórico, si a la unión entre dos personas del mismo sexo debería llamársela matrimonio, el problema es la cultura de este tiempo que nos impulsa a descreer de todo orden establecido, de un orden natural que se desdibuja y se esfuma día a día. Orden natural, no cultural, no religioso. Lo preocupante repito, es a mi entender, ver qué pasa con las personas que ya no distinguimos aquéllo que nos hace más humanos que es, precisamente, responder al orden natural. Pero es comprobable que en una sociedad en la que ya no se respeta nada, hay que ir buscando puntos de conflicto y rebeldía que nos hagan pensar que, yendo contra todo lo establecido, seremos más progresistas, más contemplativos y amorosos. Para los que somos creyentes vale esta reflexión que quizá ponga un poco de luz sobre éste y otros temas: cuando a Jesús la adúltera le pregunta si de le perdona su adulterio, Él no le dice que está todo bien, que siga su impulso o responda a su instinto o sentimiento, le dice «ve y no peques más», con lo cual nos muestra el camino, que no es fácil, que está lleno de espinas y tentaciones pero que depende de cada cual si opta por el bien y la verdad o se engaña discutiendo y pensando cómo cambiar el entorno para que lo que cada cual haga y tenga por verdadero, se convierta en una norma caprichosamente establecida. Creo que nos equivocamos, la discusión no es si matrimonio homosexual o no, la discusión debería centrarse en discutir acerca de si tenemos la valentía suficiente para aceptar algo que no tiene discusión: el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, más allá de los fines específicos que tiene en función de célula social. Si hoy en día, la cultura nos dice que hay que aceptar y legislar para otro tipo de uniones (a mi entender una minoría), no habilita a políticos a legislar nivelando realidades. Tanto los homosexuales como los legisladores deberían pensar por qué no aceptaron la «unión civil» que hubiera dejado a la mayoría de la sociedad conforme. Me pregunto qué otros intereses habrá detrás de esta decisión y las puedo soslayar. Habrá que engendrar niños de probeta para esas parejas y el Estado deberá hacerse cargo de los gastos (que pagaremos todos los ciudadanos), los laboratorios ganarán fortunas gracias a ello, se crearán negocios millonarios alrededor de estas uniones para hacerlas funcionales y adaptadas a la sociedad y cultura vigentes, en fin, llegó el momento histórico en que la humanidad comienza a retroceder y todo lo avanzado en ciencia, en tecnología y en investigaciones, nos hace menos humanos… quizá así deba ser.
Qué sabia, concreta y fácil de entender es la exposición del Diputado Mario Raul Merlo. La comparto en toda su extensión e implicancias.
¿Lo único que ha creído necesario decir una revista católica como Criterio, sobre un tema tan importante como el «matrimonio» entre homosexuales, es la anodina y aséptica notita de introducción que hacen a esta sección?
Para eso, sobran medios de comunicación en el país.
La palabra criterio significa opinión personal, propia, sobre una cuestión determinada. «Opinión que se tiene sobre algo», define el diccionario.
Para dar ese criterio en las cuestiones fundamentales, desde la óptica católica (o cristiana, si se quiere ser un poco más ecuménico, es decir católico) se fundó Criterio, y así lo condujo Mons. Franceschi durante años.
Cabe, entonces, preguntarles: ¿Cuál es el criterio de Criterio sobre el tan singular «matrimonio» entre homosexuales, bisexuales, triángulos amorosos, camas redondas, mujer/perro, hombre/oveja, y todas las otras variables «de genero» imaginables… y practicadas hoy por la gente «moderna» y «liberada»?
Atentamente.
Juan Gabriel Labaké
y su espùiria prpocveso de aprobvacipn como,ley?
Atehntamenet.
Juan Gabriel Labaké
El debate por el tratamiento y sanción de la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo adolece de profundidad y está lleno de lugares comunes y frases hechas que se tomaron como verdades insoslayables.
Creo firmemente que la posibilidad de que personas del mismo sexo puedan contraer matrimonio es inconstitucional por las siguientes razones:
1) Todos los tratados incorporados al texto constitucional, cuando se refieren al matrimonio y a la familia, dejan en claro que se trata de la unión de personas de diferente sexo.
2) El Art. 19 de la Constitución Nacional, cuando establece que las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan el orden y la moral pública ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios y exenta de la autoridad de los magistrados.
3) No hay ninguna duda que la homosexualidad como la heterosexualidad de las personas son opciones de vida que bajo ninguna circunstancia pueden ser materia en la que pueda entrometerse el legislador. Son actos privados exentos de toda reglamentación tal como lo establece claramente el mencionado art. 19 de la Constitución.
4) Debemos recordar que la ley civil legisla sobre el matrimonio no para reglamentar la actividad sexual de los cónyuges sino para promover la formación de la familia y en especial para proteger a los hijos que de esa unión puedan eventualmente venir al mundo.
5) Descartada toda posiblidad de que una unión de personas del mismo sexo pueda tener descendencia, su reglamentación y asentamiento en un registro público, como lo es el Registro Civil, sólo tiene como consecuencia consignar la tendencia sexual de los contrayentes, lo que sin lugar a dudas está vedado desde todo punto de vista ya que vulnera la intimidad de las personas, lo que está expresamente prohibido por el derecho vigente.
6) En el debate parlamentario, cuando se alega el derecho a la igualdad para fundar la posición favorable al matrimonio de personas del mismo sexo, se pone en evidencia la falta de conocimiento sobre las razones por las cuales el legislador reglamenta el matrimonio.
7) Tal como ha quedado la legislación con la nueva ley de matrimonio, se verifica que ésta es la única norma que permite anotar en un registro público la tendencia sexual de las personas, lo que es abiertamente inconstitucional aún cuando esto se lleve a cabo con el consentimiento de los involucrados.
Escribí estas líneas antes de la «nueva ley» … y lo único que cambiaría es la última línea…
“Matrimonio gay”
¿De qué estamos hablando?
Decía Chesterton que lo que anda mal en el mundo es que el mundo no se da cuenta que anda mal. Si hubiera vivido estos tiempos en que con naturalidad se intenta legislar en contra de la naturaleza misma del hombre, seguramente hubiera agregado que el mundo no se da cuenta que ahora anda peor que cuando andaba mal…
Efectivamente parece un desvarío social estar discutiendo sobre lo la naturaleza del hombre y de la mujer y sobre lo que es el matrimonio. Luego de la experiencia de cientos de millones de matrimonios transmitiendo la vida, las tradiciones, las costumbres… en este siglo XXI se intenta redefinir la “identidad sexual” y la misma célula de la vida social, y convertir a la ley promulgada por el estado, la ley positiva, en la expresión de una inventada ley no natural o antinatural, no impresa en la naturaleza humana, por lo tanto injusta y malvada, por lo tanto sin las condiciones que naturalmente deben cumplir las normas positivas, esto es expresar la ley natural para poder ser justas y buenas.
El problema se inscribe en una lenta, pausada e ininterrumpida sumatoria de cambios sociales que se introducen bajo una máscara de modernización que de hecho es la retrogradación y degeneración de las instituciones. Este es solo un paso más y este me parece ser el marco de referencia para tratar el tema, al que muchos personajes no le atribuyen la gravedad suficiente como para molestarse. A ellos, Shakespeare los definiría como los “que en nuestra corrompida edad son estimados, únicamente porque saben acomodarse al gusto del día, con esa exterioridad halagüeña y obsequiosa. Y con ella tal vez suelen sorprender el aprecio de los hombres prudentes; pero se parecen demasiado a la espuma; que por más que hierva y abulte, al dar un soplo, se reconoce lo que es: todas las ampollas huecas se deshacen, y no queda nada en el vaso.” (Hamlet, Escena 5, acto 6)
Si se analiza “la película “en nuestro país, habría que ir a Roca con las leyes de Educación Común, la creación del Registro Civil, y el Matrimonio Civil obligatorio, que levantaron polvo en su momento y hoy nadie discute.
Hipertrofia del estado y laicismo
En mi opinión, la sinrazón del llamado “casamiento gay” se comprende fácilmente a la luz del desarrollo hasta la hipertrofia del estado, impulsado por los enceguecidos iluminados que desde el siglo XVI en adelante no cejan en su afán demoníaco de pretender que el mismo estado se convierta en el dueño de cuerpos y almas, en lugar de ocuparse de dirigir la sociedad y legislar para que los ciudadanos puedan vivir virtuosamente y persigan el bien común. Los estados cada vez más hipertrofiados y absolutos solo terminan reconociendo a sus súbditos el deber de obedecer lo que ellos deciden ser bueno y justo, y este es un caso más.
Si bien es cierto que lo bueno y justo debe ser perseguido autónomamente respecto de la Iglesia, ello debe hacerse respetando el orden natural y el sobrenatural en una sana y recta laicidad “que, por una parte, reconozca a Dios y a su ley moral, a Cristo y a su Iglesia, el lugar que les corresponde en la vida humana, individual y social, y que, por otra, afirme y respete «la legítima autonomía de las realidades terrenas», entendiendo con esta expresión -como afirma el concilio Vaticano II- que «las cosas creadas y las sociedades mismas gozan de leyes y valores propios que el hombre ha de descubrir, aplicar y ordenar paulatinamente» (Gaudium et spes, 36)..” Benedicto XVI, La Laicidad, Extracto del discurso a los juristas católicos, 9 de diciembre, 2006
Ya Alberdi intentaba fijar los límites a ese poder absolutista: “ninguna mayoría, ningún partido o asamblea tiene derecho para establecer una ley que ataque las leyes naturales… la voluntad de un pueblo jamás podrá sancionar como justo lo que es esencialmente injusto”.
Lo que decía Esteban Echeverría se aplica también en los estados hipertrofiados donde el egoísmo impera en gobernantes y gobernados –que es el caso de la ley que se pretende imponer- : «Los tiranos y egoístas fácilmente ofuscaron con su soplo mortífero la luz divina de la palabra del Redentor y pusieron, para reinar, en lucha al padre con el hijo, al hermano con el hermano, la familia con la familia. Ciego el hombre y amurallado en su yo creyó justo sacrificar a sus pasiones el bienestar de los demás, y los pueblos y los hombres se hicieron guerra y se despedazaron entre sí como fieras (…) El egoísmo es la muerte del alma. El egoísta no siente amor, ni caridad, ni simpatía por sus hermanos. Todos sus actos se encaminan a la satisfacción de su yo; todos sus pensamientos y acciones giran en torno de su yo; y el deber, el honor y la justicia son palabras huecas y sin sentido para su espíritu depravado. El egoísmo se diviniza y hace de su corazón el centro del universo. El egoísmo encarnado son todos los tiranos.”
En otros tiempos, por lo menos los que propugnaban el absolutismo estatal definían con más claridad sus intenciones. Por ejemplo Manuel Azaña expresaba en la España anterior a la guerra civil en ocasión de los debates sobre la que sería la constitución de diciembre de 1931 los que entendía ser los problemas de la época: “Estos problemas, a mi corto entender, son principalmente tres: el problema de las autonomías locales, el problema social en su forma más urgente y aguda, que es la reforma de la propiedad, y este que llaman problema religioso, y que es, en rigor, la implantación del laicismo del Estado con todas sus inevitables y rigurosas consecuencias.”
Y para “resolver” el problema religioso, decía Azaña: “Nosotros tenemos, de una parte, la obligación de respetar la libertad de conciencia, naturalmente, sin exceptuar la libertad de la conciencia cristiana; pero tenemos también, de otra parte, el deber de poner a salvo la República y el Estado.” Y en el dilema, la solución era simple para Azaña: “Lo que hay que hacer -y es una cosa difícil, pero las cosas difíciles son las que nos deben estimular-; lo que hay que hacer es tomar un término superior a los dos principios en contienda, que para nosotros, laicos, servidores del Estado y políticos gobernantes del Estado republicano, no puede ser más que el principio de la salud del Estado.” Discurso laico de Azaña octubre 1931: “España ha dejado de ser católioca”
Los estados hipertrofiados tienen fin
Martin van Creveld, en un libro que me parece esencial para comprender la historia del estado moderno surgido del iluminismo desde sus inicios hasta su decadencia, describe su desarrollo, su apogeo durante las dos guerras mundiales, y su expansión desde Europa occidental hasta cubrir el mundo, estima que declinará por la mera imposibilidad de abarcar en la práctica todo lo que pretende absorber, y que sus funciones serán asumidas por diferentes organizaciones. (Martin van Creveld, The Rise and Decline of the State Cambridge University Press – 1999).
Por lo que en algún momento las cosas cambiarán. Como siempre, el problema es el mientras tanto…
El problema de fondo para los cristianos: laicismo o laicidad
El hombre constituye una unidad. No es cristiano para la Iglesia y laico para el estado. Los ataques al orden natural, son ataques al orden creado y querido por Dios y esta es la razón superior para intervenir en el debate. Si el ámbito de la ley y del estado no afectara al orden creado y querido por Dios no habría que darle importancia. Pero por supuesto que lo hacen. ¡Vaya un padre a protestar a una escuela donde se le enseñe a su hijo que en realidad debe elegir entre seis géneros y no que debe vivir con aquel que le tocó en suerte! ¡Vaya un maestro o profesor a mencionar a Sodoma y Gomorra como ejemplos a no seguir! ¡Vaya a afirmar que ese actor de la televisión que se viste como mujer y se ha implantado un par de prótesis tiene en realidad el mismo sexo que un levantador de pesas, y que su “elección” es desordenada e inmoral!
El debate no es local. Decía Nicolás Sarkozy en un discurso que pronunció en Roma: «Ya nadie contesta que el régimen francés de la laicidad es hoy una garantía de libertad: libertad de creer o de no creer, libertad de practicar una religión y libertad de cambiar, libertad de no ser herido en su conciencia por prácticas ostensibles, libertad para los padres de dar a los hijos una educación conforme a sus creencias, libertad de no ser discriminado por la administración en función de su creencia. La laicidad se presenta como una necesidad y una oportunidad. La laicidad no debería ser la negación del pasado. No tiene el poder de desgajar a Francia de sus raíces cristianas. Ha tratado de hacerlo. No hubiera debido. Una nación que ignora la herencia ética, espiritual, religiosa de su historia comete un crimen contra su cultura, contra el conjunto de su historia, de patrimonio, de arte y de tradiciones populares que impregna tan profunda manera de vivir y pensar. Arrancar la raíz es perder el sentido, es debilitar el cimiento de la identidad nacional, y secar aún más las relaciones sociales que tanta necesidad tienen de símbolos de memoria. Tenemos que asumir las raíces cristianas de Francia, es más valorarlas, defendiendo la laicidad finalmente llegada a madurez. Hago un llamamiento a una laicidad positiva, es decir, una laicidad que velando por la libertad de pensamiento, de creer o no creer, no considera las religiones como un peligro, sino como una ventaja». Respondiendo a una pregunta de los periodistas durante el vuelo Roma-París, el Papa dijo: «Me parece evidente que la laicidad no está en contradicción con la fe. Diría incluso que es un fruto de la fe, pues la fe cristiana era, desde el inicio, una religión universal, por tanto, no se identificaba con un Estado y estaba presente en todos los Estados».
Esperemos que la sinrazón no venza esta vez, y hagamos lo posible para ello.
Los homosexuales durante mucho tiempo han sido objeto de burlas e inferiorizados por muchos y hasta por muchos medios (radiales y televisivos). El deseo de ser reconocidos al igual que a los matrimonios subliminalmente expresa el deseo de ser respetados tal vez como nunca lo fueron asimilándose a una figura matrimonial respetable. Consideran que asi lo lograrán.
Si la sociedad hubiera respetado a los homosexuales tal vez ellos no hubieran pedido el matrimonio y se hubieran conformado con la unión civil que bastaría para defender su situación legal, de herencias y de pensiones.
En mi criterio la homosexualidad es una desviación con orígenes genéticos o también adquirida por quienes buscan en el sexo el placer y se olvidan que el objetivo fundamental es la procreación. Todos podríamos llegar a ser homosexuales si nos olvidamos de esto pues lo prohibido en muchos casos es causa de mayor exitación. Se debe servir a la Naturaleza y dar continuidad a la vida con los genitales que Dios nos dio a pesar de que eso signifique lucha contra uno mismo.
Estimado Prof. Labaké:
La revista editorializó en el mes de enero de 2010 sobre el hoy llamado matrimonio igualitario:
http://www.revistacriterio.com.ar/nota-tapa/editorial-matrimonio-entre-personas-del-mismo-sexo/
Quizás se consideró innecesario decirlo en la introducción de la sección Debates, así que su inquietud es útil para los lectores que no hayan visto ese editorial lo busquen y conozcan la posición y el aporte de la revista a este tema.
Con un cordial saludo.
Un debate interesante que deja mucha tela para cortar todavía. Lo digo porque más allá de la ley hay muchos cambios culturales y de conciencia que todavía no están instalados en la sociedad.