La fundadora del Centro Santa María explica en qué consiste el  acompañamiento espiritual de los laicos, una vocación que existió desde siempre pero que hoy puede complementarse con la formación sistemática. Además, adelanta que en junio organizarán el I Congreso de acompañantes espirituales hispanoparlantes en Buenos Aires.

 “El acompañamiento espiritual apunta al corazón de la persona, no importa la historia, el contexto ni el idioma. Lo he probado en diferentes países latinoamericanos, en Alemania, en España, en Gran Bretaña, con personas de diversas nacionalidades, y hasta en lenguaje de señas: no hay diferencias esenciales, todos tenemos los mismos anhelos y dolores” explica Inés Ordóñez de Lanús, fundadora del Centro de Espiritualidad Santa María en 1972. En 1998 la comunidad fue reconocida por la arquidiócesis de Buenos Aires como asociación privada de fieles y en la actualidad está presente en trece diócesis de la Argentina, en Chile, México y los Estados Unidos.

 

– Más de 750 personas concurren actualmente a los cursos, que exigen un compromiso de cuatro años de formación durante cuatro horas semanales. ¿Qué perfil tiene el acompañante del Centro?

–Tiene que ser una persona con una madurez psicológica y emocional importante, dispuesta a establecer una relación alterocéntrica, es decir, centrada en el otro; y humilde en tanto también ella será guiada por la mirada de otro acompañante. Nuestra formación es radicalmente confesional, si bien sabemos que luego nos tocará actuar en lugares en los que encontraremos otras creencias. El fin más sagrado es que toda persona va a ser plenamente feliz al encontrar a Cristo, aunque no lo nombre o manifieste sus opciones simplemente por la paz o la solidaridad. Sin embargo el acompañante tiene un compromiso importante de oración y de contemplación porque debe dejar de lado su narcisismo, su ego, su situación particular.

 

–¿Cómo es la formación?

– Tiene tres pilares: las ciencias teológicas, las ciencias humanas y la espiritualidad cristiana, especialmente en los talleres. El principal objeto de estudio y de contemplación es cada participante del curso, y nuestra metodología es un camino al corazón. Y todo lo que se estudia es en función de la experiencia en comunidad, por eso no brindamos capacitación a distancia. En cuanto a los contenidos, está muy presente la enseñanza de los místicos, los maestros de espiritualidad, los padres del desierto. Intentamos que las personas tengan una experiencia de Dios en la vida. Después se realizan prácticas de acompañamiento yendo a visitar personas en hospitales o geriátricos; y hay experiencias grupales, por ejemplo los talleres. Otra instancia de la formación es ayudar en el acompañamiento en los retiros de oración contemplativa, donde además puede darse la supervisión mientras van asumiendo el nuevo rol.

 

–¿Cómo nació tu intuición de que los laicos podían asumir este rol?

– Cuando tenía apenas 12 años, en la arquidiócesis de Buenos Aires y con otros jóvenes fundamos el primer Centro de catequesis diferencial, con chicos que tenían dificultades severas. Me impactó mucho el dolor que percibía en las familias y sentí la necesidad de transmitirles todo lo maravilloso que sucedía con sus hijos, por ejemplo, con sólo estar unos segundos frente al Santísimo. Desde muy chica me encontré en lugares de mediación: en los años políticos más difíciles muchos se acercaban a nosotros porque no nos identificaban con la Iglesia institucional; luego fueron los divorciados vueltos a casar, y más tarde los homosexuales. Tiempo después entendí que todo ese camino recorrido se podía sistematizar y así se formó el Centro.

 

–¿Hubo resistencias dentro de la Iglesia?

–Al principio sí, sobre todo porque no entrábamos en los moldes: no éramos una escuela ni un movimiento, no nos insertábamos específicamente en las parroquias… Durante toda la década del ochenta di charlas en muchísimos templos, y así se fue armando una comunidad. Generaba controversias el hecho de que una mujer fuera la referente y sobre todo cuando más y más mujeres se sumaban. Hoy esas sospechas ya no están y nos llegan muchos más pedidos que los que por el  momento podemos responder. Tuvimos que crear escuelas de formación con acompañamientos grupales de dos años para tener una posibilidad para quienes nos vienen a buscar. Soy hija del Concilio y del surgimiento natural del protagonismo de los laicos.

 

–¿Cómo es la dinámica del acompañamiento?

–El punto de partida formal se da cuando una persona le pide a otra que sea su acompañante; es un fenómeno mistagógico, la irradiación del misterio. Después se pautan reuniones que suelen ser mensuales y en un lugar con cierta privacidad como la parroquia, nuestro Centro, el Centro Santa Catalina o la casa del acompañante elegido, por ejemplo. El acompañante puede seguir a una o hasta veinte personas; depende de la disponibilidad y de diferentes aspectos emocionales y psicológicos.

La persona es elegida por quien va a ser dirigido en tanto identifica en él una irradiación, un testimonio, una ejemplaridad especial.

 

–¿Cuáles son los problemas que aparecen recurrentemente?

–Muchas personas están en situaciones de crisis y alguien de confianza las acerca al Centro. Ante un duelo, por ejemplo, el acompañamiento empieza en forma grupal, sin compromisos, y en muchos casos luego surge la necesidad de un acompañante personal.

 

–¿Es una alternativa al acompañamiento sacerdotal?

–Es un complemento a la dirección espiritual, un “y” y no un “o”. Los laicos deber ser capaces de acompañarse; es una actitud más humilde en el sentido de que, simplificando la definición, es menos directivo. Por ejemplo, para una mujer, esposa y madre, representa la posibilidad de ser acompañada por otra como ella; un punto al que ha hecho referencia Margaret Guenther, obispo episcopaliana, autora de La escucha sagrada. Se trata de un acompañamiento de la vida: no es sólo cómo rezar mejor o resolver por qué me distraigo en misa, sino la posibilidad de compartir también un embarazo o las problemáticas con un hijo adolescente. También es importante para los jóvenes, ya que pueden ser acompañados por ejemplo por un profesional que está en plena actividad y lo puede orientar en el ámbito del trabajo. Históricamente la dirección espiritual se limitaba a las personas que tenían el deseo de crecer en Cristo, con una práctica sacramental; y el dirigido debía demostrar una actitud cercana a la sumisión al sacerdote. Desde el Centro proponemos el ponerse al lado del otro hacia la meta, basándonos en la fraternidad.

 

–¿Todos los que se forman en el acompañamiento deben brindar luego un servicio?

–Aproximadamente el 50 por ciento lo ejerce decididamente, pero no es obligatorio. Hay personas que dicen que la formación las ha ayudado mucho pero que no tienen el tiempo necesario para un compromiso hacia afuera; es el caso muchas veces de madres jóvenes, pero que pueden orientar la capacitación hacia su familia. Otras se suman a la Escuela de camino al corazón, para niños y adolescentes, a la que concurren sus propios hijos. También hay quienes no se sienten capacitados pero cuando alguna persona se les acerca para pedir su acompañamiento, difícilmente se resisten. Este año iniciamos cursos vespertinos en cuatro ciudades como respuesta a la creciente demanda de varones o de mujeres que trabajan fuera de su casa.

 

–¿Por qué cree que se da esta multiplicación de la vocación?

–Es como si en el laico floreciera la capacidad de acompañarse junto con sus pares. Hay una conciencia más clara de los distintos tipos de acompañamiento, de la exigencia que implica, de la importancia de conocer las distintas etapas que se atraviesan en los duelos y en las depresiones… Hoy se sabe mucho más que antes, por eso es importante que los voluntarios sepan que al  acompañamiento informal es posible sumarle conocimientos especializados y el alimento de la vida espiritual.

 

–De 24 al 26 de junio se realizará el I Congreso de acompañantes espirituales hispanoparlantes del que participarán miembros del Centro y también personas que acompañan en otros ámbitos como la educación y el crecimiento desde distintas profesiones o actividades. ¿Cuál es el objetivo?

–Por un lado, instalar el acompañamiento espiritual en la comunidad, que trascienda la posibilidad de una formación sistemática para un servicio que en realidad estuvo desde siempre; y que las instituciones como hospitales o centros de tratamientos conozcan que está disponible. Por otro lado, compartir las experiencias de acompañar las distintas etapas de las personas que quieren crecer en Cristo, en la unión con Dios, en la santidad. Convocamos desde el Centro Santa María porque de alguna manera somos los primeros en estar dictando cursos en Buenos Aires, San Isidro, Córdoba, Tucumán, Santa Fe, México y Chile. Queremos que el Congreso tienda redes con diferentes lugares para conocer a otros que trabajan desde la misma perspectiva, saber cómo aplican el ministerio de la escucha, entre muchos otros temas.

 

–¿Por qué el lema es “Permanezcan en mi amor”?

–Tiene que ver con la idea de acompañar la decisión de amar, clarificar tantos equívocos en torno al amor y volver al centro: qué entendemos por amor y cómo acompañar a la persona que elige amar. Además compartir nuestra experiencia como Centro, la de nuestros invitados especiales [Carlos R. Cabarrus, sacerdote que dirige un centro jesuita en Guatemala, la licenciada española Dolores Aleixandre] y la de tantas personas que ya están acompañando. También contaremos con la presencia del arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio; y del presbítero Víctor Fernández, rector de la UCA.

 

–¿Qué temáticas se abordarán?

– Habrá exposiciones de los invitados y mías, y muchos momentos de diálogo. También se organizarán mesas de encuentro según ámbitos de preferencia: salud (instituciones de salud, enfermedad, psicología, duelo, discapacidad, adicciones); vida de la Iglesia (parroquias, seminarios, espiritualidad, oración, catequesis, vida religiosa); vida ciudadana (política, los más necesitados, trabajo, educación, medios de comunicación, cárceles, mundo artístico) y familia (matrimonio, sexualidad, homosexualidad, jóvenes, tercera edad, mujer).

 

–¿Quiénes participarán?

– Partimos de pensar que el acompañamiento espiritual no necesariamente debe estar orientado a la trascendencia, porque si comprende a la persona en su integridad ya se establece una relación muy fuerte con Dios, quizás sin saberlo. Por eso, además de los acompañantes, estamos convocando a políticos, periodistas, artistas, médicos y muchas otras personalidades muy significativas por la tarea que realizan, la función que ocupan o la disciplina que ejercen. Queremos conocer cómo eligieron su tarea y si es posible que sumen este servicio de acompañamiento. Lo que más necesita la  humanidad son testimonios de Dios vivo, que no está en los libros sino en la cotidianeidad y en todos los ámbitos.

 

I Congreso de acompañantes espirituales hispanoparlantes

24, 25 y 26 de junio

Informes e inscripción: desde la página www.cesm.org.ar, al e-mail a la

Secretaría del Congreso: congresoae@cesm.org.ar o

al teléfono (011)4776-7500

 

4 Readers Commented

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  1. Graciela Moranchel on 12 mayo, 2010

    ¡Qué necesarios son estos ministerios laicales en la Iglesia! La inmensa mayoría de las personas que acude a un confesor, termina consultándolo por asuntos pastorales más que por «pecados» propiamente dichos, porque aún no existe en muchos lugares la posibilidad de ser acompañados, aconsejados y contenidos por acompañantes espirituales laicos, o por «ministros de la escucha», como se los llama en muchas comunidades. Existe aún un gran desconocimiento sobre la función del acompañante en el Pueblo de Dios, ya que la consulta, dirección espiritual o el acompañamiento siempre estuvieron ligados a la figura del sacerdote.
    Por otro lado, en algunos clérigos hay aún mucha resistencia para aceptar en sus parroquias las figuras de los acompañantes o ministros de la escucha. Algunos sienten gran temor de que se superpongan las funciones laicales con las suyas propias. Pero todo ello es fruto de una lucha de poderes que debe ser replanteada a la luz del Evangelio y de la necesidad de clarificar las funciones que cada miembro detenta en el Cuerpo eclesial.
    Hago votos para que se conozca más la importancia de estos ministerios, para que los mismos se puedan aplicar libremente en las comunidades, y para que haya más laicos que puedan formarse seriamente para esta tarea tan bella.
    El «Centro de Espiritualidad Santa María» es pionero en ello, y verdaderamente es un lugar especial donde quien se acerca a formarse o a participar de sus múltiples actividades puede vivir una experiencia de Iglesia totalmente singular. Lo recomiendo vivamente.
    Mi cariño y saludos cordiales,
    Graciela Moranchel

  2. Pilar Valdes Concha on 17 mayo, 2010

    Ines : estoy muy agradecida de lo que estas haciendo. Estoy en primer año y siento un garn cambio en mi. Aunque es apresurado quizas hacer este comentario . Estoy muy agradecida por haberme recibido,

    Muchas gracias <<< Pilar Valdes Chile

  3. Marta del Carmen Araya on 1 noviembre, 2011

    Al leer en el semanal del Diario La Tercera , la maravillosa obra que hace la Sra, Ines Ordoñez, senti un dolor en mi corazon por no poder a llegar a vivir esos acompañamientos espirituales .Solo me queda orar para que su obra siga creciendo para el bien de tantos necesitados que sufren angustias, fracasos , dolores del alma y no encuentran el sentido de sus vidas.Descubrir el proposito de Dios en nuestras vidas es el mas lindo regalo que podemos recibir. Bendiciones para esta obra tan maravillosa .Vivo en Arica y ya soy de la tercera edad.

  4. Santiago on 5 noviembre, 2011

    Que buen aire está dentro de la Iglesia, que renueva, limpia, y hace perdurar lo vivido, enseñado y practicado desde siempre, desde los primeros siglos del cristianismo. Personas formando comunidades, que se ayudan y acompañan unas a otras, personas que aprenden nuevamente a escucharse y a escuchar.
    Hay una buena nueva en la Iglesia, que cumple 21 siglos, un nuevo fuego que nacen de brasas que nunca se han apagado y que nos enseñan el camino para ir a nuestro corazón, allí donde es cielo en nosotros, donde Dios vive.
    Hay un aire viejo que es nuevo, siempre nuevo, que nos llama a cada uno, para aprender a amar.
    Bienvenido estos movimientos nuevos llamados a constituir un «don singular del Señor y un recurso precioso para la vida de la Iglesia» (SS Benedicto XVI, 31/10/08 Carta sobre nvos moviemientos).
    Nuevos movimientos, eterno mensaje! Aleluia.

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