¿Los discursos políticos que se pusieron en circulación en 1810 esconden los verdaderos términos del conflicto, que fue en realidad económico y social? Responder positivamente al interrogante implica reducir el proceso a uno de sus múltiples aspectos, y tal vez achacar a los protagonistas motivaciones más claras que las que en verdad tuvieron. Ciertamente el tema del comercio libre, es decir, en la práctica, el comercio con Inglaterra, pasó en 1809 a ocupar un lugar importante en la agenda de quienes gobernaban el virreinato, por varias razones. La crisis en la península había derivado en una virtual interrupción del comercio con sus puertos. Así, la posibilidad de abrir el comercio con los ingleses –que las vicisitudes de la política europea habían convertido inesperadamente en aliados– se volvía cada vez más tentadora, y a perfilarse como única alternativa.

Desde luego, los comerciantes ingleses –que desde las invasiones se habían multiplicado y fortalecido– promovieron con energía ese paso con el apoyo de un grupo de hacendados del Litoral. En nombre de éstos Mariano Moreno redactó ese año la Representación de los Hacendados, documento en el que por primera vez se postuló como “vocación” económica del Río de la Plata la exportación de productos agropecuarios.

Compelido por las circunstancias más que convencido por los argumentos de los promotores del comercio libre, y a pesar de la oposición de algunos comerciantes y de la de los artesanos, el virrey aprobó en noviembre un Reglamento Provisorio que permitía comerciar con los ingleses. El testimonio que reproducimos, publicado por The Monthly Magazine en abril de 1810 pero escrito en 1809, plantea el conflicto y lo vincula al problema político. Sin embargo, es importante leerlo con ciertas prevenciones.

El documento ofrece una lectura demasiado simple, que luego se populizará, de la supuesta oposición de criollos e intereses ingleses, por un lado, y peninsulares e intereses monopolistas por otro. El esquema es atractivo pero falaz, visto que el comercio monopolista no estaba sólo en manos de peninsulares, con exclusión de los mercaderes criollos, y visto que los monopolistas españoles contaban con buenos apoyos en hombres nacidos en el país. A lo que hay que sumar las ambivalencias y hesitaciones: basta recordar que el mismo Moreno había tomado parte en la asonada peninsular encabezada por Martín de Álzaga el 1 de enero de 1809. El siguiente comentario del estado de los partidos en Buenos Aires, transmitido por un observador presencial inteligente, que poseía los mejores medios de información, nos ha sido comunicado por un corresponsal, y no dudamos que resultará interesante, especialmente para nuestros lectores comerciales. Fue escrito desde Buenos Aires en noviembre último.

 

“Tenemos aquí dos partidos decididamente opuestos uno al otro. En este momento el Cabildo se compone enteramente de nativos de España; el principal es Martín Álzaga, un hombre conocido como inveterado enemigo de todos los extranjeros. Los nativos de España son todos más o menos de la misma disposición. Como han gozado durante tanto tiempo las ventajas de un comercio restringido, y como prevén la caída segura de sus ganancias si los establecimientos ingleses fueran permitidos, son en sus ánimos enemigos mucho más rencorosos de los ingleses que de los franceses mismos. Cuando se los presiona con preguntas acerca de la manera como España mostrará su  agradecimiento a Inglaterra en cambio de la ayuda actual, dicen que devolverá el préstamo de dinero, pero que los favores comerciales están contra su constitución; y que si en el momento actual son concedidos, ciertamente no durarán mucho. Y ellos llevan tan lejos sus esperanzas de esto que si España cayera, y un tratado con Inglaterra se hiciera necesario, sospecho que tratarían de moldear los reglamentos comerciales en forma tal de hacer necesarias las consignaciones a los españoles; no permitiendo los establecimientos ingleses, y tratando de hacer de Santa Catalina o Río de Janeiro un almacén donde pudieran enviar a sus agentes a hacer las compras. Como la mayoría de los vizcaínos y catalanes están interesados en la venta de sus manufacturas, son los adherentes más acérrimos de este partido. En caso de verdadera conmoción, por lo tanto, el Cabildo puede contar con los cuerpos de vizcaínos, la mayoría de los catalanes, y otros destacamentos, que probablemente sumarían 2.000 hombres. Por otra parte está el virrey, el regimiento de patricios, esto es los nativos del país, que suman 1.400 hombres, los andaluces, y destacamentos de la mayoría de las unidades, que constituyen el cuerpo más numeroso. Todos los nativos tienen las palabras comercio libre en sus bocas, porque como han visto por la última llegada de los ingleses, que podían comprar lo que quisieran casi por nada en comparación con las ganancias inmensas que estos revendedores obtienen, desean ardientemente un intercambio sin restricciones. […] No es fácil concebir la animosidad que estos dos tipos de gente abrigan unos a otros, en especial los nativos de la Vieja España que, aunque la mayoría de ellos son advenedizos, afectan el mayor desprecio por los criollos. Estos, por otra parte, viéndose exprimidos solamente para beneficio de unos pocos individuos, y lamentando que posean los talentos que poseyeren, lo mismo son excluidos de todos los puestos, no hay que suponerlos que se queden atrás en odio a sus opositores. Pero lo que parece muy raro es que los nativos de la Vieja España son los que más desean establecer aquí un gobierno independiente, mientras que los criollos son leales al rey de España. […]”.

3 Readers Commented

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  1. karen on 17 mayo, 2010

    Quiero que aparezca por qué los criollos estaban interesados en el libre comercio.

  2. micaela on 7 junio, 2010

    yo también

  3. belen on 3 junio, 2013

    Está muy buena la pagina Che…..!!!!!1

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