En el ballotage del 17 de enero de 2010 el senador Eduardo Frei (Democracia Cristiana, PDC), ex presidente (1994-2000) y candidato de la Concertación por la Democracia –la coalición de centroizquierda formada por el PDC, el PS, el Partido por la Democracia (PPD) y el Partido Radical Social Demócrata (PRSD)–, fue derrotado por Sebastián Piñera (Renovación Nacional, RN), abanderado opositor de la Coalición por el Cambio, de centroderecha, integrada también por la Unión Demócrata Independiente (UDI), que recibió un 51,6%, frente al 48,39%.
La victoria de la oposición puso fin a cuatro gobiernos de la Concertación por la Democracia, de centro izquierda, desde el fin del régimen militar del general Augusto Pinochet (1973-1990). La derecha regresa a La Moneda por primera vez desde 1958, cuando fue elegido presidente Jorge Alessandri, apoyado por liberales y conservadores, quien recibió 31,6% de los votos, y fue ratificado luego por el Congreso.
Pese a que la diferencia fue estrecha, Piñera se impuso en 11 de las 16 regiones del país, incluso en la metropolitana –la más populosa– y en las del Bío-Bío y Magallanes, que tienen una larga tradición de voto de izquierda. Sin las disputas del pasado entre la UDI y RN y con una hábil campaña, la oposición construyó una alternativa electoral muy potente, que le permitió este triunfo.
En la primera vuelta del 13 de diciembre de 2009, simultánea con las elecciones parlamentarias, Piñera había obtenido 44% de los votos; Frei un bajo 29,6%, seguido por el candidato independiente Marco Enríquez-Ominami con 20,1% y Jorge Arrate, apoyado por el partido Comunista (PC), con 6,2%. Los dos últimos renunciaron al Partido Socialista (PS) para competir por la presidencia.
El nuevo gobierno, que asumirá el 11 de marzo, no tendrá mayoría en ninguna de las dos cámaras, una situación de poder similar a los últimos cuatro gobiernos democráticos que debieron entenderse con la oposición para la aprobación de los proyectos de ley requeridos para el cumplimiento de su programa.
Piñera es un acaudalado hombre de negocios, con inversiones en diversos sectores. (En estos momentos se discute la continuidad y el tipo de vínculo que mantendría con sus empresas). Fue senador (1990-1998) y presidente de Renovación Nacional (2001-2004). Fue candidato presidencial en 2005 y tras derrotar en la primera vuelta al postulante de la UDI, Joaquín Lavín, cayó ante Michelle Bachelet en el ballotage de enero del 2006. A diferencia de los anteriores postulantes presidenciales de su sector, Piñera no apoyó al régimen de Pinochet, votando “No” en los plebiscitos convocados para consolidar el poder del general (1978, 1980 y 1988). Esta biografía favoreció a la candidatura de la derecha, que contaba con dirigentes que apoyaron y participaron en el régimen militar, especialmente los de la UDI.
Piñera obtuvo una cómoda posición en la primera vuelta del 13 de diciembre. En tanto Frei quedó muy debilitado: obtuvo los votos recibidos por Jorge Arrate – ex presidente del PS y ex ministro de los gobiernos de Patricio Aylwin y Frei Ruiz-Tagle, con un destacado rol en la renovación del PS durante el régimen militar–, pero no consiguio captar la gran mayoría de los del diputado Marco Enríquez-Ominami.
El resultado siguió a una campaña electoral opaca en contenidos, sin debates sobre las alternativas a los grandes problemas del país, como la precariedad en el trabajo, las bajas remuneraciones de los asalariados, “las escandalosas desigualdades” –en palabras de los Obispos en 2005– las falencias de la educación pública, incluida la superior, y otros, más allá de los conocidos logros políticos y económicos de los últimos años.
En las elecciones parlamentarias la Concertación también tuvo un mal desempeño. En la Cámara baja (120 diputados elegidos en 60 distritos), que se renovó enteramente, los partidos oficialistas recibieron 40,3%, casi 12 puntos menos que los alcanzados en los comicios de 2005, y vieron desplomada su bancada: de 65 a 54 diputados. La Coalición por el Cambio alcanzó 43,4% de los votos, un aumento de casi cinco puntos frente al 38,7% alcanzado hace cuatro años, alcanzando 58 bancas de diputados, cuatro más que entonces.
La Concertación hizo un pacto con el PC para terminar con la exclusión a que lo condenaba el sistema electoral binominal, cediéndole un cupo de parlamentarios en nueve distritos. Este acuerdo tuvo costos para la Concertación: perdió tres diputados a favor del PC y no tuvo ventajas electorales pues se perdió un quinto de los votos logrados el 2005 por ambas coaliciones en los nueve distritos con candidatos del PC. Tampoco se logró doblar la lista de la derecha, como indicaba previamente la suma de los votos de los dos grupos, que era necesario para obtener los dos diputados de la circunscripción.
La UDI se confirmó como el principal partido, obteniendo 24,59% de los votos y eligiendo 40 diputados, es decir, 33% de los escaños, siendo la lista más beneficiada por el sistema binominal en la Cámara baja. RN logró aumentar su peso electoral, favorecido por el liderazgo de Piñera.
Con 18% de los votos–un aumento de casi cuatro puntos–, eligió 18 diputados, un número relativamente bajo que debe entenderse por otros motivos, como el haber cedido nueve cupos a candidatos de Chile Primero. El PDC obtuvo 14,2% de los sufragios, una caída de siete puntos. Con 19 diputados recuperó, con menor votación, los cinco perdidos por las renuncias al partido en 2008. El PPD reunió 12,6%, con 18 diputados. El PS, con 9,9%, eligió 11 diputados y el PRSD figura con 3,8% y cinco diputados.
Dos nuevas colectividades han ingresado a la Cámara baja, cada una de las cuales contará con tres diputados: el Partido Regionalista Independiente (PRI) y el Partido Comunista (PC). El primero reeligió dos diputados que habían renunciado en 2008 al PDC y habían conseguido una alta votación en 2005, y logró imponer a un ex alcalde del PS. Se trata de un desempeño notable porque logró superar la barrera del binominal, pues sólo un grupo político lo había conseguido antes, por dos legislaturas.
En el Senado (se renovó por mitades, 18 de 38 senadores) la Concertación eligió un senador en cada una de las nueve circunscripciones: cuatro del PDC, tres del PPD y dos PS. También la Coalición por el Cambio eligió nueve senadores, tres de la UDI y seis de RN, lo que compensó su menor desempeño en Diputados.
En cinco de las nueve circunscripciones compitieron los candidatos de RN y la UDI, siendo muy intensa en las dos de la V Región (Costa y Cordillera). En una de ellas fue derrotado Joaquín Lavín (UDI), la principal figura del partido en estos comicios, que puso de manifiesto las limitaciones del poder electoral de la organización partidaria de la UDI.
La competencia entre los candidatos de la Concertación tuvo un importante cambio respecto de las anteriores elecciones senatoriales, ya que se había puesto fin al pacto entre el PS/PPD/PRSD, que les significaba concurrir con un candidato común apoyado por los tres partidos para enfrentar al postulante del PDC, que luchaba solo. Este cambio benefició al PDC, que logró elegir cuatro senadores y fue perjudicado el PS, porque perdió dos senadores que fueron a la reelección (Jaime Gazmuri y Jaime Naranjo). Las principales bancadas serán las de RN y el PDC, con nueve senadores cada una, la UDI tendrá ocho, cinco el PS, cuatro el PPD, uno el PRSD, un senador independiente, que apoya a la Coalición, Carlos Bianchi, y otro de izquierda, que estará en la oposición, Alejandro Navarro.
Explicaciones de la elección
El resultado se desprende de múltiples factores, entre los que se destaca el costo de los veinte años de dirigir el Poder Ejecutivo en forma ininterrumpida, con demandas que no fueron satisfechas y nuevos problemas que no fueron resueltos.
También se explica por las singularidades de la administración de Michelle Bachelet. Se privilegió el fortalecimiento de la figura de la Presidenta, que llegó a tener 80% de popularidad en algunas encuestas, bajo el convencimiento de que ello ayudaría al candidato del oficialismo y a los postulantes al Congreso. Pero no fue así porque ella ejerció un tipo de liderazgo personal y no político, manteniéndose alejada de los temas controvertidos, lo cual le permitió captar la simpatía de los ciudadanos, incluso de los de oposición (60% de los votantes de Piñera aprobaban su gestión). Desde La Moneda no se percibió que ese tipo de popularidad era personal e intransferible a Frei.
Además, Bachelet se mantuvo alejada de la campaña y cuando quiso apoyar a Frei, ya era tarde. En tercer lugar, los partidos oficialistas estaban muy debilitados, con rupturas desde 2006 por conflictos internos, con senadores que los abandonaron, dos de los cuales se sumaron a la oposición.
Los quiebres comenzaron en el PPD cuando un senador abandonó la colectividad acompañado de un diputado y algunos dirigentes y militantes en señal de protesta porque consideró que había sido perjudicado en las elecciones a presidente de su partido. La Concertación perdió la mayoría en el Senado, obtenida por primera vez en 2005. La directiva del partido expulsó a uno de sus fundadores, que fue su presidente y también titular de la Cámara de Diputados. Todos ellos formaron un nuevo partido, Chile Primero, que apoyó a Piñera. Además, en 2007, el senador Adolfo Zaldívar, ex presidente del PDC, fue expulsado del partido y con él renunciaron cinco diputados, privando a la Concertación de la mayoría que tenía en la Cámara Baja desde 1990.
En el PS la situación fue aún más grave, por tratarse del partido de la presidenta Bachelet. Renunciaron dos senadores: Jorge Arrate y el diputado Enríquez-Ominami. Las divisiones en el oficialismo continuaron en las elecciones municipales de 2008 cuando el PPD, para detener la sangría de dirigentes a Chile Primero,compuso junto al PRSD una lista de candidatos a concejales separada de la lista de la Concertación, que estuvo formada por el PS y el PDC.
Por primera vez la coalición acudió dividida a una elección. Pese a que la Concertación se presentó unida a las elecciones de alcaldes (realizadas en forma separada, aunque simultáneamente a la de concejales), obtuvo un mal resultado, perdiendo ante la oposición las alcaldías de todas las ciudades que eran capitales de regiones, con excepción de dos. En un ambiente de conflictos y divisiones se llegó a la nominación del candidato común de la Concertación por primarias realizadas sin demasiado rigor.
El ex presidente Ricardo Lagos declinó postularse y similar decisión adoptó José Miguel Insulza, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), ambos precandidatos de la izquierda de la Concertación. Frei fue proclamado por el PDC y luego por el PS y el PPD, compitiendo luego con el presidente del PRSD, el senador José Antonio Gómez, en primarias abiertas de la Concertación en dos regiones, en las cuales se impuso aquel.
Un cuarto elemento para comprender el resultado tiene que ver con los errores del senador Frei como candidato presidencial, entre los que destaca el haberse negado a la designación de un jefe de campaña que le hubiera permitido dar unidad y eficacia a su comando, características que faltaron. Además, Frei no cuidó la formulación de una propuesta programática de futuro, enfatizando la continuidad de las políticas impulsadas por el gobierno Bachelet, lo cual reafirmaba que su postulación miraba demasiado al pasado, enunciado que fue la principal crítica de la oposición por haber sido ex presidente. Tampoco supo enfrentar oportunamente la candidatura de Enríquez-Ominami, que apeló a los jóvenes y a los partidarios de la Concertación desencantados con los partidos. La derrota de la Concertación tampoco se explica sin la candidatura presidencial de Enríquez-Ominami, que provechó con habilidad el vacío de poder constituido por el mal estado en que se encontraban los partidos oficialistas. Se trata de un joven diputado de 36 años, con una breve biografía política iniciada cuatro años antes al ganar un escaño en uno de los distritos de la circunscripción de su padre, Carlos Ominami (PS). Sin haberse destacado en el PS ni en el Congreso, su fuerza electoral surgió de su voluntad de enfrentar a la Concertación y a Frei.
Contó con el apoyo económico de un conocido hombre de negocios, Max Marambio, que había pertenecido al MIR en su juventud y formó su fortuna en la Cuba de Fidel Castro; de la prensa escrita, de lo cual se hizo eco la televisión, donde su esposa es una destacada personalidad; y de sectores de derecha, que vieron en su postulación una manera de debilitar a Frei y beneficiar la opción de Piñera.
Las perspectivas
El nuevo presidente, Sebastián Piñera, tendrá una difícil tarea. En primer lugar, estará en minoría en el Congreso y deberá entenderse con la oposición abandonando una parte de su programa. El PDC y el PS han manifestado que harán una oposición constructiva, aunque habrá que ver cómo se materializa. Será difícil, en segundo lugar, por el debilitamiento y la fragmentación en tres colectividades hasta ahora oficialistas donde se ha desplomado la afiliación; la falta de renovación de sus dirigentes; su baja presencia en el movimiento estudiantil de las principales universidades del país; su ausencia en el movimiento sindical; y el haber descuidado las ideas, sin ofrecer propuestas de solución a los principales problemas del país.
También dificultará el gobierno, en tercer lugar, el haber hecho grandes promesas durante la campaña que son difíciles de alcanzar, por ejemplo, la creación de un millón de empleos en cuatro años. Piñera ha declarado que gobernará con una eficacia superior a sus predecesores, pero los desafíos que enfrenta Chile requieren cambios institucionales que suponen complejas negociaciones en el Congreso. Tendrá que acostumbrarse a que los tiempos de la política son distintos de los del mundo de los negocios del que proviene.
Los partidos de la Concertación también enfrentan dificultades. Habrá una primera fase de recriminaciones sobre las causas de la derrota y no será fácil que definan a breve plazo una posición común que permita impulsar una oposición efectiva. Cada uno enfrenta severos problemas: las fuerzas centrífugas en el PS, el debilitamiento organizativo y programático del PDC, la fragilidad organizativa y la alta personalización en el PPD y la baja presencia electoral del PRSD.
Porque fue una coalición formada para restablecer la democracia y apoyar al gobierno, en la oposición la Concertacion deberá encontrar otras fuentes que le den legitimidad para actuar, más allá de las exigencias impuestas por el sistema electoral binominal, que presiona por la cooperación entre los partidos en las elecciones parlamentarias, y el ballotage, que obliga al acuerdo en la competencia presidencial.
El autor es profesor asociado del Instituto de Estudios Internacional y director ejecutivo de la Corporación CERC.