Características y aptitudes básicas de un verdadero líder.
“No se puede ser buenos políticos si ante todo, uno no sabe gobernarse a sí mismo”.
Sta. Catalina de Siena
“Creo que los errores del hombre público, a juzgar caso por caso, como errores morales,
tienen su raíz más profunda en el no saber gobernarse a sí mismos.”
Carlos M. Martini
Viaggio nel vocabolario dell’etica
Hoy se habla y escribe muchísimo sobre liderazgo. Pero gran parte de estos trabajos no llegan a indicar y proponer cuáles son las cualidades de un verdadero líder. En este campo hay mucha falsedad y superficialidad. Se echa de menos una efectiva y humana conducción en la urdimbre de muchas grandes empresas y en una conducción personal y confiable de las mismas. Falta un liderazgo más visionario e inspirado en aquellos varones y mujeres capaces de enseñar, conducir, entrenar, asesorar a corporaciones de todo tipo, oficiales o privadas, nacionales o multinacionales.
El verdadero líder es una persona siempre honesta con capacidad para comprender el bien común y promocionarlo. Además, comprende a los otros y los estimula a jugarse por el logro de ese objetivo.
La clave de solución hay que buscarla en este dilema: las empresas no tienen conciencia; los hombres, sí. Las organizaciones no aman, sólo los humanos lo hacen. El liderazgo es una opción personal, pero hay que capacitarse para serlo. Y la pregunta queda flotando: ¿se puede ser un genuino líder cuando no hay honestidad en la conciencia y el corazón? Se trata de saber conducir sin dominar, engañar ni seducir. En este planteo en el fondo no son genuinos líderes, sino pseudos líderes, aquellos conductores de masas que mediante engaños, trampas y presiones cautivan a las masas, no para el bien de ellas, sino para el logro de sus inhumanos intereses de dinero y de poder. El verdadero líder respeta la libertad del otro y le da medios y estímulos para que sea ejecutor y continuador de una obra comprometida con el bien común.
El líder genuino
Genuino es un adjetivo que califica la transparencia, sinceridad, nobleza de una persona, sin falsedades, engaños, seducciones…; por extensión connota la autoridad de personas y cosas. Hugo Landolfi da una acertada descripción del verdadero líder: “Liderar, entendido entonces de una forma genuina, ya no será una manera de conducir o de hacerse seguir ciegamente –en lo cual se ha especializado el pseudolíder–, sino que será una opción colocada en las antípodas de esa actitud: ayudar al liderado a conocer intelectualmente las opciones perfectivas posibles ante las que se encuentra, y a optar a conciencia. Y una vez elegida una –o más de una de ellas–, ayudarlo a alcanzarla mediante la acción y el ejercicio constante. El liderazgo entendido de esta manera, se encontrará necesariamente definido por dos actitudes humanas esenciales: el servicio y el amor. El líder es una persona que se encuentra al completo servicio del liderado y que, mediante un amor genuinamente humano, lo conduce hacia el destino u objetivo que el liderado ha elegido…
No se puede liderar si no se busca el bien del prójimo, además del bien propio. Por ello, amor, servicio y liderazgo genuino deben ir siempre de la mano” (La esencia del liderazgo).
Requisitos del liderazgo
Para ser un genuino líder se requiere:
Audacia: Es sentirse capaz de emprender grandes obras. Reposa en la nobleza de comprometerse en un tipo de vida que enfoca metas que manifiesta su dignidad personal.
Creatividad: No apegarse a nada, para ver todo susceptible de renovación y mejoramiento. Mira en forma esperanzada y optimista las nuevas culturas, nuevas ideas, lugares y oportunidades. Se libra de desordenados apegos que bloquearían la imaginación creativa. Se siente capacitado para elaborar algo nuevo frente a nuevas oportunidades y planteos.
Amor: El amor da sentido a la audacia y a la creatividad. El amor permite dentro de una estructura operativa premiar todo talento, independientemente de la creencia, la raza, la clase social, los créditos… Sólo toma en cuenta la honestidad y la capacidad de los otros. El amor es el conglutinante que unifica a las personas en leales grupos de apoyo. Vive de la premisa que la gente actúa mejor cuando trabaja con personas y por personas que ofrecen soporte genuino y afecto.
Servicio: Es no quedarse encerrado en un amor aéreo que se contente con un palabrerío y no sepa descender a la realidad concreta del estimular, actuar y promover. Ser capaz, como dice el mismo autor, “de producir cambios perfectivos en el mundo que lo rodea; en sí mismo y en sus liderados. Se perfecciona a sí mismo y luego ayuda a otros a perfeccionarse; he aquí un esbozo de liderazgo genuino”.
Autoconocimiento: Es el fundamento de la cuádruple actitud anterior. Es querer crecer de acuerdo a la verdad e integridad de lo que es el ser humano. Indica la verdad y calidad de la audacia, creatividad, amor y servicio del verdadero líder. Todo otro liderazgo que niega la verdad de su ser personal es falso y tarde o temprano inevitablemente fracasa. El “propio conocimiento” es el fruto de un perseverante y paciente interés en la bondad del ser humano como un compromiso de descubrir sus recursos, debilidades y objetivos mediante el hábito diario de la reflexión personal sobre su comportamiento: ¿puede darse a si mismo el testimonio de que es un hombre honesto? ¿Cómo se manifiesta el genuino liderazgo?
Entre sus principales características vale señalar que se conduce a sí mismo, inspirando a otros con su propio ejemplo y creando entornos más de cordialidad que de miedo; busca y promueve los y las que considera como más aptos; ayuda a los subordinados a ubicar sus propios recursos para la obtención de resultados acertados; confía y sostiene a los y las que están en la base; aprecia su propia dignidad y su rico potencial; reconoce y corrige sus debilidades y apegos que bloquean su potencial; articula los valores por los que se juega; establece metas personales; se forma un punto de vista sobre el mundo en que él está, sobre lo que quiere y cómo se relaciona con los demás; examina lo serio y valedero de sus actitudes y se compromete con ellas diariamente, para mantener claras las prioridades y para sacar consecuencias de sus éxitos y fracasos.
Además, el genuino líder presenta como sus credenciales una visión integrada del mundo y su sistema de valores; un profundo respeto por el otro y por toda la creación; una serena valoración del sentirse amado e importante; la habilidad para reflexionar sistemáticamente sobre sus debilidades personales, especialmente aquellas que se manifiestan más habituales; y un método acertado para considerar elecciones y tomar decisiones. En síntesis, un liderazgo guiado y alimentado por un serio y profundo amor tiene que ver con la visión de considerar el talento de cada persona, su dignidad y su potencial; la audacia, la pasión y el compromiso de estimular y ayudar ese potencial; la consecuente lealtad y mutuo apoyo que da energía y unión a los grupos de trabajo.
Un ejemplo de líder lo deja ver san Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús. Lo describe en el libro de las Constituciones de esta orden religiosa. Al definir cuáles han de ser las cualidades del superior general de los jesuitas, ofrece una seria e interesante imagen de lo que es un genuino líder, en este caso dentro de una vocación cristiana: muy unido con Dios; ejemplar en su conducta, en especial en el amor a los demás; ser una persona humilde y amable, capaz de reconocer sus errores y corregir sus debilidades; correcto en su presencia, con dominio de sus pasiones, tanto en el obrar como en el hablar; armonizado en su actuar, sabiendo componer la rectitud y severidad con la benignidad y la mansedumbre; magnanimidad y fortaleza para asumir las debilidades de muchos sin perder el ánimo, para disponerse a emprender nuevas obras y capacidad para elegir las personas y medios apropiados; saber evaluar lo realizado para mantener lo valedero, corregir lo deficitario y emprender con prudencia las novedades que proyecta frente a obras y personas. Y con un gran sentido de la realidad humana corona esas cualidades con una afirmación de una gran sensatez: “Y si alguna de las partes arriba dichas faltasen, a lo menos no falte bondad mucha y amor de la Compañía y buen juicio acompañado de buenas letras, que en lo demás las ayudas que tendrá (de que dirá enseguida) podrían mucho suplir con la ayuda y favor divino” (Parte 9ª, c.10, n.10 (735)).
El mundo social, cultural, político, económico, religioso en la tensionante realidad en que estamos viviendo, requiere urgentemente líderes de este tipo.
2 Readers Commented
Join discussionUn verdadero lí¬der es aquel que permanece firme a pesar de las situaciones difí¬ciles, angustiosas o de prueba, pero es también aquel que sabe manejar el éxito cuando lo alcanza, Un verdadero líder es aquel que no procede solo por proceder, sino aquel que basado en el temor de Dios hace un juicio. Desafortunadamente muchas veces los líderes se dejan llevar por sus emociones humanas y terminan tomando muy malas decisiones que afectan a su gente.
Gran aportación sobre el liderazgo. Quiera conocer siquiera a uno que se diga líder y que se a pegue a lo aquí descrito. El Señor nos ampare.