El Gobierno ha decidido subvencionar el fútbol. Más allá de lo que significa otorgar fondos públicos a asociaciones civiles mal administradas, conviene preguntarse si el fútbol profesional constituye una práctica deportiva que justifique el apoyo oficial.
Desde la antigüedad el deporte se relacionó con la salud, no sólo física sino también espiritual. La expresión de Juvenal –Mens sana in corpore sano– indicaba que la salud del cuerpo era considerada condición para la salud mental. Hoy se sabe que el ejercicio físico –esto es el deporte– favorece la salud; por eso se aconseja practicarlo y las escuelas lo hacen.
Algo distinto ocurre con el fútbol profesional, el del espectáculo de los domingos o ahora de casi todos los días. Un especialista decía que “su práctica será deporte, cuando lo vean 11 y lo practiquen 100 mil”.
Veamos una cancha de fútbol: de un lado la “hinchada” local, separada de la visitante. De ellas surgen las “barras bravas” que, con distintas denominaciones (La 12, Los borrachos del tablón, etc.), practican todo tipo de corrupciones y requieren la presencia policial para proteger vidas y bienes. Los “clásicos” no pueden realizarse sin miles de agentes con perros, caballos y helicópteros. En ocasiones la amenaza es tal, que los partidos se realizan sin la hinchada visitante o sin ambas. Aquí 11 y 11 disputan el cotejo y 100 mil quedan afuera.
Cuando los partidos terminan, la parcialidad local debe permanecer media hora en su lugar, hasta que la visitante se aleje del estadio, custodiada por carros y policía montada para evitar que se ataquen. La intervención policial tiene costos para el Estado y los clubes, que acentúan sus déficit.
Otro aspecto se refiere a la competencia misma. Veamos un partido: los hinchas gritan, desesperan y llegan a actitudes de violencia extrema cuando el equipo pierde o no logra el gol deseado. Jugadores y técnico son silbados, escupidos y hasta expulsados si el equipo no ocupa las primeras posiciones o no cumple la imposible consigna de “siempre ganar”.
Condición de todo deporte competitivo es la confrontación para desarrollar habilidades físicas y mentales, con reglas que marcan esta diferencia: un ganador y un perdedor, nunca un derrotado. Quien gana ha entrenado y expresado de mejor manera sus habilidades. Quien pierde, gana si manifiesta una habilidad mayor: el reconocimiento de la propia limitación y de la superioridad ajena. Esta habilidad, casi una virtud, exige la fuerza que predispone para los momentos difíciles. Porque el deporte marca conductas, es necesario formarlas, educarlas desde la primera edad.
Si el fútbol requiere la subvención del Estado, los funcionarios deberían saber bajo qué condiciones otorgarla. Aquí hay un espacio para las entidades de bien público –los clubes lo son– que quieran trabajar sobre el fútbol “pan y circo” para modificarlo. Es una tarea de largo aliento, como toda tarea educativa. Aquí las subvenciones oficiales podrían justificarse.
2 Readers Commented
Join discussion¿Es necesario que el gobierno subsidie un deporte profesional que recauda millones de dólares anuales?
Seguramente los subsidios irán a parar a clubes que los necesitan solamente por mala administración y irregularidades en el manejo de los fondos Me pregunto ¿por qué no le otorgan más fondos al deporte amateur? Después de todo es el deporte que realmente lo necesita..quien lo dude,dese una vuelta por el CENARD y fíjese algo tan básico como la cantidad de bidones de agua hay en los gimnasios..da lástima..pero claro,el fútbol es lo que hace buena propaganda…
El grupo municipal andalucista critica la decisión del actual gobierno del Ayuntamiento y anuncia que en el próximo pleno propondrá que la subvención de 42.070 euros se destine a la conservación y pequeñas reparaciones en los colegios de la zona en vez de al equipo de fútbol sala ‘Pino Montano’.