La Universidad de Notre Dame (South Bend, Indiana, Estados Unidos) otorgó el 17 de mayo pasado un doctorado honoris causa en Derecho al presidente Barack Obama.El hecho provocó un debate de proporciones por contradecir instrucciones de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos.
Esta, en 2004, pidió que las instituciones católicas no honraran a quienes con sus acciones «desafían nuestros principios morales básicos». Tal es el caso del presidente Obama, debido a su postura frente al aborto y a otras cuestiones. Ver documentos vinculados
El obispo John D´Arcy, de la diócesis de Fort Wayne-South Bend, sede de la Universidad, desistió de concurrir al acto. La ex embajadora ante el Vaticano, Mary Ann Glendon, quien debía recibir el máximo título honorífico de Notre Dame, la Medalla Laetare, declinó la distinción y de hablar en el acto. En su lugar lo hizo el juez John T. Noonan, experto en historia de la doctrina moral católica, también distinguido con esa Medalla en 1984.
El discurso de Obama en Notre Dame, para algunos pareció tender un puente al diálogo y para otros fue una estrategia para consagrar el derecho irrestricto al aborto. El diario del Vaticano, L’Osservatore Romano, fue acusado de ponerse del lado de los abortistas, lo que fue desmentido por su director.
Más de 70 de los 440 obispos norteamericanos expresaron su rechazo a la decisión de la Universidad, aunque el titular de la Conferencia Episcopal que los reúne, cardenal Francis E. George, arzobispo de Chicago, agradeció al presidente el haber reconocido en su discurso el derecho a la objeción de conciencia de los médicos contrarios al aborto.
El hecho plantea, por primera vez, un difícil interrogante: siendo la defensa de la vida humana un principio fundamental de la doctrina católica, ¿es posible un diálogo con quienes promueven el aborto, aunque sea de modo restrictivo? Abrimos este espacio para que los lectores se informen del debate suscitado por la Universidad de Notre Dame y envíen sus puntos de vista en la sección de comentarios a este artículo.
Arturo Prins
MARY ANN GLENDON
Ex embajadora de EE.UU. en el Vaticano: Querido Padre Jenkins. Cuando me informó en diciembre de 2008 que había sido seleccionada para recibir la Medalla Laetare de Notre Dame, me conmoví profundamente. (…)
Cuando me llamó para decirme que el discurso inaugural iba a ser pronunciado por el presidente Obama, le mencioné que debería reescribir mi discurso. En las semanas posteriores, una tarea que había apreciado muy agradable se había complicado por numerosos factores.
Primero, como consultora desde hace tiempo de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, no pude evitar desanimarme ante las noticias de que Notre Dame había planeado también conferir al presidente un título honorario. Esto significaba una inobservancia del pedido expreso de los obispos estadounidenses de que las instituciones católicas “no debían honrar a aquellos cuyas acciones desafían nuestros principios morales fundamentales” y que tales personas “no debían recibir premios, honores o reconocimientos que pudieran sugerir apoyo a sus acciones”. (…)
Finalmente, me preocupa que el ejemplo de Notre Dame tenga un desafortunado efecto expansivo.
Por consiguiente, con gran tristeza, he llegado a la conclusión de que no puedo aceptar la Medalla Laetere o participar en la ceremonia de graduación del 17 de mayo. (de la carta al padre John I. Jenkins CSC, presidente de la Universidad de Notre Dame, 27/4/09)
JOHN T. NOONAN
Juez; estudioso de historia de la moral católica y su evolución: El genocidio es malo. La tortura es mala. La esclavitud es mala. En estas materias, nuestra visión moral es clara. (…)
Pero no siempre fue así. La claridad de nuestra visión moral ha surgido de los choques, a través de experiencia, el sufrimiento, el debate extenuante. Ha surgido de la percepción y el coraje de líderes talentosos. Ha surgido de la radiante luz del Evangelio. (…)
Desde hace medio siglo, un gran debate ha tenido lugar en este país sobre un tema que afecta la inviolabilidad de la vida humana en el seno de una madre, los derechos de la mujer con respecto a su propio cuerpo, y los deberes de los médicos, las obligaciones de los padres y el rol del gobierno en una decisión claramente personal con gran significación social.
La materia de este debate era demasiado seria para ser resuelta por encuestadores y expertos; demasiado delicada para ser decidida por la fuerza física o con banderas y slogans, piquetes y pancartas; demasiado fundamental para ser resuelta por el voto de los jueces. El tema se decidió, al parecer, hace 36 años. El veredicto nació muerto. El debate se intensificó. El debate no está a punto de cerrase. En su centro están la reivindicación de conciencias en conflicto.
A través de la conciencia, como ustedes –graduados de 2009– saben, conocemos lo que Dios nos pide y lo que el amor al prójimo reclama. Más que la voz de vuestra madre, más que un impulso emocional, esta guía misteriosa, impalpable, imprescriptible, indestructible e indispensable gobierna nuestra vida moral. Cada uno es diferente. Ustedes pueden sugerir lo que mi conciencia debería decir, pero no pueden decirme lo que mi conciencia debe decir.
Este es el problema cuando nuestra visión moral es clara y la del otro, nebulosa. Nos tornamos impacientes, más frustrados aún si el otro es amigo, un viejo amigo o uno potencial. (…)
¿Ayuda a nuestra causa herir a nuestro amigo? No. Lo que sí funciona es la oración, la paciencia, la empatía y el amor. (…)
Podemos alegrarnos de vivir en un país donde el diálogo, aunque difícil, es posible; donde la resolución de nuestras diferencias se realiza por medios pacíficos; donde nuestro Presidente es un hombre de conciencia. (…)
“La verdad es grande y prevalecerá”. Este texto de la Escritura está grabado en la Medalla Laetare. Creyendo en la Biblia, sostenidos por este mensaje tomado de ella, podemos trabajar juntos. ¡Sí! Podemos trabajar juntos, serenamente seguros en la confianza de que la verdad se pondrá de manifiesto. (de su discurso en la Universidad de Notre Dame, dicho en lugar de Mary Ann Glendon, 17/5/09)
BARACK OBAMA
Presidente de los Estados Unidos: Quiero darles las gracias por el doctorado honoris causa que he recibido. Sé que no ha estado exento de polémica. (…)
Tenemos que encontrar la manera de reconciliar nuestro mundo cada vez más reducido por la creciente diversidad de pensamientos, culturas y creencias. Tenemos que encontrar una manera de vivir juntos como una familia humana. (…) Ninguna persona, religión o nación puede afrontar estos retos por sí sola. (…) Nuestro egoísmo, nuestro orgullo, nuestra obstinación, nuestra pretensión de poseer, nuestras inseguridades, nuestros egos; todas las crueldades, grandes y pequeñas, que los de tradición cristiana entendemos como enraizadas en el pecado original. (…)
Como ciudadanos de una vibrante y variada democracia ¿cómo nos comprometemos en un vigoroso debate? ¿Cómo hacemos para permanecer firmes en nuestros principios y luchar por lo que consideramos correcto, sin demonizar a aquellos que tienen convicciones igualmente firmes del otro lado? En ningún tema surgen estas cuestiones tan poderosamente como en la cuestión del aborto.
Cuando consideraba la controversia sobre mi visita a este lugar, me recordaron un encuentro durante mi campaña al Senado, que describo en mi libro La audacia de la esperanza. Pocos días después de ganar la nominación demócrata, recibí un e-mail de un médico que me dijo que, aunque había votado por mí en las primarias, tenía serias preocupaciones que podrían disuadirlo de votarme en las elecciones generales.
Se describía como un cristiano con una fuerte convicción pro-life, pero no era eso lo que le impedía votarme. Lo que le molestaba era una frase que mi equipo de campaña había colocado en la web, que decía que yo lucharía contra “las ideologías de derecha que quieren arrebatar a las mujeres su derecho a elegir”. Me había considerado una persona razonable, pero si yo pensaba que todo pro-life era simplemente un ideólogo que quería infligir sufrimiento a las mujeres, entonces yo no era tan razonable. Me escribió: “No le pido que se oponga al aborto, sino que hable de este tema de modo equilibrado”.
Hablar de modo equilibrado. Después de leer la carta, le escribí agradeciéndole. No cambié mi posición, pero pedí a mi equipo que cambiara el texto de la web. Aquella noche pronuncié una plegaria para poder extender a otros la misma presunción de buena fe que el doctor me había atribuido. Porque cuando lo hacemos, cuando abrimos nuestros corazones y nuestras mentes a aquellos que pueden no pensar como nosotros o creer lo mismo que nosotros, es cuando descubrimos la posibilidad de alcanzar coincidencias. Es cuando empezamos a decir: es posible que no lleguemos a un acuerdo sobre el aborto, pero podemos coincidir en que es una decisión desgarradora para cualquier mujer, con repercusiones morales y espirituales.
Por lo tanto, trabajemos para reducir el número de mujeres que buscan abortar, reduzcamos los embarazos no deseados, hagamos más accesible la adopción y brindemos cuidado y asistencia a las mujeres que llevan su embarazo a término. Respetemos la conciencia de aquellos que están en desacuerdo con el aborto y elaboremos una cláusula de conciencia que sea sensata, y asegurémonos que nuestras políticas de salud estén fundadas no sólo en una ciencia sólida sino también en una ética clara y en el respeto a la igualdad de las mujeres. (…)
En cierta medida, las visiones de los dos campos son irreconciliables. Cada lado continuará haciendo pública su posición con pasión y convicción. Pero lo haremos sin reducir a una caricatura a quienes tienen otra visión. Abrir el corazón, abrir la mente. (…) La última ironía de la fe es que necesariamente admite la duda. (…) Esto debe hacernos humildes. (…) Las respuestas no llegarán rápidamente. La vida no es tan simple. Nunca lo fue. (de su discurso en Notre Dame, 17/5/09)
CARDENAL FRANCIS E. GEORGE / Arzobispo de Chicago y presidente de la Conferencia Episcopal de los Estados Unidos:
Estoy agradecido por la afirmación del presidente Obama, el 17 de mayo, de que todos debemos “respetar la conciencia de aquellos que están en desacuerdo con el aborto” y su apoyo a las cláusulas de conciencia que procuran este fin. (…)
Los profesionales de la salud y las instituciones deberían tener la garantía de que sus profundas convicciones religiosas o morales van a ser respetadas. (…)
Un gobierno que quiere reducir el trágico número de abortos en nuestra sociedad deberá trabajar también para asegurar que nadie sea forzado a apoyar o participar en abortos. (…) (de una declaración pública, 22/5/09)
MICHEL SCHOOYANS
Sacerdote belga, profesor en Lovaina y miembro de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales: El presidente Bush ha promovido una política meritoria de respeto y continuidad: ha ofrecido al ser humano no nacido, como también al personal médico, una protección jurídica, sin dudas insuficiente, pero eficaz. (…)
Una vez elegido, una de las primeras medidas del presidente Obama ha sido revocar las disposiciones adoptadas por el presidente Bush para proteger el derecho a la vida del ser humano no nacido. (…)
Cuando las más altas autoridades de las naciones, e incluso de la primera potencia mundial, vacilan frente al respeto de la vida humana, es un deber de la Iglesia apelar a todos los hombres y mujeres de buena voluntad para que se unan a fin de constituir un frente único en defensa de la vida de cada ser humano. (…) La movilización debe ser general y tener como fin el objetivo central de toda la moral, y especialmente de toda la moral católica: reconocer y amar al prójimo, comenzando por el prójimo más pequeño y vulnerable. (de “Obama e Blair. Il messianismo reinterpretato”, texto de la relación en la sesión plenaria de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, 1/5/09)
JOHN W. O’MALLEY
Sacerdote, profesor en la Universidad de Georgetown y estudioso de historia de la Iglesia y sus Concilios: El cambio de vocabulario del Concilio Vaticano II significó un cambio de valores y prioridades. (…) Entre ellos está el de la civilidad en el trato con personas de diferente fe y convicciones y la disponibilidad a escucharlos con docilidad de corazón y de mente. (…) Ello no significa renunciar a las propias creencias, pero sí la disposición a aprender de los otros y el rechazo a condenarlos sin escuchar. (…)
El Concilio esperaba que esta nueva actitud, que trae consigo un nuevo modo de proceder, llevara a la cooperación entre todas las personas de buena voluntad, católicos y no católicos, cristianos y no cristianos, creyentes y no creyentes, frente a los nuevos, masivos y a veces terroríficos problemas que enfrenta la humanidad hoy. Esta nueva manera de proceder, en gran medida constituía “el espíritu del Concilio”. (…)
Por ello, cuando escuché los dos discursos de Obama (N.de la R.: el de su elección como presidente y el de Notre Dame) me impresiono su sintonía con el espíritu del Vaticano II. En esos dos discursos, como también en otros, llamó a la civilidad a la disponibilidad para trabajar juntos en nuestros problemas comunes, incluyendo el aborto, en vez de imponer los propios principios (…).
A menudo escucho lamentos de que el espíritu del Vaticano II ha muerto en la Iglesia. ¿No resulta una ironía que no sea un obispo sino el presidente de los Estados Unidos quien llegue a ser hoy el más efectivo vocero de ese espíritu? (…) Puede ser que a través de jóvenes católicos, como los de Notre Dame, que están respondiendo al mensaje de Obama, el espíritu del Vaticano II entre nuevamente en la Iglesia, casi por la puerta de atrás. (…) (de un artículo en América, centenaria revista jesuita en los Estados Unidos, 25/5/09)
CARDENAL JUAN LUIS CIPRIANI
Arzobispo de Lima: La identidad católica está acreditada por la Iglesia católica. Lo que no se puede y no se hace en ninguna institución es decir “este es un automóvil Toyota”, si la fábrica Toyota no le pone la marca. (…)
Lo que no me parece bien es que haya un presidente de los Estados Unidos, con todo el respeto que merece el señor Obama, que vaya a una universidad católica a explicarle a los católicos qué es ser católico y, en su discurso, haya dado una clase de teología vacía, llena de relativismo, muy peligrosa, convocando a los disidentes de la Iglesia católica. Es una vergüenza. (…)
Parece una provocación dar un homenaje católico a un presidente que en los primeros cien días ha impulsado el aborto, los matrimonios gays, las investigaciones con las células embrionarias y toda una agenda antivida. No me parece que sea la persona más adecuada para recibir un reconocimiento de la Universidad de Notre Dame, que por cierto desde hace muchos años está en medio de una gran confusión. (de una entrevista en ZENIT.org, 29/5/09)
ROBERT IMBELLI
Sacerdote de New York, profesor de teología en el Boston College y colaborador de L’Osservatore Romano: No recuerdo haber escuchado el concepto de pecado original en boca de ningún otro presidente norteamericano, ni con la fuerza y convicción que Obama ha mostrado. Ha hablado de “nuestro egoísmo, nuestro orgullo, nuestra obstinación, nuestra pretensión de poseer, nuestras inseguridades, nuestros egos”. (…)
Si en un primer nivel el presidente ha mostrado que se concentraba primariamente sobre un diálogo respetuoso y sobre “palabras bien dispuestas”, en un nivel más profundo ha parecido estar a la búsqueda de principios unificadores que, quizás, puedan estar en desacuerdo con sus posiciones prefijadas. En efecto, estos principios, si recibieran plena libertad de acción, podrían también llevar al presidente –no sin costos personales– a reconsiderar algunas de las prácticas que actualmente apoya. (de su artículo “Conflicto y esperanza en la Universidad de Notre Dame” publicado en www.chiesa.espressonline.it)
MICHAEL NOVAK
Filósofo católico norteamericano, diplomático, escritor y periodista: L’Osservatore Romano debe saber qué gran escándalo está causando en los Estados Unidos. El ejemplo más reciente se refiere al mendaz discurso pronunciado por el joven presidente en la Universidad de Notre Dame el pasado 17 de mayo. (…)
El primer apoyo presidencial se dirige a aquello que es definido eufemísticamente como “aborto con nacimiento parcial”, que es a todos los efectos un infanticidio. (…)
Este subterfugio moral ha sido rechazado incluso por senadores demócratas. Pero el senador Obama se ha expresado a favor de esta práctica y no ha dado ninguna señal de cambio. L’Osservatore Romano no sabe qué sostiene, cuando sostiene los discursos del presidente sobre el aborto. Y no entiende tampoco el “código” con el cual los partidarios del aborto hablan en los Estados Unidos. Su dirigencia tiene como prioridad la aprobación del “Acta de libertad de elección”, la ley que define al aborto como un derecho natural de la mujer. (…)
En su discurso de Notre Dame, Obama ha propuesto incluir “sensatas cláusulas de conciencia” en toda “Acta de libertad de elección” que pueda firmarse. Pero esta frase ha sido formulada según la conveniencia de los extremistas proaborto que quieren estar seguros de que un médico o una enfermera sólo puedan objetar un aborto cuando se trate de casos de emergencia, en que sean los únicos disponibles. En ese caso, el “derecho natural” al aborto tendría precedencia sobre su conciencia. (…)
En consecuencia, Obama les ha hablado sólo a aquellas personas convencidas de que el aborto es una apropiación indebida de una vida única e individual. Es a ellos, y sólo a ellos, que el presidente pide que escuchen las razones de la otra parte, que cedan. Los pobres jóvenes que estudian en Notre Dame, y sus inexcusables profesores, han sido sacudidos por este llamado a la razón y a la civilización: que en definitiva es sólo un pedido de rendición incondicional. (…)
¿Por qué motivo L’Osservatore Romano se ha puesto del lado de los abortistas y contra la minoría marginada de los fieles católicos practicantes, que piensan que la interrupción del embarazo es un mal terrible? Los grandes papas del pasado, que han definido al aborto como “un mal intrínseco”, ¿no han sido tomados en serio? Hemos pedido pan a Roma y L’Osservatore Romano nos ha dado piedras. (“¿L´Osservatore traidor?”, artículo en el Liberal, diario italiano, 23/5/09)
GIOVANNI MARIA VIAN
Director L’Osservatore Romano: Dice (Michael Novak) que L’Osservatore está cerca de los abortistas y lejos de los fieles norteamericanos: expresiones que francamente me parecen exageradas. Causa algo de gracia pensar que el diario del Papa se ha convertido en filo-abortista: como he recordado en muchas oportunidades –también en el Liberal y precisamente comentando un artículo de Novak– la Iglesia católica es desde siempre firmemente contraria al aborto. No sólo por motivos religiosos, sino también por motivos humanos: el respeto debido a toda forma de vida, desde su inicio natural hasta su fin. (…)
Me preocupa que el diario vaticano sea utilizado para dividir a los católicos. (“Ha sido sólo una incomprensión”, reportaje de Vincenzo Faccioli Pintozzi, en el Liberal, 23/5/09)
KENNETH HIMES
Director del Departamento de Teología del Boston College: Hay gente de buena voluntad que piensa que Notre Dame ha renunciado a su identidad católica, trayendo un orador estrella a su ceremonia de graduación, aun cuando ello signifique sacrificar sus valores. Pero hay que decir que se está desarrollando un juego político y parte de él consiste en que se demonizan las personas que están en desacuerdo, se cuestiona su integridad, se cuestiona su reputación y se las rotula como veneno moral. Algunas personas simplemente han reducido el catolicismo a la cuestión del aborto y, en consecuencia, simplemente han lanzado una cruzada para erradicar de las instituciones católicas todo aquello que pueda tener visos de una conversación abierta. (opinión citada en un artículo de Michael Paulson, en el Boston Globe, 28/4/09)
GUSTAVO IRRAZÁBAL
Teólogo moral: La propuesta de diálogo sobre el aborto del presidente Barak Obama al mundo católico, en su discurso en Notre Dame, plantea a la Iglesia un agudo interrogante. Considerando que Obama es favorable al aborto en ciertos supuestos, ¿tiene sentido dialogar con él y con los que comparten su posición sobre un tema tan íntimamente ligado a los principios fundamentales de nuestra fe que no admite la más ligera concesión? ¿Acaso será posible convencerlos de su error? Y si esta “conversión” no es más que una esperanza remota, ¿qué se gana entrando en un diálogo que, además, supondría tácitamente un reconocimiento de la posibilidad de llegar a alguna forma de “compromiso”?
En estos interrogantes puede entreverse una insuficiente comprensión de la verdadera naturaleza del diálogo. En efecto, éste nunca puede ser considerado un simple instrumento para el logro de ciertos “fines”. El diálogo auténtico ni siquiera tiene la meta inmediata de convencer, aunque la expectativa de que esto suceda es legítima. La única intención que lo legitima es la de poner al interlocutor (y ponerse junto al interlocutor) en mejores condiciones de conocer la verdad y aceptarla libremente. Las reales posibilidades del diálogo no nos son conocidas de antemano, sino que se nos abren a través de su ejercicio honesto.
Aún sin renunciar a nuestros principios, los católicos no tenemos derecho a rehuir la discusión sobre el tema. Incluso admitiendo el estatuto personal del embrión (tema que no está cerrado ni en la reflexión filosófica ni en el Magisterio), quedan muchas cuestiones por debatir. Por ejemplo, teniendo en cuenta la naturaleza y los límites del poder del Estado, ¿puede éste brindar al embrión humano exactamente la misma tutela que dispensa a un embarazo avanzado, o a las personas ya nacidas, sin producir daños mayores que los que quiere evitar? La respuesta a este interrogante no puede surgir sólo de los principios, sino que requiere un delicado ejercicio de prudencia jurídica y política.
Finalmente, la encíclica Evangelium vitae (n. 73), que admite que los legisladores católicos, si no pueden evitar la sanción de una ley abortista, busquen el mal menor votando la propuesta más restrictiva, ¿no está suponiendo un ejercicio previo de diálogo en el ámbito legislativo con quienes piensan de modo distinto, buscando acercar posiciones?
Si la respuesta al discurso de Notre Dame fuera reticente, habría que dar razón al comentario del padre O’Malley, en America, y reconocer que el espíritu dialogal del Concilio se ve mejor reflejado en la actitud de Obama que en la de muchos “defensores” de los principios católicos.
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Join discussionLa defensa de la vida humana, diría de la vida, no sólo es un principio fundamental de la doctrina católica sino que debería serlo para toda filosofía humana. Sin embargo Dios nos creo libres y la libertad nos permite elegir entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto, entre la verdad y la falsedad. Por ello creo que se puede y debe dialogar sobre el «aborto» precisamente para defender el valor de la vida aunque hubiera sido concebida en los últimos dos segundos.
La falta de diálogo podría obrar como una suerte de «voto en blanco» o lo que es peor como una demostración de falta de «caridad» ante el equivocado o ante quien está por tomar una decisión cruel, quizás por sentirse solo o abandonado. Tambien puede ser por perversión, pero esa sería otra historia.
Mucho trecho falta para que la Iglesia jerárquica aprenda el arte del respeto por el que piensa diferente, y ejercite el diálogo con el que considera su opositor, pero sin pretensiones de imponer una verdad absoluta que cree poseer de manera única.
Esta postura, que la Iglesia ha sostenido durante toda su historia, hace gala de una soberbia no sólo anti-evangélica, sino que trasluce una falta de profundización adecuada de lo que puede significar el concepto «verdad».
En la Iglesia se repite mucho esta palabra, y se la utiliza para etiquetar ciertas cuestiones delicadas con el sello del «de esto ya no se puede hablar más», «está todo dicho» y, por supuesto, «la última palabra la tiene el Magisterio eclesial». Sobre todo se piensa así cuando se tratan de resolver cuestiones morales o dogmáticas. Pero no tanto cuando se reflexiona sobre temas sociales o de otro orden.
Pero, ¿cómo podríamos definir qué es la «verdad»? ¿como hacían los aristotélicos, de modo filosófico, como «adecuación del intelecto a la cosa», o mejor hacerlo de modo «bíblico», existencial, donde vemos que la «verdad» está relacionada con Cristo («Yo Soy la Verdad»), y con su camino amoroso de entrega, que nos muestra el rostro auténtico del Padre?
«La verdad es sinfónica», y tiene una característica especial que es la «perspectividad», afirmaba el gran teólogo suizo Hans Urs von Balthasar. Esto implica que cada uno sólo puede observar «una» porción de verdad desde su posición existencial. Y cuando éste observador tiene la tentación de creer que posee una mirada completa sobre ella, debe recordar que su hermano, el que está al lado, o enfrente de él, está contemplando esa misma verdad, pero desde otro ángulo.
«La verdad es sinfónica» significa que todos nos enriquecemos con las mirada de todos y cada uno sobre una cosa, y que la vamos descubriendo de manera conjunta, pero que además, nunca terminaremos de abarcarla en su totalidad, porque su secreto último pertenece a Dios.
Sólo desde estos a prioris se puede llegar a un diálogo fecundo, evitando ponerse en posiciones de superioridad que anulan todo intento de comprensión y acuerdos sobre temas tan delicados como por ejemplo, el derecho a la vida del niño no nacido, asunto que tampoco debe dejar de lado el derecho de la mujer a decidir sobre su destino según su conciencia,
La complejidad de estos temas no admiten posiciones extremas de ninguna postura, sino admitir los diferentes matices que nos presenta la realidad. Las cosas de la vida son complejas y requieren máxima comprensión, tolerancia, flexibilidad, y ponerse en el lugar del otro, pero sin juzgar.
Tengo entendido que San Agustín hacía una distinción entre «fetus formatus» y «fetus informatus» y sacaba conclusiones a partir de ello. Quisiera saber por qué se viró -de ser el caso- a posiciones más «terminantes» últimamente.
También me ha servido para reflexionar, el concepto de «individuo» como un todo indivisible para que pueda ser o existir. Esto me ha llevado a la conclusión de que el feto es parte indivisible de la madre, y ello lleva a caminos de razonamiento más acordes con el de San Agustín.
Saludos
Soy suscriptor, además de la revista CRITERIO de «CIUDAD NUEVA» revista mensual publicada por el movimiento de los Focolares en la Argentina. Algunos de los conceptos vertidos por el Presidente Obama coinciden llamativamente con los vertidos en la Editorial de esta última revista en ocasión en que se discutía una posible despenalización del aborto. 1) Nadie aborta «alegremente» Para todos, cualquiera fuera la consideración ética al respecto, el aborto es ocasión de tristeza, frustración, fracaso. 2) Otra vez los partidarios de despenalizarlo como los que consideran eso un crimen, vamos a reflotar los mismos argumentos de siempre. Las posiciones seguirán siendo irreductibles. 3) Teniendo en cuenta los dos puntos anteriores, ¿Por qué no creamos instituciones o proponemos leyes que hagan que cada vez sea menor el número de personas que se vean tentadas a hacerse un aborto? Si en eso todos vamos a coincidir, ¿Por qué no brindamos protección y asistencia integral a mujeres, adolescentes o no que por algún motivo vean su embarazo como una desgracia’ ¿Por qué no perfeccionamos las leyes de adopción de modo que ésta sea una opción menos dificultosa? Son muchas las posibilidades que se abren si en lugar de confrontar y demonizar al otro queriendo ganar una discusión interminable, buscamos cooperar entre todos para acercarnos si no a una «solución» del litigio, por lo menos a reducir en algo el problema de los embarazos no deseados. Sería de paso un buen entrenamiento para aprender a dialogar escuchándose y respetándose mutuamente.
Entiendo que dialogar sobre temas en que no hay coincidencias, si el intercambio es franco y sincero, puede llevar a esclarecer cuestiones y alcanzar algún punto de encuentro, como se ha dado en este caso con la objeción de conciencia de los médicos. Pero no es dable confundir la buena disposición para dialogar con quien se está en desacuerdo, con otorgarle una premiación o distinción honorífica a quien promueve desde un sitial de poder una práctica aberrante como es el aborto. En suma, estoy de acuerdo con el diálogo pero no con el premio.
Por supuesto que es posible dialogar sobre el aborto como sobre cualquier otro tema. Pero reducir la discusión a una ley es absolutamente estéril.
El drama del aborto es una moneda que tiene dos caras, el niño por nacer y la madre. Mientras haya una mujer que esté decidida a abortar seguirá habiendo abortos. Pero como siempre las que van a sufrir son las mujeres pobres, porque todo el mundo sabe que quien puede pagar aborta tranquilamente, «raspaje por aborto espontáneo», en casi cualquier lugar, y la que no puede arriesgará su vida o su salud en alguna «clínica» clandestina.
Invito a todas las personas que tan apasionadamente se oponen a la despenalización del aborto que además trabajen con el mismo entusiasmo por cambiar las situaciones que hoy lleva a tantas mujeres a tomar una decisión tan dolorosa. Desde leyes sociales, laborales, apoyo a las familias, educación sexual, salud reproductiva, protección de la mujer, etc…
Y de paso no sería mala idea hacer responsables a tantos varones que borrándose ante el embarazo de su pareja la dejan en una situación de enorme vulnerabilidad, o patrones que echan a sus empleadas cuando quedan embarazadas, o que no quieren tomar mujeres porque se pueden embarazar. Porque apoyar a la mujer y a la vida por nacer parece ser un «gasto» que esta sociedad no quiere asumir. Y además parece que es un gasto que provocan las mujeres, como si el hijo por nacer no fuera también del varón y en definitiva de la sociedad toda.
Y qué decir de esos padres tan religiosos que condenan el embarazo de mujeres solteras, y que incluso son capaces de echar a una hija de su casa si queda embarazada.
Busquemos entre todos soluciones positivas que apunten a evitar la necesidad del aborto y no nos quedemos tan tranquilos porque firmamos una petición o hicimos una manifestación en contra de la despenalización del aborto mientras seguimos manteniendo las condiciones sociales que dejan desprotegidas a tantas mujeres. Seamos positivos en nuestras acciones para defender la vida toda, no solamente aquella por nacer.
Yo creo que por un deber de humildad, se debe escuchar a quienes disienten de nuestro punto de vista respecto de la condena al aborto. Pero a quien se debe escuchar en primer término, aun cuando no pueda expresarse, por razones obvias, es al ser en gestación, por que es el único titular de su vida. La madre no lo es, aún cuando se la pueda compadecer por el sufrimiento que es dable suponer, al exigirle que no aborte, aún cuando haya sido violada, o esté en situación similar, o aún peor. Defender a rajatabla el derecho a la vida del aún no nacido es una de las actitudes más luminosas entre una infinidad de otras, de nuestra Santa Madre la Iglesia Católica, Apostólica Romana, que da sentido a nuestra vidas. Vicente Solá, abogado (UNTuc); Profesor de Ciencias Jurídicas (UCSAL), con honores. Ex magistrado judicial de Salta. Entre Ríos 579, Salta (4.400)
Tres cuestiones:
Una, no se conocen (mejor dicho, no conozco) las razones que invocó la Universidad de Notre Dame para otorgar el Doctorado en Derecho al Presidente Obama. Creo entender que, por cierto, no ha sido debido a su posición frente al aborto ni por otras causas relacionadas.
Dos, la incumplida advertencia de la Conferencia Episcopal estadounidense puede configurar una trasgresión canónica que nosotros en Argentina no podemos juzgar con propiedad.
Tres, la distinción universitaria no equivale a la declaración de Siervo de Dios, Beato o Santo, en cuyo caso una tacha como la de Obama en relación al aborto sería impedimento total. Más bien se trata de una distinción civil para la cual en general no se plantean requisitos de perfección humana sino merecimientos por alguna valiosa acción científica, artística o política. Para este último caso, el que Barack Obama, siendo un hombre con sangre negra en sus venas, haya alcanzado la Presidencia de Estados Unidos no deja de ser un logro destacadísimo, aunque tal vez no sea tanto suyo como de la sociedad que lo eligió.
Por tanto, el tema de la conducta de Notre Dame en otorgar el Doctorado en Derecho a Obama se reduce a determinar si un grave error para el pensamiento católico como sus posturas frente al aborto es causal suficiente para negárselo.
En todo caso (al fin y al cabo se trata de una Universidad Católica), yo hubiera votado en contra de concederle el galardón que, me temo, como tantas veces ocurre en nuestro país, haya tenido más de simple adulación o de actitud “políticamente correcta” que de reconocimiento de auténticos méritos. Pero esa es otra historia.
Coincido con las opiniones de Luis A. Rizzi y de Gabriela Moranchel. Cuesta aceptar que se discuta el respeto a la vida del no nacido. Y sin embargo hay quienes lo ven de una manera diferente y entonces habrá que dialogar y no imponer. Al respecto, un dato que debiera tenerse en cuenta en dichos diálogos y es lo que sucede en el alma de la mujer que aborta. Mi experiencia en décadas de consultorio es que queda herida de por vida. Algunas se sienten culpables, otras desarrollan patologías psiquiátricas de mayor o menor intensidad. La mujer que aborta sabe en su subconsciencia que eso que «eliminó» no fue una especie de coágulo. El instinto maternal es demasiado fuerte como para autoengañarse.
No estoy de acuerdo con el aborto pues creo que la vida es sagrada y sobretodo cuando el que se elimina no puede defenderse para evitar su propia extinción.Cualesquiera pueden ser las causas que llevan a una mujer o a una joven adolescente a tomar tamaña decisión desde la desesperación hasta la ignorancia o la falta de responsabilidad .Si la formación de la joven no ha sido lo suficientemente sólida la futura madre no sabe que lo que va a realizar esun acto que no solamente va a suprimir una vida inocente sino que también le va a causar a ella misma innumerables sufrimientos .y sentimientos de culpa que le impedirán ser feliz .Los métodos de prevención del embarazo son conocidos por nuestra juventud y deberían ser prioritariamente utilizados para evitar los embarazos no deseados pero si repito por negligencia se llegaran éstos a producirse el Estado debería instrumentar políticas activas de adopción para evitar los abortos.No tengo respuesta para esos casos en que alegremente se reincidiera.
Es posible y necesario dialogar sobre el aborto.
Comenzando por diferenciar las convicciones religiosas sobre la anticoncepción con respecto al problema moral y jurídico que constituye el aborto provocado.
Desde esta proposición, pienso que sería conveniente motivar la reflexión de quienes creen que cuestionar la consumación de abortos es un tema exclusivamente religioso.
Es injusto que se les niegue el derecho a la vida y a la paternidad a los pobres, a los menos instruidos, a los integrantes de determinadas minorías y comunidades, etc; esta falta de equidad involucra a ateos, agnósticos y creyentes aunque acepten el aborto en algunas circunstancias.
Si para todos esta fuera «la única vida terrenal”- sólo de espacio y tiempo – ¿cómo vamos a justificar que se impida la ya gestada, sea en nueve, cuatro, dos meses o durante un instante? ¿Quién asegura que vida ya gestada es solamente la que sale del canal de parto? ¿Quién asegura que eliminar a un feto humano vivo en desarrollo, que supuestamente “no sufre si todavía no alcanzó cierta madurez neurológica”, no es un problema ético?
Acaso ¿cometer homicidio en alguien anestesiado no es un crimen?
Para facilitar la llegada del concepto: podría suponerse que matar según nuestro arbitrio a cualquiera, tenga pésima u óptima salud, sea feliz o infeliz, deja de ser punible si la víctima no “sufre” durante el homicidio.
No abortar cada única vida podría ser una convicción para la mayoría de hombres y mujeres, disponiéndolos a proteger a las criaturas concebidas y a sus padres, con un amparo real que impida la tragedia del aborto.
Leemos en forumlibertas.com
“El presidente del Foro Español de la Familia- Benigno Blanco- en la rueda de prensa por la presentación en Barcelona de la manifestación, a favor de la vida y contra el aborto, el próximo 17 de octubre, dijo: ‘No admitimos la adhesión de ninguna confesión religiosa y de ningún partido político’, dejando al margen liderazgos, ideologías o confesiones sobre lo que será una fiesta por la vida.”.
En mi opinión, toda la discusión sobre el aborto es absurda porque está mal planteada. La cuestión es: ¿se puede eliminar gratuitamente – es decir, por cualquier motivo- la vida humana? El hombre ¿no es más que un animal?
Lo único discutible a mi entender es cuándo existe un ser humano y en esto la ciencia ha zanjado la discusión. Siguiendo a Aristóteles, los musulmanes y el mismo Santo Tomás, creen que no existe un ser humano hasta los cuarenta días de la cópula. Hoy se sabe que no es así.