En noviembre de 1995, Luis Alberto Spinetta presentó en el teatro Ópera (Buenos Aires) una serie de cinco exitosos recitales acompañado por su nueva banda «Los Socios del Desierto». Acaso allí se vio parte del Spinetta que se venía, el que arengaría a su público dos años después con una propuesta musical más agresiva que la de Pelusón of milk (1991) y la banda de sonido del film Fuego gris (1993). En esa ocasión, ya estaba terminado un nuevo trabajo: Spinetta y los Socios del Desierto. Sin embargo, desde ese noviembre hasta mayo de 1997 hubo algunos inconvenientes.
En principio, el CD era doble, dato negativo para las compañías discográficas porque dicen que es caro y no se vende fácilmente. Ya corría 1996, la obra estaba hecha, pero el disco no aparecía; Spinetta exigía que el trabajo saliera a la calle tal como lo había concebido, pero no coincidía con las propuestas de las distintas grabadoras. Por octubre de ese año, envió un fax a todos los medios para «aclarar las cosas», y se despachó en forma contundente contra los empresarios de la industria discográfica. Finalmente, el 6 de mayo último, el músico organizó una conferencia de prensa para anunciar la salida de su compacto, en formato doble y con estuche elaborado, pero sin desentenderse de lo que había sostenido en aquella carta.
Los dos compactos sorprenden. Hay temas donde la materia predominante es el rock, por momentos crudo, con guitarras distorsionadas que recuerdan la agresividad de Pescado Rabioso y algunos pasajes del virtuoso J. Hendrix. Sobresale una potente batería al frente y hay un aporte preciso del bajo. También suenan climas escuchados en ciertos trabajos de Invisible. En suma, una obra que aborda diferentes estilos: Spinetta transita por el rock eléctrico de «La luz te fue», tanto como por melodías más distendidas («Paraíso» o «Diana»). Nuevamente, la versatilidad es moneda corriente en estos CDs, y el trío se mueve de un extremo a otro con comodidad. Las letras, que constituyen todo un tema en la estética spinettiana, mantienen el lirismo de siempre, impecables. «Bosnia», que habla de la tragedia de ese pueblo, es un buen ejemplo: «donde el ángel baja sus brazos y llora…»; una imagen tan angustiante como el ambiente que transmite la melodía. Mucha música para descubrir y disfrutar lentamente, que convoca a los seguidores de años y también a aquellos que recién conocen su obra.
En octubre, el trío viajó a Miami donde grabó un unplugged para la señal de cable MTV, que luego llegaría al CD bajo el nombre de Estrelicia. El Flaco invitó a Carlos Mono Fontana (teclados) y Nico Cota (percusión) para la presentación. En estos recitales se acostumbra que los invitados interpreten sus clásicos, algo así como un revival de viejos éxitos en versiones nuevas, con un sonido acústico riguroso y arreglos al tono, especiales para la ocasión. Pero Spinetta desafió nuevamente: si bien cantó algunos temas conocidos como «La sed verdadera» (Artaud) o «Durazno sangrando», se despachó con varios nuevos. Si el objetivo era impactar, lo logró. Es que en ese puñado de canciones no hay aspectos monocordes; se combinan ritmos, se quiebran las melodías en busca de otras dentro de un mismo tema, y la poesía de sus letras tiene instantes tan simples como otros de difícil aprehensión. Luego presentó Estrelicia en el teatro Gran Rex (Buenos Aires) en tres funciones, donde ganó el respaldo del público y de la crítica especializada.
Así, Spinetta terminó uno de los años más prolíficos de su carrera, brillante, que mostró una vez más esa peculiar manera de entender el arte y de expresarlo. Es como si hubiera vuelto al palo, como si hubiera subido a una de las tantas locomotoras o trenes de los que habla en sus canciones.
Spinetta traspasa las barreras generacionales: sus fans de la primera época lo seguían por «Muchacha ojos de papel», «Tema de Pototo» o «Cementerio club», hoy los hijos de esos fanáticos quizá conocieron al hombre de voz finita en «Seguir viviendo sin tu amor» o «Cheques». Sea como fuere, unos y otros lo entienden y comparten la música de cada una de las épocas: lleva alrededor de tres décadas en este camino, más de 30 discos y una incontable cantidad de canciones.