¿Es posible hablar de un tema sin mencionarlo? Marcelo Céspedes y Carmen Guarini casi lo logran por completo, en este interesante y bastante risueño documental filmado en la sección Policiales del diario Crónica. Un poco ácidos, y abiertamente francos, sean periodistas, vigilantes o víctimas, los personajes aquí registrados muestran la locura cotidiana del país, que es, precisamente, el tema de fondo. Pero antes está el tema cordial, el tributo a esos periodistas anónimos.
En ningún momento se ve un jefe en su despecho, llamando al periodista estrella. Ni se ve un periodista estrella. Se ve la verdad, tipos que reman todo el día buscando y elaborando información. Uno negocia, presiona, y vuelve a negociar por teléfono para que la policía le pase los nombres de cuatro accidentados. Otro escribe los títulos para el diagramador, le sopla a un reportero joven, que está en otro teléfono, las preguntas adecuadas sobre un robo, y antes de que el muchacho cuelgue ya dimensionó la noticia y anticipa al diagramador un pequeño cambio. Otros se consultan por una palabra, escriben al toque. Alguien, ya para el cierre, llega del hospital anunciando que un apaleado todavía no murió, y, en oportunísimo movimiento de cámara, vemos el rostro de un veterano en la típica expresión no es noticia, habrá que llenar con otra cosa. Más allá, un coetáneo se lustra los timbos en plena redacción, los jóvenes usan las computadoras, y un viejo saca su fiel Olivetti.
También está la mujer que recibe a las que vienen al diario. Una busca un familiar perdido, otro clama contra el asesinato (sic) de sus perros, saca documentación celosamente guardada en una bolsa de supermercado, extiende su reclamo a los documentalistas (la gente aprovecha cualquier cámara), indica en qué fecha le conviene que salga la nota. Y están los que salen a la calle, para cubrir un velatorio, un accidente, lo del delincuente Sopapita, y deben traer la foto o los datos como sea, incluso teniéndole la vela al inefable jefe de seguridad de un hospital público, que es todo un hallazgo. Y por encima de todos, continuamente, como un latiguillo, está la voz que viene desde el fondo, reclamando más material…
A esta altura ya no es necesario decir quiénes son Marcelo Céspedes y Carmen Guarini, los autores de Hospital Borda: un llamado a la razón; Buenos Aires, crónicas villeras; Jaime de Nevares, último viaje, y tantos otros buenos trabajos, a los que han dedicado todo el tiempo y el metraje posibles. Apreciados internacionalmente, y solicitados desde el exterior, ellos buscan centrarse siempre en el espíritu de lo nacional. Así, aunque ésta sea una coproducción francesa, resulta entrañablemente nuestra, en los guiños, en los tangos, en la picardía, en la visión de la sociedad, y particularmente en el sentido del humor, directamente enganchado a la capacidad de indignación.
Coherente con su estilo, al que sólo cabe reprocharle la inclusión de alguien dando explicaciones a cámara, esta vez los documentalistas fueron más lejos. No sólo evitaron la nota armada, la trampita de un día en la vida de… y el falso clímax, convenciones a las que ya nos acostumbró el documental televisivo. Ellos, además, prefirieron aflojar la estructura, mostrar simplemente una sucesión de viñetas dispersas, casi en bruto, para así transmitir mejor la naturalidad de sus personajes, y dejar que sean éstos, a través de su actividad cotidiana, los que orienten hacia el tema. En suma, un material de interés tanto para quienes estudian sobre medios de comunicación, o sobre la violencia en Argentina, como para el público en general. Y, dicho sea de paso, aquellos son realmente unos personajes, con rostros, gestos y vocabulario mejores que los que pudieran verse en cualquier película de ficción. Porque también en esto, la realidad supera a la ficción.