Decenas de bolivianos y jujeños caminan por Uspallata, mientras un actor norteamericano, con saco de lana en pleno febrero, sale de la estación de trenes de La Plata. Maravillas del cine: en la pantalla, lo que vemos son tibetanos en su país, y un austríaco saliendo de Graz en 1939. Desgracias del cine: todo ese esfuerzo, para una película finalmente fallida. Del estupendo director de El oso y La guerra del fuego, cabía esperar algo más que una superficial ilustración sobre la cuestión tibetana según Hollywood, con tanto despliegue para tan poca sustancia. Esperemos a ver cómo será el Kundum de Martin Scorsese, pero hasta ahora, era mejor Horizontes perdidos, de Frank Capra…

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