Clorindo Testa (1923) presenta en la Galería Ruth Benzacar, en Buenos Aires, la exposición “Hacia un futuro mejor. Rumbo al tercer milenio”. Testa ha desarrollado de manera paralela a su profesión de arquitecto -Biblioteca Nacional, ex Banco de Londres, Buenos Aires Design Center y Paseo del Pilar, etc.- una labor como artista plástico, especialmente como pintor. Pero, como dijera la filósofa y crítica de arte Rosa M. Ravera, “Testa es un pintor, pero no más de caballete”.

 

Su muestra actual es la puesta en escena de una idea y de una manera de sentir. En las paredes laterales se despliegan pinturas, variaciones sobre un mismo personaje que podría ser él mismo. Predominan los grises. Cada uno lleva una leyenda: “Yo soy el primero” o “Yo soy el séptimo y esta es mi mascota”, y así sucesivamente hasta llegar al octavo. En el medio de la sala hay tres jaulas de madera sin pintar realizadas de manera precaria, cada una de las cuales contiene un perro de papel negro. La pared de fondo de la galería sostiene una sola obra -un cuadro muy pequeño de su etapa informalista, a comienzos de los años 60, en la que pintaba especialmente con grises- iluminada de modo puntual con un cartel al lado que señala la intención de toda la exposición. El artista formula allí una expresión de deseo: “atravesando el pequeño cuadrado gris se encuentra el futuro radiante hacia el cual todos se dirigen”.

 

Desde hace más de veinte años la factura de las obras de Testa tiene la apariencia de haber sido hecha rápidamente, como si la urgencia de decir interviniese de manera activa en la concepción del lenguaje artístico. El papel es uno de los soportes más utilizados, lo que contribuye a dar la sensación de desinterés en la permanencia y a desechar a ésta como valor.

 

En el proceso creativo Testa convoca varios elementos con un acentuado carácter vivencial. A menudo trae algún hecho histórico para relacionarlo con un acontecimiento del presente. Sin embargo, parece ser la inmediatez de la propia pulsión vital lo que terminará de conformar las imágenes. Es así como también lo autobiográfico se ha convertido en un ingrediente fundamental dentro de sus estrategias. Cierta vinculación con algún hecho de su infancia se hace evidente en el modo de metabolizar lo fáctico.

 

El artista afirma que en esta exposición está presente la idea de clonación, pero sería más bien su opinión sobre la clonación. Testa hace constantes observaciones sobre la realidad. Se compromete con ella, pero también la mira con ironía. Esto le otorga una característica que puede ser interpretada como distanciamiento, pero se trataría de una posición más profunda: hacer más liviana la densidad del acontecer cotidiano e histórico.

 

La obra de Testa revela un tipo muy personal de crítica y, a la vez, una aceptación del devenir sin trabas. Es decir, hay un trasfondo existencial: propone como actitud ser testigos de ciertos males de fin de milenio, pero también esperar un futuro radiante.

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