Suele decirse, con evidente gratuidad, que el jazz no ha producido nuevas ideas desde la aparición del free, allá por el ´60. En aquel momento Ornette Coleman, Don Cherry, Cecil Taylor habían pateado el tablero rompiendo con todos los parámetros musicales establecidos, desde una música completamente improvisada. Algunos analistas señalan el aporte realizado por Miles Davis, algo más tarde, incorporando la electrónica, así como rítmicas del funk, y el rock en menor medida.

 

Sin la espectacularidad ni el entorno que daba a aquellas experiencias características fuertemente sociales, los aportes posteriores han sido sin embargo notables: la sonoridad surgida alrededor del sello europeo ECM, desde fines de los ´70 y durante los ´80; y algunas experiencias actuales, enmarcadas en movidas menos evidentes, y más estrictamente musicales. El arribo a profundas conclusiones de las experiencias pasadas ha generado, aquí, nuevos recursos y procedimientos genuinos, visiones musicales particularísimas, hondamente expresivas y de sorprendente modernidad.

 

Steve Coleman

 

Llegado a New York en el ´78, Steve Coleman protagoniza experiencias musicales junto al baterista Doug Hammond, más esporádicamente junto a Sam Rivers, Thad Jones, inclusive Cecil Taylor. Después formaría parte del grupo del contrabajista Dave Holland.

 

Pero fue aquel baterista quien introdujo al joven Coleman en la mística del reencuentro con la identidad afro-americana y las experiencias vitales de la diáspora negra.

 

Más que un capricho ideológico, esta ascesis se concentró en la experimentación rítmica, allí donde la música africana ha arribado a conclusiones técnicamente comparables a las alcanzadas en occidente en la polifonía, en lo que se refiere a la combinación melódica, a las evolucionadas modulaciones wagnerianas o el mismo dodecafonismo en el aspecto tonal o a las sutilezas debussyanas en el plano del espacio y la percepción.

 

A inicios de los ´80 Steve Coleman es un particular instrumentista que, además de ser brillante, expone una manera de frasear más ligada a la rítmica del rapeo que a la del Be-bop. Por el momento lo suyo es una zona de experimentación en el seno de las bandas donde colabora.

 

Más tarde Coleman colectiviza esta visión en una agrupación de músicos negros llamada M Base y en su banda Five Elements.

 

“Las exploraciones de Five Elements se concentran en el desarrollo de una base rítmica distintiva sobre la cual se construyen las estructuras musicales de la banda.” (Steve Coleman).

 

Coleman exhibe respeto y elaboración de las experiencia de los grandes maestros del jazz, así con el aporte de un neo-funk y especialmente de su personal aproximación a lo africano.

 

Resulta una música de contacto inmediato, de rítmica potente, siempre irregular e inesperada. Todos los golpes parecen caer en el aire, los elementos básicos del ritmo permanecen implícitos tras la superposición de síncopas e instintivos ataques exactos en los lugares menos previstos y de mayor y natural efecto.

 

La banda de Coleman se toma su tiempo, reitera motivos de manera minimal (nótese que la experiencia minimal se basa en la música africana) generando estados de trance emparentables a los de las grandes agrupaciones de percusiones africanas. Melódicamente se desarrolla básicamente el pentafonismo del mismo origen, con el aporte de lo modal y de conclusiones a las que se llega a bordes del 2000, pero sin tocar lo atonal.

 

Coleman graba en el sello JMT, del alemán Stefan Winter (protagonista fundamental del nuevo jazz de los ´90), pasando por su agrupación el baterista Marvin Smitty Smith, la pianista Geri Allen y la cantante Cassandra Wilson, entre otros, por entonces desconocidos talentos y hoy estrellas del jazz americano.

 

“En los años ´80 escuché hablar de Five Elements, le propuse grabar a Steve Coleman, y el primer álbum de JMT fue el primero de Steve: Montherland pulse. Lo que me interesó de inmediato es que él tiene un concepto bien propio. Cuando escuchás sus discos lo reconocés de inmediato, es identificable desde los primeros segundos.” (Stefan Winter director del sello Winter and Winter, ex JMT).

 

La propuesta de Coleman alcanza una adhesión importante, graba después en sellos más grandes y genera dos agrupaciones más: Mystic Rhythm Society y Metrics. La primera se adentra en experiencias esotéricas y místicas junto a percusionistas (últimamente cubanos) y un cantante árabe. La segunda hace rap purista, donde la exploración tiene que ver con las profundidades de la etnia negra habitante de la costa Este norteamericana (New York, Philadelphia, Washington).

 

“Esta música representa el viaje de nuestra gente, del pueblo africano, su existencia, su música.” (Steve Coleman).

 

“Los músicos de Five Elements cambian constantemente, este grupo nació del deseo de tocar una música creativa, sin restricciones, utilizando el espectro de influencias de las músicas de los grandes improvisadores, compositores e inventores del pasado. Esta música no es jazz, ni funk o Hip Hop: es mi vida y la de otros músicos. Representa una parte de la sonoridad de nuestro pueblo. Desde el comienzo fui influenciado por este sonido. Cuando la escuchen, abran su espíritu y su corazón y escucharán nuestras experiencias, filtradas a través de las suyas. Nosotros esperamos que ustedes puedan encontrarnos. Esta música es para todo el mundo.” (Steve Coleman).

 

John Zorn

 

Músico indefinible, Zorn parece fundamentarse en los dos grandes aportes de la improvisación generados en occidente: el del jazz, especialmente en su visión free, y el de la música aleatoria, con evidente recurrencia a conceptos y propuestas de John Cage.

 

La producción de este saxofonista que se ha convertido en objeto de culto de las vanguardias no académicas es tan abundante como, en ocasiones, imposible de rastrear.

 

De manera paralela a sus esperadas ediciones continuamente circulan registros de múltiples experiencias donde Zorn exhibe su imperturbable intransigencia creativa.

 

En Cobra Zorn dirige a grupos de músicos unidos especialmente para la ocasión a través de mensajes escritos en una tarjeta. Allí se sugieren ideas que deben ser desarrolladas desde la creación aleatoria. En este puzzle del tiempo real se yuxtaponen cierta organización formal ideada por Zorn desde los cartones y un amplísimo margen de ingobernabilidad del asunto, que lo hace inmensamente atractivo.

 

En obras como Kristallnacht, Elegy o Leng Tch´e Zorn contrapone recursos de diferentes lenguajes así como el uso de música concreta, a través de la utilización del ruido, manejados en combinaciones y desarrollos variables según las necesidades expresivas. La primera obra es un desgarrador manifiesto contra el nazismo, la segunda un homenaje al escritor Jean Genet y la última una posible descripción apocalíptica.

 

Naked City fue seguramente la gran banda estable de John Zorn, acompañado por un irreconocible y virulento Bill Frisell en guitarra, así como por el baterista Joey Baron, Fred Frith en bajo, Wayne Horwitz en teclados y el cantante-contorsionista Yamatsuka Eye. Además de Leng Tch´e, Naked City produce seis trabajos más. Simplemente una de las bandas más fantásticas de las que haya registro fonográfico. Naked City va de un collage frenético e irónico de estilos irreconciliables, con bordes kitsch en su primer trabajo, a un homenaje experimental al simbolismo, pasando por respetuosas interpretaciones de Debussy, De Lassus y Messiaen en Grand Guignol, donde se presenta una serie de 31 composiciones de no más de un minuto de duración en las cuales Zorn se vale de la prolijidad casi genial de la técnica de composición, y de interpretación, en los integrantes de la banda, para producir una obra esencialmente protagonizada por el terror y el dolor.

 

En Pain Killer Zorn se une a músicos trash desarrollando esta veta expresiva en un ámbito más rockero. Masada lo muestra trabajando una particular visión del Klezmer, música de la diáspora judía. En los dos News for Lulú Zorn, junto a Frisell y el trombonista George Lewis, homenajea al jazz tradicional, algo que realiza junto a Tim Berne y otros amigos neoyorquinos en Spy vs. Spy interpretando temas de Ornette Coleman en un ámbito de creatividad extrema, pero ya en dinámicas free.

 

La música creada en tiempo real, es decir completamente improvisada, lo muestra a dúo junto al talentoso explorador de la guitarra que es el inglés Fred Frith (cadenas, arroz, latas, baquetas o radios intervienen en la ejecución de su instrumento) y el trío Harras con quien fuera el maestro de Frith, el mítico Derek Bailey. Estos trabajos se mueven en el ámbito de la exploración, especialmente tímbrica y mayormente atonal.

 

Zorn es un impresionante generador de situaciones sonoras, admirador confeso de los primeros compositores de música para dibujos animados ante todo (vale la pena escuchar sus “Spillane” y “Filmworks” donde se exhibe su talento como musicalizador cinematográfico) que hurga tanto en técnicas como en zonas de lo humano donde lo aleatorio y lúdico se muestran casi de forma esquizofrénica emparentados al terror y al miedo, donde lo frágil y bello convive de manera insospechadamente vecina con todo aquello que quisiéramos desterrar de nuestra memoria y futuro.

 

Tim Berne

 

Antes del encuentro con Stefan Winter y su sello JMT Berne ya había editado discos de excepción, un trabajo a dúo junto a Bill Frisell, varios como líder en su propio sello Empire, y una memorable participación en Five Chord Stud, el último disco en la carrera del también saxo alto y compositor Julius Hemphill.

 

Hemphill fue uno de los enormes pilares de nuevo jazz americano. Uno de los primeros en procesar la experiencia del free y trabajar con extraordinario talento, en varias agrupaciones, como un dúo junto al cellista Abdul Wadud, el World Saxophone Quartet, su Big Band o su sexteto de saxos en el que el ya débil Hemphill dirige a Berne como su propio reemplazante en la posibilidad de combinar lo compuesto y lo improvisado.

 

“Teniendo en cuenta que los mejores vientistas tienden a internalizar el bajo y la batería ¿por qué debe una sección rítmica ser siempre necesaria? Y teniendo en cuenta que los mejores compositores de jazz parecen escribir improvisaciones en el papel, mientras los mejores improvisadores producen composiciones espontáneas, ¿por qué no podría una banda seguir una improvisación total con una pieza escrita de principio a fin? O más aún, tal vez, ¿por qué no pueden, una composición y una improvisación, ocurrir simultáneamente?” (Francis Davis, comentario del disco Five Chord Stud).

 

Berne profundiza esta experiencia obteniendo resultados que lo ubican simplemente como uno de los grandes creadores en la historia del género.

 

“Yo había escuchado los discos que Tim había producido para su sello Empire. Y la primera vez que fui a New York partí en su búsqueda, él era vendedor en Tower Records. Es un gran compositor, que sabe elegir los músicos para crear su universo (…) forma siempre verdaderos grupos (…), él tiene el arte y la manera de compartir sus ideas con los otros músicos.” (Stefan Winter).

 

Berne edita en JMT dos discos en un trío con cello y batería llamado Miniature y unos siete trabajos más con grupos que van del quinteto al septeto (Factured Fairy Tales, Caos Totale, Bloodcount) así como aportes a trabajos a músicos como el cellista Hank Roberts o el trompetista Herb Robertson.

 

Aquí Berne desarrolla su idea compositiva, en temas que oscilan entre los 17 y los 51 minutos de duración.

 

Zonas absolutamente improvisadas, en los aspectos más ricas y variados, se yuxtaponen a zonas compuestas. Las primeras desarrollan cuestiones melódicas, tonales (pasando por el serialismo inclusive), rítmicas y tímbricas en formaciones variadas, partiendo al grupo en dúos, tríos o en ocasionales tuttis donde las funciones se trastocan y combinan logrando resultados sorprendentes. Lo compuesto interviene ya sea como punto de llegada de largos desarrollos espontáneos, u ocasionalmente como puntos de partida, o simplemente convive con lo aleatorio generando texturas, en capas de riquísima variedad sensorial y expresiva.

 

Más allá de la idea, impresionan los resultados. Es música que no podría ser interpretada más que por quien está allí, ya no sólo desarrollando un tema, forma de la que se ha alimentado todo el jazz, sino como co-compositores, co-constructores de ideas colectivas.

 

Lo compuesto en Berne está tal talentosamente emparentado con lo improvisado, y a su vez los desarrollos formales, del nivel de los grandes creadores sinfónicos, son tan afines a uno como a otro lenguaje, que se tiene la sensación de hallarse en un punto de elaboración creativa único, de enormes experiencias sonoras.

 

Lo sinfónico, el bop, el free, lo expresionista, lo impresionista, lo experimental, lo modal, los grandes trabajos de cámara.

 

Sin pretensiones de acercarse a otros lenguajes, sin virtuosismos, efectismos o golpes bajos, en una permanente lucidez artística dirigida a un único punto, trabajado exhaustivamente.

 

La música de Berne se desarrolla con una lentitud que puede desorientar al melómano desprevenido, con una parsimonia que es sin embargo el único vehículo posible para desarrollos que permiten acceder a puntos de tránsito o clímax con naturalidad y solvencia.

 

Los últimos trabajos de Berne lo muestran en un disco triple con Bloodcount como cuarteto, más el trío Big Satán junto al talentoso guitarrista Marc Ducret y un trío de música improvisada llamado Paraphrase.

 

De acceso menos efectista que John Zorn, menos seductor que Steve Coleman, Berne logra generar un ámbito de abstracción que parece destinarlo al raro privilegio del bajo perfil, tan meditativo y sereno como su enorme y cauta figura.

 

 

  


Discografía selecta

 

Steve Coleman:

   Motherland Pulse (JMT. 1985).

  Rhythm People (RCA Novus. BMG. 1990).

  Triplicate (Dave Holland. ECM. 1988).

  Drop Kick (RCA Novus. BMG. 1992).

  The Tao of Mad Phat. Fringe Zones (RCA Novus. BMG. 1993)

  Steve Coleman and the Mystic Rhythm Society “Myths, modes and means”.

  S.C. and the Metrics “The Way of the Cipher”.

  Curves of Life (RCA Novus. BMG. 1995).

 

John Zorn:

  Cobra (Hat Art, 1985)

  News for Lulú (Hat Art 1987).

  Spy vs. Spy (Elektra. 1988).

  More News for Lulú (Hat Art. 1989).

  Naked City (Elektra Nonesuch. 1989).

  Torture Garden (Toy´s Factory. Earache. 1989).

  Heretic (Avant. 1992).

  Grand Guignol (Avant. 1992).

  Buried Secrets (Toy´s Factory. 1993).

  Elegy (Eva. 1992)

  Leng Tch´e (Toy´s Factory. 1993).

  Masada (Knitting Factory Works. 1993).

   Kristallnacht (Eva. 1993).

  Absinthe (Avant. 1993).

  The Art of Memory (Incus. 1994).

 

Tim Berne:

   Theoretically (Minor Music. 1986).

  Factured Fairy Tales (JMT. 1989).

  You Can´t Put Your Finger on It (JMT. 1991).

  Five Chord Stud (Julius Hemphill). (Black Saint. 1993).

   Diminutive Mysteries (JMT. 1993).

  Nice View (JMT. 1994).

  Lowlife (JMT. 1995).

  Poisoned Minds (JMT. 1995).

  Memory Select (JMT. 1996).

  Big Satán (Winter and Winter. 1997).

   Bloodcount Unwound (Screwgun. 1997).

 

 

  


Algunas fuentes

 

Revista Jazz Magazine, nº 453 (Francia).

Revista Down Beat, volumen 63, nº 1 (EE.UU.) .

Revista Esculpiendo milagros, nº 6, artículo de Claudio Koremblit. (Argentina).

  Concierto de Tim Berne-Bloodcount. Montrevil, Francia, 15/6/97.

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