Al enviar a CRITERIO estos fragmentos de un antiguo diario, escoliasta de mí mismo, quiero precisar algunos puntos.

 

Durante fines de abril y la primera mitad del mes de mayo de 1968 asistí, en París y en la sede del organismo internacional, a una reunión de consulta colectiva de secretarios de comisiones nacionales de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Fui en mi carácter de secretario permanente de la Comisión Nacional Argentina para la Unesco (Conaplu), cargo que ocupaba por aquel entonces. Tales fueron mi ocupación y mi preocupación más absorbentes durante esos días. Mi diario así lo refleja, pero esas notas tienen, en su mayor parte, un aspecto técnico carente de interés para el lector y, por razones obvias, no aparecen en lo que aquí se transcribe.

 

Muchas otras notas se refieren a los encuentros con viejos amigos, a incursiones por el mundo cultural y a las personas que quise y debí conocer y tratar durante el transcurso de poco más de veinte días. Tampoco era pertinente transcribirlas. Sin proponérmelo en aquel momento, muchas observaciones acotarían históricamente aquellas breves e intensas jornadas.

 

El movimiento estudiantil irrumpió en el contexto en que me movía y mi visión de aquellos acontecimientos es la de un testigo ocular que presencia algo desde un margen muy ajeno, ocupado e interesado en otros temas, pero que no puede sustraerse tampoco al asombro que aquello le produce.

 

He desglosado lo que me pareció que podía tener el significado de un testimonio, conservando, de paso, algunas observaciones que lo enmarcan histórica y culturalmente.

 

Hubiese sido anacrónico y estólido de mi parte modificar lo escrito hace treinta años, para elaborar una interpretación, a la luz de todo lo sucedido después y de la innumerable bibliografía académica y periodística que se ha ido acumulando en estas décadas. No soy tampoco un sociólogo, ni un politicólogo. Tampoco podría escribir sobre lo que entonces me admiró y conmovió, con palabras de displicente condescendencia, como tanto zahorí a posteriori lo hizo y sigue haciéndolo. Por respeto a mí mismo y por respeto a aquellos entusiastas de hace tres décadas. Algo, creo, de todo aquello, permanece de un modo profético y se proyecta sobre el presente. El haber dicho no –quizás de manera confusa, aproximada– a un mundo que merecía ser rechazado.

 

 

 

Buenos Aires

 

viernes 29 de marzo

– Hoy llegó copia de la nota oficial de la Unesco, en la que me invitan para asistir en París a una reunión de consulta de los secretarios de Comisiones Nacionales. Preparé el proyecto de decreto que me autoriza a salir del país y me “otorga misión oficial”.

 

jueves 4 de abril

– Viet-Nam. Los Estados Unidos aceptan las propuestas de Hanoi. Nos habíamos acostumbrado a todo ese horror. La muerte atroz, allá, en una llaga siempre abierta. Y el convencimiento, que crece en el mundo, de que estas cosas no deben ser, nunca más. El coloso nos muestra las imperceptibles fisuras que quizá nunca creímos que podríamos presenciar.

 

viernes 5 de abril

– Hoy, a la mañana, entrevista con Dell´Oro Maini. Me escucha, me da consejos. Me dice que no presente mi plan de reforma de la Comisión Nacional para la Unesco hasta volver de París. Va a dejar a su hijo abandonado. Diga que tendrá que volcar ahí la experiencia de lo que reciba y vea en Europa.

– Tremenda noticia. Asesinaron a Luther King. Otra vez la ceguera. Eso mismo, en distinta medida, se da entre nosotros. Qué difícil salir de los propios odios, de las limitaciones que asfixian.

Otro no-violento que muere, por el peso del odio, de la violencia. No puede uno ser ajeno a la tristeza de este día, de veras aciago.

Él murió por su causa, por haber dado su testimonio de hombre pacífico. Los que lo mataron, ¡cuánto veneno tendrán en sus corazones! ¡Qué peso! ¡Qué necesidad de liberarse sentirán, sin saberlo!

 

sábado 6 de abril

– A mí, la estéril pelea politiquera de la función pública, aquí, hoy, me consume las energías que podría utilizar en mi trabajo específico de funcionario. Y si eso se da a mi nivel, mucho peor ha de ser más arriba. Se pelea para obtener y conservar los presupuestos desde los que habría que partir para trabajar. Quiere decir que el trabajo real apenas si es rozado en la actividad diaria.

 

miércoles 24 de abril

– En vuelo a París.

Muchas angustias en los días pasados. Complicaciones y disgustos en la Comisión para la Unesco.

Domine, in manus tuas.

 

París

 

viernes 26 de abril

– Llegué ayer. Los castaños en flor. Caminé por el Champs de Mars. Caminé junto al Sena, hasta que llegué al puente de la Concorde. Lejos, Notre Dame.

Después la Delegación Argentina ante la Unesco. Me dieron un despacho. Mientras hablaba con Ramón Avellaneda, apareció Carlos Mujica.

Con Carlos fuimos a escuchar a Helder Cámara. Había una muchedumbre delante de la Mutualité. Mayoría de gente joven, de aquí y de todas partes. Numerosos los sacerdotes y las religiosas. En todas las caras, interés.

Helder Cámara, un carismático. Habló de la violencia. Y habló, también, con humor. Violencia según él, ejercen los países desarrollados, capitalistas y socialistas. Tienen, también, ellos, que reformar sus estructuras y comprender, frente a los países subdesarrollados –no usó el eufemismo “en vías de desarrollo”– que no tiene que haber ayuda, sino justicia. Habló de las víctimas que ha hecho la violencia. Los nombró: Camilo Torres, Che Guevara, Luther King. Hubo un largo aplauso.

Me sentí conectado con un mundo vivo. Y sentí, otra vez, la confianza que da compartir una responsabilidad que es de todos.

Dejé la Mutualité. Caminé por rue de Bernardins hasta el puente de l´Archeveché y vi Notre Dame, oscura y blanca. Los santos, los reyes, los leones rampantes de las gárgolas. Caminé en torno, casi sin mirarla de tanto mirarla. Pensé que, como a la música, hay que oírla, escucharla.

Subí por Saint Michel hasta el Luxembourg. Pasé por la Sorbonne.

Tomé una cerveza y comí un sandwich, en una baguette. Pensaba en el color de los árboles, a la tarde. Color intenso y tenue.

Volví al hotel. Dormí mucho.

Hoy, larga conversación con Ramón Avellaneda. Me habló con admiración, cariño y respeto del Che.

 

sábado 27 de abril

– Ayer, después de todas las entrevistas –D´Arcy Hayman, Fau, Vlad, etc., etc.– fui hasta lo de Damián Bayón… Salimos en su coche…

– Cambié de hotel. Vivo ahora en rue Bonaparte, a un paso de Saint Germain. Fui a misa allí esta mañana.

El Louvre…

A la tarde, una clase de Francastel, en un hotel de la rue de Varenne…

 

domingo 28 de abril

– Hoy, misa en Saint Severin. Fue incorporarse a una cultura, en la que vive una tradición…

– Después, Damián Bayón, Angelina Camicia, Pastrana. Fuimos a Vaux-le-Vicomte…

– Admiro la libertad de esta ciudad.

– Notre Dame. Un concierto de órgano. Mucha gente. Chicas y muchachos. Los mismos que veo por Saint Germain ahora allí. Sentí un gran respeto por ellos.

– Ayer, visita a la fraternidad de los Hermanitos de Jesús. Un patio interior. Una capilla, mínima. Dos hermanitos en adoración.

– Saint Julien le Pauvre.

– Mañana empieza la reunión de la Unesco.

 

jueves 2 de mayo

– En Notre Dame, en medio de la gente de París, asistí a la entrada del nuevo arzobispo a su catedral. Oí, bajo aquellas bóvedas, la carta del Papa, obispo de Roma, al obispo de esta ciudad. Luego, el obispo, monseñor François Marty dijo: Aimer, c´est partager, son coeur, ses biens, sa vie; c´est ce partage que je vous demande d´accepter et de me rendre.

 

viernes 3 de mayo

– Reuniones en la Unesco.

Cuando el delegado de Somalía, Musa H.I. Galaal, habla, todos nos miramos con paciencia. Pero… él trae la presencia de un mundo inverosímil para nosotros, pero que es contemporáneo, aunque nos cueste creerlo.

Se está hablando, ahora, de comunicaciones vía satélites. Y él pregunta qué pasará con la comunicación que, en algunos países de África se sigue haciendo por medio de tambores y fogatas… El neolítico está ahí, del otro lado de estas mesas.

– Al salir del metro, en la estación Mabillón, ante un quiosco de diarios, veo caras en las que se refleja algo. Miran, leen. Son caras muy distintas. Africanos, asiáticos, burgueses de París. Miro también yo. Un ejemplar de France-Soir, con un enorme titular: Hanoi acepte Paris. La historia sigue pasando por esta ciudad. Hanoi acepta que las conversaciones sobre la paz se inicien en París.

 

sábado 4 de mayo

– Con Mendoza, secretario de la Comisión Cubana para la Unesco, y un amigo suyo, hablamos largo rato en un café cerca de Saint Germain. Despliegan con fervor y entusiasmo la visión de su país. Son alegres, optimistas, sinceros y conmueven.

Almuerzo en un pequeño restaurante de rue Mazarin. La patronne habla gentilmente con sus clientes. Se habla primero de un perro, muy cachorro, que está allí presente, con nosotros. Después, alguien habla de lo que está sucediendo con los estudiantes, en Nanterre… No comprendo bien a lo que se refieren…

 

martes 7 de mayo

– Anoche al regresar de Place de Fontenoy al hotel, ni bien bajé en la estación Mabillón sentí el ardor en los ojos provocado por los gases lacrimógenos. Y pronto vimos, en la calle, caras llorosas. También nosotros –acompañaba a Beatriz Pereda, de Uruguay–, empezamos a llorar.

Después de algunas vueltas, para evitar a los manifestantes, pude dejar a Beatriz Pereda en su hotel. Vi vidrios rotos, adoquines arrancados del pavimento. La agitación se produjo en todo el Quartier Latin, a causa de la clausura de la Facultad de Letras.

Los policías formaban grupos compactos en las esquinas.

Detrás de todo eso sé que hay una voluntad de cambio extraña. Los comunistas hacen declaraciones en contra de la revuelta estudiantil. Sé que hay, a pesar de esas declaraciones, dirigentes maoístas, trotzkistas. Se trataría de una ultra izquierda, ¿más allá del PC? De todos modos la situación es difícil de comprender.

– Durante la reunión de esta mañana, Pham-Van-Thuât, secretario general de la Comisión Nacional de la República de Viet-Nam para la Unesco, al hablar con referencia a la conservación y puesta al día de las bibliotecas y los archivos y planteando los problemas de su área, dijo que en su país todo se hace más arduo, a causa de «que hay una guerra que es larga y cuya paz se desea alcanzar pronto». Las caras de los concurrentes siguieron inexpresivas, como parece exigirlo la presencia de todos dentro del ámbito del organismo internacional. Pero algo había atravesado la sala de reuniones. Sin duda son éstas cosas las que le dan un sentido más profundo a esta «consulta colectiva de secretarios de comisiones nacionales».

 

miércoles 8 de mayo

– Esta madrugada me despertaron gritos y estampidos. En rue Bonaparte y Boul. Saint Germain seguían las grescas.

– Por la noche en la sala grande de la Unesco, empezó el coloquio sobre Marx. Representaciones de gentes de todas partes, pero la dimensión que es mundial, no deja, en alguna medida, de ser casera. Lo que importa es que en un foro como ese se considere a Marx como un aporte del hombre al hombre. Raymond Aron habló con ironía y agudeza.

Luego de comer en un restaurant, rue de Lonchamp, con Damián Bayón, que me ilustra sobre la situación universitaria, vamos hasta su casa y en la televisión vemos caras, admirablemente enfocadas, de chicas y muchachos estudiantes que juzgan la situación actual. Son inteligentes, agudos, rigurosos. Damián me dice: Esto lo ve también mi concierge.

– Visita a Julien Green.

 

viernes 10 mayo

– “Andromaque”, en la sala Richelieu.

 

sábado 11 de mayo

– Esta madrugada –ya me lo dijo la mucama que me trajo el desayuno y me lo señaló en el Figaro– hubo nuevos choques de estudiantes con la policía. Anoche, al volver, me encontré con una larga fila de coches policiales frente al Deux Magots y al Flore.

Le Monde habla hoy del movimiento estudiantil reformista que empezó en Córdoba en 1918. Presenta aquello como un antecedente de lo que está sucediendo en París ahora.

Ayer, Mme. Jacqueline Katlama, secretaria adjunta de la Comisión Nacional Francesa para la Unesco, me decía que el movimiento más fuerte ha nacido en las Facultades de Letras, que todavía no han sido reformadas. Según ella hay algo más profundo. No se arregla la situación con la frase tajante o la palabra paternalista: Son grupos de agitadores. No. Es todo ese mundo de los jóvenes, que queda del otro lado. Que nos resulta incomprensible. Que tampoco nos entiende a nosotros. Buscan algo, piden muchísimo. Algo, desde dentro de ellos, los mueve.

– En Saint Germain-l´Auxerrois, sobre uno de los atriles, donde se colocan los textos dominicales de la misa, hay manifiestos de los estudiantes.

 

domingo 12 de mayo

– Illiers-Combrai-Proust.

 

martes 14 de mayo

– Ayer, día agotador. Asistí a una reunión del Consejo Ejecutivo. Muchas entrevistas.

Damián pasó a buscarme. Bois de Boulogne, Angelina C. Comida en un restaurant encontrado a pesar de la huelga general. Por la mañana no hubo quien cobrara en el metro, que siguió funcionando.

La gran manifestación de estudiantes marchaba por las calles de País.

– Fin de partie de Becket.

Después del teatro, vamos a la Sorbonne, ocupada por los estudiantes. Pasteur tiene una flor roja en la solapa. En el patio varias orquestas tocan en medio de una muchedumbre creciente.

En los distintos anfiteatros se discute, se dialoga. Después de haber desempedrado las calles y haber combatido a la policía, estos estudiantes discuten, con rigor, sus problemas.

A un melenudo, con collar, que brama despropósitos, lo dejan hablar, lo escuchan y luego, otro, a su vez, tranquilo, sin levantar la voz, lo desbarata con una precisión lógica, que subrayan aplausos cálidos. Es una impresionante experiencia.

Las calles rebalsan gentes. Los patios, corredores y aulas son un hormiguero. Hay estudiantes sentados en las ventanas y en las estatuas. Hablan entre sí.

Por allí, en medio de una discusión de tono académico, alguien llega, pide la palabra y dice que se necesitan voluntarios para detener el avance de los Occident, agrupación nazista que marcha hacia no sé dónde. Cincuenta manos se levantan en silencio. Los interesados salen. La asamblea continua. Me asombran. Me asombran las caras inteligentes, me asombra la dialéctica que manejan, me asombra el fenómeno cultural que presencio.

Damián, que escudriña todo esto, me dice: Lo que pasa es que pertenecen a una cultura.

Mientras tanto, en el Majestic, han empezado a reunirse los delegados de los USA y del Viet-Cong.

 

jueves 16 de mayo

– Anoche, luego de un día agotador, salí a comer con Pancho Pastrana. Teníamos pensado, después de comer, ir al Odeon, a ver no sé qué cosa de ballet americano. Preferí ir hasta la Sorbonne. A primera vista, se observa lo mismo que en días pasados. Una chica descansaba en brazos de Victor Hugo. Banderas rojas y negras colgaban de las ventanas. Había también grandes retratos de Mao, de Fidel Castro y del Che Guevara.

Los frescos de P. de Chavanne estaban cubiertos por enormes papeles, donde se veían unas especies de collages y escritos varios, algunas frases de crítica sangrienta.

Por entre medio de la muchedumbre compacta nos abrimos paso hasta el anfiteatro colmado, donde se estaba desarrollando la asamblea general. La sala, en penumbra y humo. El estrado, sí, estaba iluminado con grandes focos. Era un ir y venir, un ajetreo de gente apresurada, cabildeos por todas partes, colores abigarrados. De entre los que estaban sentados en el suelo, frente al estrado, ocupado por un grupo de dirigentes, se levantó un muchacho bajo, pelirrojo, seguro. Era Daniel Cohn-Bendit.

Subió al estrado. Dijo, con economía de palabras, que el movimiento de autonomía no debía politizarse y fue señalando, paso a paso, lo que debería ser la revolución: cambio de la enseñanza en todas sus esferas.

Es un dirigente nato. No levanta la voz. Es seguro, simpático, preciso. Dijo que debían trabajar, para dar soluciones y no ser un espectáculo para ser mirado por un público.

La asamblea se levantó. Salimos otra vez a la calle. Había orden. Nadie se atropellaba. Nadie gritó nada. Al llegar cerca del Odeon vimos gente arremolinada, carteles, banderas rojas. Parecía –alguien nos lo dijo– que los estudiantes habían tomado el teatro. “La revolución cultural también entró allí”, nos informó un entusiasta. Un cartel, sobre las puertas de la fachada decía: Fermé pour le publique bourgeois.

Entramos, como pudimos. Allí todo parecía más desordenado. El escenario estaba colmado de gente que discutía. Plateas, palcos y corredores hormigueaban con un público que vociferaba, bajo luces enceguecedoras.

Con Pancho nos instalamos en un palco todavía vacío. Se esperaba que de un momento a otro llegase Jean Louis Barrault. Nos dijimos que esto era muy diferente de lo que habíamos visto poco antes en la Sorbonne. Esta es una asamblea de voyous… me dijo Pancho Pastrana. Preferí irme, dado lo que estoy haciendo en París. La calle seguía con sus grupos de discutidores. En el BulMich dirigía el tráfico un estudiante.

– Hoy, los obreros de Peugeot se han declarado en huelga. No admitieron que se les uniera una delegación de estudiantes, que intentó entrar a la fábrica.

– Mucha policía en torno a la Tour Eiffel, a la TV, a la Unesco, a la Opera, al Louvre.

– El primer ministro Pompidou, en ausencia del general de Gaulle, que está en Rumania, ha hecho un breve y cortante llamado de atención a quienes “quieren destruir la República”.

Angelina Camicia, Damián B., Pancho Pastrana y yo escuchamos, comentamos.

Con Angelina y Pancho, volvemos al Quartier Latin, donde la discusión continúa.

– Durante todos estos días he visto algo curioso. Las vidrieras de Ted Lapidus, sobre rue Bonaparte y Saint-Germain, aparecían rotas a la noche, para volver a estar repuestas por la mañana. Eso se ha repetido por lo menos cuatro o cinco veces.

 

sábado 18 de mayo

– Me voy. O por lo menos espero y creo poder irme. Estoy en Orly. Todavía no sé si el avión para Turín saldrá o no, a las nueve de la noche. Será uno de los últimos en dejar París.

Como otras veces, al irme, súbita nostalgia. Nostalgia de un sitio por donde la historia no cesa de fluir. Nostalgia de la presencia y la busca de algo difícil de ser encontrado, confuso, arduo. Nostalgia de una explicación que me diga dónde estamos nosotros, dónde ellos. Sí, la Commune etudiante… ¿Y los obreros que ocupan Renault y exigen a los estudiantes que marchan en manifestación hacia la fábrica, que no lleguen, ni entren, para deslindar opciones y fines, para mantener la propia independencia? Nostalgia de una ejercida actitud crítica, inteligente hasta el extremo. Nostalgia, sí, del ejercicio de la inteligencia. Nostalgia de esto, en cuanto se presencia y se participa la historia de hoy.

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