Vivimos en Neuquén (Capital), tenemos cuarenta años de casados y siempre hemos participado en movimientos familiares de Iglesia; actualmente integramos el Secretariado Diocesano para la Familia.
Neuquén es una de las ciudades de mayor crecimiento en el país. En 1970 tenía 30.000 habitantes y hoy cuenta con más de 200.000. Su población está integrada predominantemente por parejas jóvenes, que han buscado en esta zona de desarrollo económico una vida nueva y un mayor bienestar. Estas familias desarraigadas, sin ámbitos familiares de contención, han hecho de Neu-quén una ciudad donde abundan los divorcios, las separaciones y las uniones de hecho.
Ante esta realidad, en la parroquia en la que trabajamos, decidimos llevar adelante las Jornadas de reflexión cristiana y convivencia para las parejas de divorciados vueltos a casar en segunda unión.
Tomamos como base cuadernillos de jornadas similares del Movimiento Familiar Cristiano y, siguiendo la metodología de los Encuentros Conyugales del padre Calvo, después de un prolongado período de preparación y análisis desde el punto de vista sociológico, teológico y moral, nos propusimos realizarlas.
Formó parte del equipo ani-mador, un matrimonio de divorciados vueltos a casar, que habían realizado un largo camino personal de reencuentro con Dios desde esa situación y habían logrado su aceptación e inserción en la Iglesia, de la que eran en ese momento responsables de la catequesis diocesana.
Al presentarse los matrimonios y responder a la pregunta: ¿Qué esperan de esta Jornada?, advertimos que no había en su corazón resentimiento o rebeldía hacia la Iglesia por el rechazo o la imposibilidad de recibir los sacramentos, sino un gran dolor por la discriminación (de los otros y de ellos mismos).
Durante la Jornada estuvo presente el Obispo diocesano, quien al dirigirse a ellos dijo, entre otras cosas, que la Iglesia no sólo no los rechazaba sino que los aceptaba como hijos sufrientes y queridos de Dios; precisamente por ese sufrimiento y por la pobreza que padecían, e invitó a las parejas, a que pusieran en común qué es lo que sentían o qué era lo que tenían que decir.
Una de las señoras dijo: Yo me casé y tuve dos hijas, una de ellas discapacitada. Mi esposo no pudo soportar el dolor de esta hija y nos abandonó a las tres. En la vida y sin esperarlo, encontré a Juan (el nombre no importa), quien no sólo me aceptó a mí, sino también a mis dos hijas, a quienes ama y cuida.
A mi hija discapacitada, cuando la ven por la calle, se acercan, le dicen ‘pobrecita’, le hacen una caricia, pero siguen de largo. La discriminan. Yo siempre participé en la vida de la iglesia, pero después de mi divorcio, cuando me separé y me volví a casar, me quedaba en el fondo del templo, porque me sentía discriminada. Porque, igual que a mi hija, sentía que mi Padre, a la hora de comer, me echaba afuera, me dejaba debajo de la mesa.
Esto, dicho con profundo dolor y sin resentimiento, hizo que nadie, ni siquiera el propio Obispo, pudiera evitar que se le cayeran unas lágrimas. Fue el relato de un corazón sufriente, que nos hizo comprender el dolor profundo del divorciado vuelto a casar. Porque nadie se casa para separarse, cada uno desea realizar el mejor proyecto de su vida. Y, con culpa o sin ella, el proyecto no llega a buen fin.
Tras estas Jornadas, continuamos reuniéndonos con los matrimonios participantes. Luego de algunos meses, comprendimos que cada uno debía integrarse en su propia comunidad parroquial y que no debía formarse ningún grupo de divorciados vueltos a casar, porque hacerlo sería llevar a cabo una nueva discriminación.
Entendimos así lo que es la misericordia hacia los divorciados vueltos a casar. Y desde el corazón pudimos no discriminar. Nos dimos cuenta de que, hasta entonces, a pesar de que lo decíamos, no nos sentíamos iguales al trabajar juntos en la Iglesia con ellos.
Esta experiencia se renovó en otras Jornadas. Ha sido un regalo de Dios compartir el dolor del fracaso, del rechazo, de la discriminación y la alegría profunda que experimentan cuando descubren que la Iglesia es Madre, que los acepta, que no los discrimina y que ellos pueden recorrer el camino de la vida cristiana.
4 Readers Commented
Join discussionEsta paeja puede consultar por la nulidad de su primer matrimonio, fundado en el abandono injustificado del esposo. Que vea a su confesor y él la derivará a un abogado canónico.
Y que Dios, Nuestro Señor, los bendiga a todos
Esta nota de la revista Criterio le di a leer a una alumna, en la universidad, que me decía que ella quería que su mamá se volviera a casar. Su padre los había abandonado. Pero la mamá no quería buscar una nueva unión, porque no quería verse privada de la Eucaristía.
Lo menciono porque es real que la situación constituye un sufrimiento para los divorciados vueltos a casar. Pero también porque coincido con los autores de la nota, cuando sostienen que formar un grupo aparte configura una forma de discriminación para estas parejas. Éstas tienen todo el derecho a desenvolver su vida cristiana en la propia comunidad.
Qué buena la actitud del abogado Alberto José Arias, que sugiere a la pareja lo que puede hacer en dicha situación.
Realmente todo en la nota y en el comentario resulta gratificante.
Gracias.
María Teresa Rearte
Hola. Quería saber si en Argentina existe la posibilidad de casarse a través de la Iglesia Católica por segunda vez. Muchas gracias. Saludos.
¿TE SUMAS?
Los días 1, 2 y 3 de Octubre serán las reuniones del Consejo de Cardenales con el papa Francisco, este grupo más que selecto de cardenales tendrá la función de asesorar al sumo Pontífice en la reforma de la curia de El Vaticano.
Estos 8 súper asesores quizás traten algunas otras cosas en sus encuentros, ya que la velocidad que le está imprimiendo el Papa a su gestión es más que una invitación al impulso y entre esos temas latentes está la situación de los divorciados en nueva unión, quizás en estos tiempos más mencionada que en las últimas décadas.
Desde La Barca (www.labarcaglobal.blogspot.com) blog hecho POR y PARA católicos divorciados en nueva unión de todo el mundo convocamos para el día 1º de Octubre, a las 12:00 hs., de cada país, a unirnos en una oración común por el éxito de las reuniones y fundamentalmente por el resultado de las mismas.
Descontamos la unión fraterna a la propuesta, al menos en los 62 países (ver listado en La Barca) que visitan el blog y que han acompañado desde el 2009 la celebración del Día Internacional de los Católicos Divorciados en Nueva Unión.
Sumarse y difundirlo es una forma, quizás, de poner en práctica las palabras del Papa en la JMJ – Río, es una forma de HACER LIO.
PD: Si te sumas, aunque sea en silencio, genial, si lo aparte lo difundes mucho ,mejor y si cuelgas un comentario en el Blog sería mejor aún, así nadie se queda con dudas respecto a que esta problemática no tiene fronteras.