Reseña de “Transradio”, de Maru Lehonard (Buenos Aires, 2020, Compañía Naviera Ilimitada)

Isabel y Martín son una pareja en picada y ella busca salvar la relación proponiendo una mudanza al pueblo donde nació, en territorio bonaerense. Al volver a la casa de su infancia, no puede evitar desandar la nebulosa de los recuerdos: la amiga de la infancia que se quedó ahí, detenida en el tiempo; los vecinos que envejecieron, el almacén, los que no la reconocen y la señalan como la loca que vive en la casa abandonada… “Cuando miré a mi alrededor, el barrio había desaparecido. Frené la bicicleta. A mis costados se abría campo, algunos puntos lejanos y oscuros parecían quintas, establos, galpones. Miré para atrás. Tuve la fantasía de haber pasado para el otro lado de algo”. 

Isabel no sabe qué hacer, por dónde empezar, si dormir o comer. Porque en Transradio también aparece la pérdida, aunque como pulsión de vida. La pregunta que atraviesa la novela tiene que ver con desmenuzar cuál es realmente el duelo que está transitando. ¿Es el que la llevó a dejar atrás la vida urbana y volver al escenario de la infancia? ¿O lo que la ata es lo pendiente en esa casa, en ese lugar, y que tendrá que enfrentar?

Transradio es la primera novela de la argentina Maru Lehonard, capaz de atrapar al lector hasta la última página con la tensión propia de un guión, género que conoce bien, la igual que la edición audiovisual. 

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