Reseña de “No es un río”, de Selva Almada (Buenos Aires, 2020, Random House)
El libro comienza con una cita del emblemático poeta entrerriano, radicado en París durante muchos años, Arnaldo Calveyra (1929-2015): “Observa, amigo, el lujo de las casuarinas de la costa. Ya son agua”. Así se presenta la última obra de Selva Almada, también entrerriana, una de las escritoras argentinas más consideras y traducidas en este momento. Su obra El viento que arrasa marcó un momento importante para la narrativa actual, le siguió Ladrilleros y ahora cierra una especie de trilogía con esta novela.
Tres isleños, pescadores y marginales, son los protagonistas: Enero, el Negro y Tilo. El último es el hijo adolescente del difunto Eusebio. Viven durante algunos días a la intemperie, salen a pescar, cocinan, toman abundante vino, y la historia de ellos entrelaza realidad y sueños (o pesadillas). Hay agua, hay una raya enorme que salen a pescar, hay fuego, bichos, vegetación tupida y conversaciones elementales y entrecortadas. Crueldad y amistad, venganzas y aventuras, fantasmas del pasado y del presente.
La presencia de los evangelistas (detalle que puede recordar a Eisejuaz, la gran novela de Sara Gallardo) marca a creyentes y agnósticos en esos parajes: “Para Delia no había cosas de Dios ni cosas del diablo sino que era todo lo mismo, creencias de gente bruta”. Sin embargo, nada menos que Enero “de vez en cuando le pedía alguna cosa a Jesús y se le cumplía. Creer o reventar”.
La sufrida Siomara es una suerte de pitonisa del fuego e imagina que sus hijas muertas regresarán: “Siomara revuelve el fuego con un palo largo (…). Está flaca, adelgazada (…). Supo ser carnosa y llena de curvas, llamativa. Si no bella, vistosa. Hasta hace no tanto tiempo algunos hombres todavía se daban vuelta para mirarla. Ahora a su paso agachan la vista, desvían la mirada”.
Algunos críticos relacionan, acaso excesivamente, la narrativa de Almada con los cuentos de Horacio Quiroga y con las novelas de Antonio Di Benedetto. En efecto, Selva escribió unos apuntes sobre la filmación de Lucrecia Martel de la gran novela Zama.