Hace exactamente un año, recordábamos en esta columna (Criterio N° 2468) cuando Bill Gates, en marzo de 2015, preanunciaba en una conferencia en Vancouver la pandemia que comenzó el año pasado. El brote del ébola en África occidental se vivía trágicamente en ese momento pues habían muerto más de 10.000 personas. Gates criticaba entonces a la Organización Mundial de la Salud (OMS) pues decía: “Existe para monitorear las epidemias, pero no hace nada; la falta de preparación podrá significar que la próxima epidemia sea más devastadora que la del ébola; si algo ha de matar a más de 10 millones de personas en las próximas décadas, probablemente sea un virus muy infeccioso y no una guerra. No nos matarán misiles, sino microbios”.
La afirmación de Gates estaba fundamentada en el exiguo presupuesto de la OMS, o sea, del sistema de salud mundial, frente al enorme gasto del sistema militar, que creció en los tres años siguientes a la conferencia de Vancouver (2016-18) hasta alcanzar el nivel más alto de la historia (US$ 1,8 billones), mientras el presupuesto de la OMS era del 0,13% del gasto militar. La observación de Gates de que no son misiles los que nos matarán coincidía con la de otro visionario, el ex presidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, cuando afirmaba: “La carrera armamentista refleja la incapacidad de los gobernantes, pues en muchos casos está dirigida a combatir fantasmas y espejismos”.
El año transcurrido confirma esa incapacidad. Principales países del mundo continúan transitando el camino de las armas, de la fuerza militar, mientras ya murieron más de tres millones de personas por el coronavirus. La inteligencia, el diálogo, el consenso son dejados de lado. Veamos.
REINO UNIDO: DISUASIÓN NUCLEAR
El primer ministro británico, Boris Johnson, que gobierna uno de los países que más sufre el COVID-19, anunció recientemente en el Parlamento, como parte de una estrategia de disuasión, que aumentará un 45% la capacidad nuclear con 80 nuevas ojivas atómicas, que pasarán de 180 a 260. Renovará también las instalaciones militares en Asia y África, y las reforzará en las islas Malvinas “para defenderlas”. Para ello incrementará el gasto de defensa en 24.000 millones de libras esterlinas en los próximos cuatro años, aumento considerable comparado con el presupuesto 2019-20 de 42.200 millones. Johnson agregó que Rusia “sigue siendo la amenaza más seria para el Reino Unido” y que “la disuasión nuclear es esencial para garantizar nuestra seguridad”. Sobre Malvinas recibió la fuerte respuesta del Gobierno argentino y ante el aumento del arsenal nuclear, la Campaña Internacional para la Abolición de Armas Nucleares (ICAN) indicó que la decisión de Johnson en plena pandemia “es irresponsable, peligrosa y viola el derecho internacional”, pues Londres asumió un compromiso contrario en el Tratado de no Proliferación Nuclear (TPN).
CHINA: PODER MILITAR Y TECNOLÓGICO
China, por su parte, tampoco se detiene. Para 2049 –a 100 años de la revolución de Mao– se propone tener la fuerza militar más poderosa del mundo. A ello sumará tecnologías cibernéticas que, a juicio de analistas, serán para dominar a otros países. David E. Singer escribía en The New York Times que, debido a su creciente pujanza económica, China desarrolla tecnologías, en especial redes inalámbricas 5G, con ese fin. Como respuesta, el área de seguridad de los Estados Unidos acaba de indicar que “el poder económico y tecnológico es más importante que el poderío militar tradicional para establecer un liderazgo global”.
COREA DEL NORTE AMENAZA A ESTADOS UNIDOS
Kim Yo-jong, hermana del líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, funcionaria importante en su gobierno, amenazó en marzo pasado con represalias al presidente Joe Biden, si los Estados Unidos no concluyen los ejercicios militares con Corea del Sur. En ese mes, fuerzas militares estadounidenses y surcoreanas iniciaron ejercicios combinados, que Corea del Norte observa como un ensayo para una invasión. A su vez, los servicios de inteligencia estadounidenses responden que Corea estaría preparando una prueba de misiles.
INFORME ALARMANTE
El Instituto Internacional de Estudios para la Paz, con sede en Estocolmo, divulgó en diciembre pasado un informe que muestra el incremento de los gastos en armamentos. Los Estados Unidos encabezan el ranking con el 61% de las ventas mundiales, seguido de China con el 15,7%. De las 10 principales empresas de armas, seis son estadounidenses, tres chinas y una británica. Las empresas europeas juntas alcanzan el mismo nivel que las de Estados Unidos y China.
El informe agrega que las ventas de los 25 mayores productores de armas, crecieron un 8,5% en 2019, elevándose a US$ 361.000 millones, cinco veces más que el presupuesto anual para operaciones de paz en las Naciones Unidas. Por primera vez una empresa de Medio Oriente (de los Emiratos Árabes Unidos) ingresó en el grupo de las mencionadas 25.
Las compañías de los Estados Unidos que ocupan los cinco primeros puestos mundiales son: Lockeed Martin, Boeing, Northrop Grumman, Raytheon y General Dynamics, en ese orden.
BARACK OBAMA Y JOE BIDEN
En su libro Una tierra prometida, recientemente presentado, el ex presidente Barack Obama hace interesantes referencias a la cuestión militar. En una de sus páginas dice: “La imagen de mí mismo de idealista romántico, que por instinto se oponía a la acción militar, creyendo que todos los problemas en el escenario internacional se podían resolver mediante el diálogo moralista, jamás había sido del todo correcta”. Y explica a continuación que, a poco de asumir la presidencia, confirmó en el cargo de secretario de Defensa a Robert Gates, que venía ocupando ese lugar en el gabinete de Bush, experto en Rusia y ex agente de la CIA.
Obama describe a Gates como un halcón de la Guerra Fría, adalid de las intervenciones militares en el extranjero que él mismo habría criticado cuando cursaba la universidad. Incluso lo muestra como el secretario de Defensa de un Presidente cuyas políticas bélicas él aborrecía. Aun así, Obama eligió a Gates: “Lo que necesitaba –indica– era una persona como él, que sabía cómo funcionaba la estructura, alguien que ya gozaba de un respeto que yo, a pesar de mi cargo, tendría que ganarme de alguna forma. Además, quería resistirme a mis propios prejuicios”.
Joe Biden, segundo presidente católico de los Estados Unidos, acaba de denunciar la “epidemia de las armas” al presentar un plan para frenar la circulación de armas en su país, problema social que ningún mandatario logró contener. “Esto es una epidemia que tiene que parar; basta de rezos, llegó la hora de actuar; la situación es una vergüenza internacional”, dijo en abril al presentar el plan y referirse a las 40.000 muertes anuales que las armas ocasionan. Pero al mismo tiempo, su Gobierno consideraba enviar buques de guerra al Mar Negro para contrarrestar la presencia militar rusa en la frontera oriental de Ucrania. Pareciera que enfrentar la estructura militar, que lleva décadas en su país, no será fácil para Biden, como le ocurrió a Obama cuando optó por Gates. En abril último, al poner punto final a la guerra en Afganistán, la más larga en la historia de su país, retirando las tropas norteamericanas, Biden debió ir contra las advertencias del Pentágono, los servicios de inteligencia y los republicanos.
Arturo Prins es Director Ejecutivo de la Fundación Sales