Libro: El último Bioy

Reseña de «El último Bioy», de Lidia Benítez y Javier Fernández Paupy (Buenos Aires, 2020, Leteo)

Este libro, que igualmente podría titularse “El Bioy último”, ya que no sólo se refiere al integrante postrero de una familia tradicional sino a los tiempos finales de Adolfo Bioy Casares (1914-1999), es el resultado de las evocaciones de Lidia Benítez, enfermera y asistente del autor durante sus últimos diez años de vida, a las que Javier Fernández Paupy le dio forma literaria.
La justificación del título la encontramos en un fragmento de la entrevista que en 1997 le hizo a Bioy el periodista Rodolfo Braceli, y que funciona como acápite: “¿Qué se siente al saberse el último Bioy?” “Me da un poco de lástima”, respondió. “Una cosa ridícula, desearía que hubiera algún Bioy macho por allí. Pero, ¿qué le vamos a hacer? Parece que no hemos sido buenos reproductores”.
Aunque regido por la indiscreción, este trabajo interesará a los admiradores del autor de La invención de Morel por las frecuentes recurrencias a su pasado personal y literario y, claro, por las muchas infidencias que constituyen la esencia de la obra. No es la primera contribución en este campo: ya Jovita Iglesias había hecho su aporte en Los Bioy (2002) –texto que aquí se desacredita: “El libro es un invento de pe a pa”–. Acaso la sección más importante sea la referida a los viajes, donde cobran relevancia los reconocimientos internacionales a nuestro autor.
En el Epílogo, Javier Fernández Paupy justifica su labor: “Escribimos este libro con Lidia, a partir de sus recuerdos. Ella resultó ser una diarista minuciosa, durante el tiempo que compartió con Bioy completó numerosos cuadernos. Estaba llena de precisiones. Si bien cuando nos conocimos habían pasado casi veinte años de la muerte de Bioy, en su memoria prodigiosa los recuerdos volvían intactos”.
Un breve capítulo dedicado a la biblioteca de Bioy y su mujer, Silvina Ocampo, en la que abundaban primeras ediciones de Borges y de otros consagrados autores argentinos, como asimismo obras dedicadas, completa el texto junto con el árbol genealógico de los Bioy y una serie de fotografías. Los estudiosos de su obra lamentarán que la oportunidad de este trabajo no haya sido propicia para conocer en qué contexto personal y editorial el autor concibió y escribió sus modestos últimos libros.

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