Reseña de Pequeño País, de Gaël Faye (Barcelona, 2018, Salamandra)
Gaël Faye es uno de los nuevos y ya reconocidos escritores franceses. Nacido en Burundi en 1982, hijo de madre ruandesa y padre francés, huye junto con su familia de la guerra civil y el genocidio tusti contando sólo 13 años. Recibió su formación en Finanzas en Francia pero al poco de recibirse persiguió su vocación por la música rap y la escritura. Con 34 años escribe esta novela, por la cual recibe el Goncourt de Lycéens en 2016.
Pequeño País atrapa rápidamente al lector y le propone recorrer distintos momentos de la vida de Gaby, su familia y sus amigos, con una escritura lírica y cargada de afecto, aún en sus tramos más duros. En el comienzo se presenta un escenario bucólico, donde los niños de un poblado en Burundi comparten los mismos juegos y travesuras que cualquier niño en el mundo, pero ese paraíso está permanentemente atravesado por la tensión de un enfrentamiento ancestral que deviene en una cruenta guerra y en un genocidio.
El padre de Gaby (francés al igual que el padre del escritor) resume la falta de sentido del origen de muchos de este tipo de enfrentamientos que tienen que ver con las razas en un hecho tan poco racional como la diferencia en el tipo de nariz que tienen los integrantes de ambos bandos, de nariz fina los tutsis, de nariz ancha los hutus. Acaso Gogol podría haber sugerido pistas para resolver de otra manera un conflicto tan absurdo y cruel a la vez.
El bar del pueblo, donde transcurre gran parte de la vida de Gaby y sus amigos, y donde tiene lugar el emotivo desenlace del relato, hace recordar a Naguib Mahfuz y su Callejón de los milagros.
Pequeño país es un relato corto pero sumamente profundo y poético. Faye ha logrado construir un texto de lectura muy agradable sobre un tema que en una primera mirada puede parecer lejano, pero que en el fondo mantiene muchos puntos de contacto con conflictos que vemos crecer y radicalizarse en nuestro continente.