Miguel E. Iribarne: “El problema no son las empresas grandes sino las pymes e industrias básicas”

Licenciado en Economía, Miguel E. Iribarne ocupó cargos oficiales en los Ministerios del Interior y de Economía entre 1969 y 1982, año en el que también se desempeñó como Subsecretario de Economía. Actualmente es Socio y Director Ejecutivo de Arpenta S.A. y Arpenta Valores S.A. Es director del Mercado Abierto Electrónico S.A. (MAE) e integra su Comité de Ética desde 2002.

En una reciente entrevista publicada en el diario El País de Madrid, al analizar el papel de la Bolsa de los Estados Unidos en el crecimiento económico real, Paul Krugman la califica como laxa e inexistente y señala “la oscilación entre la avaricia y el miedo”. ¿Qué opina al respecto?
Las Bolsas son mercados donde se negocian, básicamente, activos de renta variable, es decir, acciones. Son parte de un mercado financiero global más amplio que incluye bonos públicos y privados y un sinnúmero de otros instrumentos financieros. Sus índices han acompañado y exagerado varias veces tanto los períodos de prosperidad como de crisis. Coincido en que no han sido determinantes del crecimiento económico global, pero lograron posicionarse como reflejo o iconos de ese crecimiento y de las empresas exitosas e innovadoras. Incluso China considera su Bolsa como parte esencial de su estrategia económica capitalista, dado que las principales empresas cotizantes son estatales o con participación estatal, como en el caso de Alibaba. Obviamente coexisten, en este tipo de mercados, con sus futuros y derivados, todo tipo de avaros y especuladores profesionales, pero también otros como Warren Buffett, quien a sus 89 años sigue aconsejando la visión de largo plazo de las empresas que selecciona para invertir.

¿Qué lugar ocupa la Bolsa en la economía argentina?

El Mercado de Valores en la Argentina, pese a varios esfuerzos, no ha tenido mayor relevancia. Actualmente su capitalización es baja, lo mismo que el volumen de operaciones en acciones. Las principales empresas y bancos recurren al mercado americano para captar capitales e incluso hay empresas locales que ni siquiera cotizan en el país como Mercado Libre, Globant y otras. Sin embargo la presencia institucional de los mercados es importante. Y es más relevante el mercado de bonos, que naturalmente es el canal de financiamiento del Estado y de las empresas a través de bonos corporativos.

Dice Krugman que en los tiempos que corren, la deuda pública ofrece una rentabilidad increíblemente baja. ¿Eso favorece las chances de la reciente oferta argentina a los acreedores?

La tasa de retorno de los bonos de los países desarrollados ya era baja antes de la pandemia del coronavirus e incluso negativa en casos como Japón y algunos países europeos frente al temor de una recesión. Ello favorecía la renegociación de la deuda argentina. Pero la tremenda implosión, como califica Arriazu, provocada por el Covid-19 en la economía mundial, ha llevado a una recesión inmediata e inimaginable. En este contexto se favorece una negociación que para ambas partes es indispensable.

Por otra tarde, Krugman reconoció que no tiene idea de hacia dónde se dirige el mercado y aconsejó no prestar atención al Dow Jones y en cambio concentrarse en los puestos de trabajo que están desapareciendo. ¿Qué opina?

Los pedidos de subsidios por desempleo en los Estados Unidos superaron los máximos históricos, alcanzando a 20.5 millones de personas. La mayoría de los países han tenido que adoptar drásticas medidas fiscales y monetarias para tratar de paliar la situación, proveyendo recursos para sostener las empresas, especialmente las pymes y compañías estratégicas, trabajadores independientes, etc. Coincido que el problema no son las empresas grandes que cotizan en el Dow Jones, S&P o Nasdaq sino las pymes, las industrias básicas y la producción de materias primas por la baja de sus precios.

¿Es válido también para la Argentina?

En la Argentina es más grave pues el país ya estaba en recesión. Precisamente la mayor preocupación de cualquier gobierno debe ser la generación de empleos sustentables. Fácil de enumerar y difícil de lograr. Sobre todo en momentos de crisis deben atenderse las necesidades básicas más urgentes, pero sin perder de vista la educación y el empleo. Es aún más que válido para la Argentina con la diferencia de que al no tener el Estado ninguna capacidad financiera, monetaria o fiscal, necesariamente debería recurrir al sector privado, dentro de una estrategia convenida con los principales actores de la sociedad.

¿Cómo se ve, desde el ángulo de las finanzas, el papel actual del Mercosur? ¿Qué es lo que sería aconsejable promover?

La integración de los mercados latinoamericanos es nula. Ha habido buenas intenciones de la Bolsa de San Pablo, que de hecho tiene una participación en nuestro BYMA local, pero con escasos resultados. La razón de fondo es que el Mercado americano y sus instituciones financieras han atraído capitales de terceros países, en especial de aquellos más vulnerables política y económicamente.

¿Es posible estimar el volumen o la proporción de lo que representa el mercado financiero “en negro” respecto del mercado oficial en los países del Mercosur?

En la Argentina la economía en negro oscila en el 35% del PBI. No existe un mercado financiero en negro local, en especial por el blanqueo y la progresiva bancarización de la sociedad. Podría ser a través del descuento de cheques, pero de alcance limitado.

¿Cuál es el grado de integración de los países del Mercosur en materia financiera?

Existen algunas instituciones financieras regionales como la Corporación Andina de Fomento y el BLADEX, que financia exportaciones. Aun cuando las restantes instituciones no son relevantes y más allá de las dificultades del corto plazo no debe perderse de vista el comercio intrarregional, que idealmente debería tener algún medio de pago propio.

Se sabe que por vía del comercio o de la fuga de capitales, buena parte del ahorro de los países emergentes termina invirtiéndose en los países ricos…

Siempre ha sido una política no manifiesta de los países más desarrollados el absorber los ahorros y capitales de los mercados emergentes. Incluso los Estados Unidos impusieron restricciones a sus ciudadanos y empresas respecto de inversiones financieras en otras jurisdicciones, en especial en el caso de Suiza.

¿Sería viable un acuerdo internacional por el que estos flujos fueran limitados o condicionados?

No creo que sea viable. Es más realista lograr las condiciones políticas y económicas para que esos capitales inviertan en sus países de origen.

Entre las opiniones que se formulan sobre el futuro incierto, se oye la de un mercado mundial fraccionado en regiones, de modo que, por ejemplo, en Asia se generaría una nueva zona monetaria. ¿Es posible?

Es probable que en Asia se conforme una zona monetaria con base, por ejemplo, en Hong Kong, en la medida en que China continúe afianzando sus aspiraciones de llegar a ser la mayor potencia económica mundial.

La pandemia ha generado decisiones políticas que de alguna manera evocan la imagen del helicóptero distribuyendo dinero desde lo alto, que contradice la práctica y la lógica del mundo de las finanzas. ¿Qué opina?

La pandemia y sus efectos sobre las economías de los países y el impacto sobre la economía global no han podido ser evaluados en su totalidad, pues aún no puede decirse que se ha controlado, ni siquiera cuánto más durará. No hay modelos econométricos preexistentes anticipando eventos similares. Pero si bien la pregunta gira en torno a decisiones políticas, hasta el más ortodoxo de los economistas coincide con estas políticas fiscales y monetarias en la emergencia. El verdadero problema es cómo, a quién, cuánto y por cuánto tiempo.

¿Es previsible algún cambio de fondo del sistema financiero internacional? Si así fuera, ¿qué sería deseable?

No creo que se produzcan cambios en el sistema financiero internacional. Seguramente los organismos multilaterales de crédito incrementarán sus préstamos a los países afectados por la pandemia, en la medida en que obtengan su fondo para el financiamiento. El FMI, a su vez –con la orientación de su nueva directora, Kristalina Georgieva– podría llegar a cambiar sus propias regulaciones para ayudar financieramente a los países miembros más afectados en la presente emergencia.

En el Reino Unido quedó al descubierto que la tasa LIBOR, tomada durante décadas como un punto de referencia neutro, en realidad era manipulada en forma delictiva por bancos de primerísimo nivel. ¿En este momento son efectivos los mecanismos regulatorios internacionales para evitar este tipo de fraudes?

El tema de la LIBOR fue un escándalo. Esa tasa no sólo rige en Gran Bretaña como referencia sino que también se aplica como tal en innumerables préstamos y transacciones internacionales. Las normas de Basilea han buscado regular el comportamiento y la solidez de los bancos. También es obligatorio a nivel de los mercados tener un Comité de Ética.

¿Cómo está integrado y qué grado de autonomía tiene ese Comité de Ética en la Argentina?

En el caso del Mercado Abierto Electrónico o MAE, que es por volumen el más importante, el Comité de Ética está compuesto por tres directores, designados por el Directorio entre sus miembros. He participado y sigo participando en el Comité como Director. Las eventuales recomendaciones del Comité se elevan al Directorio. Es de suponer que los demás mercados funcionan de manera similar.

¿Cómo se presenta el panorama financiero en la actual pandemia?

Seguirá complicado. Los bancos centrales deberán continuar inyectando liquidez en sus respectivos países. La FED ha ampliado la base monetaria en más del 50%. Es probable que dicha liquidez genere burbujas especulativas no deseadas. Y dentro del mercado bursátil los inversores siguen prefiriendo las acciones de carácter tecnológico, los nuevos oligopolios.

Yanis Varoufakis, que fue ministro de Finanzas de Grecia, dijo recientemente: “La zombificación de bancos y empresas posterior a 2008 engulle al resto de la economía, o reestructuramos masivamente la deuda pública y privada. Esta es la decisión política fundamental de nuestra época”. ¿Qué opinión le merece en el contexto de la negociación de la deuda externa argentina?

Desconozco la situación del sistema financiero griego. Si bien es sabido que al menos su restructuración de deuda fue exitosa, medida como parte de un proceso de recuperación económica, hay que tener presente que Grecia integra la Comunidad Europea y por ende tiene el apoyo del Banco Central Europeo. También Portugal recibió ayuda, pero con un esquema distinto que consistió en aumentar los ingresos de la población, manteniendo la austeridad, y resultó sumamente exitoso. El término zombificación seguramente se refiere a altas tasas de interés vigentes en su país, aun cuando las tasas de la Comunidad sean bajas. La clave de estas restructuraciones no es el monto de la deuda sino el flujo de los intereses a pagar en años venideros y ello no influye sólo en el sector público sino que se traslada al sector privado, generando altas tasas en términos reales, que desalientan la inversión y el consumo. Es lógico bregar por una restructuración de deuda para lograr rebaja de intereses, en función de las menores tasas vigentes y la perspectiva de que la recesión se prolongará en el tiempo, en especial en el sector turismo, por ejemplo.

¿Qué otros aspectos le parecen importantes en un contexto tan incierto como el que estamos viviendo?

Me gustaría hacer un comentario final relacionando la ética y las buenas costumbres y la realidad de los mercados. Dadas las circunstancias creo oportuno referirme a la deuda argentina. Excepto en el caso de la renegociación del Plan Brady en 1989 cuando la crisis se debió a la disparada de la tasa LIBOR y la región en general logró una reducción de las deudas con los bancos comerciales del exterior, los restantes incumplimientos se debieron a razones políticas locales, que siempre impiden enfrentar los problemas con oportunas medidas de austeridad y realismo cambiario. Sucedió con la convertibilidad, el megacanje del 2001, entregando bonos con altísimas tasas de interés que tuvieron que ser renegociados en 2005, y el préstamo del FMI en 2018, que no era estrictamente necesario si se establecía un mercado de cambios comercial restringido y un mercado financiero libre. No tomar las medidas adecuadas significó una fuga de capitales argentinos de alrededor de u$s 30.000 millones. El monto total de la deuda argentina en términos porcentuales del PBI es aceptable sobre todo teniendo en cuenta que buena parte es intra sector público. Precisamente la propuesta de canje actual apunta a una leve quita sobre el capital, extensión de plazos y sobre todo una fuerte reducción de las tasas de interés, que es lo que realmente importa y hace sustentable la deuda. Esperemos que se alcance el acuerdo que ambas partes necesitamos. Luego será necesario el acuerdo político-social que permita enfrentar las consecuencias del devastador coronavirus.

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