Un Mundial de Fútbol permite pensar por analogía la vida creyente desde varios puntos de vista.
1) Es un acontecimiento celebrativo cuasi-litúrgico, que convoca a esperanzadas personas de todos los rincones de la tierra: de diferentes naciones y culturas, con sus atuendos, colores y cantos propios.
2) Existe una preparación remota, un acontecimiento celebrativo que va desarrollándose en diferentes estadios a modo de templos, pero que en su conjunto convergen en la gran final, una y única: la gran fiesta y combate escatológico a la vez.
3) En cada partido va teniendo lugar el mismo drama del fútbol, analogía de la vida (creyente), en donde el gran rival son los propios límites, tentaciones, temores y vicios. En el fútbol hay reglas, y como en la vida, hay que “jugar siempre para adelante”, y además tener astucia para saber “primerear” (Papa Francisco). Hay que avanzar buscando lo nuevo (más goles), que es lo propio de la juventud, pero sin descuidar lo adquirido (el propio arco), sabiduría más propia del anciano: solo así hay sano y fecundo desarrollo del juego.
4) En el fútbol como en la vida (creyente), lo importante es dar lo mejor de sí, “estar en el partido” en el instante presente sin lamentar lo que no salió bien minutos atrás (el sombrerito de Caballero) ni anticiparse a la etapa siguiente. También es importante mirar a los compañeros y jugar en equipo, no perder de vista los objetivos (el goal) y de ese modo autotrascenderse, avanzar en el campeonatobuscando participar en la final.
5) El modo de juego de cada equipo da que pensar. En cada uno de ellos se ponen de manifiesto idiosincrasias culturales diversas, estrategias y tácticas de juego que convierten al fútbol en algo siempre nuevo. Como en la celebración pascual de los ciclos litúrgicos año tras año, existe el desafío de descubrir y vivir un novedoso y estimulante “siempre más”.
6) Cuando funcionan bien, equipos y jugadores convergen en la unidad desde la diversidad de condiciones y puestos. En cambio, cuando hay divisiones o diferentes criterios, el juego no se armoniza, los jugadores no juegan y los equipos fracasan. Tampoco funcionan bien cuando no han sabido hacer una buena lectura del partido: una acertada hermenéutica de la vida, una creativa lectura de los “signos de los tiempos” son indispensables para el bien vivir [=teodrama], el bien jugar[=teoestética] y el bien creer [=teológica].
7) Hay virtudes habituales a cultivar, como la fortaleza, la esperanza, la paciencia, la solidaridad, y dones extraordinarios que de tanto en tanto se manifiestan “gratuitamente” en jugadores y jugadas excepcionales (“mesiánicas”). Pero por lo general no hay magia: los buenos equipos han debido trabajar arduo y bien, durante mucho tiempo. Reditúa más el trabajo conjunto que el fugaz brillo de la individualidad (que por otra parte puede ser inhibidamediante la persistente marca del Adversario). También hay vicios a evitar: el peor de todo es el de bajar los brazos y claudicar resignadamente, no ponerle garra al partido.
8) Como en la vida (creyente), los errores se pagan caros, o tienen sus consecuencias a futuro: las tarjetas pueden ir desangrando a los equipos a medida que el campeonato avanza. Redimir un camino mal comenzado implica esfuerzo penitencial: se sufre una especie de Cuaresma. Incluso la iniciativa para esta sanación, como para la propia conversión,en ocasionesno depende ya de nosotros mismos sino de otros.
9) En las actitudes, el predominio ético de lo emotivo por sobre lo razonable juega muy en contra: la ira incontrolada es sancionada, la concupiscencia de goles puede dar lugar a contra ataques fulminantes del adversario. La presunción de victoria porque se va ganando puede conducir a la desesperación de la derrota. En cambio la fidelidad creativa, paciente y esperanzada ante la adversidad, puede conducir a una anhelada y más que satisfactoria victoria.
10) En el jugar existe una preeminencia de la intuición por encima de la reflexión, una especie de “sensus fidei” [=sentido de fe]. En cierto modo, el “espíritu” del juego conduce a sus actores de un modo siempre inesperado y misterioso. Hay en esto una cierta belleza: el fútbol y la vida (creyente) están llamados a convertirse en “obra de arte”.
Pienso que tal vez por todas estas analogías, el fútbol se haya convertido en los albores del siglo XXI en el ritual cultural y “pagano” más exitoso. En las antiguas Grecia y Roma, los juegos se celebraron siempre en honor de los dioses. Juego, culto y disfrute iban juntos.

* * *

Cuando tu selección participa en un mundial, acontece como durante la juventud: miramos el juego con intencionalidad posesiva [=buscamos ganar]. Cuando es eliminada, acontece como con la crisis de la mitad de la vida [=nos resignamos porque hasta ahí llegamos]. Pero luego descubrimos que podemos disfrutar del juego más libres y desinteresadamente, como acontece con las cosas importantes de la vida en la madurez [=contemplamos la vida como don].
Desde una perspectiva creyente, estos tres momentos enlazan los tres momentos del dinamismo de la fe: la «via affirmationis» [=experiencia fundante], la «via negationis» [=experiencia límite], y la «via eminentiae» [=experiencia teofánica]. Desde una perspectiva ético-teológica, cada una de estas etapas tiende a ser acompañada por actitudes de «presunción» [=el «paraíso ya» de quien por anticipado se considera ya campeón], «desilusión» [=el «paraíso nunca» de quien acaba de ser eliminado], y «esperanza teologal» [=el «paraíso ya pero todavía no, o ya pero todavía más» de quien valora como don de Dios, con corazón libre, todo lo que la vida (o el fútbol) ofrece(n) de bueno y bello.
Como en el fútbol, el gran desafío de la vida (creyente) es ir pasando de la «euforia idolátrica» al «entusiasmo icónico». Pero normalmente esto no resulta posible sin una experiencia pascual de muerte [=la amarga eliminación] y resurrección [=el gozo sereno de disfrutar un buen fútbol].

10 Readers Commented

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  1. Gerardo Daniel Ramos on 4 julio, 2018

    Veo que el Mundial como analogía de la vida creyente ya no interesa en lengua castellana. Los únicos que podrían interesarse por lo concerniente al fútbol son los uruguayos, pero al ser el país probablemente más secularizado de habla hispana, la intersección entre los dos conjuntos es prácticamente nula. Alguno podría deducir de esto que la fe cristiana no ayuda a tener éxito en al fútbol. De hecho los daneses rezaron visiblemente antes de los penales con Croacia, y también lo hizo Pekerman instantes antes del empate en tiempo de juego con Inglaterra: pero en ambos casos, sus seleccionados fueron eliminados. Quien lea mi comentario con ojos de fe, posiblemente sonreirá. Los católicos argentinos más fervientes dirán: «Si hubiéramos pasado a saludar al Papa…», y los judíos ortodoxos: «Así le fue a Messi por no querer rezar en el Muro de los Lamentos». Pero seguramente más de algún agnóstico tomará nota para no volver a utilizar el culto como ‘cábala’.

    • horacio bottino on 5 julio, 2018

      Millones de personas nos encanta el fútbol en los países de lengua castellana.No se reduce al exitismo barato de ganar un mundial,es un juego extraordinario y que festejamos millones en hispanoamérica

  2. Fernando Yunes on 5 julio, 2018

    Son analogías forzadas, subjetivas y, por ende, no convincentes. También se pueden hacer analogías entre el Mundial y la guerra; el Mundial y estrategias de negocios; el Mundial y propaganda política, etc.

    • Gerardo Daniel Ramos on 6 julio, 2018

      Por supuesto, Fernando. Es buscar pensar la fe a partir de un evento deportivo. En sentido técnico, una «analogía impropia». Gracias.

      • horacio bottino on 12 julio, 2018

        bueno van a tener que leer el documento de laIglesia sobre el deporte y las intervenciones de los Papas

      • Gerardo Daniel Ramos on 13 julio, 2018

        Horacio, no recuerdo textos pontificios significativos y más o menos recientes sobre el deporte. Lo de «analogía propia» y «analogía impropia» es más bien una cuestión filosófica que teológica. Además no hay que esperar que el magisterio oficial de la Iglesia se pronuncie sobre cada cuestión para poder pensar, incluso desde una perspectiva teologal, algo tan cotidiano como el fútbol. Esperar eso sería recaer en la expectativa de un régimen de cristiandad. Intuyo que no queremos eso.

    • Gerardo Ramos on 13 julio, 2018

      Gracias, Horacio, acabo de encontrar un documento reciente sobre el deporte del Dicasterio para los laicos, la familia y la vida (06/2018). Les paso el link: http://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2018/06/01/dar.html

  3. Gerardo Daniel Ramos on 10 julio, 2018

    Los cuatro seleccionados semifinalistas son europeos. Los africanos y los asíaticos primero, y luego los latinoamericanos restantes, quedaron eliminados en Cuartos de Final. Sin embargo, la gran mayoría de sus jugadores participan de ligas europeas, que juegan evidentemente con estilo europeo.
    En su bajo rendimiento como equipos tal vez incida en estas selecciones el hecho de que habitualmente sus miembros se integran en diseños competitivos ajenos a la propia idiosincrasia cultural. Buenas individualidades con bajo rendimiento como equipos. Tal vez esta observación no pueda aplicarse en todos los casos, pero seguramente prevalece. Claramente en el seleccionado argentino.
    Este «colonialismo cultural» que acontece en el fútbol por razones económicas y administrativas extra deportivas, ¿no se da también en otros ámbitos de la vida laboral, social, política y cultural del mundo en desarrollo? ¿No pasa lo mismo con los moldes teológicos en los que muchas veces seguimos importando y reflexionando nuestra fe? ¿Seguiremos resignándonos a quedar afuera dejando de jugar antes de tiempo? Una invitación a la creatividad…

  4. Gerardo Daniel Ramos on 12 julio, 2018

    ¡Se viene la gran final del Mundial! En el marco de un disfrute lúdico y gratuito con el deseo de buen fútbol, la evangélica «opción preferencial por los pobres» me anima a inclinarme por Croacia, un país pequeño y sin demasiadas credenciales futbolísticas, que sin embargo (1) en su DT testimonia apertura creyente: https://www.religionenlibertad.com/personajes/240508959/Rosario-en-mano-el-entrenador-de-Croacia-sigue-haciendo-historia-ADios-esta-a-diario-en-mi-vidaA.html y en cierto modo (2) en su moneda expresa una opción en favor de la vida: https://i2.wp.com/www.numismatica-visual.es/wp-content/uploads/2012/11/monedas-25-Kuna.jpg (moneda del nuevo milenio con un embrión, símbolo de esperanza).
    Que muchos resultados a lo largo del torneo no hayan sido los esperados, y esto haya generado alegría incluso en el ámbito de las apuestas, evoca por analogía cómo Dios, que «no mira las apariencias sino el corazón» (1 Sam 16,7), que «derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes» (Lc 1,52), puede «hacer nuevas todas las cosas» (Ap 21,5). Como un Mundial, la historia humana tiene siempre ‘final abierto’…

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