Del 22 al 24 de junio tuvo lugar en Mar Del Plata la Semana Social, organizada por la Fundación Konrad Adenauer conjuntamente con la Comisión Episcopal de Pastoral Social y el Obispado de Mar del Plata, y convocada bajo el lema “Democracia: Un camino de servicio a los pobres”. Las noticias difundidas por los medios de comunicación sobre este acontecimiento pueden suscitar una legítima preocupación, debido a los reiterados desbordes verbales de los obispos participantes en sus referencias a la situación social en nuestro país.
El gesto más resaltado en este sentido ha sido sin duda el “guiño” a la huelga general del lunes 25 de junio por parte del mismísimo presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral Social (Cepas), monseñor Jorge Lugones, quien señaló a pocos días de aquella medida de fuerza que el derecho a huelga es una herramienta «que propone la doctrina social de la Iglesia cuando se dan situaciones de injusticia social».
Si cualquier “situación de injusticia social” bastara para legitimar una huelga, habría que concluir que de hecho toda huelga estará justificada en cualquier sociedad presente o futura hasta el advenimiento del Reino de los Cielos. Pero el Catecismo de la Iglesia Católica sigue un criterio mucho más exigente. En su número 2435, en efecto, enseña que la huelga sólo es legítima cuando constituye “un recurso inevitable”, o cuando es “necesaria” para obtener un “beneficio proporcionado”, y que es moralmente inaceptable cuando se lleva a cabo “en función de objetivos no directamente vinculados con las condiciones del trabajo”.
¿Es posible aplicar estos criterios a la huelga general del 25 de junio? No era “inevitable” para la renegociación de las paritarias en el contexto de la presente crisis. Tampoco parece haber cumplido con el criterio de proporcionalidad: su costo ascendió a unos 1.000 millones de dólares, lo que equivale al monto de un siglo y medio de colectas nacionales de Cáritas y Más por Menos. Finalmente, el acuerdo con el FMI o la política económica no pueden considerarse como objetivos “directamente” relacionados con las condiciones de trabajo, si el término “directamente” conserva todavía algún significado. No parece que la verificación de estas condiciones haya sido debidamente ponderada por monseñor Lugones en este caso.
A esto se agrega que se trata no simplemente de una huelga, sino de un paro general, una medida indiscriminada y autoritaria que obliga a todos los trabajadores a interrumpir sus tareas estén o no de acuerdo con la decisión, y que produce incontables dificultades y perjuicios a toda la sociedad y a sus ciudadanos en particular, sin excluir a los más débiles. Esta medida, además, es impuesta por dirigentes de escasa representatividad dada la falta de democracia interna de sus gremios, y para quienes un paro general es un expediente entre otros para dirimir conflictos internos y preservar la propia cuota de poder. También el “piqueterismo” es un fenómeno jurídica y moralmente inaceptable, una clara violación del derecho a trabajar y circular libremente, pero la pastoral social no parece hoy interesada en exhortar al respeto de la ley ni en dar a conocer la enseñanza de la Iglesia en este punto.
Nunca se escucha a los obispos, por ejemplo, recordar que cuando los sindicatos tienen vínculos demasiado estrechos con la política “se apartan de lo que es su cometido específico, que es el de asegurar los justos derechos de los hombres de trabajo en el marco del bien común de la sociedad entera, y se convierten, en cambio, en un instrumento de presión para realizar otras finalidades” (Juan Pablo II, Laborem exercens 20; Compendio 307; subrayado del texto).
La pastoral social tiene como misión orientar la praxis de los creyentes a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia. Pero en nuestro país, lamentablemente, aquélla ha asumido un tono, un estilo y un discurso crecientemente radicalizados. De esta manera, lejos de desempeñar un servicio de unidad, adopta actitudes cada vez más sectarias y confrontativas, que reflejan más las ideas políticas de sus dirigentes que el discernimiento plural de la comunidad eclesial. En sus juicios lapidarios, algunos obispos muestran además un preocupante simplismo en el modo de analizar los problemas sociales, que atribuyen de modo exclusivo a la presunta indiferencia o malicia de las autoridades, mientras se reservan para sí mismos y para los grupos por ellos favorecidos el monopolio de la buena voluntad. Este moralismo extraviado no deja lugar para considerar la complejidad de las causas de dichos problemas y de las posibles soluciones. Todo esto es contrario al espíritu (y también a la letra) de la DSI. Esta pastoral social es cada vez menos su aplicación, y cada vez más su sustituto.
11 Readers Commented
Join discussionExcelente el editorial de Criterio.
Ponderado y justo.
Lamentablemente no se puede decir lo mismo de las declaraciones y documentos de los obispos en el último fin de semana.
Además de la simplificación en describir la situación hay una deliberada intención de no querer ver la realidad: Tanto los sindicalistas como los dirigentes de las «organizaciones sociales» no se preocupan en absoluto en procurar estilos de diálogo y de representación democrática en las organizaciones en dónde se apropiaron del poder. Solamente quieren aprovechar- a ojos vistas- de esas funciones en beneficio de sus propios intereses económicos y políticos. Los obreros y los pobres son utilizados como simples medios descartables.
¿Los pastores no se dieron cuenta de esto?
No es admisible tremenda ingenuidad en quienes están en esos lugares.
Para desazón del santo pueblo cristiano que deambula sin guía ni pastor.
Ningunea a francisco que promueve los movimientos sociales de todo el mundo no solo de Argentina
Si, deseo comentarles que, la Doctrina social, debe designarse Doctrina de la comunidad de nuestra iglesia y nosotros, por ese llamado misterio de iniquidad del hombre por el que omite inexplicablemente, orientarse con el primero, oración profunda mediante, de los mandamientos del Señor, para luego, nacido íntimimamente al agradecimiento por JesuCristo y en El, tambien hoy se omite, aprender a amarnos con la sabiduría que JesuCristo une de modo majestuoso desde Aristóteles a Santo Tomás de Aquino. Porque hace tiempo que somos el pueblo de Dios, pero como los judíos, queremos un rey, un imbécil pagano salido de partidos todos ellos con caprichologías pues ni son siquiera el resíduo ridículo de los numerosos errores filosóficos, designo así a las ideologías, extraviados de esta sabiduría divino-humana para cada hombre, aún, para el que el creer es, antes que un acto natural, un acto religioso…la necedad flamea.
Pues bien, mi pregunta al irizado comentarista que se halla mirando con el realismo de hombres que debieran tener, por JesuCristo, el Santo Espíritu que les podría inspirar a cuestionar con la libertad de los hijos de Dios, aplastados por la historia de falsedades de los materialistas que ya si discuten dicen estupideces y mentiras, entonces se han dedicado a hacer hacer, pues ponen veneno y dinero, y otros vailan con esa gasolina. Por ejemplo y termino: por qué dejamos en manos de los que niegan a Dios toda la realidad, pues niegan tambien lo que implica afirmar y respetar, a cualquier persona humana, como lo hace un cristiano; por qué, la relación material entre cristianos se la dejamos a los empiristas que se auto designan los mejores genéticamente como los ingleses, norteamericanos, sajones y otros contagiados?. Por qué hemos ideologizado el evangelio de JesuCristo, desconsiderando que un cristiano en su catolicidad es una persona completa, comenzando por nuestra jerarquía y siguiendo por quienes se acomodan hipócritamente en las estructuras de pecado permanente, con el dinero como su rostro fulgente, sin que el utilizar los bancos, con un derecho hecho a la medida de privilegios extranjeros en nuestra legalidad argentina, les perturbe al parpadear…pero qué tiene de malo??. JesuCristo dijo dad a Dios lo que es de Dios y de aquí se sigue que todo el orden material en la necesidad de repensarlo hay que proseguir dejándoselo al César…? Acaso es del Cesar la inmediatéz de las necesidades orgánicas y materiales de las personas, acaso es del Cesar la unidad de sabiduría que el santo vigor de los buscantes filósofos que luego los cristianos perfeccionaron y plenificaron en la luminosa edad media católica con yerros que la citada cultura se sigue dedicando a basurear, ya son inculturas dedicadas a denostar, especialmente a JesuCristo? Acaso es del Cesar el intercambio de bienes que he pergeñado, superando el trueque y generando una medida que ha de ser siempre justa, pues las cosas se designan por lo que son antes que por lo que no son, es decir, como dinero: sí!! esto es del Cesar anglosajónetcétero, y por si acaso, qué cultivamos en los seminarios de la Iglesia Católica, apostólica y romana? La verdad ante que la hipocresía, pero al salir del seminario como cuando sale un abogado de su universidad, todo es la imperialidad del César la que exige adherirse según sus posesiones, posesiones que son legales, encriptadas por los corrompidos legisladores de antaño y de ahora que hacen permanecer la patria lesionada y pretenden estar dispuesta tambien a que sea dada al Cesar, acaso seriamente, sostened mi pregunta en vuestra sangre y parad el corazón, acaso es nuestra patria de la estúpida imperialidad del Cesar…, nuestra patria Argentina como la de cada pueblo es de Dios, por se trata de sus hijos, nuestros hermanos, porque somos hijos de Dios, esperados y amados por la Verdad. Acaso por lo tanto, dejaremos de priorizar la urgencia del Espíritu que nos clama gestar en La Verdad una comunidad de personas en las que fundemos una relación personal que implique una relación material cuya dignidad se dirija a servir al espíritu humano: claro hermanazos queridos, el reino de Dios y su justicia y su añadidura no es de este mundo: del que rechaza la creación de Dios en cuanto tal, por ello ni el acto natural que le es debido: el creer lo obvio y evidente, lo niega porque afirmar negación, es el acto reflejo de la carne, pero lo que afirman es vanidad, veleidosidad y ejercen el espíritu del falsario. El reino de la realidad es el del único Señor o Rey por cuya Palabra Real nos invita a revestirnos de la esperanza que en el creer nos da la fe, en el conocimiento nos da la sabiduría santa, para que entendamos que el que todo lo ha restaurado en Cristo, en Cristo nos ilumina nuestro estar y nuestro ser, y nos asevera: A vino nuevo, odres nuevos. Acaso esta invitación a restaurar todo en Cristo, siendo quienes somos, nos amedrenta? Es algo del César?. Asumamos la Lucha Paulina, él tiene muchas concresiones que debemos inteligir, ver, porque en Dios somos, nos movemos y existimos. Me he expresado para los cristianos católicos que viven en y por el Resucitado. Un abrazo en el Arado. Oración. ricdaferrero@gmail.com, Ricardo Daniel Ferrero
Soy partidario que “la bronca” existe y se me ocurre pensar más sobre el esclarecimiento de las cosas que seguir empuñando la modalidad de señalar con el dedo.
Posiblemente no comparto cuanto dijo el obispo Lugones, o tal vez sí, pero queda cierto que no me queda claro la modalidad del “NO DIALOGO” casi exigido por el gobierno.
Soy partícipe de las motivaciones explicadas por Irrazabal pero porque callar el malestar…
El paro podría haberse anulado físicamente o en conciencia si el gobierno admitía la convocatoria al verdadero diálogo plurisectorial. No lo hizo ni lo dejó entrever.
• Si de este paro surge un camino al diálogo, como según trascendidos ahora sí se pretende: el paro puede considerarse, a mi juicio, exitoso
• Si después de este paro, la Pastoral Social esperará a la próxima semana social del 2019 para intervenir, no logro entender demasiado la validez de la DSI en la Argentina…
Deseo aclarar que además de la frase de la discordia donde se la preocupación mayor estuvo en atacar al papa Francisco por su injerencia (por boca de otro, por más amigo personal que sea) hay muchos temas que hacen a la realidad nacional que merecen ser profundizados y puestos a disposición a los organismos de competencia como también a los medios de comunicación social (“favorables” o “contrarios” a la Iglesia en general)
Muy clara y acertada la posición de Criterio. Es lamentable que la Iglesia argentina aún no encuentre el camino del discernimiento en pastoral social. Parece que estamos frente a una neoclericalización que le hará mucho daño a la Iglesia y a la sociedad toda.
Estimados amigos de la Revista Criterio,
Tratemos todos de no ser sectarios ni confrontativos. Con grieta, la democracia se reduce a una contienda sin principios, sin ley, y sin verdad. Y ya sabemos que las grietas se construyen con la intervención de gente mal intencionada y mentirosa.
Debemos ser razonables para evitar la confrontación; la razón es aquello en lo que todos coincidimos.
El presbítero Irrazábal expone su verdad, que sería “la verdad” si fuese de todos. Pero no es así, y dudo que lo sea en el futuro inmediato. Porque la razón se logra teniendo conciencia de la realidad.
A saber: tarifas en alza, salarios en baja, inflación en alza, pobreza en alza, endeudamiento en alza, trabajo en baja, producción en baja, déficit comercial en alza, etc. Y todo esto, ocurre en simultáneo, y el actual gobierno no reacciona o reacciona mal.
La verdad del presbítero Irrazábal es de consideración, pero la realidad de las cosas también debe considerarse.
Quizás, si somos más comprensivos del “pueblo” (concepto difícil de digerir por algunos), y tratamos de percibir el “olor a oveja” (que afecta la sensibilidad de los mismos), seamos más tolerantes.
¿Y el Evangelio dónde está? No es lo mismo evangelizar la política que politizar el Evangelio.
Estimado Fernando Yunes,
Ciertamente, no es lo mismo.
La acción pastoral según mi humilde opinión, tiene la característica de adaptarse y transformarse según las necesidades de los tiempos. Y creo que es esto es lo que le genera un conflicto al presbítero Irrazábal.
La acción pastoral puede ser discutible, pero ciertamente no es una acción “conservadora”.
Debo confesar que leer este artículo escrito por el Padre Gustavo, a quien admiro y leo con gran respeto en Criterio, me causó cierta incomodidad como católico.
Soy de los que necesito formarme permanentemente para fortalecer mi fe, pero también creo que este profundizar en el intelecto, no tendría sentido si luego no capitalizo todo lo recibido en entrega solidaria a los que mas necesitan.
Frases como: “… los reiterados desbordes verbales de los obispos participantes en sus referencias a la situación social en nuestro país.”, o “Si cualquier “situación de injusticia social” bastara para legitimar una huelga…” , me sorprendieron no muy gratamente.
Durante años hemos escuchado críticas a la jerarquía de la iglesia por su complicidad con la dictadura o por su poco involucramiento en cuestiones sociales. Y ahora me entero que los obispos tienen desbordes verbales por acompañar un poco mas de cerca a los desposeídos, tal como nos lo viene pidiendo nuestro Papa Francisco, o el Evangelio, desde hace XXII siglos.
Pero suponer que la situación actual es “cualquier situación”, me pareció un poco mucho.
¿Que autoridad tiene el autor para explicarle a Monseñor Lugones y a todos nosotros que esta no es una situación complicada ni extrema? ¿Es posible desde una parroquia de la calle Arroyo, dar cátedra a un obispo —que esta dedicado las 24 hs. del día a estar con los que menos tienen, y desde hace muchos años—sobre la gravedad o no de la situación social?
La UCA acaba de informar que el 50% de los niños son pobres en nuestro país. ¿No es esto suficiente para que la iglesia levante la voz? Pareciera que si, por ello la levantó.
Pontificar sobre cual es la misión de la pastoral social y al mismo tiempo acusar a sus miembros de pretender tener el monopolio de la buena voluntad, es por lo menos una manifiesta contradicción, que pareciera denotar una defensa corporativa o política, que si bien no es explícita, se insinúa claramente.
Me queda del artículo un dejo de indiferencia por lo que menos tienen y una subestimación a un grupo de obispos que, tal vez con sus limitaciones, no hacen mas que estar de lado de los que menos tienen. Cosa que celebro enormemente y que estaba extrañando desde ya hace tiempo.
Nada mas atinado en este análisis sobre si la iglesia debe estar donde nos pide el Santo Padre, o donde nos parece a nosotros, que repetir algunos conceptos de Emilce Cuda, publicado en Criterio de abril del cte., que comparto plenamente:
“Lo increíble es a quiénes escucha el Papa. Ciertamente, la cultura popular es increíble”.
“Los verdaderos pastores –los que tienen olor a oveja– dicen cosas increíbles, que escuchan de boca del pueblo increíble.
Francisco en el Palacio de la Moneda dijo que es preciso escuchar a los desempleados, a los pueblos originarios, a los migrantes, a los jóvenes, a los ancianos, a los niños.
¿Cómo un Papa que envía a escuchar la verdad de boca de los increíbles puede ser creíble?
el autor de la nota es liberal y la dsi se diferencia en algunas cosas con el liberalismo
¿Es «liberal» el presbítero Irrazábal?¡
El «liberalismo» es, como todos los «ismos», estar a favor o del lado de la libertad. Y sí, ¿quien no es liberal entonses?.
Siguiendo el mismo razonamiento, «populismo» es estar a favor o del lado del pueblo. Y no, ¿El presbítero Irrazábal no es, y creo que nunca será «populista»?
Porque para ser liberal y populista, es necesario hacer de la propia libertad, la libertad de todos.
No es lo mismo un liberal populista, que un liberal «conservador».