Más allá del cuerpo físico que todos tenemos, hecho de átomos y de moléculas, nos prolongamos en un orden hecho de objetos dispuestos de manera apropiada a cómo vivimos. Así la casa, que tantas veces revela la personalidad de sus moradores. La biblioteca, el jardín, las herramientas, los juguetes, las cosas de la cocina. Podemos decir que todo ello constituye una verdadera corporeidad. No es el cuerpo pero lo prolonga, forma parte de la vida de uno. Y a veces se extiende de manera admirable a una corporeidad comunitaria, como cuando una ciudad, por ejemplo, organiza una fiesta: danzan los cuerpos y todo el entorno también danza. Ese orden, que parte del cuerpo físico de cada uno, se torna plural y singular a la vez, armónico, y atraviesa las calles, las casas, los animales, los adornos y las vestimentas. El orden es lo único que no es materia. La corporeidad, con toda su cualidad física, forma parte del espíritu. (San Jerónimo decía: La alegría del espíritu se realiza en la expresión del gesto corporal).
Y si uno afina la atención de su sensibilidad, presiente que también el campo, el mar, las estrellas, la montaña, la noche, el bosque, todo, danza o busca un orden, una corporeidad.
Es lo que celebramos en Pascua. Desde su encarnación, el Hijo se ha unido a todo lo creado, y con su pasión, muerte y resurrección, lo ha tornado nuevo y más propio, más suyo: en él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, todo fue creado por él y para él. Y todo tiene en él su consistencia (Col. 1, 16-17). Omnia in ipso constant: todo subsiste en Él, está soportado, sostenido en Él. Nada es Dios pero todo tiene que ver con Dios. La resurrección del Hijo compromete al universo.
Leemos en el libro del Apocalipsis (21, 1a.3): …vi un cielo nuevo y una tierra nueva […] Y oí una voz potente que decía desde el trono: “Esta es la morada de Dios entre los hombres”.
Todo ha sido redimido de su caos, todo ha sido reconciliado, también cada uno de nosotros. Todo es ahora un cosmos, orden y armonía de Dios, corporeidad de Cristo.

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